SOBRE "OPERA CLUB"

ÓPERA CLUB es un emprendimiento que nace el 17 de noviembre de 1990 a partir de un programa emitido por Radio Cultura. Este programa tuvo características muy especiales que lo transformaron, casi de inmediato, en el de mayor audiencia en su género.

Por primera vez se trataba el tema operístico con un absoluto desapego a las formas tradicionales de acartonamiento y solemnidad. Quedó en claro desde un principio que se trataba de un programa de ópera y no de cantantes –de estos últimos se ocupaba la mayoría-. Procedimos a lo que nuestro locutor de entonces (Mario Keegan) dio en llamar “derribando mitos” -desmitificar leyendas, anécdotas o lisas y llanas mentiras que con los años se convirtieron en falsas verdades-. Seguimos muy de cerca toda la actividad musical de Buenos Aires y La Plata poniendo muy especial énfasis en la promoción de los intérpretes jóvenes que estaban haciendo sus primeras armas –en la mayoría de los casos a puro pulmón- aunque sin descuidar las grandes figuras nacionales e internacionales que nos visitaban. Por último, el formato horario de cuatro horas nos permitió tratar amplia y distendidamente diferentes temas en un sólo programa desarrollado a través una conversación sin planificación previa entre dos a cinco co-conductores.

Todo esto nos puso en el primer lugar durante poco más de diez años. Diversos problemas –fundamentalmente económicos y de necesidades de programación de la radio- nos fueron acortando la duración y concluímos transmitiendo una hora a la medianoche del sábado. De esta manera fuimos perdiendo, junto con audiencia, nuestras características distintivas.

A partir de septiembre de 2012 nos mudamos a Radio Amadeus Cultura Musical recuperando nuestro formato original e intentando, de a poco y con mucho esfuerzo de todo tipo, retomar nuestro puesto de liderazgo –tarea nada fácil, por otra parte-.

Comencé diciendo que ÓPERA CLUB es un emprendimiento que nace a partir de un programa de radio. Esto es porque no es sólo un programa de radio –o, mejor dicho, el programa es casi como un pretexto-, sino un modo de unir a los oyentes tras un objetivo superior en común. El verdadero protagonista del programa no son ni los cantantes ni la música, son los oyentes –sus destinatarios y razón de ser-. Es por eso que los llamados telefónicos o mails son fundamentales para la concreción de lo que sale al aire. La audición es una excusa para que nos comuniquemos, nos conozcamos y podamos realizar y armar el programa y las actividades en forma conjunta.

Siempre me ha preocupado la incomunicación y soledad que aquejan a nuestra sociedad de manera cada vez mayor desde la segunda postguerra. Esta idea de nuclearnos bajo un interés u objetivo común es, para mí, un medio para paliar este terrible mal. Para esto, además del programa –y en lo personal más importante- son las diversas actividades que hemos venido realizando –con menor o mayor frecuencia- durante los últimos veintitrés años: encuentros, charlas, recitales, conferencia-debates, intercambio de material y, fundamentalmente, exhibición de videos (hoy DVDs) de diversas funciones operísticas –recuerdo con especial cariño el ciclo multitudinario que realizamos en el Centro Cultural General San Martín colmando ampliamente la capacidad plena de la Sala AB-. También estas actividades se vieron notablemente disminuídas con la anteriormente citada decadencia del programa –al que están intrínsecamente unidas-.

En esta nueva etapa muchas son las esperanzas y muchos los proyectos. La idea de congregarnos bajo nuestro amor a la ópera es, vuelvo a repetirlo, sólo un pretexto para encontrarnos virtual o realmente, tanto en nuestra relación comunicador-oyente como en forma personal. Este sitio, el Facebook y, en un futuro muy próximo, el Twitter serán nuestras herramientas virtuales a utilizarse en forma dinámica. Queremos crear un foro de debate y discusión a través del que no sólo hablemos de lo que nos gusta sino que intercambiemos ideas sobre políticas culturales. Necesitamos ampliar horizontes y promover los valores estéticos y culturales en los que se basan las obras de arte. De esta manera, a través de estos valores y del intercambio de ideas, iremos creciendo como personas y ayudando a crecer a nuestro entorno. Recordemos que los grandes cambios se producen, en general, a partir de los pequeños cambios individuales.

