SOBRE "OPERA CLUB"

ÓPERA CLUB es un emprendimiento que nace el 17 de noviembre de 1990 a partir de un programa emitido por Radio Cultura. Este programa tuvo características muy especiales que lo transformaron, casi de inmediato, en el de mayor audiencia en su género.

Por primera vez se trataba el tema operístico con un absoluto desapego a las formas tradicionales de acartonamiento y solemnidad. Quedó en claro desde un principio que se trataba de un programa de ópera y no de cantantes –de estos últimos se ocupaba la mayoría-. Procedimos a lo que nuestro locutor de entonces (Mario Keegan) dio en llamar “derribando mitos” -desmitificar leyendas, anécdotas o lisas y llanas mentiras que con los años se convirtieron en falsas verdades-. Seguimos muy de cerca toda la actividad musical de Buenos Aires y La Plata poniendo muy especial énfasis en la promoción de los intérpretes jóvenes que estaban haciendo sus primeras armas –en la mayoría de los casos a puro pulmón- aunque sin descuidar las grandes figuras nacionales e internacionales que nos visitaban. Por último, el formato horario de cuatro horas nos permitió tratar amplia y distendidamente diferentes temas en un sólo programa desarrollado a través una conversación sin planificación previa entre dos a cinco co-conductores.

Todo esto nos puso en el primer lugar durante poco más de diez años. Diversos problemas –fundamentalmente económicos y de necesidades de programación de la radio- nos fueron acortando la duración y concluímos transmitiendo una hora a la medianoche del sábado. De esta manera fuimos perdiendo, junto con audiencia, nuestras características distintivas.

A partir de septiembre de 2012 nos mudamos a Radio Amadeus Cultura Musical recuperando nuestro formato original e intentando, de a poco y con mucho esfuerzo de todo tipo, retomar nuestro puesto de liderazgo –tarea nada fácil, por otra parte-.

Comencé diciendo que ÓPERA CLUB es un emprendimiento que nace a partir de un programa de radio. Esto es porque no es sólo un programa de radio –o, mejor dicho, el programa es casi como un pretexto-, sino un modo de unir a los oyentes tras un objetivo superior en común. El verdadero protagonista del programa no son ni los cantantes ni la música, son los oyentes –sus destinatarios y razón de ser-. Es por eso que los llamados telefónicos o mails son fundamentales para la concreción de lo que sale al aire. La audición es una excusa para que nos comuniquemos, nos conozcamos y podamos realizar y armar el programa y las actividades en forma conjunta.

Siempre me ha preocupado la incomunicación y soledad que aquejan a nuestra sociedad de manera cada vez mayor desde la segunda postguerra. Esta idea de nuclearnos bajo un interés u objetivo común es, para mí, un medio para paliar este terrible mal. Para esto, además del programa –y en lo personal más importante- son las diversas actividades que hemos venido realizando –con menor o mayor frecuencia- durante los últimos veintitrés años: encuentros, charlas, recitales, conferencia-debates, intercambio de material y, fundamentalmente, exhibición de videos (hoy DVDs) de diversas funciones operísticas –recuerdo con especial cariño el ciclo multitudinario que realizamos en el Centro Cultural General San Martín colmando ampliamente la capacidad plena de la Sala AB-. También estas actividades se vieron notablemente disminuídas con la anteriormente citada decadencia del programa –al que están intrínsecamente unidas-.

En esta nueva etapa muchas son las esperanzas y muchos los proyectos. La idea de congregarnos bajo nuestro amor a la ópera es, vuelvo a repetirlo, sólo un pretexto para encontrarnos virtual o realmente, tanto en nuestra relación comunicador-oyente como en forma personal. Este sitio, el Facebook y, en un futuro muy próximo, el Twitter serán nuestras herramientas virtuales a utilizarse en forma dinámica. Queremos crear un foro de debate y discusión a través del que no sólo hablemos de lo que nos gusta sino que intercambiemos ideas sobre políticas culturales. Necesitamos ampliar horizontes y promover los valores estéticos y culturales en los que se basan las obras de arte. De esta manera, a través de estos valores y del intercambio de ideas, iremos creciendo como personas y ayudando a crecer a nuestro entorno. Recordemos que los grandes cambios se producen, en general, a partir de los pequeños cambios individuales.

En cuanto al programa en sí mismo, posee una dinámica que va haciéndose cada vez más participativa –ya hemos desarrollado algunos temas propuestos por ustedes y esperamos una participación cada vez mayor-, poseemos también una enorme discoteca –probablemente la más grande de nuestro medio- con una cantidad de grabaciones que está muy holgadamente en la cantidad de cinco cifras y que abarca desde los primeros cilindros hasta las últimas funciones efectuadas en el mundo –a veces el mismo día de la emisión-, presentamos a las grandes figuras que nos visitan y hacemos una fuerte promoción de lo que están preparando los distintos grupos que han aparecido fuera del marco de los teatros oficiales y que es en donde realmente se encuentra el futuro.

La ópera es el centro pero no nos cerramos en ella. Abarcamos también los demás géneros vocales (opereta, zarzuela, oratorio, canción de cámara, sinfónico-vocal) y estamos, aún tímidamente y en muy pequeñas dosis, abriéndonos a todo el espectro de la música clásica (o académica –término que no me gusta pero al que adhiere muchísima gente-) En cuanto al período de lo que difundimos, es amplísimo y sin reservas ya que vamos desde la música medieval hasta las últimas manifestaciones de vanguardia.

En síntesis, estamos buscando crecer a partir del debate y la interacción. Considero que la relación estática con un oyente pasivo ya no es aceptable y pertenece a un tiempo que ya fue –no estoy valorizando, sólo presentando un hecho-. El piso de este proyecto es el que estamos transitando. El techo quisiera creer que no tiene límites (una sede propia, una emisora....).

Entre todos podemos lograrlo. Esto intenta ser un verdadero Club y les pido que se unan. Les garantizo que el crecimiento y el gozo serán ampliamente satisfactorios.


