EXCELENTE "BARBERO"
Figaro: Mario Cassi-Don Bartolo: Carlo Lepore-Rosina: Marina
Comparato-Conde de Almaviva: Juan Francisco Gatell-Don Basilio: Marco
Spotti-Berta: Patricia González-Fiorello: Fernando Grassi-Notario: Daniel
Wendler-Sargento: Cristian De Marco. Coro y Orquesta Estables del Teatro Colón.
Director del coro: Miguel Martínez. Director: Miguel Ángel Gómez Martínez.
Puesta en escena y coreografía: Mauricio Wainrot. Escenografía y vestuario:
Graciela Galán. Iluminación y proyecciones: Jorge Pastorino.
Teatro Colón, 29 de abril de 2014
El Colón ha repuesto “Barbero”
y lo hizo en forma ampliamente satisfactoria. Fue un excelente trabajo de
equipo en el que un grupo de buenos cantantes junto a una muy buena labor de la
orquesta y una lograda puesta en escena ofrecieron el que, para mí, resultó el
“Barbiere” más parejo que haya visto en
el teatro en los últimos cuarenta y cinco años.
No hubo ningún cantante
excepcional pero todos cumplieron de muy buena manera su cometido. Quizá el
menos interesante vocalmente fue Marco Spotti, todavía algo bisoño pero con
buenos medios y soltura escénica. Carlo Lepore resultó la figura dominante de
la noche. Sin caer en vulgaridades y efectos fáciles a lo Corena puso su sonora
voz, su impecable musicalidad y su hábil histrionismo para dar cuerpo al mejor
Don Bartolo que me haya tocado apreciar en la sala. Mario Cassi –el
protagonista- trazó un Figaro jovial y desenfadado. Posee un timbre claro –tal
como debe serlo un barítono de este período- y canta muy bien aunque con un
centro algo destimbrado. Finalmente debutó Juan Francisco Gatell que exhibió un
bello timbre de tenor eminentemente lírico, una perfecta emisión que hizo que
su voz corriera sin ningún tipo de esfuerzo, impecable musicalidad y una buena
coloratura. Lamentablemente terminó decorosa y fatigosamente el “Cessa di più
resistere”. La mezzzo soprano Marina Comparato tiene la voz y el físico ideales
para Rosina, bello timbre –con algún agudo levemente destemplado- y una excelente coloratura. La Berta de
Patricia González estuvo bien jugada pero no pudo con el final de su arietta,
en tanto que resultó excelente el Fiorello de Fernando Grassi y muy convincente
el oficial de Cristian Di Marco.
Miguel Ángel Gómez Martínez dirigió
con precisión, liviandad, buen sentido del ritmo, equilibrio y la dosis
necesaria de chispa. La Orquesta Estable estuvo impecable. El coro estable sólo
correcto.
La puesta se desarrolló en un
bellísimo marco escénico. Graciela Galán diseñó una escenografía y un vestuario
de muy buen gusto y en los que era indudable la atmósfera sevillana,
magníficamente iluminados por Jorge Pastorino.
La dirección de escena de
Mauricio Wainrot –si bien no me hizo olvidar la espléndida de Willy Landin en
2005- tuvo un ritmo casi frenético y resultó muy divertida sin caer en viejas
groserías ni efectos baratos a los que nos tenían acostumbrados las viejas
puestas. Demostró que puede hacer una
comedia sin caer en la bufonada. Muy buena la idea de presentar el encuentro en
una procesión de Rosina y el Conde durante la obertura y –si bien no estuvieron
fuera de lugar- los no muy largos fragmentos de danza durante el primer acto
llegaron a casi saturarme. Sabe manejar el espacio y la historia fue clara y
muy bien contada. Sería demasiado
enumerar sus aciertos; sólo uno: la deliciosa resolución de la tormenta,
muy original y de gran belleza. En su debut como regisseur ha demostrado que el
Colón debe insistir en él.
En resumen: aquellos que
quieran disfrutar de “Il barbiere di Siviglia” de Rossini no se lo pierdan.
Aquellos que quieren revivir épocas pasadas y tan sólo escuchar cantantes de
primera magnitud quédense en casa con un DVD o un CD. Pero esto último van a
tener que hacerlo en casi cualquier teatro del mundo.