En cuanto al programa en sí mismo, posee una dinámica que va haciéndose cada vez más participativa –ya hemos desarrollado algunos temas propuestos por ustedes y esperamos una participación cada vez mayor-, poseemos también una enorme discoteca –probablemente la más grande de nuestro medio- con una cantidad de grabaciones que está muy holgadamente en la cantidad de cinco cifras y que abarca desde los primeros cilindros hasta las últimas funciones efectuadas en el mundo –a veces el mismo día de la emisión-, presentamos a las grandes figuras que nos visitan y hacemos una fuerte promoción de lo que están preparando los distintos grupos que han aparecido fuera del marco de los teatros oficiales y que es en donde realmente se encuentra el futuro.

La ópera es el centro pero no nos cerramos en ella. Abarcamos también los demás géneros vocales (opereta, zarzuela, oratorio, canción de cámara, sinfónico-vocal) y estamos, aún tímidamente y en muy pequeñas dosis, abriéndonos a todo el espectro de la música clásica (o académica –término que no me gusta pero al que adhiere muchísima gente-) En cuanto al período de lo que difundimos, es amplísimo y sin reservas ya que vamos desde la música medieval hasta las últimas manifestaciones de vanguardia.

En síntesis, estamos buscando crecer a partir del debate y la interacción. Considero que la relación estática con un oyente pasivo ya no es aceptable y pertenece a un tiempo que ya fue –no estoy valorizando, sólo presentando un hecho-. El piso de este proyecto es el que estamos transitando. El techo quisiera creer que no tiene límites (una sede propia, una emisora....).

Entre todos podemos lograrlo. Esto intenta ser un verdadero Club y les pido que se unan. Les garantizo que el crecimiento y el gozo serán ampliamente satisfactorios.


Dr. Roberto Luis Blanco Villalba


UNA CREACION DE ROBERTO BLANCO VILLALBA

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viernes, 29 de abril de 2016



DECEPCION Y FASTIDIO

Mozarteum Argentino: Primer Concierto de la Temporada 2016. Actuación de la Mezzosoprano Joyce Di Donato. Al Piano: Craig Terry. En programa: Obras de Luna, Ravel, Rossini, Granados,  Häendel, Giordani, Pergolesi y  Rosa. Teatro Colón, 19/04/16.

  Mas allá de la muy interesante programación, en cuanto a nombres rutilantes y obras programadas, por parte del Mozarteum Argentino,  el balance de la actuación de Joyce Di Donato en el Concierto de apertura me dejó la doble sensación de decepción y fastidio. Decepción, porque defraudó la expectativa que uno tenía sobre todo con las obras que Ella decidió frecuentar, fundamentalmente Ravel (Sheherazade), Luna (de España Vengo), Granados (Tres tonadillas de “La Maja Dolorosa”), Häendel (Lascia ch’io pianga de “Rinaldo”), Tres Arias Antiguas (Caro mio Ben de Giordani, la celebérrima Se tu m’ami de Pergolesi y Star Vicino de Salvatore Rosa) y dos Rossini que son “caballitos de batalla” de su repertorio: “Bel Raggio Lusinghier” de Semirámide y Tanti Affetti in tal Momento de “La Donna del lago”. Y fastidio, porque las arias antiguas anunciadas, fueron abordadas en un arreglo del pianista acompañante Terry en tiempo de Jazz, sin que mediase explicación alguna y en donde en todo caso parecía algo así como un “paso de comedia musical” , dejando a las explicaciones del programa de mano,  que las tomó como si se abordaran en versión real, virtualmente pagando ante el público, mas allá  de que evidentemente gran parte de la asistencia lo tomó como una humorada y en consecuencia la ovacionó , sin medir a mi juicio, las serias consecuencias que esa “humorada” podrían haber tenido, ya que hacerlo de esa manera jugó contra la natural expectativa que el avezado espectador tenía, máxime, cuando abordó en recitales anteriores ese repertorio de manera “seria” y había resultado un deleite. Decepción, porque tanto el inicio con el “De España Vengo” de “El Niño Judío” de Luna y las dos primeras canciones de “Sheherazade” de Ravel, fueron hechas partitura en mano y totalmente fuera de estilo, llegando a veces a gritar en varios pasajes. Solo en el tercer número de la segunda obra pudo lograrse algo del clima de intimidad que el maravilloso trabajo de Ravel tiene, y aquí, se notó la mano, el oficio y la técnica de Craig Terry, el que resultó un gran acompañante.

