Donato Decina
EL ATOS OFRECIO UNA
ACTUACION CONSAGRATORIA
Mozarteum Argentino:
Actuación del Atos Trío integrado por Annette Von Hehn (Violín), Stefan
Heinemeyer (Violoncello) y Thomas Hoppe (Piano). Programa: Franz Joseph Haydn:
Trío en Sol mayor, Hob.XV: 25 “Gitano”. Antonín Dvorak: Trío en Mi menor, Op.
90 “Dumky”. Dimitri Shostakovich: Trío Nº 2 Op. 67. Teatro Colón, 18/05/15.
En una actuación
consagratoria, a partir de ofrecer un programa conformado por obras de
reconocidas dificultades técnicas que requieren lo mejor de los interpretes
para su resolución, el Atos Trío demostró, al igual que en su visita
presentación de hace dos años atrás, su solvencia, afiatamiento y homogeneidad,
no dejando duda alguna que a partir de esta actuación, se convertirá para el
público en un referente ineludible a la hora de visitas posteriores, o en la comparación con otros conjuntos que
también lleguen por aquí.
Si ya en su anterior
visita, la impresión que sus intérpretes dejaron fue muy positiva, en la actual
lo fue aún mas. Todo comenzó con una
inmejorable versión del Trío “Gitano” de Haydn, donde su reconocido movimiento
final, que da nombre a la obra, fue expuesto con inocultable sentimiento
“gypsy”, arrancando el lógico aplauso sostenido de los presentes. Luego de
semejante “precalentamiento”, la versión del célebre trío “Dumky” de Dvorak,
fue de un constante crecimiento. Cada una de las seis “Dumkas” (Danzas
populares checas), que conforman los seis movimientos de la obra fueron vertidas
logrando todo el calor, color e intensidad que la partitura pide. Y aquí,
mientras Annette von Hehn y Stefan Heinemeyer se prodigan respectivamente tanto
en el violín como en el violoncello, Hoppe es el apoyo desde el piano y así, la
versión cobró alto voltaje, lo que fue reconocido por la concurrencia.
El cierre con el trío
Nº 2 Op. 67 de Shostakovich, fue de antología con un conjunto homogéneo, que
respondió de manera extraordinaria al desafío de una partitura que se asemeja a
una sinfonía para trío. Desde el acorde inicial expuesto desde el regístro mas
bajo por el violoncello, la versión ganó en intensidad, dramatismo y tensión,
con un Hoppe ya resueltamente sostén desde el piano, lo dicho para Heinemeyer
en el Violoncello, que demostró ser un interprete de cámara exquisito y una Von
Hehn de refinado sonido. Si tenemos en cuenta la extensión, la obra no excede
los veinticinco minutos. Pero es tan demoledor su contendido, tan intensa su
música que hace que su interpretación (y la audición para el aisistente) sea
tan agotadora, que con la ovación
entregada, el público se sintiera plenamente satisfecho con la labor de los
intérpretes, y, en verdad, no hacía
falta nada mas.
Donato Decina
UNA MAGNIFICA
CONCEPCION MUSICAL
Ensamble Lírico Orquestal: “La Traviata”, Opera en tres actos
de Giuseppe Verdi con Libreto de Francesco María Piave, basada en “La Dama de
las Camelias” de Alexandre Dumas (h). Intérpretes: María José Dulín (Violetta
Valery), Fermín Prieto (Alfredo Germont), Fernando Santiago (Giorgio Germont),
Nora Balanda (Flora Bervoix), Fernando Grassi (Marques D’Obrigny), Vanina de
Bonis (Annina), Leonardo Menna (Barón Douphol), Alejandro Di Nardo (Doctor
Grenvil), Cristian Taleb (Gaston, Vizconde de Letories), Walter Acevedo
(Giuseppe), Walter Hidalgo (Sirviente de Flora), Eduardo Chillari
(Comisionado). Coral Ensamble, Preparadores: Gustavo Codina-Cecilia Layseca.
Orquesta del Ensamble Lírico Orquestal. Puesta en Escena: Raúl Marego.
