SOBRE "OPERA CLUB"

ÓPERA CLUB es un emprendimiento que nace el 17 de noviembre de 1990 a partir de un programa emitido por Radio Cultura. Este programa tuvo características muy especiales que lo transformaron, casi de inmediato, en el de mayor audiencia en su género.

Por primera vez se trataba el tema operístico con un absoluto desapego a las formas tradicionales de acartonamiento y solemnidad. Quedó en claro desde un principio que se trataba de un programa de ópera y no de cantantes –de estos últimos se ocupaba la mayoría-. Procedimos a lo que nuestro locutor de entonces (Mario Keegan) dio en llamar “derribando mitos” -desmitificar leyendas, anécdotas o lisas y llanas mentiras que con los años se convirtieron en falsas verdades-. Seguimos muy de cerca toda la actividad musical de Buenos Aires y La Plata poniendo muy especial énfasis en la promoción de los intérpretes jóvenes que estaban haciendo sus primeras armas –en la mayoría de los casos a puro pulmón- aunque sin descuidar las grandes figuras nacionales e internacionales que nos visitaban. Por último, el formato horario de cuatro horas nos permitió tratar amplia y distendidamente diferentes temas en un sólo programa desarrollado a través una conversación sin planificación previa entre dos a cinco co-conductores.

Todo esto nos puso en el primer lugar durante poco más de diez años. Diversos problemas –fundamentalmente económicos y de necesidades de programación de la radio- nos fueron acortando la duración y concluímos transmitiendo una hora a la medianoche del sábado. De esta manera fuimos perdiendo, junto con audiencia, nuestras características distintivas.

A partir de septiembre de 2012 nos mudamos a Radio Amadeus Cultura Musical recuperando nuestro formato original e intentando, de a poco y con mucho esfuerzo de todo tipo, retomar nuestro puesto de liderazgo –tarea nada fácil, por otra parte-.

Comencé diciendo que ÓPERA CLUB es un emprendimiento que nace a partir de un programa de radio. Esto es porque no es sólo un programa de radio –o, mejor dicho, el programa es casi como un pretexto-, sino un modo de unir a los oyentes tras un objetivo superior en común. El verdadero protagonista del programa no son ni los cantantes ni la música, son los oyentes –sus destinatarios y razón de ser-. Es por eso que los llamados telefónicos o mails son fundamentales para la concreción de lo que sale al aire. La audición es una excusa para que nos comuniquemos, nos conozcamos y podamos realizar y armar el programa y las actividades en forma conjunta.

Siempre me ha preocupado la incomunicación y soledad que aquejan a nuestra sociedad de manera cada vez mayor desde la segunda postguerra. Esta idea de nuclearnos bajo un interés u objetivo común es, para mí, un medio para paliar este terrible mal. Para esto, además del programa –y en lo personal más importante- son las diversas actividades que hemos venido realizando –con menor o mayor frecuencia- durante los últimos veintitrés años: encuentros, charlas, recitales, conferencia-debates, intercambio de material y, fundamentalmente, exhibición de videos (hoy DVDs) de diversas funciones operísticas –recuerdo con especial cariño el ciclo multitudinario que realizamos en el Centro Cultural General San Martín colmando ampliamente la capacidad plena de la Sala AB-. También estas actividades se vieron notablemente disminuídas con la anteriormente citada decadencia del programa –al que están intrínsecamente unidas-.

En esta nueva etapa muchas son las esperanzas y muchos los proyectos. La idea de congregarnos bajo nuestro amor a la ópera es, vuelvo a repetirlo, sólo un pretexto para encontrarnos virtual o realmente, tanto en nuestra relación comunicador-oyente como en forma personal. Este sitio, el Facebook y, en un futuro muy próximo, el Twitter serán nuestras herramientas virtuales a utilizarse en forma dinámica. Queremos crear un foro de debate y discusión a través del que no sólo hablemos de lo que nos gusta sino que intercambiemos ideas sobre políticas culturales. Necesitamos ampliar horizontes y promover los valores estéticos y culturales en los que se basan las obras de arte. De esta manera, a través de estos valores y del intercambio de ideas, iremos creciendo como personas y ayudando a crecer a nuestro entorno. Recordemos que los grandes cambios se producen, en general, a partir de los pequeños cambios individuales.

En cuanto al programa en sí mismo, posee una dinámica que va haciéndose cada vez más participativa –ya hemos desarrollado algunos temas propuestos por ustedes y esperamos una participación cada vez mayor-, poseemos también una enorme discoteca –probablemente la más grande de nuestro medio- con una cantidad de grabaciones que está muy holgadamente en la cantidad de cinco cifras y que abarca desde los primeros cilindros hasta las últimas funciones efectuadas en el mundo –a veces el mismo día de la emisión-, presentamos a las grandes figuras que nos visitan y hacemos una fuerte promoción de lo que están preparando los distintos grupos que han aparecido fuera del marco de los teatros oficiales y que es en donde realmente se encuentra el futuro.

La ópera es el centro pero no nos cerramos en ella. Abarcamos también los demás géneros vocales (opereta, zarzuela, oratorio, canción de cámara, sinfónico-vocal) y estamos, aún tímidamente y en muy pequeñas dosis, abriéndonos a todo el espectro de la música clásica (o académica –término que no me gusta pero al que adhiere muchísima gente-) En cuanto al período de lo que difundimos, es amplísimo y sin reservas ya que vamos desde la música medieval hasta las últimas manifestaciones de vanguardia.

En síntesis, estamos buscando crecer a partir del debate y la interacción. Considero que la relación estática con un oyente pasivo ya no es aceptable y pertenece a un tiempo que ya fue –no estoy valorizando, sólo presentando un hecho-. El piso de este proyecto es el que estamos transitando. El techo quisiera creer que no tiene límites (una sede propia, una emisora....).

Entre todos podemos lograrlo. Esto intenta ser un verdadero Club y les pido que se unan. Les garantizo que el crecimiento y el gozo serán ampliamente satisfactorios.


Dr. Roberto Luis Blanco Villalba


UNA CREACION DE ROBERTO BLANCO VILLALBA

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domingo, 27 de noviembre de 2016

UNA SALUDABLE RENOVACION DEL REPERTORIO

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires: Director: Wolfgang Wengenroth. Programa: Gyorgy Ligeti: “Lontano”, Anton Webern: Cinco Piezas, Op. 10, Seis Piezas, Op. 6, Johann Sebastian Bach/Arreglo de Anton Webern: Fuga (Ricercata) a Seis Voces de “Una Ofrenda Musical”, BWV 1079/5, Morton Feldman: “Coptic Light”. Teatro Colón: 24 de Noviembre de 2016. (Abono Nº 13, Compartido con “Colón Contemporáneo”).

  Es una saludable iniciativa el que uno de los conciertos del ciclo “Colón Contemporáneo” integre además la programación de abono de la Filarmónica de Buenos Aires. Lo que a esta altura no es nada normal, es que en pleno siglo veintiuno estas obras no formen parte de los conciertos junto a las mas “clásicas”. Sabido es que la orientación que Enrique Arturo Diemecke la ha impuesto al organismo, abarca hasta las dos primeras décadas del siglo veinte. En cambio solo hasta ahora tuvimos algunas grageas en las cuales tambien mostró capacidad de adaptación (solo basta para el caso recordar la velada dedicada a Mauricio Kagel, con la presencia de Este en la sala).Aquí tuvimos un programa dedicado a dos gigantes contemporáneos. Gyorgy Ligeti (hace algunos años desaparecido) y Morton Feldman, quien junto a Salvatore Sciarrino es hoy un faro, una referencia para muchos creadores actuales de Ntro. Medio. Y en el centro del programa, dos obras muy poco frecuentadas de Anton Webern y un arreglo de este basado en Johann Sebastian Bach. Un riquísimo programa para oídos predispuestos.