  Lo mismo debe decirse para la segunda parte, con una insípida versión (también con partitura), de Tres tonadillas de “La Maja Dolorosa” de Enrique Granados y el desaguisado de las tres arias antiguas. Nos quedan entonces, una ahí sí muy buena versión de “Lascia ch’io Pianga” de Rinaldo de Häendel, en donde mostró que sigue plenamente vigente en ese repertorio, tanto por emisión, dicción y estilo,  y las dos arias Rossinianas con las que cerró ambas partes del  recital: “Bel Raggio Lusinghier” de “Semirámide” y “Tanti Affeti in tal momento” de “La Donna del Lago”,  en donde hizo valer su categoría en ese repertorio. Si a ello sumamos tres bises de factura impecable, todos ellos de música popular americana, cerrando con su ya clásica versión de “Out of The Rainbow” de “El Mago de Oz”, tenemos una cabal idea de lo flojo y hasta mezquino que resultó el recital. Eso sí, en todo momento compensó el déficit, con mucha simpatía, elegancia para conducirse y caminar el escenario casi como una notable “relacionista pública”, compartiendo dicho calificativo  con el pianista Terry, el que también derrochó en todo momento la misma elegancia, pero que de ninguna manera alcanzó para mitigar, la decepción y el fastidio que Yo ya tenía a esa altura de la noche.


Donato Decina


TENDRAS EL DIRECTOR QUE TE MERECES

“Nuova Harmonía”: Actuación de la Orquesta Sinfónica Estatal de Siberia, Director: Vladimir Lande. Solista: Xiayin Wang (Piano). Programa: Mikhail Glinka: Obertura de la Opera “Ruslan y Ludmila”. Serguei Rachmaninoff: Concierto para Piano y Orquesta Nº 2 en Do menor, Op. 18. Nikolai Rimsky-Korsakoff: “Scheherazade”, Suite Sinfónica Op.35. Teatro Coliseo, 22 de Abril de 2016.

  Si bien una vez mas el ya inefable Vladimir Lande reapareció entre Ntros. (bravo su por su Agente Artístico), con todo lo que ello significa (versiones carentes de vuelo, pasadas por la lavadora y centrifugadora), y del que ahora vemos en su “Currículum” que esta desarrollando una serie de Videos para el sello “Naxos”, mi curiosidad pudo mas,  ya que al anuncio inicial de temporada por parte de “Nuova Harmonía” en el sentido de que vendría al frente de la “Sinfónica de San Petersburgo” (una vez mas explico que este organismo no es el que viniera en 1987 al Colón de la mano del muy competente director Ruso Alexander Dimitriev, sino que por el contrario es un conjunto que actúa con el mismo nombre,  similar a la Homónima de Berlín que actuara en el Obelisco y en el Festival de Ushuaia, es decir,  orquestas de alquiler con orgánico instrumental sumamente comprimido [ y por supuesto costo reducido de contratación respecto a Orquestas de mayor fama] que realizan temporadas mayoritariamente en giras internacionales,  y unos pocos conciertos en el lugar de origen. Los Rusos lo hacen en un palacio de la época de los Zares), una nueva comunicación rectificativa de la información anunció que lo haría ahora al frente de la Sinfónica Estatal de Siberia, un organismo nacido en 1977 en la entonces U.R.S.S.,  y que desde la caída de la “Churchilliana” “Cortina de Hierro” (según semblanza de presentación en el programa de mano), acrecentó su reputación para ser nombrada Orquesta Estatal en tiempos de Boris Yeltsin,  y ya en tiempos de Vladimir Putin, Patrimonio Cultural Ruso, de la que Lande fue nombrado titular desde al año pasado. Se mantuvo si, a la solista originalmente prevista,  la China Xiayin Wang,  y la obra que abordaría (nada menos que el segundo para Piano de Rachmaninoff). También se prestó a confusión el anuncio que la entidad organizadora efectuara en la contratapa del Concierto de Angelika Kirschlager, en el que rezaba que en la segunda parte de esta velada interpretarían la “Segunda Parte (valga la redundancia) de Scheherazade” ¿?, lo que en la gacetilla rectificativa vino desmentido, ya que ahí si se anunció la versión completa como corresponde (dudo que la gente de “Nuova Harmonía” lo haya puesto “per se”, máxime cuando se trata de un grupo en gira con prácticamente dos programas para ir alternando, entonces, ¿Quién informó incorrectamente lo primero?). Por lo tanto, un organismo que al menos en los papeles garantizaba buen sonido y disciplina de conjunto “Alla Rusa”, del que uno quería saber como reaccionaría a las indicaciones del nuevo Director Titular. Un programa con repertorio 100% Ruso, integrado por tres de las mas colosales obras de su patrimonio musical, del que, a priori, uno piensa que se hallan con frecuencia en los atriles ,  y la incógnita de saber como respondería la solista. Razones mas que suficientes para concurrir.