Dr. Roberto Luis Blanco Villalba


UNA CREACION DE ROBERTO BLANCO VILLALBA

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sábado, 8 de octubre de 2016

DOS NOCHES DE EXCELSO NIVEL

Mozarteum Argentino: Actuación de la Orquesta Filarmónica Estatal de Hamburgo, Director: Kent Nagano. Solistas: Gauthier Capuçon (Violoncelo), Naomi Seller (Viola), Mihoko Fujimura (Mezzosoprano). Programas: 1ª Noche: Richard Strauss: “Don Quijote” (Variaciones Fantásticas sobre un Tema Caballeresco), Op. 35; Johannes Brahms, Sinfonía Nº 1 en Do menor, Op. 68. 2ª Noche: Richard Wagner: Preludio al primer acto y “Muerte de Amor” de la Opera “Tristán e Isolda” WWV 90, “Wesendonck Lieder”, WWV 91 (Versión Orquestal de Félix Mottl, a excepción de la Nº 5, “Sueños”, orquestada por el compositor); Antón Bruckner: Sinfonía Nº 6 en La mayor, WAB 106. (Teatro Colón 29 y 30 de Setiembre de 2016).

  Nuevamente Kent Nagano estuvo entre Nosotros y el Mozarteum Argentino, una vez mas, fue el artífice de su venida,  y la institución que nos permitió disfrutar del arte con mayúsculas que este excelente conductor norteamericano brinda en cada una de sus presentaciones. Si además contamos con que esta vez el medio empleado fue la Filarmónica Estatal de Hamburgo,  que regreso al Colón después de 33 años de su última presentación entre Nosotros (en aquella ocasión dirigida por Aldo Cecatto), la que, sin dudas, es una agrupación de mayor linaje que la Sinfónica de Montreal con la que Nagano se presentó en su visita anterior, no cabe duda alguna que la suma de Director y Conjunto ya de antemano nos hacía intuir que el resultado sería de actuaciones de una categoría superlativa. Sumemos además de que si hay algo que al Director se le reconoce es el hecho que programando es alguien verdaderamente anti rutinario, sino véase la grilla de ambas noches: Richard Strauss y su poco frecuentado “Don Quijote”, junto a la Primera de uno de los mas grandes Hamburgueses de la historia: Brahms. Y en la segunda Wagner con el Preludio y la “Muerte de Amor” del “Tristán”, como punto de partida, luego los “Wesendonck Lieder”,  y en la segunda parte, la Sexta de Bruckner, acaso el mas devoto admirador del Primero. Como se ve, obras para nada complacientes, para los paladares mas exquisitos.  No defraudo para nada.

  Para el “Don Quijote”,  el otro imán significó la presencia de Gauthier Capuçon como Violoncelo solista, mas el aporte de Naomi Seiler (Viola solista de la orquesta), a la que también hizo entrar junto al solista al escenario, y ocupar Ella también, su atril de pie para su rol  solista, en un gesto poco común. Ya desde el primer compás, el sonido que comenzó a surgir desde las entrañas del conjunto fue de una morbidez maravillosa, trabajado a lo Nagano, es decir, de un glorioso refinamiento hasta la obtención de las   filigranas mas sutiles y ahondando hasta lo mas profundo. Capuçon una vez mas fue solista de fuste con rango de sonido amplísimo y detalles de un color imponente. Seller no desentono en sus pasajes (fundamentalmente en los “diálogos” con el solista principal), por lo que la versión quedará en el recuerdo como una de las mas perfectas de las que se tenga memoria en Ntro. Medio todo.  Luego el turno fue para la Primera de Brahms. Aquí Nagano sorprendió en los “tempi” que eligió para la versión toda. Mucho mas ágiles que lo habitual en El, sabiéndolo, como acabo de expresar líneas mas arriba, un interprete que llega hasta el tuétano, casi como diseccionando la obra que elige  para ofrecerla hasta en los detalles mas recónditos. Ello se sintió fundamentalmente en los dos primeros movimientos, la larga exposición inicial y el andante central, sin perjuicio de haber disfrutado de manera privilegiada del solo de violín que Konradin Seitzer, concertino de la Orquesta brindó de manera magistral, solo comparable, quizás, con el del Concertino de la Filarmónica de Viena junto a Lorin Maazel en aquel recordado día de la primavera de 1985. En cambio los dos movimientos finales fueron de una magnífica tensión y, en el último, eso ayudó a que el discurso fuera rematado de manera magnífica en la coda, con toda la energía que fluye de la partitura misma. Y aquí nuevamente honor a Nagano: los “bises”. El Segundo movimiento de la música para el ballet “Rosamunda” de Franz Schubert, con cuerdas exquisitas, y luego, el último movimiento del “Concert Romanesc” de Gyorgy Ligeti (Pensar que en la visita de esta misma Orquesta en 1979, también junto a Ceccatto, estrenaron en Ntro. País “Atmósferas”), donde nuevamente el Concertino Seitzer fue el protagonista de la versión con solos de impresionante factura, casi como un verdadero gitano en plena Rumania, haciendo añicos la versión que escucháramos en la misma sala meses atrás por la Sinfónica de Bamberg con Jonathan Nott.

  Ya en la segunda noche, los conejos siguieron saliendo de la galera. Pocos Directores tienen el “atrevimiento” de iniciar la velada con el preludio al primer acto y la “Muerte de Amor” de “Tristán e Isolda”. Nagano es de esos. Atacar desde el vamos y en frío semejante “Pezzo Grosso” es una prueba de fuego para un conjunto que quiere demostrar su nivel. Si bien al comienzo se notó que era “en frío”,  la versión fue creciendo en voltaje emotivo, hasta llegar a una “Muerte de Amor” verdaderamente insuperable, para ser seguida por los “Wesendonck Lieder”, obra directamente interrelacionada con la primera, por caso tomado como un  producto inicial expuesto luego del producto final, vayamos a la música de “En el Invernadero”,  y escuchemos luego el comienzo del Tercer acto de “Tristán”,  o escuchemos “Sueños”,  y luego la parte central del dúo de amor del segundo acto de la misma Opera. Mihoko Fujimura sorprendió gratamente por su adecuado volumen, su musicalidad y su expresividad, atributos todos, con los que sumados a Nagano y el conjunto, permitieron el logro de una muy buena versión, llevada la obra por el Director hasta el mas mínimo detalle y logrando mantener un silencio durante toda la interpretación que haría envidia de Daniel Barenboim, El que no pudo lograrlo en el “bis” que justamente hiciera al piano con “Sueños” junto a Jonas Kaufmann el día del debut de este último en el Colón, lo que provocó la “rabieta” del Primero con el público.

