El caso Rossini, al igual que otros patobiografías,
es un nuevo ejemplo de la elaboración de múltiples hipótesis parciales y, en
algunos casos dirigidas, de como la enfermedad pudo influir en la labor
creativa del compositor. Aunque existe un informe médico realizado en 1842 por
un médico anónimo de Bolonia su estudio está sesgado por que solamente se
publica parte de su contenido [Riboli]. Este desinterés por el caso, en
contraste con Mozart, viene marcado por la ausencia de referencias en las
principales bases de datos de bibliografía médica, y también en las específicas
relacionadas con trabajos histórico-médicos.Rossini se retira oficialmente de
la composición después de la ópera Guillermo Tell estrenada en
París en 1829. Era un hombre de buena salud, gozaba de fama, y las brillantes
tardes musicales en su domicilio, a las que asistían grandes artistas y
políticos de la época, supusieron el estreno de muchas pequeñas obras
destinadas al entretenimiento de los invitados a sus famosos, y quizás
exagerados, banquetes. Pero detrás de esta vida llena de lujos y fama existía
un lado oscuro: su enfermedad, que venía afligiéndole desde hace años. Su vida
anterior tampoco está exenta de episodios contradictorios que describen una
excitación maníaca seguida de episodios de matiz depresivo, pudiendo en parte
incorporarse dentro del esquema de la denominada "maladie
créatice" [Ellenberger]. En el ámbito fisiológico, tal como ha
propuesto Sacks, los estragos causados por las enfermedades al destruir los
caminos particulares por los cuales uno se enfrenta con el entorno, puede que
obligasen al sistema nervioso a formar otras pautas de conducta y vías de
acción alternativas que acabarán forzando un desarrollo y una evolución
imprevistos y sorprendentes, conformándose como algo original, algo creativoDisturbio
de la afectividad: ¿síndrome maníaco-depresivo? ¿Complejo de Edipo? ¿Paranoia?Es
evidente que la compleja personalidad de los genios lleva a la elaboración de
múltiples hipótesis sobre su vida y obras. El caso Rossini no es ajeno, como ya
hemos comentado, a estas especulaciones. Mientras existen pruebas convincentes
que sugieren la hipótesis de que sufría una psicosis maníaco-depresiva, parecen
descabelladas las sugerencias de que sufría un complejo de Edipo que se pondría
de manifiesto por el período de inactividad después de la muerte de su madre,
Anna Rossini, ocurrida en 1827 [Schwartz]. La hipótesis más plausible es que
pudiese tratarse de una simple reacción de duelo ante la pérdida de un ser
querido de una duración excesiva ya que sigue componiendo, no abandona su
trabajo, aunque se produce un cierto resquebrajamiento en sus relaciones
sociales, en un mundo en que Olympe Pélissier, su amante y futura esposa, era
la única presencia reconfortante [Osborne, p. 113].Sin lugar a dudas y
analizando su correspondencia podríamos encontrar rasgos paranoicos en su
personalidad, derivados de la asunción de la responsabilidad de su propia
carrera y la de otras personas. Tomamos como ejemplo la Carta a Domenico
Donzelli, fechada 7 de Febrero de 1826, [Osborne, p.94] y se podría, tal como
identifica Castilla del Pino [1988], identificar rasgos de ideas paranoicas:
los designios de las actuaciones del empresario del San Carlos de Nápoles no
son ya problemáticos, ni han de seguir siéndolos; le muestra a Donzelli como
descubrirlos hasta hacerlos evidentes; Rossini identifica el significado de
cada cosa, de cada acción de cada gesto, para él la realidad es "clara",
los demás no hacen las cosas con la intención que dicen sino con la que él
entrevé. ¿Paranoia o simplemente una cruda visión de la realidad de las
complejas relaciones empresariales de la época?. Que cada cual se apunte a la
hipótesis que más le convenga, sinceramente a muchos nos parece más plausible
la segunda de ellas.Sin embargo existen pruebas bastantes convincentes de la
existencia de un síndrome maníaco-depresivo. Riboli identifica un hombre de
constitución corpórea pícnica y anota los períodos de profunda depresión que
caracterizaron los últimos años de su vida. Ciertamente las notas que hemos
recogido de su biografía, muestran trastornos que podrían hacernos pensar en un
trastorno bipolar de este tipo. En 1832 sufre un ataque de lumbago "real o
imaginario" [Osborne, p.112] que le obliga a dejar el Stabat
Mater en manos de Giovanni Tadolini. En 1835 parece sufrir un período
de falta de energía y actividad que le llevan a manifestar que "estoy
en la cama medio muerto". Después de su encuentro con Felix