  El ataque inicial del conjunto en la Obertura de “Ruslan y Ludmila”, prometía brillo orquestal y una correctísima versión. Nos quedamos con la promesa, ya que luego de la exposición del tema inicial, los vientos no entraron a tiempo y en el “tempi” en que el resto venía haciéndolo, de acuerdo a los gestos de Lande, por lo que rápidamente la versión se desdibujó y alcanzaron solo el hito de llegar todos juntos al final. Los discretos aplausos del público luego de la interpretación, hablaron por sí solos.

  Por lejos,  lo que hizo que valiera la pena concurrir fue la actuación de la China Xiayin Wang, con una muy buena interpretación del Concierto para Piano y Orquesta Nº 2 de Rachmaninoff. La progresión y el “Crescendo” de la introducción solo reservada al solista fue abordada con un carácter y una fuerza interpretativa que solo en mi memoria  auditiva puedo ubicarlas en dos argentinas: Elsa Púppulo y Martha Argerich (en ese orden). Mostró sorprendente desenvoltura, magnífico sonido que en ningún momento fue absorbido por la masa orquestal, aún en los pasajes de bravura, como la parte de piano que se desarrolla mientras el conjunto interpreta nuevamente “Tutti” el tema principal y un desempeño individual irreprochable en el muy lírico segundo movimiento, en donde el solista de clarinete tuvo también su “gragea” de lucimiento. El acompañamiento general fue a lo Lande, criterios de uniformidad en los “Tempi”, falta de ideas (sobre todo en lo que a “canto” Orquestal se refiere y que solo la perseverancia de esta interprete que de muy buena manera se nos reveló, hizo que la versión no pase a caer rápidamente en el olvido). La Solista respondió a la justa cosecha personal de aplausos con una muy simpática composición China que deleitó a los presentes.

  El cierre le cupo a una pobre versión de “Scheherazade” de Rimsky-Korsakoff, en donde llamativamente el orgánico orquestal se mostró demasiado ajustado (Dos trompetas, dos trombones, cuatro percusionistas que se desdoblaban en su trabajo [sobre todo en el cuarto movimiento]), nuevamente una línea uniforme en los “Tempi”, lo que hizo que fuera una de las versiones mas veloces que Yo recuerde. Mientras lo normal va desde los 55 a 70 minutos, aquí se hizo en 48. Un Concertino solista que no tuvo parejo desenvolvimiento (hubo desafinaciones y pífias). En fin, esa fue la respuesta a mi inquietud y es que, lamentablemente se acomodaron demasiado rápido al nuevo titular. Solo percibí algunos vestigios expuestos en pasajes de las obras abordadas en los que se tuvo la impresión que otrora hubo amalgama “Alla Rusa” de verdad. Demasiado poco.

  Hubo dos bises, ambos de Shostakovich para ballet. Un “Tango” y una marcha, muy bien expuestos y con toda la parafernalia orquestal que el compositor exige. Demasiado escaso. Y bien, entonces, si se supo lo que se buscaba al convocar a Lande, los resultados surgen a la vista y a los oídos y por ello, tienen el Director que se merecen.