Escenografía: Daniel Feijoo. Iluminación: Ernesto Bechara. Vestuario: Mariela
Daga. Dirección Musical: Dante Ranieri. Auditorio de Belgrano, 17/05/15.
En la apertura de
la temporada 2015, la Asociación Ensamble Lírico Orquestal presentó una nueva
versión de “La Traviata”, el inoxidable clásico verdiano, capaz de resistir
desde mediocres versiones a grandes realizaciones. El que cada vez que de
manera recurrente vuelve a escena (y no hay año en que a alguna entidad se le
ocurre “desempolvarlo”), y que hace que mas de una vez a los cronistas se nos
de por “deshojar la margarita” y , de ésta forma resolver si concurrimos o no a
presenciar el espectáculo. Nuestra obligación es concurrir por respeto a Uds.
querídos oyentes/lectores que con avidez aguardan Ntra. Palabra para saber si
concurren, o, como en este caso en que
cubrimos la última representación, coinciden o disienten con Ntra. Opinión.
Afortunadamente hubo un balance muy positivo y entraremos ahora a desarrollarlo.
Vamos al ámbito de desarrollo de la actividad
de la Asociación. El clima, en estos atípicos días de abundante humedad y
temperaturas impropias para la época, en que casi a las puertas del mismísimo
Junio se registras marcas veraniegas, resultó benévolo, en el sentido en que las
funciones coincidieran en los días en que el termómetro dio tregua, porque de
haber sido lo contrario, estaríamos señalando que lo que Cecilia Layseca manifestara
en el último espectáculo del pasado año,
respecto a las promesas realizadas por los administradores del Auditorio
de Belgrano, las mismas resultaron incumplidas. El verano transcurrió y la
instalación del Aire Acondicionado no se concretó. Si las funciones hubieran
coincidido con alguno de los días anteriores, el público se habría sofocado
como en las funciones del “Requiem” verdiano que cerraran la programación del
año anterior. Ya que las próximas actividades transcurrirán en Junio y
Setiembre venideros, es de suponer que no se registrará inconveniente alguno,
pero señalo que con lo impredecible que es el clima en los últimos años, pueden
reiterarse los inconvenientes descriptos. En cuanto al espacio físico, la
platea posee una amplia distancia entre Borde de Escenario y Fila uno que es lo
que permitió armar el improvisado foso orquestal y, aún con una embocadura
escénica de boca ancha, la profundidad
del escenario es escasa, lo que hace que haya que organizar un dispositivo
escénico funcional, que ayude al
desplazamiento de los intérpretes. Fue, entonces, un acierto rotundo la
convocatoria de Raúl Marego (Director escénico) al laureado Daniel Feijoo,
quien una vez mas con sencillos paneles y justos elementos ambientó una puesta
“de época” que permitió resolver ese tema señalado y facilitó los
desplazamientos de escenario . Súmese a ello la eficiente iluminación de otro
reconocido realizador como Ernesto Bechara, siempre colocada en el punto e
intensidad justos y el magnífico vestuario de Mariela Daga, de acertado
colorido y exactas combinaciones para las escenas de mayor intimidad. La
marcación de escena fue acertada. Los protagonistas tuvieron gestos ajustados
en todo momento, sin desbordes, lo que hoy por hoy, como Uds. pudieran apreciar
en mis últimas crónicas, inclusive las del mismísimo Colón, es todo un logro. Actoralmente,
entonces, todos muy bien. Los desplazamientos de escenario fueron
mayoritariamente acertados. El único punto reprochable es que en la célebre
escena, casi inicial, del
“brindis”, refuerzos de coro aparecieron
iluminados en el lateral derecho de platea, copas en mano también ellos, con
vestimenta “de calle”, en evidente
intento para que también el público se sume a cantar, cosa, a mi juicio,
absolutamente innecesaria y que terminó por afear la escena, dándole un aspecto
