SOBRE "OPERA CLUB"
ÓPERA CLUB es un emprendimiento que nace el 17 de noviembre de 1990 a partir de un programa emitido por Radio Cultura. Este programa tuvo características muy especiales que lo transformaron, casi de inmediato, en el de mayor audiencia en su género.
Por primera vez se trataba el tema operístico con un absoluto desapego a las formas tradicionales de acartonamiento y solemnidad. Quedó en claro desde un principio que se trataba de un programa de ópera y no de cantantes –de estos últimos se ocupaba la mayoría-. Procedimos a lo que nuestro locutor de entonces (Mario Keegan) dio en llamar “derribando mitos” -desmitificar leyendas, anécdotas o lisas y llanas mentiras que con los años se convirtieron en falsas verdades-. Seguimos muy de cerca toda la actividad musical de Buenos Aires y La Plata poniendo muy especial énfasis en la promoción de los intérpretes jóvenes que estaban haciendo sus primeras armas –en la mayoría de los casos a puro pulmón- aunque sin descuidar las grandes figuras nacionales e internacionales que nos visitaban. Por último, el formato horario de cuatro horas nos permitió tratar amplia y distendidamente diferentes temas en un sólo programa desarrollado a través una conversación sin planificación previa entre dos a cinco co-conductores.
Todo esto nos puso en el primer lugar durante poco más de diez años. Diversos problemas –fundamentalmente económicos y de necesidades de programación de la radio- nos fueron acortando la duración y concluímos transmitiendo una hora a la medianoche del sábado. De esta manera fuimos perdiendo, junto con audiencia, nuestras características distintivas.
A partir de septiembre de 2012 nos mudamos a Radio Amadeus Cultura Musical recuperando nuestro formato original e intentando, de a poco y con mucho esfuerzo de todo tipo, retomar nuestro puesto de liderazgo –tarea nada fácil, por otra parte-.
Comencé diciendo que ÓPERA CLUB es un emprendimiento que nace a partir de un programa de radio. Esto es porque no es sólo un programa de radio –o, mejor dicho, el programa es casi como un pretexto-, sino un modo de unir a los oyentes tras un objetivo superior en común. El verdadero protagonista del programa no son ni los cantantes ni la música, son los oyentes –sus destinatarios y razón de ser-. Es por eso que los llamados telefónicos o mails son fundamentales para la concreción de lo que sale al aire. La audición es una excusa para que nos comuniquemos, nos conozcamos y podamos realizar y armar el programa y las actividades en forma conjunta.
Siempre me ha preocupado la incomunicación y soledad que aquejan a nuestra sociedad de manera cada vez mayor desde la segunda postguerra. Esta idea de nuclearnos bajo un interés u objetivo común es, para mí, un medio para paliar este terrible mal. Para esto, además del programa –y en lo personal más importante- son las diversas actividades que hemos venido realizando –con menor o mayor frecuencia- durante los últimos veintitrés años: encuentros, charlas, recitales, conferencia-debates, intercambio de material y, fundamentalmente, exhibición de videos (hoy DVDs) de diversas funciones operísticas –recuerdo con especial cariño el ciclo multitudinario que realizamos en el Centro Cultural General San Martín colmando ampliamente la capacidad plena de la Sala AB-. También estas actividades se vieron notablemente disminuídas con la anteriormente citada decadencia del programa –al que están intrínsecamente unidas-.
En esta nueva etapa muchas son las esperanzas y muchos los proyectos. La idea de congregarnos bajo nuestro amor a la ópera es, vuelvo a repetirlo, sólo un pretexto para encontrarnos virtual o realmente, tanto en nuestra relación comunicador-oyente como en forma personal. Este sitio, el Facebook y, en un futuro muy próximo, el Twitter serán nuestras herramientas virtuales a utilizarse en forma dinámica. Queremos crear un foro de debate y discusión a través del que no sólo hablemos de lo que nos gusta sino que intercambiemos ideas sobre políticas culturales. Necesitamos ampliar horizontes y promover los valores estéticos y culturales en los que se basan las obras de arte. De esta manera, a través de estos valores y del intercambio de ideas, iremos creciendo como personas y ayudando a crecer a nuestro entorno. Recordemos que los grandes cambios se producen, en general, a partir de los pequeños cambios individuales.
En cuanto al programa en sí mismo, posee una dinámica que va haciéndose cada vez más participativa –ya hemos desarrollado algunos temas propuestos por ustedes y esperamos una participación cada vez mayor-, poseemos también una enorme discoteca –probablemente la más grande de nuestro medio- con una cantidad de grabaciones que está muy holgadamente en la cantidad de cinco cifras y que abarca desde los primeros cilindros hasta las últimas funciones efectuadas en el mundo –a veces el mismo día de la emisión-, presentamos a las grandes figuras que nos visitan y hacemos una fuerte promoción de lo que están preparando los distintos grupos que han aparecido fuera del marco de los teatros oficiales y que es en donde realmente se encuentra el futuro.