  Me detengo primeramente en la frase anterior: “Oídos Predispuestos”. La conducta de un gran sector de la concurrencia fue sencillamente atroz. Propia de una intolerancia que hace imposible que quienes la llevan a cabo puedan siquiera apreciar en algún sentido las obras que se ofrecieron. Toses groseras, ni siquiera mitigando los sonidos que emiten pensando en los demás, ruidos, celulares que no se apagan y que suenan en el medio de la interpretación. Todo eso me lleva a pensar que quien hace eso y compra un abono no repara en la programación. Va al concierto para no perder el valor de la entrada y se manifiesta así en lugar de no concurrir o al menos retirarse de la sala si no le gustan las obras al término de algunas de ellas. Lo rescatable en cambio es la actitud de los interpretes, que año tras año abordan este repertorio. Si tenemos en cuenta que no hace muchos años, hubo una controversia en torno a la repentina deserción de los atriles de “Ritmica Ostinata” de Juan Carlos Paz (Controvertida figura Nacional, si las hay), el avance que hoy en día han manifestado es monumental.

  Yendo de lleno al programa, la apertura mostró la intensa música de Gyorgy Ligeti y su “Lontano”, que fue objeto de una interpretación minuciosa, casi quirúrgica. Con intervenciones solistas de excepción en todos los sectores de la Orquesta. Un interesante contraste mostraron las dos obras de Anton Webern elegidas. Las Cinco piezas del Op. 10 y las Seis Piezas del Op. 6, que nos permitieron adentrarnos mas en el universo creador de este gran maestro Austríaco, del  que solo nos han llegado muestras casi a cuentagotas, una de Ellas, la célebre “Passacaglia”, su Op. 1, tuvo tan solo la interpretación en Ntro. Medio hace unos años por Juan Pablo Izquierdo y la Filarmónica, sin olvidar la de la Sinfónica de Viena con Roshdestvenski al podio y la de Zubin Metha en su visita con la Filarmónica de Munich. Las primeras son brevísimas, casi cortantes para un orgánico reducido y de llamativa disposición, con órgano, celesta, arpa, percusión y unos pocos vientos y cuerdas. Las segundas expresan desolación y duelo (había fallecido su madre al momento de componerlas) y nos acercan al Webern mas conocido e intenso.  Y el arreglo de Bach (del que también hace ya un tiempo escucháramos uno similar de Gerardo Gandini para su inolvidable “Sinfonietta”), interpretado en un “tempi” mas bien lento, casi pesante, muy distinto que el que hoy hacen conjuntos revisionistas con instrumentos  a la usanza de época, que deja al arreglo Webern un tanto incomodo ante el enfoque actual.

  Ya en la segunda parte, afortunadamente con el masivo desbande por parte de los intolerantes, disfrutamos a pleno de “Coptic Light” de Morton Feldman, compositor Norteamericano, discípulo de Cage, el que a partir del efecto que provoca la luminosidad de los tejidos arcanos del Museo del Louvre, esencialmente coptos, dispara la idea de un tema que va sufriendo diferentes metamorfosis sin perder de vista el inicio del mismo. Fue una maravillosa experiencia sonora, desde la sensualidad de la melodía inicial y sus variantes posteriores, que provoca en el oyente una atracción poco frecuente que llevó a la reacción final con una justiciera ovación para los interpretes.

  El Alemán Wolfgang Wengenroth, joven Director, fue convocado para la realización de este concierto. Demostró conocimiento, consustanciación con el repertorio y extrajo al milímetro todos los detalles de cada obra, logrando con la Filarmónica un formidable entendimiento para un extraordinario resultado. Bienvenida sea la renovación y, por favor, no cerrarse ante lo nuevo, nos atrofia.


Donato Decina

sábado, 26 de noviembre de 2016

EN EL DIA DE LA MUSICA, EL COLON BRILLO CON MAHLER

Teatro Colón: Cierre del Abono Verde 2016. Orquesta Estable del Teatro Colón, Director: Enrique Arturo Diemecke. Coro Estable del Teatro Colón: Director: Miguel Martínez. Coro Polifónico Nacional: Director: Darío Marchese. Coro de Niños del Teatro Colón: Director: César Bustamante. Solistas: Jaquelina Livieri (Soprano), Daniela Tabernig (Soprano), Paula Almerares (Soprano), Alejandra Malvino (Mezzosoprano), Guadalupe Barrientos (Mezzosoprano), Enrique Folger (Tenor), Alejandro Meerapfel (Barítono), Fernando Radó (Bajo). Programa: Gustav Mahler: Sinfonía Nº 8 en Mi bemol mayor “De Los Mil”. Teatro Colón, 22 de Noviembre de 2016.

  Pocas son las ocasiones que en Ntro. Medio se pudo escuchar Esta “Mega Obra”. Hagamos memoria: 1977, Filarmónica de Buenos Aires con Calderón en el Colón (para 6 conciertos). 1998 nuevamente con Calderón, ahora con la Sinfónica Nacional, El Polifónico Nacional, El Polifónico de Córdoba, El “Delfino Quirici” de Río Cuarto, El Nacional de Niños y el lamentablemente desaparecido Coro de la Asociación Wagneriana de Buenos Aires, para el ciclo de Esta última en el Colón por una sola ocasión. 2010, la gigantesca patriada de Alejo Pérez en La Plata (3 ocasiones) y en el Luna Park (3 Ocasiones), con la Estable del Argentino y su Coro (Casualmente con Miguel Martínez como preparador), el Polifónico Nacional, El Coro de Niños del Argentino y, nuevamente también,  el Nacional de Niños. Ahora el Turno de la Estable del Colón, con los Coros Estable y de Niños de la Casa y,  una vez mas, la convocatoria al Polifónico Nacional. Esta vez le cupo a Enrique Arturo Diemecke la responsabilidad de amalgamar fuerzas y concertar semejante página. Analicemos entonces lo escuchado.

  Es bueno que se le haya confiado Este programa a Diemecke, el que con esta interpretación culmina entre Nosotros la interpretación integral de las sinfonías de Mahler. Ambicioso bocado que la mayoría de los Directores de Orquesta pretenden para sí.

   Si miramos en perspectiva Este trabajo del gran sinfonista Bohemio del Post-Romanticismo, nos preguntamos el Porque lo denominó sinfonía. ¿Puede ser considerada cantata?, no. ¿Oratorio?, menos, teniendo en cuenta que son dos fragmentos muy disímiles entre sí para que se trate de eso y no hay por caso otra forma que reemplace a la Sinfonía. En dos movimientos y prácticamente toda cantada.  
  Uno hubiese querido que la Filarmónica haya sido quien la interpretara, teniendo en cuenta que el tándem Diemecke-Filarmónica es una alianza a esta altura casi indestructible. Sin embargo se le confió a la Estable este trabajo, del que solo por la inclaudicable tenacidad del Director Mexicano emergió airosa. Página difícil. Refuerzos de la Filarmónica para completar el orgánico mínimo requerido para acometerla. Repertorio con el que está poco familiarizada, son algunos de los ítems que pesan a la hora de hacer esta crónica. A favor, Diemecke logró extraerle un sonido que al solo antes Stefano Ranzani en “Macbeth” pudo concretarlo dentro de la presente temporada. Los fragmentos puramente orquestales fueron expuestos a pleno y justos en “Tempi” y en Expresividad. También la ayuda que elementos que antes pertenecían a la Filarmónica y pasaron a la Estable con los Concursos del 2010/11 (y que conocen de memoria la forma de trabajar del Director) prestaron en esta ocasión. Algunos de los solistas que también intervinieron en la versión de Alejo Pérez también aportaron lo suyo, al igual que el Polifónico Nacional, donde algunas de sus voces la cantaron en las ultimas tres oportunidades en que fue ofrecida. Todo esto, sin dudas,  sumó mucho. En cambio un notable punto en contra, lo constituyó que toda la masa sinfónico-vocal-coral no pudo ser ubicada de manera tal que la Campana Acústica del escenario pudiese estar armada por completo, por lo que parte de los coros estuvieron dentro de Ella y la Orquesta y los Solistas fueron colocados por delante en donde solo habían cortinados a los costados. Allí se perdió muchísimo el sonido, los bronces sonaban apagados y algunas voces fueron literalmente “tapadas” por parte de los coros. En cambio tanto a Paula Almerares como a la banda fuera de escena, al estar ubicados en Palcos Altos,  pudieron ser escuchados óptimamente.