de “estudiantina”. Las resoluciones de los momentos mas dramáticos siempre
tuvieron intensidad, y aquí entra a jugar el decisivo rol que ocupó Dante
Ranieri como concertador. No tengo duda alguna que el experimentado cantante,
acompañante y, en los últimos años, concertador ha entregado su mejor trabajo
en muchísimo tiempo. Concepción vital, fresca, que no decae en ningún momento,
sosteniendo entones todo el peso de la obra, logrando que los intérpretes
estuvieran en su mayoría cómodos en escena. La intensidad, el lirismo de los
preludios (sobre todo el tercer acto), el “tempi” exacto, todo ello redundó en
que la función transcurriera en un abrir y cerrar de ojos y que saliéramos
ampliamente satisfechos del Auditorio. Otro aporte fundamental lo brindó el
Coral Ensamble, una vez mas magníficamente preparado por Gustavo Codina y
Cecilia Layseca, con ajustadísimas entradas y un sonido homogéneo, en el que
jugó rol fundamental para ello el justo equilibrio entre voces experimentadas
(algunas en coros profesionales y otras con muchísimos años de trayectoria en
el “Off Colón”) y jóvenes con mucho entusiasmo que aprenden, y cómo, de los
mayores. En el plano vocal, María José Dulín fue una digna protagonista. Tal
vez le costó mucho el primer acto, ya que su registro está mas oscuro y eso en
la zona extremadamente aguda se siente, pero a partir del “duetto” con Germont
en el segundo, comenzó a crecer llegando a un tercer acto en magnífica forma.
Su “Addío dal Passato” conmovió. Fermín Prieto tuvo idéntico comportamiento.
Muy errático al comienzo, comenzó a asentarse en el primer cuadro del segundo
acto y de allí su actuación mantuvo un constante crecimiento hasta el final. Lo
mejor de la noche lo brindó Fernando Santiago con un Germont de magnífica
factura, sobrio en la actuación y estupendo en lo vocal y fue sostén
fundamental para que desde su aparición en escena el espectáculo en sí creciera
por completo, potenciando a Dulín y a
Prieto. También fue un acierto el haya interpretado la “Cabaletta” posterior a
“Di Provenza al Mar”. Nora Balanda,
aportó belleza y buen canto para dar vida a Flora. Fernando Grassi brindó su
intachable solvencia para el Marques D’Obrigny. Vanina De Bonis fue una
convincente Annina. Leonardo Menna entregó sobriedad para su caracterización
del Barón Douphol. Cristian Taleb fue correcto Gastón y Alejandro Di Nardo se
asentó con el correr de la función para redondear un correctísimo Doctor
Grenvil. Los tres restantes roles co-primarios fueron cubiertos por integrantes
del Coral Ensamble. Deberá hacerse a futuro una selección un poco mas
exigente, ya que no siempre fueron
justas las respuestas brindadas y se notó la diferencia de experiencia con los
restantes intérpretes.
Antes de comenzar la
función, Cecilia Layseca agradeció la presencia del público en el único de los
tres espectáculos que tendrá tres funciones, y que de ser de la preferencia de los
asistentes, se puede decidir de parte de la Asociación, la inclusión el año
próximo de una nueva propuesta escenificada que se sumará a la ya existente y
en detrimento de uno de los dos sinfónico- vocal-coral. A juzgar por la
trayectoria, la experiencia adquirida y la calidad que invariablemente bridan
las propuestas, sería bienvenido un nuevo título lírico el próximo año.
Donato Decina
Y CUANDO EL FRASCO
SE DESTAPÓ, EL FORMOL BROTÓ POR TODAS PARTES
Nuova Harmonía:
Presentación de la Austro-Hungarian Haydn Philarmonic. Solista y Director:
Alexander Lonquich. Programa: Franz Peter Schubert: Sinfonía Nº 5 en Sí bemol
mayor D 485. Wolfang Amadeus Mozart: Concierto para Piano Nº 25 en Do mayor, K
503. Franz Joseph Haydn: Sinfonía Nº 92 en Sol mayor “Oxford”. Teatro Colón,
15/05/15.