Donato Decina

viernes, 22 de abril de 2016



EL MAS JUSTO HOMENAJE

 Orquesta Filarmónica de Buenos Aires: Programa monográfico integrado por obras de Alberto Ginastera al conmemorarse el centenario de su nacimiento. Director:  Enrique Arturo Diemecke. Solista: Pablo Diemecke (Violin). Obras Escuchadas: “Obertura Para El Fausto Criollo”,Op.9; Concierto para Violín y Orquesta,Op.30; “Variaciones Concertantes”,Op.23; Danzas del Ballet “Estancia”,Op. 8 A. Teatro Colón, 14/04/16.

   A tres días después de cumplirse el Centenario de su Nacimiento, la Filarmónica de Buenos Aires realizó un concierto monográfico para honrar la memoria de Alberto Ginastera. La elección del repertorio abordado pretendió abarcar los tres períodos en los que se apoya su producción musical: Nacionalismo, Expresionismo y Dodecafonismo.  No puede dejar de señalarse que los títulos seleccionados representan cabalmente a esos perídos y que Diemecke y la Filarmónica cumplieron a la perfección el objetivo de esta fecha de abono. A contramano de lo que muchos han sostenido en estos últimos días, el contar con casi las tres cuartas partes de la sala ocupada para la audición de música argentina, mas allá de tratarse de Ntra. Máxima figura, alienta a fomentar la inclusión de mas repertorio nacional, el que en los últimos tempos se aborda en cuentagotas.
                                                                                          
 Tal vez lo mas discreto de la noche haya sido la versión escuchada de la “Obertura para el Fausto Criollo”, Op. 9, con un comienzo  bastante accidentado en donde la formación orquestal exhibió algunos desacoples, con lo cual el destiempo que los sectores afectados exhibieron, se fue corrigiendo con el correr de la interpretación. Luego fue el turno del “Concierto para Violín y Orquesta”, del Op. 30, oportunidad que produjo la “reentree” de Pablo Diemecke en los conciertos de la Filarmónica. Al igual que en el Concierto de Carlos Chavez, el violinista mexicano mostró técnica muy pulcra,  sonido amplio y momentos de mucha valía en los pasajes de mayor dificultad técnica, teniendo en cuenta que en todos los tiempos que la obra tiene, el compositor parte de citas de los caprichos de Paganini, junto a una Orquesta que bajo la guía de su hermano, respondió de la misma forma, logrando entre todos construir una magnífica versión. Fue gratificante percibir el profundo silencio que el público produjo para recibir esta interpretación.  El aplauso sostenido con que se recibió el trabajo, rubricó lo expresado anteriormente.

  La segunda parte comenzó con la que a mi juicio, fue la obra mas lograda en toda la noche y se trató de las “Variaciones Concertantes” del Op. 23. La orquesta aquí ofreció una interpretación profunda y muy sentida. Diemecke (Director), logró plasmar en su concertación toda la paleta de color que Ginastera marca en su trabajo y un “canto” Orquestal pleno. El momento mas tocante fue en la Variación nº 12, ya que previamente, el Director anunció el fallecimiento de Luís Tauriello, integrante de la fila del citado instrumento y aprovechando que esa Variación es la previa al tema principal retomado por el “tutti” orquestal, se llevaría a cabo un silencio mas lago a su memoria.
  Y el cierre, bien a lo Arturo Diemecke, le cupo a la suite de cuatro danzas del Ballet “Estancia”,  ya que se ofreció con la inclusión del fragmento de “Los Peones de Hacienda”, que pocas veces se aborda al interpretarse estas danzas en concierto. Fue las mas “Argentina” de las versiones hechas por el conductor mexicano a lo largo de estos años de trabajo entre Ntros.,  y por supuesto fue el puntapié para hacer gala de toda su reconocida “pirotecnia gestual”, esa que levanta al público y lo hace ovacionar como al final del “Malambo”. Aunque esté programada para mas adelante, la “Pampeana Nº 3” debió haber estado también en los atriles. Este “Pezzo Grosso” de Ntra. Música, no puede ser ignorado y es una obra “capital” de toda la producción Ginasteriana. Mas allá de ese detalle, fue una gratísima noche con un muy satisfactorio resultado.