  La Concepción de la Obra por parte del Conductor es óptima de punta a punta. Todos los detalles, efectos, acoples, acompañamiento a los cantantes,  se fueron desgranando uno por uno, logrando un perfecto empaste y momentos de notable virtuosismo. Los coros tuvieron un soberbio ajuste y cantaron con notable entrega. Al Estable, Miguel Martínez lo llevó a una de sus mejores actuaciones desde que El Director se hiciera cargo nuevamente del conjunto. Vale lo mismo para el Coro de niños el que también de la mano de César Bustamante logró una notable intervención. Ni que hablar del Polifónico, curtido por demás en este repertorio,  el que guiado por Marchese, se movió como pez en el agua.

  En la parte puramente vocal, Daniela Tabernig (Que está atravesando un formidable momento artístico), Enrique Folger (El que se afianza en este repertorio como también le ocurriera en la versión reducida de “La Canción de la Tierra” en la Usina del Arte, Exactamente un mes antes de Este concierto) y Fernando Radó (Con un volumen vocal estupendo),  tuvieron pleno lucimiento. Jaquelina Livieri estuvo en una de sus mejores noches y, fundamentalmente en la segunda parte, ofreció una actuación meritoria. Alejandra Malvino cantó con la solvencia a la que nos tiene acostumbrados y Guadalupe Barrientos tuvo destellos de calidad. Paula Almerares tuvo una breve intervención con correctísimo desempeño. Alejandro Meerapfel logró finalmente sobrepasar a toda la masa orquestal que tenía encima en su fragmento mas importante y pudo convencer.

  El Colon ofreció un buen producto como broche de oro a un abono que tuvo de todo, Barenboim-Argerich- Kaufmann-Fleming-Lang-Vengerov y esta obra colosal. Es de esperar que se repitan sucesos de esta envergadura, aunque para esta sinfonía en particular creo que el lugar mas adecuado hoy sea la “Ballena Azul”.

Donato Decina 

domingo, 20 de noviembre de 2016

VEINTICINCO AÑOS DESPUES, OTRA EXCELENTE ANTIGONA VELEZ

“El Dilema de Antígona Vélez”, Opera en un acto dividido en diez escenas sobre idea de Guillermo Asencio, basado en “Antígona Vélez” de Leopoldo Marechal. Música de Sebastián Boeris, libreto de Sara Melul. Interpretes: Natalia Alberó (Antígona Vélez), Santiago Martínez (Lisandro Galván), Gerónimo Seib (Don Facundo Galván/Don Rosendo), Paula Do Souto (Carmen Vélez/Paulina), Laura Katz (Kundry), Miguel Angel Pérez (Don Pascual/Capataz/Sargento), Ana Laura García (Francisca/Bruja Nº 1), Leila Recchi Rodríguez (Bruja Nº 2), Bibiana Fischy (Doña Aurelia/Bruja Nº 3). Actores: Germán Crivos (Alter Facundo), Elisa Nasi (Alter Carmen), Alba Castillo (Alter Aurelia), Norberto Rodríguez (Alter Rosendo).  Escenografía, Diseño de Iluminación (Compartido), Vestuario: Zacarías Gianni. Coreografía: Pamela Atrio. Octeto de músicos dirigidos por Pablo Bonacci. Dirección Escénica y Diseño de Iluminación (Compartido): Guillermo Asencio. Espacio “El Galpón de Caballito”, Función de Estreno Absoluto del 16 de Noviembre de 2016.

  A veinticinco años del estreno de una de las óperas mas ambiciosas de toda la historia musical argentina (también una de las más exitosas), Marechal y su “Antígona Vélez” vuelven al drama lírico. Vaya puntos de contácto. Un mismo tema tratado por Juan Carlos Zorzi, por ese entonces transitando los últimos momentos de su primer ciclo como titular de la Sinfónica de Rosario, como por Sebastián Boeris, Rosarino de Nacimiento allá por 1985, el que tal vez de refilón haya logrado escuchar algún compás de Zorzi allí durante la segunda titularidad de Este, lamentablemente trunca por su muy prematura desaparición física. Leopoldo Marechal como punto de encuentro y, para esta nueva “Antígona”, Guillermo Asencio como disparador de ideas. Por último, ¡Bravo!: al Fondo Nacional de las Artes por aprobar y becar este proyecto.