En la primera de sus únicas dos noches en la sala del Teatro Colón
previstas para el corriente año, Nuova Harmonía presentó a la Austro-Hungarian
Haydn Philarmonic, una agrupación imaginada y creada por Adam Fischer, el
célebre conductor húngaro a quién Uds. tantas veces han podido apreciar en los
videos que presentamos a lo largo de estos 25 años del Opera Club (¿recuerdan
por caso la “Gioconda” en Viena con la Marton, el Pla y Manuguerra, dirigidos
por El?). El objetivo central (hace ya 28 años), era poder juntar (saltando la
tristemente célebre “Cortina de Hierro”, inmortalizada por Sir Winston Churchill)
a músicos Austríacos y Húngaros por igual y realizar música de Haydn,
fundamentalmente, mas otros compositores de los períodos Clasicista y
Romántico, en el palacio Esterhazy, en el cuál
el célebre “Papá” sirvió a lo largo de tantos años a los Príncipes de
esa dinastía. Si bien dos años después
la “cortina” se resquebrajó en mil pedazos, la agrupación perduró con mas vigor
y sus presentaciones y giras se sucedieron ininterrumpidamente, y Adam Fischer
cristalizó su idea hasta la actualidad, y en dos meses mas, en el próximo
verano boreal, cederá su lugar a Nicolás Alstaedt, quien de ahí en mas regirá los destinos artísticos de la
agrupación. Hitos fundamentales en su historia nos revelan que durante 14 años,
entre 1987 y 2001, se abocaron junto a Fischer a grabar las sinfonías
Haydnianas desde la 40 a la 54 y que desde 2004 lo vienen haciendo desde la 92
a la 104, es decir, las sinfonías de Londres. Giras por Europa, E.E. U.U.,
Corea y Japón, se suceden. Presentaciones en la “Musikverein” vienesa o la célebre
“Primavera de Budapest”, entre otros lugares de importancia, o, como en este caso, la primera “tournee”
Sudamericana. En lo que el conjunto
respecta, es una agrupación conformada por 45 músicos, de los que
aproximadamente 30 vinieron a presentarse entre Nosotros. Típico sonido
Europeo, con mucho color, tersura de cuerdas y una profundidad interpretativa
superlativa. Para esta ocasión, se
seleccionó al pianista alemán Alexander Lonquich para cumplir la doble función
de Solista y Director. Y entonces……
En una entrevista que
el interprete concedió a la publicación
colega “Cantábile”, Lonquich sostuvo que aprendió mucho con el célebre Paul
Badura-Skoda (El que alguna vez, en el
final de su carrera, participó también en algún abono de Harmonía), con quien tomó clases allá por 1976 (39 años
atrás) . Como se verá, toda una
declaración de principios, solo que al día de hoy, y en función del repertorio
elegido, la forma de interpretar quedó superada en el tiempo y hasta la
conformación de la agrupación en sí misma está superada en el tiempo. En la
propia Europa, sobresalen las corrientes historicistas, de las que hoy por hoy
los Harnoncourt, los Gardiner, los Minkovski, son los mascarones de proa que
efectúan sus presentaciones y registros de audio usando instrumentos a la
usanza de la época. Hasta los “tempi” son distintos y se cree que son los mas
ajustados al período de composición de estas obras (relean mi crónica sobre la
“Deustsche Kammerphilarmonie de Bremen” en su presentación de tan solo unos
días atrás para el Mozarteum y saque cada cual sus propias conclusiones). Por
lo tanto, programar una primera parte con la Quinta de Schubert y el
Veinticinco de Mozart para Piano y Orquesta, a “tempi” antiguo, que sonará bien
para la platea de público mayor que predomina en este abono pero no en mi caso,
y, encima, ante la cálida respuesta de
aplausos, le adosamos como “bis” el último movimiento del 17, al menos para mí
resultó tan extenuante como la recordada presentación el año anterior para la
misma entidad y en el mismo Teatro de Enoch Zu Guttenberg y la “Orquesta de
Administración del Sonido” de Alemania y su particular versión de 75 minutos de
la “Romántica” de Bruckner. Todo previsible, tempis mas lentos, cargazón
romántica por demás, es decir, una visón superada con el paso de los años, la
que en cada ocasión, con las visitas de
agrupaciones de enfoque mas actual, nos hacen verla mas atrasada aún.