Donato Decina

viernes, 15 de abril de 2016



 TODO A MITAD DE CAMINO

Teatro Colón, Temporada 2016: “Don Giovanni”, Opera en dos actos, Libreto: Lorenzo Da Ponte, Música: Wolfang Amadeus Mozart. Intérpretes: Erwin Schrott (Don Giovanni), Simone Orfila (Leoporello), Paula Almerares (Doña Anna), María Bayo (Doña Elvira), Jonathan Boyd (Don Ottavio), Jaquelina Livieri (Zerlina), Mario de Salvo (Masetto), Lucas Debevec (Comendador). Coro Estable del Teatro Colón, Director: Miguel Martínez. Escenografía: Daniel Blanco, Iluminación: José Luís Fiorruccio, Vestuario: Renata Schussheim. Orquesta Estable del Teatro Colón: Director: Marc Piollet. Puesta en escena: Emilio Sagi, Teatro Colón, 05/04/16.
  No cabe duda que en cada nueva puesta de “Don Giovanni” se crea una lógica expectativa, dada su trama, las situaciones de comedia que se presentan, la visión del concertador y, por supuesto, la prestación de los intérpretes vocales. Después de presenciar el estreno, debo reconocer que en un punto salí defraudado, dado que una vez mas hubo un tropiezo en lo que es el talón de Aquiles de esta joya de la música y es el sostener en acción y en los tiempos musicales el segundo acto que es el que desata el drama en si mismo.  Mas aún, luego de un arranque promisorio, con una obertura muy bien expuesta, tanto en intensidad como en color musical y un ágil primer cuadro, lentamente comenzó a aletargarse el discurso, hasta que al llegar en el segundo acto, a partir de la serenata que “Leoporello”, vistiendo la indumentaria de su patrón, le ofrece a Doña Elvira, dicho letargo comenzó a acentuarse mas, hasta tornarse en un final muy difícil de soportar, llegando a momentos verdaderamente soporíferos. ¿Causas?, en ambas puntas. La escénica, en donde si bien Emilio Sagi quiso llevar la acción a la España de la primera mitad del siglo veinte, lográndolo muy bien y no afectando en lo mas mínimo la esencia de la historia, en ese difícil segundo acto, no logró  plasmar una escena lo suficientemente ágil, faltando a mi juicio, una pizca mas de “chispa” que enganchara definitivamente al público. Tampoco logró convencerme la alegoría del final, hecha a base de una farsa tomada de la recordada serie cómica “Los Locos Adams”, en donde en el momento de la cena, la parte decisiva en la que el Comendador le pide al protagonista que le brinde su mano, el “Convidado de Piedra” fue caracterizado como una mano que surge por debajo de la mesa, lo que inmediatamente me llevó a recordar al personaje de “Dedos”, de la recordada serie norteamericana. Cuando “Don Giovanni”  padece su final, queda extendido sobre la mesa en la que la cena ha transcurrido, y la moraleja del “burlador burlado”, se expresa cuando el resto de los personajes de la obra le desmenuzan sobre el cuerpo exánime una torta que está en la mesa, casi al estilo de los “tortazos” que los inolvidables “Tres Chiflados”, utilizaban en sus películas, por lo que estos recursos ultra remanidos no hacen mas que exhibir la limitación de ideas con la que escénicamente se resolvió la puesta. En cuanto a la parte musical, Marc Piollet, careció de ideas y no pudo sostener el discurso musical. La combinación de ambos factores, llevaron, sin dudas, al resultado por mi expuesto en los párrafos anteriores, por lo cuál una vez mas, el Colón quedó a mitad de camino en el objetivo y “Don Giovanni” sigue siendo, como en los últimos tiempos, una asignatura pendiente para la sala de la calle Libertad. Para dar adecuado marco a la propuesta visual, la escenografía de Daniel Blanco, la iluminación de José Luís Fiorruccio y, sobre todo, el excelente vestuario de Renata Schussheim, expresaron en el punto justo, las ideas del “Regista”.