  Para el final, Nagano sorprendió a todos con las mas imponente versión en vivo de que se tenga memoria en la Argentina de la Sexta de Bruckner. Tuvo todo: agilidad, canto orquestal, paleta de color, refinamiento, momentos exquisitos con trabajos como los de los bronces de inmaculada perfección. El destaque fue para todo el conjunto por el nivel de entrega y profesionalidad que se alcanzó. Verdaderamente un “Capolavoro” para un Director que ha hecho lo suyo tan solo en un año de trabajo, sín hacerle perder la identidad al conjunto, que mantiene el maravilloso sonido mate, distintivo de las grandes agrupaciones Europeas,  con cuerdas y vientos de estupenda tersura y bronces y percusión de absoluto equilibrio. No hicieron falta “bises”,  mas allá que Nagano salió tres veces a recibir la genuina ovación del público. Todo estaba dicho.


Donato Decina
QUE SEA EL COMIENZO DE MAYORES INTERCAMBIOS

Centro Cultural Kirchner (Sala Sinfónica): Presentación de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires: Director: Luís Gorelik. Solista: Lucrecia Jancsa (Arpa): Programa: Francois-Adrien Boieldieu: Concierto para Arpa y Orquesta en Do mayor,  Op. 82. Igor Stravinsky: “Petrushka” (Versión 1947). 22 de Setiembre de 2016.

  Esperemos que sea el tiempo de dejar atrás rivalidades a veces absurdas y que estos muy buenos intercambios perduren en el tiempo. Muchas formaciones del interior del País habían pasado por la “Ballena Azul”, en cambio, organismos de la Ciudad de Buenos Aires ni siquiera aparecían en la grilla de invitados. Independientemente de la política, finalmente la invitación le llegó a la Filarmónica de Buenos Aires, que aceptó el convite. Originalmente se anunció la presencia de Enrique Arturo Diemecke en el podio e inclusive así lo anunció la Revista Teatro Colón en su último número. Cuarenta y Ocho horas antes de la presentación, el Colón, a través de su oficina de prensa, dio cuenta que Luís Gorelik, Titular de la Orquesta Nacional de Música Argentina “Juan de Dios Filiberto” y de la Sinfónica Provincial de Entre Ríos,  sería el conductor en el concierto sin otras precisiones.
  Hubiera sido muy bueno contar con la presencia del Director Mexicano en el podio, junto a la agrupación de la que es titular, teniendo en cuenta que el año anterior tuvo a su cargo con un éxito rotundo el concierto mas exitoso que este cronista haya presenciado en esta joven sala, cuando junto a la Nacional y al Polifónico ofrecieran una de las mas imponentes versiones de la Sinfonía “Resurrección” de Mahler que se recuerde. Mas allá de eso,  Luís Gorelik estuvo a la altura de sus antecedentes y de las circunstancias y ofreció una sesión digna del mayor elogio.

  Con la participación solista de Lucrecia Jancsa en Arpa, se escuchó el célebre concierto de Boieldieu. Una magnífica intervención de la solista, con matices, sutilezas, juegos de colores y de sonoridades y un perfecto entendimiento con el Director y  la Orquesta, que agradó a la concurrencia que cubrió aproximadamente en un 70 por ciento el auditorio, la que se vió recompensada luego con una magnífica versión de “Petrushka” en la versión reducida del autor de 1947. Gorelik demostró toda su capacidad para guiar con coherencia y precisión al conjunto e interpretar la partitura con profundidad en una presentación que en ningún momento decayó.

  El punto mas interesante de la noche fue apreciar en el auditorio a la Filarmónica, la que ratificó ahí su condición de mejor orquesta argentina de la actualidad. Sonó clara, diáfana, transparente en el sonido, tal como se la percibe siempre en el Colón.

  Lo interesante ahora sería que en reciprocidad se la pueda escuchar a la Sinfónica Nacional en el Colón. Esa es la razón principal de  todo esto, de intercambiar y compartir se trata.


Donato Decina
UNA EXPERIENCIA VALEDERA

 Orquesta Sinfónica Nacional: Director: Francisco Rettig. Programa: Anton Bruckner: Sinfonía Nº 4 en Mi bemol mayor, Wab 104 “Romántica”. CCK, Sala Sinfónica, 23 de Setiembre de 2016.

  A exactas veinticuatro horas de la presentación de la Filarmónica con “Petrushka”, volví a la Ballena para seguir con la “Stravinskeada”, ya que se anunció oportunamente que se ofrecería junto al Polifónico Nacional y solistas vocales “Oedipus Rex”, pero ya el Miércoles anterior en que se ofreció la primera de las dos veladas con el mismo programa, se le informó sin mas a la concurrencia que el mismo había sido cambiado por la “Romántica” de Bruckner. Programa un  tanto mezquino si se quiere, pero en duración casi  similar a la de la obra reemplazada, manteniendo a Francisco Rettig como conductor invitado.

  Fue interesante el escuchar en el mismo lugar y al día siguiente de la Filarmónica a la Nacional. La conclusión que uno puede extraer es que el ajuste del conjunto sigue, no así la acústica de la sala que está asentada en forma casi definitiva a mi entender. Rettig hizo una muy prolija lectura, con buen empaste sonoro, buenas respuestas en general de todos los sectores, algunas pifias que no empañan el resultado, dejando un saldo ampliamente favorable. Lo que sí se ratifica, es el hecho que la agrupación ya precisa un titular que ejerza el rol de preparador,  al menos por unos años, para que luego de ello se elija un titular con proyecto a largo plazo.


Donato Decina

domingo, 4 de septiembre de 2016

VERDADERAMENTE ESPECTACULAR


Orquesta Filarmónica de Buenos Aires: Director: Roberto Minczuk. Solista: Joshua Bell (Violín). Programa: Camille Saint-Saëns: Concierto Para Violín y Orquesta Nº 3, Op. 61. Serguei Rachmaninoff: Sinfonía Nº 1en Re menor, Op. 13. Teatro Colón, 02 de Setiembre de 2016.