La segunda parte tuvo
eje en la versión de la Sinfonía Nº 92 “Oxford” de Haydn, que es la que inaugura,
por decirlo de alguna manera, el ciclo de Sinfonías de la etapa inglesa del
gran compositor austríaco. Todo prosiguió por los mismos carriles, salvo un
interesante último movimiento, expuesto de manera más ágil que los anteriores
que redondeó de manera algo mejor la faena, pero que fue un suspiro, si tenemos
en cuenta que de forma excesivamente generosa, se despacharon con dos bises
Haydnianos de considerable extensión, el último movimiento de la Sinfonía “La
Caccia” y el último movimiento de la Sinfonía Nº 88, la cuál la única vez que
este cronista tuvo oportunidad de apreciarla fue hace treinta años atrás con la
Orquesta del Concertgebow de Amesterdam , con la Dirección de Bernard Haitink.
Hace treinta años atrás, sonaba fantástica. Treinta años después, demasiado
aroma a formol.
Donato Decina
UN JOVEN TALENTO CON
INMENSO PORVENIR
Mozarteum Argentino:
Actuación del Pianista Jan Lisiecki. Programa: Johann Sebastian Bach/Ferruccio Busoni: Preludio Coral “Wachet
Auf, Ruft Uns Die Stimme” BWV 645 (BV B
27/2). Preludio Coral “Ich Ruf Zu Dir, Herr Jesu Christ”, BWV 639 (BV B 27/5). Johann
Sebastian Bach: Partita Nº 2 en Do menor, BWV 826. Ignacy Jan Paderewski:
Humoresques de Concert, Op.14 (Selección): “Minuet”, “Sarabande”, “Caprice”. Nocturno en Si bemol mayor, Op.16 Nº 4. Félix Mendelsohn: Andante e Rondó
Capriccioso, Op.14. Frederic Chopin: Estudios Op. 10. Teatro Colón 13/05/15.
Para quienes
asistimos a esta velada, Quedará guardada en Ntra. Memoria auditiva el sonido
de este joven intérprete canadiense de apenas 20 años, de fuerte personalidad
artística y de magnífica técnica. Ya
sorprendió, durante la misma mañana, previo a la función, cuando ante la
emergencia que se le planteó a la entidad organizadora para sus legendarios
“Conciertos del Mediodía”, con motivo de la abrupta cancelación del pianista Daniel
Levy, resueltamente reemplazó a su
colega y evitó la suspensión de dicho evento. Ya por la noche, en la segunda de
sus presentaciones para los abonos de ciclo, apareció casi muy tímidamente en
el escenario del Colón, para ir construyendo desde el teclado una actuación
sólida y convincente que terminó por arrancar una sostenida ovación del público
asistente, el que, lógicamente, continuaba pidiendo mas.
Pareció un
“Calentamiento previo”, la elección de los dos corales Bachianos en la
adaptación para piano solo de Ferruccio Busoni. Un sonido agradable, buena
técnica y una paulatina templanza, que fue creciendo luego con la Partita Nº 2
del gran genio alemán.
Lo mejor de la noche
comenzó con la interpretación de dos obras
de Ignacy Paderewski. Tres de las “Humoresques” de Concert, a saber: el
“Minuet”, la “Sarabande” y el “Caprice”, en donde corrió mucho la sensibilidad
y la expresividad, refrendadas ambas a posteriori en el Nocturno en Si bemol
Mayor Op. 14, alcanzando aquí la primera cumbre interpretativa de la velada.
Cerró la primera parte de su participación con una interesante versión del
Andante e Rondó Capriccioso, del Op. 14 de Mendelsohn, en la que no hizo mas
que refrendar todo lo expuesto precedentemente.