  Pasando a lo estrictamente vocal, Erwin Schrott dio vida al protagonista. Tuvo presencia escénica, desenvoltura y vocalmente tuvo mucho oficio. De todos modos, todo ello no fue suficiente para convencer en el rol. Simone Orfila trazó un “Leoporello” muy correcto,  que terminó por ser el que mas convenció, por sus dotes histriónicas y su voz muy bien colocada. “Madamina Il Catálogo e Questo”, tuvo, dada su muy buena prestación,  a un interprete mas que adecuado. Paula Almerares cantó con solvencia su “Doña Anna”, aún cuando en lo actoral el Regista no pudo evitar corregirle muchos de sus  conocidos “tics”. María Bayo resolvió con oficio su intervención, pero ya aborda a “Doña Elvira” en una etapa en la que su carrera transita un tramo final y eso se notó. Supo esquivar los momentos difíciles que la partitura tiene en su rol, pero para ese personaje, con oficio solamente no basta. Jonathan Boyd tuvo un rendimiento desparejo. Mientras su “Dalla sua pace” fue lo que desató los aplausos mas sostenidos de la noche, “Il Mio Tesoro” lo mostró “diluido” dentro de la escena, acaso como sumándose a ese letargo al que hago referencia que ocurrió en el segundo acto. Jaquelina Livieri (Zerlina) y Mario de Salvo (Masetto), aparecieron en sus roles algunos escalones mas abajo que el resto. Si bien son dos reconocidos valores de Ntro. Medio, Ella con juventud, frescura y promisoria carrera y El, ya con mucho mas aplomo y varios roles secundarios de valía en el escenario del Colón, en las intervenciones de ambos se notó una diferencia sustancial respecto al resto del elenco y en una sala como la de Ntro. Primer Coliseo se evidencia mucho mas. Quienes arman los elencos para un abono que se cotiza a valor internacional, deberían tomar nota de todo esto, los desbalances se notan. Lucas Debevec trazó con corrección a su “Comendador”, transitando por carriles normales. El Coro, preparado por Miguel Martínez, tuvo una correcta participación.

  Abrir una temporada con un Título capital de la historia de la ópera, es un interesante desafío. Se puede acertar o no, aquí ocurrió esto último. Esta experiencia debe servir para ajustar criterios y detalles, capitalizar las falencias y no repetir errores.


Donato Decina


NUOVA HARMONIA COMENZO LOS FESTEJOS DE LA TRIGESIMA TEMPORADA A LO GRANDE

“Nuova Harmonía”: Actuación de la “Capella Istropolitana”, Concertino y Director: Robert Marecek. Solista: Angélika Kirschlager (Mezzosoprano).Programa: Franz Schubert: Sinfonía Nº 3 en Re mayor D.200. Cuatro Canciones: “Im Frühling”, “Der Lindenbaum”, “Erlkönig”, “Ave María”. Johann Strauss (H): Obertura de “Die Fledermaus”, Wiener Blut, “Ich lade gern mir Gäste ein” de “Die Fledermaus”, “Schwips Lied” de “Eine Nacht in Venice”. Robert Stolz: “Du sollst der Kaiser meiner Seele Sein” de “Der Favorit”, “Im Prater blühn wieder die Bäume”. Richard Heuberger: “Komm mit mir ins Chambre Separée” de “Der Opernball”. Rudolf Sieczynski: “Wien, Wien nur du allein”. Teatro Coliseo, 08/04/16.