Mendelssohn, este manifiesta que Rossini había perdido toda su corpulencia. En
1838, vuelve a caer en otro de sus ciclos depresivos "cada vez más
frecuentes" en sus propias palabras [Osborne, p.119]. La muerte
de su padre, Giuseppe Rossini, supuso un golpe doloroso y los médicos le
diagnostican "problemas glandulares" para los que le recomiendan
desplazarse a un balneario de Nápoles para tomar "baños de lodo, baños de
mar y otras curas medicamentosas" [Osborne, p.120]. En 1839 manifiesta que
no puede dormir ni comer. A partir de 1848 y hasta 1855, se pueden detectar
múltiples períodos de excitación y depresión con crisis ilusorias y se llega a
murmurar que está loco [Osborne, p.131]. Como podemos comprobar por las
características de estos episodios, no sería de dudar que hoy en día su cuadro
psicológico se pudiese encuadrar dentro de los trastornos bipolares que
describe la Clasificación Internacional de Enfermedades en su décima revisión.El abuso
de Venus y sus complicacionesEs conocido que Rossini sufría de una
gonorrea crónica, sus cartas y las de O. Pélissier documentan las dolorosas
complicaciones de esta enfermedad. Dado el éxito que Stendhal nos refiere de
Rossini entre las mujeres y la extensión de este tipo de enfermedades durante
el siglo XIX, es difícil pensar, hoy en día, que dicha enfermedad le fuese
contagiada por una prostituta. El comienzo de la sintomatología de esta
enfermedad es desconocido pero sus biógrafos citan el año 1816, después del
estreno de El barbero de Sevilla, señalando que aunque estaba
con la salud intacta, en cierto momento de su carrera operística comienza la
gonorrea que en sus manifestaciones más crónicas le acarrea los sufrimientos
que tendría en las décadas de 1830 y 1840 [Osborne, p.50].El ya citado informe
médico de autor anónimo, publicado parcialmente por Riboli atribuye su origen a
que "desde su juventud ha abusado de Venus" y solamente a la edad de
44 años, o sea en torno a 1836, había mitigado su pasión por las mujeres.
Rossini como consecuencia de esta afección sufrió una estenosis uretral que le
obstruía el flujo normal de la orina. Para disminuir esta complicación, nos
cuenta el informe, los siete u ocho años anteriores, Rossini lo mitigaba
introduciendo por la uretra, todos los días, durante un mes y por un período de
15 a 20 minutos, un catéter que permitía su dilatación y por consiguiente el
vaciado de la vejiga y la temida obstrucción al flujo urinario. Este
tratamiento se complementaba con lavados con soluciones de almendra dulce,
malva, goma, flor de azufre mezclada con crema de tártaro [Osborne, p.
121].Está enfermedad de larga historia fue descrita por primera vez por Galeno
en el año 130 después de Cristo y es quién le da el nombre. En 1832 Philippe
Ricord, que llegaría a ser médico del Emperador Napoléon III, individualiza la
gonorrea de la sífilis, ya que hasta esa fecha se creía que la ambas eran la
misma enfermedad: la gonorrea sería una enfermedad local de la uretra y la
segunda una afección general del organismo. Hoy en día se conoce que la causa
la Neisseria Gonorrhoeae, y se dispone de un tratamiento
antibiótico efectivo pero, en la época de Rossini, el único tratamiento eficaz
para las estenosis que causaba era la introducción de sondas quirúrgicas que
dilataban la uretra, y que sin lugar a dudas colocaban al paciente en
condiciones dolorosas y humillantes. Este tratamiento se populariza a partir de
1844 con la creación de las "beniqués", sondas metalizas curvadas con
diferentes grosores que se usaban para tratar las estenosis residuales que
causaban las blenorragias.Todos los biógrafos coinciden en asegurar las graves
molestias que este mal causaba a Rossini, y como este recurrió a diferentes
medios para tratar de mitigar estas molestias. Así curas de reposo en
balnearios, dietas alimenticias -que sin lugar a dudas serían muy mal llevadas
por nuestro protagonista dada su fama -, o falsas terapias como "curas
magnéticas", formaron parte de los recursos buscados para aliviar una
sintomatología intratable en esas fechas y cuya cronobiología podría explicar,
en parte, los períodos de excitación y depresión recogidos en sus biografías.
El ya citado informe médico mandado por Olympe Péllisier a su amigo en Hector
Couvert, tiene como único fin solicitar una consulta con J. Civiale (1792-1867)
el urólogo más prestigiosos en la Europa de su época, y uno de los responsables
de poner en marcha la urología como especialidad quirúrgica, que ejercía en el
Hospital Necker de París. Su solución parece ser definitiva y según O.