  Lo primero que Guillermo Asencio aclaró a viva voz antes del comienzo del espectáculo, es que en nada este trabajo competía con la ópera de Zorzi. Es una adaptación del Teatro de prosa de Marechal al formato lírico con un lenguaje musical muy actual.  Y vaya si fue correcta esta primera aclaración. Este es un trabajo muy concentrado. Comprimido. Adaptable al espacio físico del “Galpón de Caballito”, un muy lindo lugar sobre la Avenida Avellaneda frente al puente sobre la calle Nicasio Oroño y las vías del Sarmiento (“Rosario siempre estuvo cerca” diría Páez, Nicasio Oroño tiene en Rosario su correlato con, ni mas ni menos que, el Boulevard Oroño, una de sus arterias principales). A la inversa, la “Antígona” de Zorzi, fue siempre pensada para las grandes salas y hacia allí apuntaron tanto el Compositor y Director de Orquesta como Javier Collazo su libretista. En cambio aquí, gran parte de los méritos corresponderán también a Sara Melul, responsable de una extraordinaria adaptación tanto del texto de Marechal como las inclusiones y alusiones del original de Sófocles, derivando en una expresión escénica formidable por su poder de síntesis, sin sacrificar en nada la esencia de ambas obras y  llevada a cabo en un espacio reducido y poco convencional. En cuanto a la música de Boeris es concisa, contundente, muy cómoda para el trabajo de las voces como también lo es para el público,  a veces tan reacio a aceptar productos de lenguaje musical moderno, lo que es casi el único punto en común con el producto de Zorzi, el que por algo también triunfó usando también un lenguaje moderno pero accesible para el espectador y, por lo tanto, esta obra se termina imponiendo por todas las cualidades que he descripto. Y aquí cobra  vuelo e intensidad el trabajo admirable de Guillermo Asencio como Director Escénico, aunando el Teatro de prosa con el musical, ahondando en la “psiquis” de la protagonista, hermana y madre de sus hermanos y el “dilema” en el dolor de sepultar dignamente al castigado Ignacio, dejado a la intemperie a merced de los caranchos, en detrimento de Martín, su otro hermano, velado con todos los honores camperos, mas aún,  a costa de jugarse Ella misma su vida y dejar huérfana a Carmen, su otra hermana. La presencia de los “Alter”, tanto para un personaje central como Don Facundo Galván, como para roles secundarios como Carmen (que aquí tiene una participación mayor que en la Antígona de Zorzi no tenía), Rosendo (El Viejo Rastreador) o Aurelia. Para ello,  Germán Crivos (Don Facundo), Elisa Nasi (Carmen), Norberto Rodríguez (Rosendo) y Alba Castillo (Aurelia) realizan composiciones actorales formidables desde todo punto de vista, con una entrega física y vocal sin concesiones. Las voces convocadas lo fueron merced a una cuidadosa selección y se notó. El protagónico estuvo a cargo de Natalia Alberó, voz potente, firme, con notable entrega. Su actuación no decae en ningún momento. Lisandro Galván fue Santiago Martínez, voz de bellísimo timbre, buena figura e impecable línea de canto, su fragmento del relato en donde le narra a Antígona su deslumbramiento amoroso  adolescente con Ella en ocasión de su primera doma de potro fue rico en expresividad y matices. Gerónimo Seib asumió los que acaso sean los dos roles mas comprometidos de toda la partitura: Don Facundo Galván y Don Rosendo y en ambos salió airoso con buena línea de canto y muy buenas dicción y expresividad actoral. Una revelación del espectáculo fue la joven Paula Do Souto para los roles de Carmen (Hermana de Antígona) y Paulina. Voz de gratísimo timbre y buena línea de canto. Otro hallazgo lo encontramos en Norberto Rodríguez, quien se desdobla en los roles de Don Pascual, El Capataz de “La Postrera” y el Sargento del Pelotón de Soldados que descubre muertos a los amantes atravesados por la misma lanza. Muy correcta Laura Katz en el rol de Kundry. Tres buenas voces cubren el rol de las “Brujas”: Ana Laura García ( que también es Francísca)de buena presencia y grato tímbre, Leila Recchi Rodríguez, correcta en su composición y Bibiana Fischy (también Doña Aurelia), tal vez la mas conocida de las tres por sus actuaciones en el “Off Colón”, de muy efectiva participación. Todas las voces, supieron también actuar y decir en la prosa (algo desgraciadamente muy poco frecuente en Ntro. Medio y eso es también acierto de Asencio).
  Entrando en el terreno técnico, Pamela Atrio desarrolló coreografías acordes a los momentos musicales en que se desarrollan, llevadas a cabo tanto por los cantantes como por los actores de manera muy efectiva. Zacarías Gianni lleva en la sangre su oficio. Es indudable que abrevó en los trabajos de su padre Carlos para presentarnos un marco escénico minimalista muy efectivo, desarrollado por Malén Gorgone Pampin y Florencia Iribarne Lucato con extraordinario manejo de la paleta de color, resaltado ello con una muy buena iluminación, desarrollada en conjunto con Guillermo Asencio, la que da marco estupendo en todo el espectáculo y un vestuario que dio justo en las formas e idiosincrasia de los hombres y mujeres de Ntra. Pampa en aquella época (No olvidar que la acción de Marechal está ambientada en la época de la Conquista del Desierto, aún cuando en lo geográfico pone a “La Postrera” en lo que hoy es el partido de Castelli en la Provincia de Buenos Aires y en el dúo de amor de Antígona y Lisandro se hable además de las “Barrancas del Salado” donde hoy se sitúa “Villa Raquel”, la legendaria estancia de la también trágica Familia Guerrero con su castillo visible al costado de la Autovía 2).

  Para el final dejé la revelación que ha sido para mí la vibrante concertación de Pablo Bonacci, un muy joven conductor de 27 años, dueño de una solidez de recursos admirable, muy firme en los gestos al frente de un octeto de sobresalientes instrumentistas en donde hubo matices, colores y énfasis a lo largo de toda la función. Diálogo permanente Cantantes-Grupo Instrumental-Director, para garantizar este éxito.

  Sin temor a equivocarme, creo haber estado frente al mejor estreno de una obra Argentina en la actual temporada. Salí plenamente gratificado y entiendo que es un esfuerzo que no deberá caer en saco roto, es decir, merece reponerse a futuro. Lo merecen.



Donato Decina

jueves, 17 de noviembre de 2016

ROBERTO LUIS BLANCO VILLALBA
(1951-2016)

DEFINITIVAMENTE LEYENDA

Queridos Lectores: Superado ya el impacto que provocó la partida de Roberto, la que no por ser posible sorprende de igual manera por el fulminante desenlace, me impone ahora la tristeza de despedirlo desde Este espacio por el creado y para el que fui convocado a colaborar y en el que en los últimos tiempos escribí mis crónicas cubriendo el espacio escrito de cobertura de espectáculos, ya que no era su animo el mejor como para sentarse a una PC y comentar desde allí El también.
  No voy a hacer semblanza biográfica. Roberto las haría de los demás, pero no la propia. Vayamos entonces al que era favorito de todos Uds. Campechano, frontal,  sin anestesia. Mi segunda pareja lo definió como un “sincericida” a bocajarro frente a frente y El, divertido, aceptó de muy buena gana la definición. Mordaz, ácido, sin concesiones, dueño de una descomunal discoteca con la cuál de no haber mediado sus dramáticos problemas de salud, alcanzaban para hacer por lo menos  treinta años mas el “Opera Club”, su hijo natural, su criatura, pese a su soltería por decisión (el otro hijo, adoptivo este,  era “Liebchen”, su caniche, adoptado definitivamente ahora por su hermano Carlos y el resto de su Familia). Generosidad múltiple, amigo de sus amigos. Nunca hizo uso de su espacio y de su cargo de programador de Radio Amadeus para difundir la música que El componía y que solo Nosotros, sus colaboradores junto a sus incondicionales amigos difundimos, acaso por primera vez al aire en su programa homenaje, para, al menos en mi caso, dejarme deslumbrado y pensar como era posible que no se conociera y que ni siquiera hubiera existido una tratativa para interpretarla en Ntro. Medio. Pasiones,  muchas: Callas, Georghiu, Alagna, Gedda, Schock, Maazel, Hampson Domingo (incluso cantando roles de Barítono), Solti, Toscanini y siguen las firmas. Desde los dieciocho años ejercía la crítica. Ahora sin El el vacío es muy profundo. Profesional hasta la medula, apasionado, necesitaba estar en todos los detalles y reservarse para si mismo la última palabra. Sabemos que los Sábados a la noche no serán lo mismo sin su voz y humildemente digo que lo que Roberto Falcone y Yo pretendemos en esta serie de programas que a invitación del Dr. Adolfo Critto, titular de la licencia de Radio Amadeus, hacemos a modo de homenaje, es seguir manteniendo la esencia que  Roberto le impuso al programa. Sus hermanos nos han permitido utilizar el título con esta condición. Lo merece y por derecho propio, Roberto definitivamente es leyenda.


Donato Decina

jueves, 27 de octubre de 2016

DESDE EL IMPRESIONISMO A LA ACTUALIDAD

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Enrique Arturo Diemecke. Solistas: Marcela Roggeri-Jean-Phillippe Collard (Duo de Pianos). Anssi Karttunen (Violonchelo). Programa: Francis Poulenc: “Concierto para Dos Pianos y Orquesta” en Re menor. Pascal Dusapin: Concierto para Violonchelo y Orquesta (“Celo”) (Primera audición Argentina). Maurice Ravel: “La Valse” (Poema Coreográfico para Orquesta).  Teatro Colón, 20 de Octubre de 2016.