Roberto Luis
Blanco Villalba
UN ROSSINI DIGNA Y
LOGRADAMENTE REALIZADO
Teatro Colón (Temporada lírica 2014): “El Barbero de Sevilla”
(Gioacchino Rossini). Dirección Musical: Miguel Angel Gómez Martínez, Dirección
de Escena y Coreografías: Mauricio Wainrot, Diseño de Escenografía y Vestuario:
Graciela Galán, Iluminación y
Proyecciones: Jorge Pastorino, Director del Coro estable: Miguel Fabián
Martínez. Protagonistas: Mario Cassi (Fígaro), Carlo Lepore (Don Bartolo),
Marina Comparato (Rossina), Juan Francisco Gatell (Conde de Almaviva), Marco
Spotti (Don Basilio), Patricia González (Berta), Fernando Grassi (Fiorello),
Cristian De Marco (Sargento), Daniel Wendler (Ambroggio/Notario) Orquesta y
Coro Estables del Teatro Colón. Función del 30 de abril de 2014.
Y Fígaro volvió al
Colón, esta vez de la mano de Rossini, completando la trilogía que la institución
se propuso rescatar con la inolvidable
“I Due Fígaro” de Saverio Mercadante con la mano maestra de Riccardo Muti en el
podio y la sobriedad visual de Emilio Sagi; la muy floja producción de “Las
Bodas de Fígaro” mozartiana, olvidable por la muy floja puesta en escena del
tándem Livermore-Antoniozzi, la pesada dirección de Paternostro y la despareja
labor de los cantantes, y así llegamos a
esta producción vernácula con firma de Mauricio Wainrot, que como les comentaré
tuvo mas aciertos que errores y tiene para Mí, el indiscutible merito de ser la
mas pareja de las puestas de “Barberos” Rossinianos que se recuerde en los
últimos tiempos por la calle Libertad.
Veamos: Jugaron a favor
varias cuestiones. En lo escénico, la muy bien resuelta escenografía de
Graciela Galán, la que permitió el correcto desplazamiento del elenco por el
escenario y que recrea la atmósfera
sevillana por completo. Súmese a ello la impecable iluminación y la proyección
de efectos de Jorge Pastorino a quién rescato muy especialmente ya que aparece
su nombre relegado muy injustamente a un segundo plano en el programa de mano
(la ambientación de la célebre tormenta fue sencillamente exquisita). En lo musical, la agraciada elección de Miguel
Angel Gómez Martínez para la concertación, quién reemplazó al originalmente
anunciado Frederic Chaslin y que, a la
luz de los resultados, su trabajo no pudo ser mejor, sobrio, equilibrado,
elegante para guiar a la orquesta hasta como para vestirse, conexión permanente
con el palco escénico, obertura muy bien vertida, ningún divismo. Otra solida
actuación correspondió a la sección masculina del Coro Estable del Teatro
Colón, el que en sus tres intervenciones fue muy eficaz. La elección de Voces.
Voy de menor a mayor en cuanto al rendimiento que observé en la función que
comento. Marco Spotti, con un Don Basilio muy bueno, con figura, presencia,actuación,
buena voz de grato timbre su versión de “La Calumnia”, puso al público en su
favor y se notó en la reacción de Este al finalizar el espectáculo. Carlo
Lepore, que trazó un Dr. Bártolo muy eficaz con sólidos recursos actorales y
vocales. Produjo uno de los momentos mas notables con “A un Dottor della mia
sorte”, en una de las versiones mas logradas que Yo haya escuchado en los
últimos tiempos. Juan Francisco Gatell, nuestro crédito local, que podrá ser
voz chica, pero tiene afinación, grato timbre, buena técnica y soltura al
actuar. Si bien no cantó, al menos en Esta función, la recuperada “Cesa di piú ressitere”, uno
entiende porque tiene bien ganada su fama en los circuitos internacionales de
segundo y tercer nivel. Patricia González de maravillosa actuación, dando vida
magníficamente a Berta. Cristian de
Marco, que logró componer en sus dos breves intervenciones a un simpático
sargento del regimiento, con buena voz y nivel actoral que ya le reconocemos
desde el “Off-Colón”. Marina Comparato, buena y agraciada figura en el aspecto
físico, muy buena comediante y que mas allá de un registro un poco “pesado”
para el rol, lo sacó adelante merced a buen oficio e inteligencia en la
administración de sus recursos vocales, que son muchos. Bellísimo timbre y
mucha seguridad. Y para el final, el protagonista, Mario Cassi, y porqué?. Porque
mas allá de ser muy buen actor, su voz está al límite, su registro suena un
poco desparejo y aunque por la virtud que señalo al comienzo y la sabia
resolución que le dio a muchos pasajes “bravos” y de que sus trabajos recientes
los haya concretado de la mano de Riccardo Muti, nada menos (Y Yo a Muti no lo
cuestiono, de hecho Cassi vino aquí para el “Fígaro” de Mercadante ), resultó
ser quien menos me sedujo de todo el elenco en la función.