La ópera es el centro pero no nos cerramos en ella. Abarcamos también los demás géneros vocales (opereta, zarzuela, oratorio, canción de cámara, sinfónico-vocal) y estamos, aún tímidamente y en muy pequeñas dosis, abriéndonos a todo el espectro de la música clásica (o académica –término que no me gusta pero al que adhiere muchísima gente-) En cuanto al período de lo que difundimos, es amplísimo y sin reservas ya que vamos desde la música medieval hasta las últimas manifestaciones de vanguardia.
En síntesis, estamos buscando crecer a partir del debate y la interacción. Considero que la relación estática con un oyente pasivo ya no es aceptable y pertenece a un tiempo que ya fue –no estoy valorizando, sólo presentando un hecho-. El piso de este proyecto es el que estamos transitando. El techo quisiera creer que no tiene límites (una sede propia, una emisora....).
Entre todos podemos lograrlo. Esto intenta ser un verdadero Club y les pido que se unan. Les garantizo que el crecimiento y el gozo serán ampliamente satisfactorios.
Dr. Roberto Luis Blanco Villalba
UNA CREACION DE ROBERTO BLANCO VILLALBA
martes, 30 de agosto de 2016
sábado, 6 de agosto de 2016
ENTREVISTA
Iréne Theorin: "La ópera tiene futuro si se moderniza"
- ¿Le cuesta mucho cantar 'Turandot' después de un papel wagneriano?
- La técnica de canto es muy similar, así que no es tan difícil. Tiene la ventaja de que es un papel más breve, pero requiere igualmente disciplina. La voz está subiendo y bajando todo el tiempo, si no sabes lo que estás haciendo te destroza.
- El público aficionado a Puccini suele odiar a la princesa Turandot. Comparada con Tosca o Butterfly, su empatía es tirando a nula...
- Tienes razón. Hasta hace no mucho ni siquiera era consciente de esa rabia que le tiene la gente. Se dice que es una mujer de hielo, cruel, pero yo no creo que sea así.
- ¿Cómo es Turandot, entonces?
- Yo la veo como una mujer asustada. Desde el comienzo de la ópera sabe que se ha enamorado. Le aterra el amor, y por eso hace todo lo posible para que no triunfe. Pone barreras continuamente.
- ¿Cómo se siente cantar papeles italianos, al estar tan estrechamente relacionado con la ópera alemana?
- Lo disfruto mucho, pero no lo hago tanto como a mí me gustaría. Casi todo lo que canto es Wagner, seguramente porque soy rubia y grande y doy el perfil del tipo de mujer con el que asociamos a Brünnhilde. Parece que, sólo porque seas grande y rubia, no puedas hacer nada más. Tampoco quiero apoderarme de todo el repertorio de Verdi o Puccini, pero quiero cantar más ópera italiana y sé que puedo hacerlo.
- ¿Qué papeles le atraen más?
- Tengo en mi repertorio a Santuzza, de Cavalleria rusticana. La estuve cantando no hace mucho en Rusia. A mi mánager siempre le pido que me busque más producciones de Andrea Chénier o de La Gioconda. El problema es que los directores de los teatros prefieren tenerme en papeles wagnerianos. y no tengo control absoluto sobre esas decisiones.
- ¿Ni siquiera siendo una de las sopranos más celebradas de los últimos años?
- Tengo más poder para decidir qué es lo que no quiero hacer que lo que quiero hacer. Hace poco me propusieron que cantara Abigaille, enNabucco, pero hace años que decidí que no cantaría más esa ópera. A veces siento nostalgia, me digo que sí, pero vuelvo a repasar la partitura y... Yo ya no puedo cantar eso. Debo concentrar mi esfuerzo allí donde pueda dar el máximo. Si tuviera más tiempo para perfeccionar nuevos papeles, me encantaría adentrarme en Janacek y cantar Jenufa. Pero debo renunciar, hay cantantes que lo harán mucho mejor que yo.
- ¿Cómo es la presión que soporta una soprano como usted?
- Antes de salir al escenario, siempre siento el vértigo. A veces tengo una gran ansiedad, y miedo a no dar el máximo. Cada noche debe ser mejor que la anterior. Si vas a menos, es el principio del fin. Pero tampoco hay que arriesgar de manera insensata. Fuerzo mis límites sólo hasta donde puedo, escucho muy bien a mi cuerpo, hay que saber descansar bien. Me encanta ver televisión mala, tirada en un sofá.