  Continuando en el nivel superlativo que enmarcó la presentación de la semana anterior, la Filarmónica descolló en el escenario del Colón abordando un programa íntegramente francés de comienzo y final del siglo veinte. Dos compositores de excepción y una figura del panorama actual para regordeárnos en la audición.

  La noche se inició con una fantástica versión del Concierto para dos pianos y orquesta de Francis Poulenc. He tenido la suerte de escucharla en diversas versiones (Sainz-Bergaglio; Lechner-Tiempo; Dabul-Massone; Argerich-Hubert), ninguna alcanzó la intensidad y el color que tuvo esta. Con una Marcela Roggeri de toque de plena frescura y un Jean-Phillippe Collard como sostén del discurso, cumplimentándose ambos para una faena excelente. La Orquesta también tuvo su lucimiento, con un Diemecke que continuó en la misma dirección que nos había mostrado la semana anterior en “Cuadros de una Exposición”, riqueza de matices, canto orquestal, sutilezas y dialogo permanente con los solistas.  Los sostenidos aplausos tuvieron recompensa con otro dúo de Poulenc que motivó aún mas a la concurrencia.

  Una de las visitas importantes de este año es la de Anssi Kartunen, violonchelista finés especialista en siglo veinte, también Director de Orquesta (uno de sus mas recientes trabajos en materia de Dirección fue “Kraft”, la monumental obra de Lindberg que conociéramos también este año en el Colón). Ha estado ofreciendo trabajos de Pascal Dusapin en el C.E.T.C. y, ahora, en este abono en la sala grande, tuvimos el privilegio de escucharlo en el Concierto para Violonchelo y Orquesta del mismo compositor (El que lleva el mote de “Celo”). Obra intensa, parte de una exploración a partir de un timbre sonoro  hacia la búsqueda de un sonido definitivo. La Orquesta concurre casi como en apoyo al solista y allí se desarrolla esta interesante idea. Excelente entendimiento Solista-Director-Conjunto, Técnica magnífica del solista y detalles muy interesantes a lo largo de toda la obra. Una pequeña obra dedicada a un asistente al concierto fue el bis ofrecido.

  La “cereza del postre” fue la inmensa versión de “La Valse”, muy rica en matices y detalles y plena de colorido orquestal. Estupendamente ajustada y llena de vida, para redondear un trabajo de exquisita factura.


Donato Decina
PARE, MIRE, ESCUCHE


Buenos Aires Lírica (Temporada 2016): “Manon Lescaut”. Drama lírico en cuatro actos, libreto de Luigi Illica, Marco Parga, Domenico Oliva, Ruggiero Leoncavallo, Giulio Ricordi y Tito Ricordi. Música de Giacomo Puccini, basada en la novela “Historia del Caballero Des Grieux y Manon Lescaut” del Abate Prevost (1731). Interpretes: Macarena Valenzuela (Manon Lescaut), Eric Herrero (Renato Des Grieux), Ernesto Bauer (Lescaut), Norberto Marcos (Geronte Di Ravoir), Ivan Maier (Edmondo, Maestro de Baile, Farolero),Trinidad Goyeneche (Un Músico), Enzo Romano (Posadero, Capitán, Sargento), Constanza Panozzo-Cristina Wasylyk-Marcela Marina-Diana Gómez (Madrigalistas), Natalia Giardinieri- Moyra Agrelo-Alfonsina Ciotti-Florencia Fernández Mora-Florencia Repetto (Cortesanas [Actrices]).Coro de Buenos Aires Lírica, Preparador: Juan Casasbellas. Escenografía: Daniela Taiana, Vestuario: Sofía Di Nunzio, Iluminación: Gonzalo Córdova. Orquesta de Buenos Aires Lírica: Director: Mario Perusso. Puesta en Escena: André Heller-Lopes (Teatro Avenida, 14 de Octubre de 2016).

  El título de esta crónica no es otro que el que se lee en los pasos a nivel ferroviarios (casi siempre en las “Cruces de San Andrés”), y entiendo que el verdadero significado es prestar atención y respetar las señales (y por ende el cruce). Si lo trasladamos a este trabajo con el que Buenos Aires Lírica culmino la presente temporada oficial (Se anunció una puesta adaptada de “Agrippina” de Händel la que tendrá lugar en el mas acotado Teatro del Picadero), es obvio que ante la magnitud del título abordado a desarrollar en una sala con un foso que no puede albergar a una masa orquestal como la que pide Puccini (En los créditos no se menciona si es la partitura original o se emplea una reducción de algún compositor o adaptador), uno pide prestar atención y respetar la obra.  En el desarrollo que seguirá, se darán cuenta de que hubo buenas intenciones visulaes basadas justamente en el respeto por la obra, mas allá de algún disenso puntual. Musicalmente, hubieron voces que emplearon todos sus recursos redondeando un final digno,  y en el foso el máximo especialista en Puccini de la República Argentina,  comandando las cosas desde ahí para que la empresa llegue a puerto.

  André Heller-Lopes hizo girar todo su trabajo en base a un  convento como espacio físico. Allí Des Grieux está escribiendo el que probablemente sea su Diario Intimo por el que luego se irán acercando Edmundo,  la propia Manon (en “In Quine Trine Morbide”) y Lescaut (En la arenga a la multitud en la que solicita se apiaden de la desgracia de su hermana). Si bien aquí no se trata el asunto, como sí ocurre en la de Massenet, Des Grieux fue seminarista. Se ha dicho que una persona le refirió a Prevost el asunto (¿la persona que lo vivió?) en Le Havre, volviendo de Louisiana, mientras al Abate se embarcaba en sentido inverso,  y esta narración actuó como disparador para que escribiera la novela. Ahí tenemos un hilo conductor, Des Grieux-Prevost-Manon (Que viaja a París enviada por su familia a tomar los habitos). Renato revive la historia mientras la va escribiendo y el espacio toma forma de Posada de Amiens, Palacio de Geronte, Planchada del Muelle desde donde zarparán deportados a Louisiana y el propio desierto de Louisiana. Todo ello resuelto con nobles recursos visuales, sin caer jamás en chabacanería alguna, para lo cual contó con la invalorable colaboración de Daniela Taiana en el diseño escénico, un muy buen vestuario de Sofía Di Nunzio y una muy conveniente y efectiva iluminación de Gonzalo Córdova. Puede objetarse el hecho de que se le haya quitado intimidad al final, cuando en el desenlace aparecen los espectros de Edmundo, Geronte, Lescaut y el Posadero junto a los protagonistas, o bien, el momento del embarque, ya que al estar Lescaut casi fuera de escena leyendo ese tramo de la narración iluminado por un velador, el mas desprevenido pudo haber pensado que el interprete no tenía memorizado el fragmento, de todas formas son detalles menores que no hacen al fondo de la cuestión. La idea es interesante, pero todos los factores que confluyeron para desarrollarla no estuvieron por igual al mismo nivel, por eso, Parar-Mirar-Escuchar. Terminó siendo un hueso dificilísimo de roer y los logros fueron parciales.