Y el plato fuerte
vino en la segunda parte con la interpretación integra de los doce estudios que
integran el Op. 10 de Frederic Chopin. Evidentemente, Lisiecki está ampliamente
consustanciado con el gran compositor Polaco, ya sea por su ascendencia familiar
o por su formación musical. Lo cierto es que cada uno de ellos reflejó en su
interpretación todo lo que Chopin refiere para cada circunstancia. Y aquí
también, valga mi agradecimiento a Claudia Guzmán, musicóloga y responsable de
prensa del Mozarteum, por sus notas al programa de mano, ya que fueron una
verdadera guía en cuanto a la explicación de cada estudio, lo que permitió
seguir al dedillo la obra y percibir aún mas las cualidades interpretativas de
Lisiecki, a las que le sumó una compenetración absoluta y un “tempi” por demás
exacto en cada uno de ellos. Y aquí sí,
la ovación a la que me referí en el comienzo, y las dos retribuciones del
intérprete con dos de los mas célebres valses Chopinianos, el último de ellos,
el que se incluye en el recordado ballet “Las Sílfides”, en el que mientras el joven panista deleitaba al
auditorio, en la memoria de éste cronista venía la imagen de Margot Fonteyn y
Rudolf Nureyev danzando esa música, nada menos.
Donato Decina
NO SIEMPRE SALE
IGUAL
Orquesta Filarmónica de
Buenos Aires, Director: Enrique Arturo Diemecke. Solista: Freddy Kempf (Piano).
Programa: George Gershwin: Obertura Cubana, Concierto en Fa (Para Piano y
Orquesta). Ferde Grofe: “El Gran Cañón del Colorado” (Suite Sinfónica). Teatro
Colón, 07/05/15.
Una noche que empezó
redonda y terminó chata. Esa es la síntesis que le cabe a este concierto en el
que, a partir de la muy buena versión de la Obertura Cubana de Gershwin,
sentimos ir hacia el paraíso musical y terminamos quedándonos en buenas
intenciones. ¿Razones?. A juzgar por como se desarrolló la velada, es muy
probable que el Director arribó casi sobre la fecha del Concierto por lo que
solo pudo ajustar detalles. En el caso de la Obertura se floreó, porque sin
dudas la siente, le gusta, le cae como anillo al dedo y salió una versión
redonda. En el Concierto en Fa, hubo una gran demora por parte de los armadores
de sala en elevar el piano y armar nuevamente la Orquesta y, para peor, olvidaron
colocar la partitura del Director en el atril, por lo que se retrasó unos
instantes mas la iniciación de la interpretación, debiendo Diemecke hacer gala
de su reconocido histrionismo, diciéndole al público que evidentemente estaban
con la cabeza puesta en el River-Boca que se iniciaría minutos mas tarde. Yendo
a la versión, Freddy Kempf, pianista Inglés que viene cumpliendo intensa labor
en circuitos de segundo y tercer orden en el hemisferio Norte, tuvo correcta
actuación, algo de Swing y sonido mas bien chico. Y aquí se sintió, ya que la
Orquesta lució apagada, con correcta intervención, pero siempre a la espera que
algo más sucediera. Evidentemente a gran parte del público el trabajo ofrecido
fue convincente (no lo fue en mi caso), y Kempf, ofreció un fragmento de un movimiento
de una Sonata de Serguei Rachmaninoff a modo de bis, en el que mejoró su
perfomance.
El cierre le cupo a
la Suite de “El Gran Cañón del Colorado” de Ferde Grofe, una obra que en lo
personal hacía mas de 25 años que no la escuchaba en vivo y que, conociendo las
aptitudes del conductor Mexicano, presagiaba una versión electrizante. Nada de
eso. Encontramos una Orquesta muy contenida, incluso en los bronces que es la
sección de donde surge todo el brillo que la obra pide, y que en este caso se
los oyó llamativamente apagados. Sea que privilegió el poder escuchar todos los
planos (cuerdas, vientos, Arpa, celesta), lo cierto es que el resultado fue un
producto discreto, correcto en el balance, pero del que esperábamos bastante
mas.
Donato Decina
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