Aciertos y algunos
detalles no tan acertados tuvo la regie de Mauricio Wainrot. Vayamos ahora a la
inversa de menor a mayor. Si bien es cierto que en muchas escenas la
coreografía, sostenida por una selección de buenos bailarines salva algunos
baches de la obra, hubo un exceso en la inclusión de las mismas. El vestuario
de Graciela Galán, a contramano de la escenografía, tuvo algunas imprecisiones,
como por ejemplo, los vestidos de Rossina, el vestuario de Fígaro, directamente
ataviado de “Gitano” mas que de Sevillano.
Además, en el aspecto físico la caracterización jugo a mi entender una
mala pasada. Imposible no acordarse de un por ese entonces joven Eddie
Pequenino, realizando su personaje de “Giusseppe Mangiabroccoli” en los
“Domingos de Fiesta” de los por ese entonces también muy jóvenes hermanos
Sofovich en el viejo canal 11. Un Cupido
con flecha y sin arco que va recorriendo
el escenario en diferentes escenas mas como “Mohamed” en “El Caballero de la
Rosa” que aquí. En cambio a su favor menciono, la escenificación de la
“Obertura” con el flechazo de la pareja de amantes durante una festividad
“Sevillana”, un Doctor Bartolo puesto
escénicamente de manera impecable. Un Don Basilio caracterizado de la mejor
manera como un conspirador a sueldo que responde según lo que se le paga. Una
Rossina que busca zafar de las garras de su tutor como sea. Un Conde que ante
todo es un noble y así se lo vio, jugando con la intriga y corrompiendo a quien
haga falta para lograr su propósito. Y el protagonista que va sosteniendo los
hilos de la acción mostrándose como debe ser el “factótum”. La resolución del
concertante final del primer acto, todos junto a un largo sillón como en foto
de familia y los soldados al costado,
jugando pendularmente con el ir y venir de la situación. Párrafo aparte,
la inclusión de un muy buen actor llamado Daniel Wendler, quien compuso al notario y a un Ambroggio que
en las situaciones cómicas recordaba a los personajes mudos que pintara en
televisión el ingles Benny Hill, sometido a sopapos, caídas y situaciones
“clownescas” con gracia total. En suma lograr atrapar al espectador en el juego
de la comedia. Evitar que la acción caiga en baches profundos, y lo logró, y
que el producto final resulte divertido, y en el balance lo fue.
El Colón volvió a
confiar en la segunda y tercera línea internacional para una obra maestra y una
vez mas, como la tradición manda, salió
muy bien parado. Bravo por ello!
Donato Decina
UN DERROCHE DE BUEN
GUSTO
Teatro Colón (Temporada lírica
2014): “El Barbero de Sevilla” (Gioacchino Rossini). Dirección Musical: Miguel Ángel
Gómez Martínez, Dirección de Escena y Coreografías: Mauricio Wainrot, Diseño de
Escenografía y Vestuario: Graciela Galán, Iluminación y Proyecciones: Jorge Pastorino, Director del
Coro estable: Miguel Fabián Martínez. Protagonistas: Mario Cassi (Fígaro),
Carlo Lepore (Don Bartolo), Marina Comparato (Rossina), Juan Francisco Gatell
(Conde de Almaviva), Marco Spotti (Don Basilio), Patricia González (Berta),
Fernando Grassi (Fiorello), Cristian De Marco (Sargento), Daniel Wendler
(Ambroggio/Notario) Orquesta y Coro Estables del Teatro Colón. Función del 30
de abril de 2014.