  Un queridísimo amigo no solo personal, sino del Opera Club mismo, suelta para noches como la vivida un inefable latiguillo: “Quedaron los duendes flotando en el aire”. Creo que sin ningún lugar a dudas eso es lo que aconteció para este concierto de la Filarmónica. Primero, porque sorprendió muy gratamente el Director Invitado, Roberto Minczuk oriundo de Brasil, pero con estudios avanzados y vasta carrera desarrollada en el hemisferio norte (Fundamentalmente Estados Unidos y Alemania), de lo que se destaca  el haber sido cornista de la Filarmónica de Nueva York y de la Gewandhaus de Leipzig en tiempos de Kurt Masur, para luego seguir estudios de Dirección Orquestal con Eleazar de Carvalho y John Neschling en Brasil, y volver nuevamente a Estados Unidos y ser designado como Director Asociado de la Filarmónica de Nueva York. No cabe dudas de que ha hecho honor a semejantes antecedentes, Los aplausos que los propios instrumentistas de la Orquesta le tributaron luego de la interpretación de la Sinfonía de Rachmaninoff (de la misma manera que lo hicieran con Joshua Bell luego del Concierto de Saint-Saëns), son testimonio concluyente del respeto que consiguió de la agrupación y del nivel interpretativo que el conjunto evidenció  en toda la velada.

  Es interesante el preguntarse si esta particular sinfonía del gran creador Ruso debe o no integrar los atriles. Enfoco esta cuestión ya que si el año pasado le cupo esa pregunta a la versión ofrecida de la Décima de Mahler, de igual forma debería hacerse lo mismo con esta obra. Objeto de un estreno polémico, al  que muchos años después se le reconoció que gran parte de la responsabilidad de ese fracaso le cupo nada menos que a Alexander Glazunov, quien asumió la concertación en una de sus noches poco felices (los testimonios dicen que estaba alcoholizado), la partitura original fue virtualmente “cajoneada”, su autor viviendo en Estados Unidos, y solo un año después de su fallecimiento, fue recuperada a partir de las partes de Orquesta que se hallaron en la biblioteca del  Conservatorio de la entonces Leningrado (Hoy nuevamente San Petesburgo) y  del escrito para dos pianos para ser reconstruida a partir de esos materiales. ¿Será todo original?, ¿alguien habrá “metido mano”?. Sea como fuere, la versión fue estupenda,  con pleno sonido, momentos de estupendo lirismo y un ajuste orquestal de primera. Minczuk mostró sobrado oficio, comunicatividad con la orquesta y logró un empaste estupendo, lo que hizo que se disfrutara de la versión del primer al último compás.

  El Concierto comenzó con el verdadero “plato fuerte” que fue la nueva presentación de Joshua Bell entre Nosotros, para una imponente versión del Concierto Nº 3 de Saint-Saëns. La belleza y la pureza de su sonido, su técnica impecable, el extraer hasta el último detalle de escritura y el magnífico acompañamiento que recibió de Minczuk y la Orquesta, hizo de Esta una versión sencillamente memorable que perdurará por muchísimo tiempo entre los que tuvimos la fortuna de hallarnos presentes en la sala, al igual que quienes lo sintonizaron por Radio, o lo vieron por el “Streaming” del Teatro. Fue una magnífica demostración de talento, que tuvo correlato en el bis ofrecido, unas variaciones sobre “Yankee doo-doo” hechas a su medida y atacadas sin anuncio, por lo que nos quedaremos con las ganas de saber sin son de su autoría o de algún otro compositor.


Donato Decina  

jueves, 1 de septiembre de 2016

SENCILLAMENTE DESCOMUNAL

Teatro Colón: Actuación de la Orquesta Filarmónica de Israel, Dirección: Zubin Mehta. Solista: Lioba Braun (Mezzosoprano). Sección Femenina del Coro Estable del Teatro Colón, preparada por Miguel Martínez. Coro de Niños de Teatro Colón, Dirigido por César Bustamante. Programa: Gustav Mahler: Sinfonía Nº 3, “Sueño de una Mañana de Verano”. Abono Verde: 24 de Agosto de 2016.

  Hace ya seis lejanos años,  Zubin Mehta nos sorprendía cuando tanto en el ya fenecido Abono Bicentenario como al día siguiente para “Nuova Harmonía”, se despachó con dos Conciertos que fueron verdaderas clases magistrales de interpretación, en donde tuvimos el privilegio de escuchar la Sinfonía Nº1 de Mahler en versión de cinco movimientos, como una imponente Cuarta de Tchaickovsky, junto a la Filarmónica de Munich. Tres años después, al frente de la Filarmónica de Israel, una de las mas electrizantes Quintas de Mahler,   junto a una señorial Cuarenta Mozartiana, volvían a poner sobre el tapete el hecho de  que el gran Director Indio comenzaba a privilegiar la excelencia en las versiones que ofrece , por sobre un concepto mercantilista. Pues bien, en esta oportunidad,  y luego de disfrutar de la soberbia versión de la Tercera de Mahler, no solo ratifico la impresión, sino que digo que Mehta está atravesando una de las etapas mas felices y fructíferas de toda su trayectoria profesional. Un enfoque muy profundo, exposición de temas con tiempos muy personales, pero también muy bienvenidos. Resaltar las secciones con brillo y sin rimbombancia. Belleza de sonido orquestal. Detalles de un refinamiento interpretativo que pasan ahora a ser constantes en cada visita. Una Orquesta con un ajuste impresionante en todas sus secciones, y de allí, un primer movimiento expuesto hasta el último detalle. Cornos homogéneos. Percusión muy bien llevada y contenida al máximo. Trombones de un sonido corpóreo. Cuerda y vientos magníficos. Trompetas de primera. El segundo movimiento solo puede calificarse como la exaltación de la belleza. Trazó una paleta de color absoluta,  y en el tercero, con un “tempi” ágil y sumamente dinámico, el Postillón fuera de escena tuvo también su lucimiento.

  Una voz interesante ha sido la de Lioba Braun, quien cantó con buen fraseo y musicalidad las partes asignadas en los movimientos cuarto y quinto. Muy solvente en lo suyo, ayudada por un Director que le extrajo a la Orquesta hasta el último detalle. Y muy eficaces también las secciones locales convocadas. Las voces femeninas, como el Coro de Niños lucieron a tono con el compromiso en el “Bimm-Bamm” del “Cuerno Mágico de la Juventud”.

  El cierre le cupo a un imponente “Adagio”, que tuvo todo: canto, sentimiento y emotividad. Una ovación impresionante premió la labor. Varias salidas a escena, y la música flotando por todos los rincones del Colón. Una noche que quedará por siempre entre las mas grandes de la sala, casi inmediatamente al lado de aquella del debut de la Filarmónica de Berlín con Abbado. No demore mucho en volver Maestro, aquí siempre es bienvenido y necesitamos mucho de su sabiduría.