  En lo vocal, Macarena Valenzuela hizo una composición de menor a mayor, el primer acto decididamente no va con su tesitura vocal. Empero, a partir del segundo acto (desde el “Dúo de Amor”) fue creciendo en entrega e intensidad y ya en el cuarto, entregó una interesante “Sola, Perduta, Abbandonata”. Fue buena actriz, muy convincente en sus gestos. Eric Herrero se entregó al personaje con todos sus recursos vocales y actorales, los que no siempre estuvieron de su lado. Al límite, con técnica trastabillante. Solo su tesón y su tenacidad lo llevaron a llegar al final de la representación de digna manera. Ernesto Bauer fue un correcto Lescaut, bien jugado desde lo actoral, con un buen juego de comedia en los dos primeros actos. Vocalmente tuvo un correcto decir. Norberto Marcos fue un digno Geronte. Supo extraerle todo lo posible al rol, demostrando el deseo  creciente de poseer a la joven, hasta el momento de denunciarla sin vacilar, como respuesta al ultraje de su dignidad y de su casa. Ivan Maier fue el  valor mas parejo de todo el elenco, soltura, elegancia, buen decir, impecable línea vocal. La asignación de roles dada para este espectáculo, le consignó el Edmundo en el primer acto (trazando a un perfecto ladero de Renato), el Maestro de Baile para el segundo (dando vuelo a un simpático paso de comedia) y al farolero en el tercero (resuelto de impecable forma).

  Enzo Romano tuvo efectiva intervención, tanto el Posadero en el primer acto como ser Capitan y Sargento al mismo tiempo en el tercero. Impecable en presencia y dicción.  Trinidad Goyeneche compuso de manera muy simpática al músico, secundada con corrección por Constanza Panozzo, Cristina Wasylyk, Marcela Marina y Diana Gómez como las madrigalistas. El Coro, bien preparado por Juan Casasbellas, mostró el brío al que nos tiene acostumbrados.  Y bien por las actrices que en el tercer acto compusieron a las cortesanas que son deportadas a Louisiana con  Manon.

  El sostén fundamental de este enorme esfuerzo se llama Mario Perusso, que a sus ochenta jóvenes años, se dio el gusto de concertar este título. La Orquesta que se reunió, fue conformada por valores de primerísima línea de nuestros principales organismos musicales. A la falta de ensayos, suplieron con enorme profesionalidad las carencias y ofrecieron una versión plena de nervio, tensión creciente y un punto culminante en el célebre “Intermezzo”, que al igual que en su versión del Colón se lo interpretó entre el tercero y  el cuarto acto, lleno de apasionamiento y arrancando la ovación mas sostenida de la noche.


Donato Decina

martes, 18 de octubre de 2016

LOS JOVENES POS JOVENES IDEN PISTA

Mozarteum Argentino: Actuación de la Tonhalle Orchester Zurich: Director: Lionel Bringuier. Solista: Lisa Batiashvili (Violín). Programa: Piotr Illich Tchaickovsky: Concierto Para Violín y Orquesta en Re mayor, Op. 35. Gustav Mahler: Sinfonía Nº 1 en Re mayor “El Titán”. Teatro Colón 11 de Octubre de 2016.

  Acude a mi memoria la última vez que ví a esta orquesta en Ntro. medio. 1988. También como ahora, el Mozarteum había sido el artífice de la visita.  En aquella ocasión en el podio estuvo el  hoy extinto conductor nipón Hiroshi Wakasugi,  y lo mas rescatable fue una apagada versión de la Cuarta de Schumann y un bis de un compositor Japonés que repitió invariablemente en cada noche de presentación. Hoy, a 28 años de aquella ocasión nos muestra que muchísima agua corrió bajo el puente y que, evidentemente han hecho mejorar el nivel de la agrupación visitante. La mas notoria ha sido, la presencia de David Zinman que realizó un invalorable aporte, llevando al conjunto a grabar las integrales de Beethoven y Mahler, y se ha notado en muchos aspectos que hoy a un año de su asunción como titular el muy joven Lionel Bringuier mantiene como características salientes: buenos vientos, ajustada percusión, cornos y trombones de buen nivel, pero también algún aspecto a corregir, como por ejemplo cuerdas con un sonido excesivamente mate, casi “apagado” y trompetas demasiado contenidas, cosas que llamativamente encontré hace 28 años atrás con Wakasugi, entonces a tan solo un año de asumir, este joven conductor francés de 30 años encuentra un interesantísimo desafío en su carrera y el tiene la palabra con la cual se evaluará su labor en el futuro. La primera de Mahler escuchada tuvo características llamativas, “Crescendos” arrolladores como en el tema del estallido del amanecer en el primer movimiento.  Notable desenvolvimiento de los vientos en el segundo movimiento con un canto fresco en los temas campesinos. Notable exposición de la música Klezmer en la sección central del tercer movimiento y un arrollador comienzo del movimiento de cierre con una correcta coda final. Siempre se mantuvo el tema del colorido excesivamente mate en la cuerda que en mi opinión terminó opacando la versión, y a mi juicio, es la zona que exige inmediata corrección.

  La parte mas saliente de la velada fue la presentación de la violinista Georgiana Lisa Batiashvili, discípula entre otros de Ntra. Ana Chumachenco, también Ella muy joven, que entregó una formidable versión del Concierto de Tchaickovsky. Canto, Energía, Enjundia, refinamiento sonoro y un  conjunto que con una admirable guía de Bringuier le dio un ropaje formidable.  La respuesta del público tuvo su recompensa con una versión de solista, conjunto y director de un  arreglo para violín y cuerdas del comienzo del segundo movimiento de la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorak y de igual manera al final, aunque no haya sido lo mas recomendable, bisaron una obra compuesta por el primer clarinete de la agrupación sobre temas folcklóricos suizos con algún injerto del comienzo de la sinfonía de Mahler escuchada, lo que dio la impresión de haber sido compuesta para la ocasión. Lo cierto es que se presentaron dos jóvenes y muy interesantes valores, piden pista y solo en un tiempo el soberano dará el veredicto.


Donato Decina
SU MAJESTAD ARTURO
(¡Que viva Arturo! [aunque también se llame Enrique])

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires: Director: Enrique Arturo Diemecke. Solista: Luís Ascot (Piano). Programa: Arturo Márquez: Danzón Nº 2; Alberto Ginastera: Concierto para Piano y Orquesta Nº 1, Op. 28. Modest Mussorgsky: “Cuadros de una Exposición” (Orquestación de Maurice Ravel). Teatro Colón, Concierto de Abono Nº 10, 13/10/16.

  Quienes tuvimos el privilegio de asistir a Esta velada, la recordaremos por siempre como el día en que Enrique Arturo Diemecke logró plasmar el que tal vez sea el Concierto mas virtuoso en lo que va de la rica historia de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Sin concesiones, de punta a punta, con guía maestra, con conceptos de interpretación profunda, extrayendo hasta el mas mínimo detalle de cada obra programada y culminando con el mas exquisito virtuosismo al que se presta la magnífica orquestación Raveliana en los “Cuadros de una Exposición” de Mussorgsky. 

  Abrió la noche el “Danzón Nº 2” del mexicano Arturo Márquez, obra pintoresca, colorida, que refleja como este ritmo cubano terminó imponiéndose en México. Al comentarla, previo a su interpretación, Diemecke manifestó que en ocasión de estrenarla con esta misma agrupación hace ya lejanos 16 años, aquí en Buenos Aires (y para toda Argentina), la gente  la tomó como una obra menor, sin reparar lo mucho de clásico que había en su escritura, tomando además el público presente esa noche como nota negativa el baile que el propio conductor mexicano desarrolló sobre el podio para dirigirla. Agregó que esta vez a esos lejanos 16 años del estreno, quizás no le responderían tanto las piernas, pero con un sensual movimiento de cintura en un espacio reducido como el del podio bastaba. Lo cierto es que si bien yo considero que hay compositores y obras mexicanas que tienen mayor valía que esta obra de Márquez (Y no es menos cierto que muchas agrupaciones iberoamericanas la tienen ya como obra de repertorio), la versión fue minuciosa y resaltó lo mucho de escritura clásica que tiene, sin por ello sacrificar lo popular de su esencia.