Pélissier nos hace saber , Civiale aseguró a Rossini que el problema no era tan
grave tratándose de una estenosis de uretra que podía curar con la introducción
de sondas. Ello induce el desplazamiento a París y que en Junio la Pélissier
manifieste que "Todo marcha bien: la introducción de bujías va
gradualmente y después de 10 días nada nos recuerda el estado de la enfermedad,
todo va caminando progresivamente" [ Riboli, p. 298]Como se puede
comprobar nadie puede dudar que la uretritis crónica, el tratamiento humillante
y doloroso en muchos casos, y la falta de soluciones eficaces iba a influir
cronológicamente en el aumento de la postración psíquica en que cae Rossini,
aunque estos factores no bastarían por si solos para explicar este trastorno
psicológico. En el caso, que nos ocupa, el tratamiento parece ser que fue
bastante efectivo para disminuir la sintomatología, y las obsesiones de
Rossini, ya que muchos amigos que lo visitaron en su casa de París, narran como
entre la anodina decoración de su habitación se encontraba un catéter, que a
muchos presentó como "el mejor instrumento para sus males" [Osborne,
p. 135].¿Enfermedad respiratoria y cardiovascular?Es evidente que
Rossini sufría de muchos disturbios que dificultaban su condición física. Era
evidentemente obeso, en 1824 uno de sus contertulios lo define como "una
persona adiposa de aspecto jovial con una suerte indefinida de malicia en la
mirada" [Osborne, p. 86], su obesidad aumenta hasta ser de características
patológicas en 1865 [O'Shea, p. 95] y que le dificultaba el caminar y le
producía un intenso cansancio posibilitando que su espacio vital se limitase
solamente a su domicilio. En 1856 sufre un ataque o trombosis que dificulta su
movimiento y del cual parece recuperarse sin secuelas [Osborne, p. 150].
Muestra signos de bronquitis crónica y enfisema y los "catarros"
parecen ser una infección frecuente en los últimos años de su vida. Los escasos
retratos de la época final de su vida nos muestran manos y piernas que nos
pueden orientar hacia otros males. Las manos estaban hinchadas y dolorosas, las
piernas débiles y muy dolorosas cuando caminaba eran debidas a una enfermedad
vascular periférica [1], consecuencia posiblemente de las
transgresiones alimentarias, tan consustanciales con su personalidad, y del
tabaco, otro de los "vicios" que padecía Rossini [O'Shea, p. 96].El
tumor fatal, el tratamiento y sus complicacionesEn 1868 sufre perdida de
sangre y dolor en el recto. El 26 de Septiembre se le diagnóstica una fístula
rectal [Osborne, p. 151]. En una visita posterior de su médico, para controlar
la evolución del paciente, se corrige el diagnóstico: se hace evidente que
Rossini sufría un carcinoma de recto o del canal anal que crecía rápidamente,
una intervención quirúrgica podría salvarle y se contacta con Auguste Nelaton,
profesor de Cirugía en el Hospital de St. Louis y pionero de la cirugía
abdominal, quien programa la intervención para el 3 de Noviembre.La
sintomatología de estos tumores consiste en hemorragias y/o exudado anal,
cambios en el ritmo defecatorio y presencia de tumoración anal. En la mayoría
de los casos es asintomático, por lo cual los errores en la interpretación de
la clínica retrasan siempre el diagnóstico y ensombrecen el pronóstico. Cuando
aparecen los síntomas la enfermedad suele estar ya en una fase muy avanzada. Si
el tumor invade la vejiga, el paciente se queja de síntoma urinarios: polaquiuria [2],
hematuria [3], y disuria[4]. Todo este amplio complejo
sintomático componía el cuadro clínico habitual de Rossini desde años antes de
diagnosticársele el cáncer.La crisis de diarrea, de duración de tres a cuatro
meses, que sufre en 1841, no cede con los tratamientos habituales de la época,
va a suponer el inicio de crisis diarréicas frecuentes a partir de esta fecha,
y el complejo sintomático de disuria y hematuria sus médicos la atribuyen al
uso continuado de las sondas uretrales para aliviar la temible retención
urinaria. Las hemorroides que sufría le producían un ocasional dolor anal [
Riboli, p. 296]. Por todo, no es de extrañar que los médicos que atendían a
Rossini, a pesar de encontrarse entre los mejores de Europa, pasaran por alto este
complejo sintomático y en el momento que la enfermedad se manifestó con toda su
sintomatología ya fuera tarde para buscar una solución adecuada.La situación se
agrava, en el caso Rossini, por una serie de factores -bronquitis crónica, sus
problemas cardiovasculares- que suponían un riesgo anestésico añadido. Se
plantea anestesiarlo con cloroformo durante un período no mayor de 5 minutos,