Donato Decina
Y EL CICLO CULMINO DE UN TIRON

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Enrique Arturo Diemecke. Solístas: Natasha Binder, Sergio Tempo,  Karin Lechner (Piano) Programa: Ludwig Van Beethoven: Conciertos para Piano y Orquesta Nºs. 2 en Se bemol mayor, Op.19; 3 en Do menor, Op. 37,  y 5 en Mi bemol mayor, Op. 73 “El Emperador”. Teatro Colón, 25 de Agosto de 2016.

  Y luego del “Cielo” alcanzado la noche anterior con Zubin Mehta y la Filarmónica de Israel, la realidad y el reencuentro con la Filarmónica de Buenos Aires a lejano mes y medio de la última presentación en el Colón. Deberá pensarse seriamente al momento de asignársele las fechas correspondientes a los conciertos de abono,  el evitar semejantes baches entre fecha y fecha, mas allá de los eventos internacionales que engalanaron la sala durante ese período,  y que hacen que el público abonado pierda el contacto, y mucho mas quienes son abonados no solo a la Filarmónica, sino también a estos eventos organizados por el Colón y las instituciones privadas, con lo cuál, hasta se pierde memoria auditiva y al reencontrarse con la Orquesta, el choque es violento. Independientemente  de que la actual sea una de las etapas mas brillantes en la historia de la agrupación, hay sustanciales diferencias de sonido con los grupos visitantes y ese debe ser el punto a atacar.

  Luego de escuchada íntegramente la sesión, la sensación que tengo es que resultó toda una desmesura el confiar tres de los conciertos al eje  Lechner-Tiempo-Binder,  y que los tres conciertos se interpretaran en una misma noche. Solo uno o tres interpretes de verdadera imponencia pueden hacerlo así, este no ha sido el caso.

  La primera en ingresar al escenario, fue la joven Natasha Binder, ya con dieciséis años, para abordar el Concierto Nº2. Tuve la sensación de que se la está sobre-exigiendo en demasía. Su toque es aún impreciso, hubo notas demás, digitación por momentos muy acelerada (Si se me permite una humorada: daría la impresión que tocaron el timbre de la casa de al lado para recibir asesoramiento de la Argerich en ese tema) y carencia de profundidad interpretativa. No hablamos ya de una niña. Es una adolescente, y a esta altura de sus años, no menos de dos de los últimos y mas jóvenes alumnos de su recordado bisabuelo (Antonio de Raco), tenían bien definida su personalidad interpretativa.

  Luego fue el turno de Sergio Tiempo, quien acometió el Concierto Nº3. Mucha fuerza y  fuerte personalidad para acometerlo. Tuvo los momentos mas interesantes de toda la noche, y su entendimiento con Diemecke fue completo.

  El cierre fue a cargo de Karin Lechner con “El Emperador”, objeto de una prolija interpretación, que al menos no desentonó y también tuvo un correcto ida y vuelta con la Orquesta, la que a lo largo de la noche lució prolija y bien ajustada. Solo eso.

   Pareció excesivo. De cualquier manera luego de esta “Ráfaga”, quedará para el recuerdo de este ciclo la imponente versión de Philippe Entremont del Nº 1, que fue lo mas alto. Habrá que repensar como preparar mejor estos esfuerzos.

   

Donato Decina

martes, 30 de agosto de 2016

UNA DIGNA “TOSCA” PARA RECORDAR A UN GRAN ARTISTA AL QUE POR CIERTO SE LO EXTRAÑA

Teatro Colón: “Tosca”, Opera en Tres actos con música de Giacomo Puccini, libreto de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa, basado en la obra de teatro homónima de Victorien Sardou. Intérpretes: Eva María Westbroek (Floria Tosca), Marcelo Alvarez (Mario Cavaradossi), Carlos Alvarez (Barón Vitelio Scarpia), Sergio Spina (Spoletta), Fernando Grassi (Sciarrone),  Mario de Salvo (Cesare Angelotti), Luis Gaeta (Sacristán), Carlos Esquivel (carcelero), Julieta Unrein (Pastor). Reposición de la Puesta año 1992 de Roberto Oswald, a cargo de Anibal Lápiz (Dirección Escénica y Vestuario), Christian Prego (Escenografía) y Rubén Conde (Iluminación). Coro Estable del Teatro Colón: Dirigido por Miguel Martínez. Coro de Niños del Teatro Colón: Dirigido por César Bustamante. Orquesta Estable del Teatro Colón: Dirección de Orquesta y Concertación: Carlos Vieu. 23 de Agosto de 2016.

  Con el anuncio, a fines del pasado año, de la temporada actual, todos los comunicadores musicales pusimos el ojo en la reposición de esta producción ampliamente conocida de Roberto Oswald, no solo por la categoría que el trabajo tuvo desde su primera presentación hace ya largos 24 años, sino por la importancia del elenco conformado, con un trío protagónico de nivel internacional, del que sobresalía la vuelta al Colón de  Marcelo Alvarez luego de inexplicables 19 años tras su presentación sin que se lo haya convocado nuevamente.  Si bien es gratísimo poder volver a disfrutar de un trabajo que recibió a cada momento unánimes elogios, el hecho que una de las últimas puestas que  de Oswald haya sido aquel “Falstaff” a medio presentar por los conflictos gremiales desatados por aquella época de realización, mueve a que en mi pensamiento ronde la idea de que ese trabajo debía ser repuesto, mas allá que se haya representado el título verdiano hace dos años atrás, teniendo en cuenta también la endeblez que la nueva presentación escénica tuvo (a pesar del formidable Ambroggio Maestri).