  Nunca mas acertado aquel fragmento de Alfredo Le Pera de “Volver”. No serán veinte años, pero son nada menos que treinta temporadas consecutivas, que comenzaron a desarrollarse a partir de la recordada “Italiana ‘86”, la que dió paso a “Harmonía”, luego transformada en “Nuova Harmonía”. Artistas de excepción que prestigiaron sus ciclos: Zubin Mehta, Gary Bertini, Gianandrea Gavazzeni, Gil Shaham, Pinchas Zukerman, Julio Bocca, Vladimir Askenazy, Alberto Lysy, Renaud  Capucon, Leonard Slatkin, Christoph Eschembach, Krystof Penderecki, Nelson Göerner, Uto Ughi, Salvatore Accardo, entre tantos. Orquestas como la del “Maggio Musicale Fiorentino”, Filarmónica del Teatro Alla Scala de Milán, Deutsche Symphonie de Berlín, Sinfónica de Bamberg, Sinfónica de la Radio de Hamburgo, Filarmónica de Rotterdam, la desaparecida RAI de Roma. Conjuntos de Cámara como el Quinteto de Arcos del Teatro Alla Scala de Milán. Ballets como el de Ana María Stekelman, Luisillo de España y tantas otras manifestaciones que marcan un rumbo definido y que en semejante marco encontraron correlato con una apertura de temporada acorde a tan significativo acontecimiento.  El retorno a Buenos Aires de la “Cappella Istropolitana” de Bratislava, convocada para reemplazar a la “Camerata Bern” inicialmente programada, y la presencia de Angelika Kirschlager, la extraordinaria mezzo-soprano Austríaca, lo que dio como resultado una muy buena asociación artística de ambas partes y momentos de absoluto magnetismo tanto de la cantante como de la propia orquesta. “Nuova Harmonía” puede entonces sentirse plenamente satisfecha con semejante envión para iniciar los festejos. La Cappella Istropolitana es un muy disciplinado conjunto, guiado con plena sabiduría  por Robert Marecek desde el primer Violín. En todo momento mostro ajuste, buen empaste, muy buen sonido e instantes de gran altura, como por ejemplo en los movimientos centrales de la Tercera Sinfonía de Schubert, poco transitada en los programas de concierto en Ntro. Medio. Una magnífica versión de la obertura de “Die Fledermaus”, donde en ningún momento se notó que era interpretada por un conjunto camarístico y se tuvo la sensación de encontrarse asistiendo imaginariamente a una función de algún pequeño teatro vienés con la pequeña Orquesta en su foso. Vale lo mismo la mención para “Wiener Blut”, el celebérrimo Vals, magníficamente expuesto. Pero vayamos ahora al motivo principal de este comentario y es la nueva presentación de Angélika kirschlager.

  Verdaderamente se puede expresar, al menos de mi parte, que si para la gente del tango Nelly Omar era la “Gardel con Polleras”, Angélika Kirschlager es, sin dudas, la “Fischer Dieskau con Polleras”. Inmensa categoría, dueña de todos los recursos imaginables. Sentimiento, Enfasis, Voz Magnífica, Presencia, Expresividad. Mas allá de que no se menciona en el programa de mano el origen de los arreglos para el conjunto, una versión como la de “Erlkönig” (El Rey de los Alisos), no volverá a escucharse en mucho tiempo en semejante nivel. Fue sencillamente un sacudón, lo que el público experimentó luego de escuchársela. Mientras que “Im Frhüling” y “Der Lindenbaum”, fueron preparando el clima previo,  y una soberbia, sentida y muy intima versión de “Ave María” remató con acierto la primera parte.

  Además de las dos páginas instrumentales anteriormente comentadas, el repertorio incluyó fragmentos de Operetas y canciones para registro de Mezzosoprano. Kirschlager aquí se soltó por completo y dio rienda suelta a todas sus condiciones interpretativas. Fue un floreo absoluto en donde resaltamos “Ins Chambre Separee”, con un clima intimo magnífico, “Ich lade  gern mir Gäste ein”, la celebre intervención del Príncipe Orlofsky de “Die Fledermaus” y una soberbia interpretación desde lo actoral y lo vocal del “Schwips Lied” de “Una Noche en Venecia” en donde un instrumentista ingresó, servilleta en mano (aprovechando su Frac como vestimenta,  lo que le daba aspecto de mozo de la “Belle Epoque”), para ofrecerle un vaso que simulaba ser la copa de bebida alcohólica y darle el pie para la simulación del estado de embriaguez y a partir de ahí construir una versión memorable, la que contó con la complicidad del Concertino que le ponía el hombro para simular que evitaba la caída al piso. El cierre le cupo a una sentida interpretación de “Viena Ciudad de mis Sueños”, como para resaltar el afecto por la cuna del género.

  El acierto en la elección de estos interpretes, puso de manifiesto el poner toda la carne en el asador para celebrar un aniversario tan importante. Ojalá que el resto de la temporada mantenga el mismo nivel.


Donato Decina
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