Desde el mismo momento en que levantó
el telón y arrancaron los primeros acordes, tuve la sensación de que iba a disfrutar
de “El Barbero de Sevilla”. Y no me
equivoqué.
Esta versión de la ópera de
Rossini fue encarada como un espectáculo integral en el que la orquesta, los
solistas, el coro, los bailarines y los actores y figurantes aparecieron apostando
de manera ferviente y eficaz a lograr que el resultado fuera un prodigio de coordinación, humor y
buen gusto. Y el héroe de la jornada, en mi opinión, resultó ser,
quien debe ser: El Director Musical, Miguel Ángel Gómez Martínez, quien desde el foso, se ocupó, en todo momento de
que todo estuviera parejo y coordinado.
Cierto es que no vimos faenas prodigiosas ni
extraordinarias, pero todos y cada uno cumplieron muy bien con su trabajo. La orquesta correcta, por
momentos appianada para favorecer el
lucimiento de los cantantes, los cantantes no apabullaron con voces
extraordinarias pero todos resultaron afinados y con voces agradables al oído;
las actuaciones fueron, francamente, desopilantes como corresponde a una
comedia que es, al fin y al cabo, de lo
que se trata esta obra.
Renglón aparte para la excelente puesta
de Wainrot, quien como coreógrafo que es, demostró cabalmente un perfecto
dominio de los espacios escénicos, manejando con destreza a todos los que estaban arriba del escenario y
manteniendo, en todo momento, el equilibrio indispensable para que todo
luciera.
Pero más allá de ello, Wainrot se ha revelado como un comediante de
garra, manteniendo el interés, en todo momento, a partir de gags, oportunos y
para nada trillados. Destaco, especialmente, el final del primer acto, momento en el que, a pesar de que el
escenario estaba totalmente colmados de persona (solistas, coro, bailarines, figurantes)
los movimientos precisos y lógicos, permitieron el lucimiento de todos y cada
uno de ellos.
Una última cosa sobre la labor
del regista, será destacar la utilización,
sin abusos, de la totalidad de los medios técnicos con que cuenta el Teatro,
tales como el escenario giratorio y la muy buena planta de luces, todo lo que colaboró
para que el espectáculo luciera y el espectador disfrutara.
Los solistas, como ya se ha
comentado, no son prodigios, no poseen voces que enamoren. Sin embargo, no podría
esta cronista sino concluir en que cantaron el Barbero, “ comme il faut” y , a
falta de maravillas vocales, suplieron perfectamente, hasta casi la excelencia,
con actuaciones excelentes.
A mi gusto, destacó el Bartolo de Lepore, quien trabajó desde la solvencia y el humor, sin
temor alguno y la Rossina, de Marina Comparato, verdaderamente dotada de una
gracia natural que hizo que no se le
pudiera sacar los ojos de encima a lo largo de todo el espectáculo. Correcto, aunque quizá con una voz que hubiera lucido más en un
teatro de menores dimensiones, el Conde
de Almaviva que compuso Juan Francisco Gatell y un excepcional Don Basilio en
la voz y la actuación de Marco Spotti, mientras que tanto Patricia González (Berta),
como Fernando Grassi (Fiorello) y
Cristian De Marco (Sargento) supieron demostrar que no hay roles pequeños,
sacando especial lustre a sus comprimarios.
En cuanto al Fígaro de Mario Cassi,
ha de señalarse que vocalmente hizo todo
lo que tenía que hacer, sin momentos memorables, pero, a mi juicio y pese a que
se desempeñó graciosamente, el inadecuado vestuario y algo de su gestualidad,
me recordaron, no a Eddie Pequenino, como decía Donato, sino más bien al Tigre Giacomo
Polenta, de Gino Renni .
De todas formas,
cualquier defecto que pudiera tener esta puesta
es perdonable, básicamente, porque el conjunto resultó ser, un dechado
de humor de y buen gusto.
Mónica Rossi
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