  La reposición tuvo en Anibal Lápiz (Con quien Oswald conformó una dupla inolvidable), a su Director Escénico, a Christian Prego (quien se sumó en los últimos años a la dupla de creadores), como encargado de la reposición escenográfica y a Ruben Conde como repositor de la iluminación. Técnicamente irreprochable en todo sentido. La magnificencia volvió a rondar por el  escenario y los nostálgicos estuvieron de parabienes. En cuanto a la marcación escénica, se extrañaron muchos detalles que el gran artista argentino siempre señaló: En el segundo acto, el ruido de grilletes que golpeaban contra el piso fuera de escena, tanto previa como posteriormente al momento de la tortura del pintor. En el Tercer acto, Floria ingresa con Spoletta, quien la deja junto a Cavaradossi, pero en el original, el fiel colaborador de Scarpia se mantenía junto a los oficiales conversando hasta la hora de la ejecución, simulando ante Floria que el juego estaba plenamente vigente. Acá no se lo vio. Pero por sobre todas las cosas, dio la impresión que se apoyó en los cantantes dejándolos hacer en la resolución de escenas,  y entonces se vio por ejemplo a un estático Scarpia decirle “Usted No” a Tosca, cuando intenta seguir a Cavaradossi luego del “Vitoria” y los esbirros se lo llevan para ejecutarlo, sin ningún movimiento que resalte el sentido.  Por lo demás, los desplazamientos de masas, las marcaciones a los interpretes co-primarios y lo que hace a la reposición de iluminación de Ruben Conde, se resolvieron de manera eficaz. Los dos Coros Estables del Teatro, el de Mayores y el de Niños, actuaron con corrección, faltó mayor énfasis y mayor fuerza en el canto final del Tedeum que cierra el primer acto. La concertación de Carlos Vieu mostró un avance respecto de la que escucháramos hace casi dos años atrás en La Plata. Los tiempos fueros mas ajustados y el rendimiento del conjunto fue satisfactorio, empero, estuvo muy pendiente de los cantantes protagónicos, sobre todo en lo que hace al fraseo,  por lo cual,  cierto letargo sobrevoló en algunos pasajes, cosa que,  entiendo,  debió evitar. También, al igual que    los coros, hubiera sido aconsejable un mayor énfasis y mas fuerza en el “Tedeum”, pero como ya veremos luego, Scarpia por momentos era poco audible, es probable que se haya sacrificado fuerza y fervor, para facilitar al protagonista del momento su cometido.

   Vamos a lo vocal desde los roles mas chicos a los mayores. Simpática intervención tuvo la niña Julieta Unrein (integrante del Coro de Niños), cantando (probablemente desde la araña) el rol del Pastor. Luís Gaeta estuvo correcto como el Sacristán. En cambio, debió haber existido una distinta asignación de roles en cuanto a Angelotti y el Carcelero, ya que Carlos Esquivel está mas para el primer rol y a Mario de Salvo se lo escucharía mas cómodo en este último. Correcto Sciarrone fue Fernando Grassi e impecable Spoletta ha sido Sergio Spina, con la solvencia, tanto vocal como actoral, que siempre se le reconoce.


   En cuanto a los protagonistas, Carlos Alvarez fue un correcto Scarpia. Mas allá de que en el mencionado “Tedeum” la Orquesta lo sobrepasó, vocalmente lució en buena forma. Actoralmente fue el mayor déficit, demasiada sobriedad cuando, sobre todo en el segundo acto, debe aparecer mas apasionado y,  antes de ser apuñalado, mostrando toda su lascivia.

   Marcelo Alvarez tuvo bello timbre, correcto canto, pero también una actuación por momentos desbocada. Algún pasaje sobreactuado conspiró contra una actuación que venía siendo de lo mejor.

   Eva María Westbroek, asumió el protagónico. Tuvo un muy buen primer acto. A partir del segundo acto su actuación se fue diluyendo hasta caer en una lectura “plana”, casi como pasando letra. El “Vissi d’arte” no pasó de la corrección, manteniendo esa “tesitura” hasta el final.

   Oswald merece, sin dudas, este y muchos otros homenajes, es muy válida la intención y la próxima, que sea con todos los detalles como a El le gustaba.


Donato Decina

VENGEROV: CALIDAD INDISCUTIBLE

Mozarteum Argentino: Recital a cargo de Maxim Vengerov (Violín), acompañado por Roustem Saitkoulov (Piano). Programa: Franz Schubert: Sonata para Violín y Piano en La mayor D.574 “Gran Dúo”; Ludvig Van Beethoven: Sonata para Violín y Piano Nº 7 en Do menor, Op.30 Nº 2 “Eroica”; Maurice Ravel: Sonata para Violín y Piano Nº 2 en Sol mayor; Heinrich Wilhelm Ernst: Variaciones sobre “La Ultima Rosa del Verano” (Nº 6 de los “Seis estudios polifónicos para Violín solo”); Niccoló Paganini: Cantábile para Violín y Piano, en Re mayor Op. 17, “I Palpiti” (Introducción y variaciones para Violín y Piano sobre un tema de “Tancredi” de Rossini), Op. 13. Teatro Colón, 18 de Agosto de 2016.

   Cada vez que Maxim Vengerov se presenta entre Nosotros se genera una lógica expectativa acerca de su actuación, el rendimiento y nivel de la misma. Luego de su visita de hace un año para la otra entidad organizadora de grandes conciertos, en la que fue solista de una obra China para Violín y Orquesta (la que claramente tuvo sabor a poco), retornó ahora merced a los oficios del Mozarteum, reiterando esa impecable asociación Camaristica con Roustem Saitkoulov, el muy buen pianista Ruso a quien ya apreciáramos anteriormente. La programación ofrecida mostró ingredientes atractivos, como los de la primera parte, con la Sonata “Gran Dúo” de Schubert y la “Otra” “Eroica” de Beethoven, también muy poco ofrecida en este tipo de conciertos. Desde ya que siempre es bienvenida la “pirotecnia” (como en el caso de las obras de Ernst [para Violín solo] y de Paganini) y, de la misma forma, saber como realizarían la Sonata de Ravel, de clara influencia “Jazzística”, por lo que fue mucha la avidez con la que concurrí, saliendo absolutamente gratificado del Teatro,  ya que correspondieron con creces a las obras abordadas.

   La Sonata de Schubert fue expuesta con un enfoque muy intimista, sonido absolutamente limpio por parte de ambos y momentos de sutilezas admirables. Saitkoulov no se limita al rol de mero acompañante, por el contrario, también expone su buena técnica  y demostró su talento para la interpretación, cualidades que quedaron de manifiesto en forma constante durante toda la velada.

  La otra “Eroica”, es decir, la Sonata para Violín y Piano Nº 7 de Beethoven, también fue objeto de una versión formidable. Plena de energía, de entrega y apasionamiento, tuvo en ambos a los interpretes ideales. Allí Vengerov comenzó a crecer, hasta alcanzar cumbres en cada una de las obras abordadas.