  A continuación, se continuó con el homenaje permanente que los Argentinos tributamos a lo largo de este año a la figura de Ntro. máximo compositor académico. Y aquí uno de sus amigos personales, Luís Ascot, desarrolló una encomiable labor de equipo junto a su también muy buen amigo Diemecke y a la Filarmónica toda,  para una vibrante versión del Concierto para Piano y Orquesta Nº 1. Tuvo todo. Creciente intensidad, entrega total del solista, pasajes de dificultad resueltos con absoluta precisión y  un electrizante final que motivo que el interprete solista saliera virtualmente “eyectado” del taburete, culminando de pie su faena, para luego fundirse con el Director en un largo abrazo y extender, apretón de manos al concertino mediante,  su gratitud a la Orquesta toda.  El público respondió con una sostenida ovación, tributo a una labor formidable y tuvo como recompensa dos “bonus track” por parte de Ascot. “Consolación Nº 2” de Franz Liszt, obra que era del gusto de Ginastera y una versión para Piano solo de la “Canción del Arbol del Olvido”, como íntimo homenaje a la memoria de su querido amigo.

  Y para el final, lo dicho. El deslumbramiento y fascinación con los que el público presente recibió la versión de “Cuadros de una Exposición”. Creo, sin temor a equivocarme, que desde la inolvidable versión de Lorin Maazel con la Nacional de Francia en 1988 no registro en memoria auditiva un trabajo semejante. Desde el “pesadillesco” Gnomo, pasando por la melancolía de “El Viejo Castillo”, y de allí la inquietud de “Tullerías”, la pesante Carreta en “Bydlo”, los simpáticos “Pollitos”, los lamentos del Judío Rico al Pobre, el frenético movimiento del Mercado de Limoges, el misterio que encierra “Catacumbas”, la arrolladora cabaña de “Baba Yaga” y culminar con una apoteótica entrada triunfal por “La Gran Puerta de Kiev”, como remate de esta descomunal versión, que debió merecer, al menos, el bisado de esta última en mérito al formidable trabajo entregado a lo largo de la noche.   Semejante demostración de capacidad, merece que en el futuro próximo la Orquesta y su Director se vean recompensados con un mayor número de presentaciones en el Teatro. Se debe, se puede.


 Donato Decina

lunes, 10 de octubre de 2016

EL MEJOR ESPECTACULO DEL AÑO

Teatro Colón (Temporada 2016): “Macbeth”: Opera en Cuatro Actos con Música de Giuseppe Verdi, Libreto de Francesco María Piave con colaboración de Andrea Maffei, basado en la obra teatral homónima de William Shakespeare. Interpretes: Fabian Veloz (Macbeth), Chiara Taigi (Lady Macbeth), Aleksander Teliga (Banquo), Gustavo López Manzitti (Macduff), Rocío Giordano (Dama de Lady Macbeth), Gastón Oliveira Weckesser (Malcom), Ivan García (Doctor), Mariano Fernández Bustinza (Primera Aparición), María Victoria Gaeta  (Segunda Aparición), Dante Lombardi (Tercera Aparición), Juan Pablo Labourdette (Sicario), Sebastián Sorrarain (Siervo). Coro Estable del Teatro Colón, Orquesta Estable del Teatro Colón. Escenografía y Proyecciones: Diego Siliano, Vestuario: Luciana Gutman, Iluminación: Horacio Efron, Coreografía: Ignacio González Cano. Direcc ión del Coro: Miguel Martínez. Dirección de Orquesta: Stefano Ranzani. Regie: Marcelo Lombardero. Función del 02 de Octubre de 2016.

  Fue, sin dudas, el espectáculo del año. Por concepción, por despliegue de talento, por realización musical y por contar con un protagonista excluyente en lo vocal. Y marca, además, una línea de crecimiento en realizaciones de la que son responsables, casualidad o no, tres artistas surgidos de las entrañas mismas del Colón. Se inició con “Die Soldaten” (Pablo Martitano), continuó con la reposición de “Tosca” (Aníbal Lápiz) y llega a su punto culminante con esta magnífica creación de Marcelo Lombardero. Si miramos desde la primera de las nombradas hacia atrás y recordamos lo presentado por el Colón hasta ese momento, debemos preguntarnos si vale la pena intentar compartir con otras salas producciones de dudoso gusto y eficacia,  o permitirle hacer  los primeros palotes en materia de opera a gente  que podrá ser idónea en otros ámbitos del espectáculo, pero que para el Colón son neófitos,  y debería tenerse en cuenta que esta sala es una meta y no un trampolín. Si dentro de la casa tenemos todo ¿vale la pena traer de afuera?. Mi respuesta es: Absolutamente no. El Colón es un Teatro de propia producción. Podrán venir profesionales del exterior, pero siempre con la premisa de que aquí encuentran todo. Y en Macbeth, la “fábrica de ilusiones” funcionó a pleno. Una impecable realización escenográfica y de proyecciones a cargo de Diego Siliano. Un vestuario de Luciana Gutman de impecable factura. Una magnífica iluminación de Horacio Efron, ajustada hasta en los mínimos detalles y Coreografías de Ignacio González Cano funcionales a los momentos en que se desplegaron. Todo lo descripto concurrió de manera funcional al servicio de una magnífica concepción escénica de Marcelo Lombardero, que trasladó a la época actual la historia sin sacrificar en nada la esencia de la misma. Podrá estar en Escocia (su origen), podrá  trasladarse a los Balcanes. La historia está contada hasta en sus mínimos detalles y es lo que se vió en el escenario del Colón. Podrán entenderse los apasionamientos de “Shakespereanos” que pretenden el original. No así, las necedades de muchos que se dedican a denostar sin fundamento alguno. La marcación actoral, los desplazamientos escénicos, las caracterizaciones a tiempo actual, todo estuvo allí y no hay nada para objetar. Magnífico trabajo.

  El otro puntal fue la concepción musical de Stefano Ranzani, que logra su mejor trabajo en el Colón. Se escuchó Verdi a pleno en  toda la función. Detalles, canto orquestal, matices, para una labor encomiable.

 Y el tercer mérito para Fabián Veloz, protagonista excluyente del espectáculo, capaz de dotar a su criatura de todas sus atribulaciones, dudas, ansias hasta un final en el que desnudó las miserias del personaje hasta su mínima expresión. Canto franco, estupendo decir. Actuación que lo consagra definitivamente.

  En lo que hace al resto del elenco, Chiara Taigi fue una Lady Macbeth buena en lo actoral y correcta en lo vocal. No cabe duda que se trata de un valor que ha tenido una trayectoria apreciable en escenarios de primera magnitud, pero vocalmente no ha lucido en su mejor forma. Veamos. El registro mas agudo de su extensión lo maneja con oficio debido a que le cuestan hoy por hoy mucho esas notas. Su zona central es su fuerte.  Termina redondeando una actuación aceptable y no creo hoy que en Ntro. Medio, para un primer elenco del Colón haya un valor que esté a nivel para este papel y este espectáculo.

  Otro tanto se puede decir de Aleksander Teliga como Bancquo. Un decir aceptable y buen sostenimiento en lo actoral, pero reitero, no se consiguen valores superadores por estas latitudes.  Gustavo López Manzitti dijo con corrección, aunque en “Ah la Paterna Mano” faltó mayor intensidad.  Un muy buen nivel de los demás co-primarios convocados, cada  cual en lo suyo al servicio integral del espectáculo, y un buen desempeño del Coro Estable con un muy destacable “Patria Opressa”.