- Usted tiene un perfil muy activo en Facebook, y se comunica con sus fans a través de las redes sociales. ¿Cree que es importante que la ópera explore esos canales?
- Fui muy reticente a entrar en Facebook, y ahora me arrepiento de no haberlo hecho antes. Me preocupaba no poder separar mi vida privada y mi actividad pública. En mi Facebook no sale mi familia, en ese aspecto soy protectora. Pero también necesitaba abrirme más como persona, conectar con otra gente, y está siendo bueno para mi carrera.
- Muchos fans de la ópera han descubierto, precisamente gracias a sus 'selfies', que tiene tatuajes, algo poco habitual en este mundillo.
- ¡No soy la única! Entre los cantantes de ópera hay muchos tatuajes, sólo que se tiende a esconderlos. Los hombres se tatúan más que las mujeres. Yo me tatué hace tiempo, de hecho la rosa que tengo en el pecho necesita un repaso, se le está yendo la tinta. Pero no la enseñé hasta hace relativamente poco, porque lo peor que te puede pasar es que el público lo banalice y te conozcan como "la soprano con tatuajes". Primero mejoré mis notas agudas, y luego vinieron los tatuajes.
- Hay quien lo ve como una buena forma de acercar la ópera a otros públicos, sobre todo a los jóvenes.
- Sí, da sensación de normalidad. Es importante que la gente comprenda que esto no es nada difícil, que no hay que tener conocimientos profundos, ni vestir de cierta manera. Los jóvenes también pertenecen a este mundo. Yo nací en una familia pobre, soy del sur de Suecia, de una zona rural. En teoría, debería estar excluida, y aquí estoy.
- ¿La ópera tiene futuro?
- Sin duda, pero tienen que cambiar algunas cosas. Hay que seguir modernizando las producciones para que venga público nuevo, y si es joven mejor. Y hablarles con un lenguaje que entiendan. Yo no estoy en Facebook para cambiar nada, pero creo que el mensaje está claro: "soy una persona normal que está haciendo algo bello". ¿No suena tentador?
lunes, 1 de agosto de 2016
«Cuando subo al escenario me doy cuenta de que es una vez menos»
Entrevista a Josep Carreras, tenor
PERFIL
viernes, 22 de julio de 2016
MÚSICA DEL SIGLO XX DESDE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
INTRODUCCIÓN.
Con todas las precauciones derivadas de la falta de perspectiva histórica podemos distinguir dos fases muy diferentes acaecidas en la música a partir de la segunda guerra mundial: Una primera fase (1950--70), de un radicalismo extremado y de exploración de mundos musicales radicalmente distintos de todo lo anterior, dominada por cuatro tendencias: serialismo integral, música concreta, música aleatoria y música electrónica. Todas ellas nacen de alguna manera en el serialismo practicado en la joven escuela de Darmstadt (1946). En contra de esta corriente mayoritaria algunos compositores intentaron seguir los caminos, ya un poco agotados, que habían trazado los neoclásicos, tratando de conservar los esquemas tonales y modales. La separación entre público normal y música contemporánea nunca fue tan tajante como en esta época. El público culto dio la espalda a esta forma tan radical de hacer música y se volvió claramente hacia músicas menos revolucionarias y más consoladoras. La música contemporánea de vanguardia se encerró en círculos ensimismados y elitistas, viviendo no del público sino de la subvención otorgada por nuevos mecenas públicos o privados. Ello posibilitó las mayores audacias. Es raro que un compositor se adscriba a un solo estilo o técnica. Suelen evolucionar de un estilo a otro o bien practican varios de forma simultánea. El timbre y el ritmo serán las obsesiones de los músicos de esta época. Quedan abandonados los conceptos tradicionales de melodía, tema, armonía y fraseo musical. Los instrumentos tradicionales serán utilizados de maneras aparentemente incompatibles con sus usos tradicionales, tratando de extraer de ellos unos timbres novedosos. En la voz se buscan efectos fónicos, tímbricos y dinámicos en lugar de melodías y frases tradicionales. Una segunda fase (1970-90) de experiencias menos radicales, con valoración más positiva de la tradición, en la que se intenta restablecer contactos con públicos más amplios y menos especializados, no sólo por parte de los nuevos compositores surgidos entonces sino también por muchos de los que se habían arriesgado en la primera fase.
SERIALISMO INTEGRAL.