   Ingresando en la segunda parte, la magnífica combinación de Sutileza y desparpajo, tal la propuesta de la Sonata Nº2 para Violín y Piano de Ravel. El movimiento central, en tiempo de “Blues”, nos mostró a un Vengerov exquisito y a un un  Saitkoulov que de ninguna manera se quedó atrás.

  Un “Volver a Vivir”, ha sido para el interprete Ruso el ofrecer las variaciones sobre “La Ultima Rosa del Verano” de Ernst, obra con la que de muy joven (12 años) ganara el concurso internacional “Tchaickovsky” para su instrumento. Allí Vengerov hizo gala de todo su arsenal interpretativo, cautivando aún mas al público (por si hacía falta), el que estalló en una ovación intensa, saludando el resultado.

  El cierre formal le cupo a dos obras de Paganini (el que no podía faltar de ninguna manera), el Cantábile para Violín y Piano, en donde ambos interpretes se “florearon” y luego “I Palpiti”, en base a variaciones sobre un tema de la ópera “Tancredi” de Rossini, que enfervorizó a los asistentes, los que se vieron recompensados con cuatro bises de maravillosa factura, dos de Fritz Kreisler: “Caprice” y “El Tambor”. “Vocalise”, de Serguei Rachmaninoff y  una inolvidable versión de la Danza Húngara Nº 5 de Brahms, que puso broche de oro a una noche inolvidable.  


Donato Decina

sábado, 6 de agosto de 2016

ENTREVISTA

Iréne Theorin: "La ópera tiene futuro si se moderniza"

La soprano Iréne Theorin en el Liceo de Barcelona ANTONIO MORENO
  • JAVIER BLÁNQUEZ

Cuando finalizaron las representaciones en el Liceu de Götterdämmerung[El ocaso de los dioses], el pasado mes de febrero, un sector del público obsequió a Iréne Theorin con una lluvia de octavillas en las que se leía: "Eres nuestra nueva reina wagneriana". Tras una Tetralogía colosal en la que había afrontado el exigente papel de Brünnhilde, la soprano sueca había conquistado Barcelona, una de las plazas sagradas de la fe en Wagner, confirmando así lo que en los círculos operísticos se sospecha desde hace tiempo: ella no es otra más que la heredera de valquirias históricas como Kirsten Flagstad y su paisana Birgit Nilsson.
Pero Iréne Theorin no es sólo una especialista wagneriana -y, por extensión, en Strauss-. Su repertorio, rico en Isoldas y Elektras, siempre ha tenido un pie en la ópera italiana, y considera un placer único haber cantado a Turandot -papel también de fuerza, pero más lírico- en más de 100 ocasiones. Volverá a hacerlo hoy y el próximo lunes en el Festival Castell de Peralada, en una nueva producción dirigida por Mario Gas en la que se estrenará en España con el papel más cruel de Puccini.
¿Le cuesta mucho cantar 'Turandot' después de un papel wagneriano?
La técnica de canto es muy similar, así que no es tan difícil. Tiene la ventaja de que es un papel más breve, pero requiere igualmente disciplina. La voz está subiendo y bajando todo el tiempo, si no sabes lo que estás haciendo te destroza.
El público aficionado a Puccini suele odiar a la princesa Turandot. Comparada con Tosca o Butterfly, su empatía es tirando a nula...
Tienes razón. Hasta hace no mucho ni siquiera era consciente de esa rabia que le tiene la gente. Se dice que es una mujer de hielo, cruel, pero yo no creo que sea así.
¿Cómo es Turandot, entonces?
Yo la veo como una mujer asustada. Desde el comienzo de la ópera sabe que se ha enamorado. Le aterra el amor, y por eso hace todo lo posible para que no triunfe. Pone barreras continuamente.
¿Cómo se siente cantar papeles italianos, al estar tan estrechamente relacionado con la ópera alemana?
Lo disfruto mucho, pero no lo hago tanto como a mí me gustaría. Casi todo lo que canto es Wagner, seguramente porque soy rubia y grande y doy el perfil del tipo de mujer con el que asociamos a Brünnhilde. Parece que, sólo porque seas grande y rubia, no puedas hacer nada más. Tampoco quiero apoderarme de todo el repertorio de Verdi o Puccini, pero quiero cantar más ópera italiana y sé que puedo hacerlo.
¿Qué papeles le atraen más?
Tengo en mi repertorio a Santuzza, de Cavalleria rusticana. La estuve cantando no hace mucho en Rusia. A mi mánager siempre le pido que me busque más producciones de Andrea Chénier o de La Gioconda. El problema es que los directores de los teatros prefieren tenerme en papeles wagnerianos. y no tengo control absoluto sobre esas decisiones.
¿Ni siquiera siendo una de las sopranos más celebradas de los últimos años?
Tengo más poder para decidir qué es lo que no quiero hacer que lo que quiero hacer. Hace poco me propusieron que cantara Abigaille, enNabucco, pero hace años que decidí que no cantaría más esa ópera. A veces siento nostalgia, me digo que sí, pero vuelvo a repasar la partitura y... Yo ya no puedo cantar eso. Debo concentrar mi esfuerzo allí donde pueda dar el máximo. Si tuviera más tiempo para perfeccionar nuevos papeles, me encantaría adentrarme en Janacek y cantar Jenufa. Pero debo renunciar, hay cantantes que lo harán mucho mejor que yo.
¿Cómo es la presión que soporta una soprano como usted?
Antes de salir al escenario, siempre siento el vértigo. A veces tengo una gran ansiedad, y miedo a no dar el máximo. Cada noche debe ser mejor que la anterior. Si vas a menos, es el principio del fin. Pero tampoco hay que arriesgar de manera insensata. Fuerzo mis límites sólo hasta donde puedo, escucho muy bien a mi cuerpo, hay que saber descansar bien. Me encanta ver televisión mala, tirada en un sofá.
Usted tiene un perfil muy activo en Facebook, y se comunica con sus fans a través de las redes sociales. ¿Cree que es importante que la ópera explore esos canales?
Fui muy reticente a entrar en Facebook, y ahora me arrepiento de no haberlo hecho antes. Me preocupaba no poder separar mi vida privada y mi actividad pública. En mi Facebook no sale mi familia, en ese aspecto soy protectora. Pero también necesitaba abrirme más como persona, conectar con otra gente, y está siendo bueno para mi carrera.
Muchos fans de la ópera han descubierto, precisamente gracias a sus 'selfies', que tiene tatuajes, algo poco habitual en este mundillo.
¡No soy la única! Entre los cantantes de ópera hay muchos tatuajes, sólo que se tiende a esconderlos. Los hombres se tatúan más que las mujeres. Yo me tatué hace tiempo, de hecho la rosa que tengo en el pecho necesita un repaso, se le está yendo la tinta. Pero no la enseñé hasta hace relativamente poco, porque lo peor que te puede pasar es que el público lo banalice y te conozcan como "la soprano con tatuajes". Primero mejoré mis notas agudas, y luego vinieron los tatuajes.
Hay quien lo ve como una buena forma de acercar la ópera a otros públicos, sobre todo a los jóvenes.
Sí, da sensación de normalidad. Es importante que la gente comprenda que esto no es nada difícil, que no hay que tener conocimientos profundos, ni vestir de cierta manera. Los jóvenes también pertenecen a este mundo. Yo nací en una familia pobre, soy del sur de Suecia, de una zona rural. En teoría, debería estar excluida, y aquí estoy.
¿La ópera tiene futuro?
Sin duda, pero tienen que cambiar algunas cosas. Hay que seguir modernizando las producciones para que venga público nuevo, y si es joven mejor. Y hablarles con un lenguaje que entiendan. Yo no estoy en Facebook para cambiar nada, pero creo que el mensaje está claro: "soy una persona normal que está haciendo algo bello". ¿No suena tentador?