en que se pensaba resecar la mayor superficie de tejido tumoral posible. El día
5 de noviembre Nelaton, alarmado por el aspecto de la herida, decide una
segunda intervención. Después de esta segunda intervención, las condiciones
físicas de Rossini comenzarán se deterioraran progresivamente, sufre una
infección de la herida, probablemente una erisipela, causada por el uso de un
bisturí no estéril [O'Shea, p. 97]. La infección se extiende rápidamente a la
pared abdominal, y comienza a delirar con fiebre intensa, dolor y finalmente
cae en coma, fallece el 13 de noviembre de 1868.Antes de la antisepsia, la
erisipela era una complicación habitual de la cirugía ya que las infecciones se
difundían de un paciente a otro a través de instrumentos quirúrgicos lavados
incorrectamente. Irónicamente en 1867, el año anterior a la muerte de Rossini,
Lister describe los fundamentos de la técnica antiséptica en un artículo
publicado en The Lancet, pero deberán pasar muchos años para que la
clase médica acepte, y adopte, el método de Lister. Si Nelaton hubiese conocido
este texto, posiblemente, la infección fatal pudiera haber sido evitada. De todas
formas, tal como argumenta O'Shea [1990, p.98], dada la larga evolución y las
dificultades en su tratamiento, que aun hoy tenemos, el pronóstico de Rossini
habría sido infausto. Hoy en día los esfuerzos médicos se dirigirían más a
calmar los graves síntomas dolorosos, que a intervenir directamente en la
patología.A modo de conclusión: otras posibles enfermedades, e hipótesisEs
indudable que el estudio de este caso sigue incompleto y todavía persisten
muchos datos oscuros detrás de la vida de Rossini. En 1818, durante su estancia
en Pesaro, Rossini sufre una grave inflamación de garganta que lo coloca en
peligro de muerte [Osborne, p.94]. Desde 1830, sus biógrafos comienzan a notar
ciertos rasgos obsesivos en su comportamiento. Por ello, aunque Riboli propone
su diagnóstico para el caso, creemos como O'Shea [1990, p.99] que todavía es
posible que la enfermedad crónica, el dolor crónico y la demencia senil, que
parece observarse, se hubiesen combinado para producir el estado mental que
caracteriza sus últimos años.Por otra parte, las condiciones psicológicas de
Rossini y sobre todo los factores que provocan su precoz retiro de la ópera
están escasamente documentadas por sus biógrafos. Por lo tanto, para esclarecer
a fondo este período habrá que esperar a la publicación de otras pruebas
textuales, de adecuada solidez, para proceder a un estudio más sistemático de
este período.Notas1 Causada por el estrechamiento de las
arterias de la extremidad inferior y el espesamiento sanguíneo por, entre
otros, un exceso de contenido graso en las dietas, el abuso de alcohol y su
combinación con el tabaco. [Volver]2 Micción de poco cantidad pero
frecuentes [Volver]3 Presencia de sangre en la orina [Volver]4 Sensación
dolorosa al orinar [Volver]Bibliografía- Enrico Castiglioni (ed.): Gioachino
Rossini. Lettere. Roma: Edizioni Logos, 1992.- Fedele D'Amico: Il
teatro di Rossini. Bologna: Il Mulino, 1992- Carlos Castilla del
Pino: El delirio, un error necesario. Oviedo: Ediciones Nobel,
1988- H. F. Ellenberger; H. F.: "The concept of maladie créatice"
(1964) En M. S. Miscale (Ed), Beyond the Unconscius. Essays of Henry F.
Ellenberger in the History of Psychiatry. New
Jersey, Princenton University Press, 1993, pp. 328-340.- Ángel González de
Pablo: "Enfermedad y creación" en El Médico. Profesión y Humanidades, 688 (1998) pp. 70-76.-
Richard Osborne: Rossini, London: J.M: Dent and Sons, 1986. Traducción española: Rossini Buenos
Aires: Javier Vergara, 1988- John O'Shea: Music and Medicine. Medicale Profile of Great
Composers. London: J.
M. Dent, 1990- OMS (1996), CIE 10. Trastornos Mentales y del Comportamiento. Pautas
diagnósticas y de Actuación en Atención Primaria. Ginebra: OMS- Bruno Riboli: "Profilo
medico-psicologico di G. Rossini" en La Rassegna Musicale, 24
(1954) pp. 292-303.- John Rosselli: L'impresario d'opera, Torino: EDT, 1985-
Stendhal:Vie de Rossini, París: 1824. Edición española: Vida de
Rossini. Barcelona: Aguilar, 1987- Oliver Sacks: Un antropólogo en
Marte. Barcelona:
Anagrama, 1997- D. W. Schwartz: "A psichoanalytic aproach to the gran
renunciation" Journal of the American Psichoanalytic Association, 13
(1965), pp. 549-557.- Luis Horacio Toledo-Pereyra:, Maestros
de la Cirugía Moderna. México: Fondo de Cultura Económica. Asociación
Mexicana de Cirugía General, 1996
Este artículo fue publicado en Mundoclasico el
20/10/1999
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