  Cuando los que hacen el Colón logran desplegar toda la potencialidad en su escenario, se notan las distancias de manera abrumadora. Todavía pueden dar muchísimo mas.


Donato Decina

sábado, 8 de octubre de 2016

DOS NOCHES DE EXCELSO NIVEL

Mozarteum Argentino: Actuación de la Orquesta Filarmónica Estatal de Hamburgo, Director: Kent Nagano. Solistas: Gauthier Capuçon (Violoncelo), Naomi Seller (Viola), Mihoko Fujimura (Mezzosoprano). Programas: 1ª Noche: Richard Strauss: “Don Quijote” (Variaciones Fantásticas sobre un Tema Caballeresco), Op. 35; Johannes Brahms, Sinfonía Nº 1 en Do menor, Op. 68. 2ª Noche: Richard Wagner: Preludio al primer acto y “Muerte de Amor” de la Opera “Tristán e Isolda” WWV 90, “Wesendonck Lieder”, WWV 91 (Versión Orquestal de Félix Mottl, a excepción de la Nº 5, “Sueños”, orquestada por el compositor); Antón Bruckner: Sinfonía Nº 6 en La mayor, WAB 106. (Teatro Colón 29 y 30 de Setiembre de 2016).

  Nuevamente Kent Nagano estuvo entre Nosotros y el Mozarteum Argentino, una vez mas, fue el artífice de su venida,  y la institución que nos permitió disfrutar del arte con mayúsculas que este excelente conductor norteamericano brinda en cada una de sus presentaciones. Si además contamos con que esta vez el medio empleado fue la Filarmónica Estatal de Hamburgo,  que regreso al Colón después de 33 años de su última presentación entre Nosotros (en aquella ocasión dirigida por Aldo Cecatto), la que, sin dudas, es una agrupación de mayor linaje que la Sinfónica de Montreal con la que Nagano se presentó en su visita anterior, no cabe duda alguna que la suma de Director y Conjunto ya de antemano nos hacía intuir que el resultado sería de actuaciones de una categoría superlativa. Sumemos además de que si hay algo que al Director se le reconoce es el hecho que programando es alguien verdaderamente anti rutinario, sino véase la grilla de ambas noches: Richard Strauss y su poco frecuentado “Don Quijote”, junto a la Primera de uno de los mas grandes Hamburgueses de la historia: Brahms. Y en la segunda Wagner con el Preludio y la “Muerte de Amor” del “Tristán”, como punto de partida, luego los “Wesendonck Lieder”,  y en la segunda parte, la Sexta de Bruckner, acaso el mas devoto admirador del Primero. Como se ve, obras para nada complacientes, para los paladares mas exquisitos.  No defraudo para nada.

  Para el “Don Quijote”,  el otro imán significó la presencia de Gauthier Capuçon como Violoncelo solista, mas el aporte de Naomi Seiler (Viola solista de la orquesta), a la que también hizo entrar junto al solista al escenario, y ocupar Ella también, su atril de pie para su rol  solista, en un gesto poco común. Ya desde el primer compás, el sonido que comenzó a surgir desde las entrañas del conjunto fue de una morbidez maravillosa, trabajado a lo Nagano, es decir, de un glorioso refinamiento hasta la obtención de las   filigranas mas sutiles y ahondando hasta lo mas profundo. Capuçon una vez mas fue solista de fuste con rango de sonido amplísimo y detalles de un color imponente. Seller no desentono en sus pasajes (fundamentalmente en los “diálogos” con el solista principal), por lo que la versión quedará en el recuerdo como una de las mas perfectas de las que se tenga memoria en Ntro. Medio todo.  Luego el turno fue para la Primera de Brahms. Aquí Nagano sorprendió en los “tempi” que eligió para la versión toda. Mucho mas ágiles que lo habitual en El, sabiéndolo, como acabo de expresar líneas mas arriba, un interprete que llega hasta el tuétano, casi como diseccionando la obra que elige  para ofrecerla hasta en los detalles mas recónditos. Ello se sintió fundamentalmente en los dos primeros movimientos, la larga exposición inicial y el andante central, sin perjuicio de haber disfrutado de manera privilegiada del solo de violín que Konradin Seitzer, concertino de la Orquesta brindó de manera magistral, solo comparable, quizás, con el del Concertino de la Filarmónica de Viena junto a Lorin Maazel en aquel recordado día de la primavera de 1985. En cambio los dos movimientos finales fueron de una magnífica tensión y, en el último, eso ayudó a que el discurso fuera rematado de manera magnífica en la coda, con toda la energía que fluye de la partitura misma. Y aquí nuevamente honor a Nagano: los “bises”. El Segundo movimiento de la música para el ballet “Rosamunda” de Franz Schubert, con cuerdas exquisitas, y luego, el último movimiento del “Concert Romanesc” de Gyorgy Ligeti (Pensar que en la visita de esta misma Orquesta en 1979, también junto a Ceccatto, estrenaron en Ntro. País “Atmósferas”), donde nuevamente el Concertino Seitzer fue el protagonista de la versión con solos de impresionante factura, casi como un verdadero gitano en plena Rumania, haciendo añicos la versión que escucháramos en la misma sala meses atrás por la Sinfónica de Bamberg con Jonathan Nott.

  Ya en la segunda noche, los conejos siguieron saliendo de la galera. Pocos Directores tienen el “atrevimiento” de iniciar la velada con el preludio al primer acto y la “Muerte de Amor” de “Tristán e Isolda”. Nagano es de esos. Atacar desde el vamos y en frío semejante “Pezzo Grosso” es una prueba de fuego para un conjunto que quiere demostrar su nivel. Si bien al comienzo se notó que era “en frío”,  la versión fue creciendo en voltaje emotivo, hasta llegar a una “Muerte de Amor” verdaderamente insuperable, para ser seguida por los “Wesendonck Lieder”, obra directamente interrelacionada con la primera, por caso tomado como un  producto inicial expuesto luego del producto final, vayamos a la música de “En el Invernadero”,  y escuchemos luego el comienzo del Tercer acto de “Tristán”,  o escuchemos “Sueños”,  y luego la parte central del dúo de amor del segundo acto de la misma Opera. Mihoko Fujimura sorprendió gratamente por su adecuado volumen, su musicalidad y su expresividad, atributos todos, con los que sumados a Nagano y el conjunto, permitieron el logro de una muy buena versión, llevada la obra por el Director hasta el mas mínimo detalle y logrando mantener un silencio durante toda la interpretación que haría envidia de Daniel Barenboim, El que no pudo lograrlo en el “bis” que justamente hiciera al piano con “Sueños” junto a Jonas Kaufmann el día del debut de este último en el Colón, lo que provocó la “rabieta” del Primero con el público.

  Para el final, Nagano sorprendió a todos con las mas imponente versión en vivo de que se tenga memoria en la Argentina de la Sexta de Bruckner. Tuvo todo: agilidad, canto orquestal, paleta de color, refinamiento, momentos exquisitos con trabajos como los de los bronces de inmaculada perfección. El destaque fue para todo el conjunto por el nivel de entrega y profesionalidad que se alcanzó. Verdaderamente un “Capolavoro” para un Director que ha hecho lo suyo tan solo en un año de trabajo, sín hacerle perder la identidad al conjunto, que mantiene el maravilloso sonido mate, distintivo de las grandes agrupaciones Europeas,  con cuerdas y vientos de estupenda tersura y bronces y percusión de absoluto equilibrio. No hicieron falta “bises”,  mas allá que Nagano salió tres veces a recibir la genuina ovación del público. Todo estaba dicho.


Donato Decina
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