lunes, 1 de agosto de 2016

«Cuando subo al escenario me doy cuenta de que es una vez menos»

Entrevista a Josep Carreras, tenor

Publicado: 20:10 - 31/07/2016



- Echando un vistazo a su carrera, ¿qué ve cuando mira hacia atrás?
- Siento mucha gratitud por todo lo que mi profesión me ha dado y sobre todo por lo que el público me ha dado. Me considero una persona muy afortunada por tantos motivos y en tantos aspectos… Soy un hombre muy satisfecho por todo lo que he podido hacer durante todos estos años.
 
- ¿Tiene la misma ilusión que cuando empezó?
- Posiblemente tengo incluso más. Cada vez que ahora subo al escenario me doy cuenta de que es una vez menos. Cuando uno tiene treinta años el futuro le parece prácticamente infinito, en cambio ahora, yo siempre tengo el pensamiento cuando estoy subiendo al escenario, de que tengo una vez más la posibilidad de subir, de cantar para el público. Pero al mismo tiempo tengo el pensamiento de que esto se va acabando, por lo que aún me hace más ilusión.
 
- ¿Qué le impulsa a seguir trabajando?
- Yo creo que una de las grandes fuerzas para las personas en la vida es que tu trabajo sea vocacional. El hecho de desarrollar tu actividad profesional en torno a algo profesional es verdaderamente un lujo. Para mí, cantar representa la posibilidad de expresarme y comunicarme con los demás. Soy feliz cuando tengo la posibilidad de cantar.
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- “Un ballo in Maschera” es una obra que, si no tengo mal entendido, ha llegado a interpretar unas 50 veces en un año, durante 10 años. Es la única que no interpretado en el Liceo, ¿se debe a algún motivo en concreto?
- Al contrario. A mí me hubiera encantado, pero nunca se dieron las circunstancias adecuadas por diferentes fechas, por diferentes posibilidades de tener compañeros al lado que me hubiera gustado tener… En fin, por temas puramente artísticos y profesionales.
 
- ¿Por qué dejó de interpretarla?
- Creo que un artista debe conocer sus posibilidades pero también sus límites. Si yo hoy en día afrontara una ópera como “Un Ballo in Maschera” no la cantaría igual que hace treinta años, por lo que creo que es mejor vivir un poco del recuerdo y no arriesgar lo que podría ser una performance no a la altura de las de entonces.
 
- ¿Puede hablarme de su experiencia de cantar junto a Plácido Domingo y Luciano Pavarotti?
- No hay duda de que a nivel profesional y artístico fue una experiencia magnífica. Poder compartir escenario con dos de los tenores más grandes de la historia de la ópera para mí fue un momento muy especial. Formar parte de esta posibilidad de cantar los tres en el escenario fue para mí muy enriquecedor a nivel profesional. A nivel personal aún más. Tengo que decir que ya lo éramos, pero después de estas experiencias juntos, ensayos, conciertos, viajes…, nuestra amistad se fue fortaleciendo, y eso hacía que no solamente fuera un momento a nivel profesional magnífico, sino también un momento personal enriquecedor.
 
- ¿Qué le ha aportado a usted la música?
- Diría que casi todo. A nivel profesional me considero una persona muy afortunada y a nivel personal la música , a parte de la familia y las personas que quiero, es probablemente el sentimiento más fuerte que he tenido en la vida. Además hay un tipo de música para cada ocasión, para cada estado de ánimo y cada sentimiento; no porque yo sea un cantante clásico dejo de escuchar otro tipo de música. Creo que la música es una de las cosas en la vida que más satisfacción nos da.
 
- El 4 de agosto actúa en Cambrils, ¿puede avanzarnos algo sobre la actuación?
- Será un programa con Sabina Puértolas, que es una soprano magnífica y la Orquestra Arts Simphony Ensemble. Haremos un repertorio que creo que es el adecuado para este tipo de conciertos al aire libre y esperamos que sea el tipo de concierto que guste al público, con un repertorio variado, que va desde la ópera a la canción italiana y la canción catalana también.
 
- ¿Qué busca transmitir al público cuando actúa?
- Emociones. Las que yo siento cuando tengo la posibilidad de cantar. Creo que esta es la «misión» del artista. No solamente del músico o cantante, sino también de cualquier artista

PERFIL

Tenor desde hace más de 40 años, ocupa uno de los lugares privilegiados en el mundo de la música. Ha cantado la mayoría de partes para tenor del gran repertorio operístico, sobre todo italiano y francés.
Desde 1988 preside la Fundación Internacional Josep Carreras para la Lucha contra la Leucemia.
El próximo 4 de agosto actúa en el Parc del Pinaret de Cambrils en el 42 Festival Internacional de música
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