En 1947, en el curso de verano de la ciudad Alemana de Darmstad, se difundió y analizó de música de Webern (muerto en 1945). Su estilo fue llevado a sus últimas consecuencias, convirtiendo al vienés en el verdadero padre de una nueva música del porvenir: “el serialismo integral”. Consiste en extender el principio de la serie dodecafónica (que en un principio sólo organizaba las alturas) a los restantes parámetros del sonido: duración, dinámica, timbre, articulación, etc. Surge una música totalmente organizada, totalmente calculada, donde cada nota —cada punto sonoro— tiene su estricto sentido, por eso se le aplica también el término de «puntillismo1 ». Si las dos escuelas vienesas tienen su “trinidad”, también la hay en el serialismo integral: PIERRE BOULEZ (1925). Llega a conseguir la utopía de un lenguaje objetivo, vacío de todo reflejo emotivo, completamente reducido a la abstracción numérica: las composiciones se pueden deducir en su totalidad por una compleja serie de relaciones numéricas basadas en el fetichismo del número 12 (las doce notas). (El número doce aparece como totalmente gratuito si hablamos de ritmos, de timbres y de intensidades. Para estos parámetros hubiera sido posible otro número más conveniente quizá a sus necesidades). Cito dos obras importantes: “el martillo sin dueño”, y “portrait de Mallarmé”. KARLHEINZ STOCKAUSEN (1928): liberándose del fetichismo del número doce, extiende el principio serial a todos los parámetros musicales. Algunas obras importantes son: 1) Kontra punkte, de 1953: obra para diez instrumentos, plantea una macroestructura absolutamente científica (serialización de los parámetros musicales) que va a ser rota de forma violenta por alteraciones del tejido sonoro en aquellos momentos que le compositor considera oportunos. 2) Las piezas para piano de la “Klavierstüke” son sus mejores obras seriales. 3) Gruppen, de 1957: en esta obra tres orquestas interpretan de manera simultánea procesos distintos. El compositor, basándose en la serialización de las relaciones de tiempo y dinámica de las tres orquestas experimenta con el movimiento fónico en el espacio y con la compenetración recíproca de masas sonoras. En ocasiones la sensación sonora es semejante al ruido blanco (compactación de todos los intervalos posibles). LUIGI NONO (1924-1990): yerno de Schönberg, tomo de él una serie para las “variaciones canónicas”, de 1950, obra que le convirtió en un maestro indiscutible. 1 No interesa el conjunto, sino los detalles. Otros grandes compositores que también hicieron incursiones en el serialismo son: El organista francés Olivier Messiaen (1908-1992) lo hizo en el tercero de los pianísticos “cuatro estudios de ritmo” titulado “Modos de valor e intensidad”. Igualmente importante es la revolución que lleva a la música para órgano, incorporando este lenguaje en obras como El banquete celeste, Aparición de la Iglesia eterna, etc. Messiaen es uno de los músicos más importantes del siglo XX. Desde su cátedra de análisis del conservatorio de París influyó mucho en los dos primeros compositores, alumnos suyos, integrantes de la trinidad del serialismo. Bruno Maderna, Luciano Berio, Milton Babbitt, etc.

Karlhein Stockhausen
https://www.youtube.com/watch?v=Tnr9GWVIhX8
MÚSICA CONCRETA.
Como antecedente de esta tendencia podemos señalar el “bruitismo” de L. Russolo. Denominación creada por P. SCHAEFFER en 1948 para designar una nueva forma de expresión musical que pretende ampliar la gama de sonidos susceptibles de ser utilizados en la música, organizando musicalmente sonidos recogidos directamente de la realidad. En otras palabras, se trata de componer a partir de sonidos grabados en cintas magnetofónicas (procedentes de instrumentos clásicos, de instrumentos exóticos, de situaciones artificiales o de la naturaleza) que se procesan en laboratorios de electrónica, combinándolos, filtrándolos para variar su timbre, dinámica y tesituras, etc. como si de un collage se tratase. Citando a dos autores prácticamente podemos resumir todo el concretismo: P. SCHAEFFER: músico e ingeniero. Entre sus obras más importantes podemos citar: “Concierto de ruidos” y “sinfonía para un hombre solo”: es algo así como un día en la vida de un hombre, con sus respiraciones, sus pasos, sus golpes en las puertas, etc. En estas obras se pueden observar unos sonidos muy naturales: lo precario del equipo técnico existente entonces (1949) no permitía tratar los sonidos lo suficiente como para camuflar su verdadero origen. En 1952 publica “A la búsqueda de una música concreta”, obra en la que expone sus principios técnico-estéticos. P. HENRY: en su estilo se destaca el gusto por el sonido directo. Alguna de sus obras son: “Le voile d´Orpheé”, “La noire a 60”, “Le voyage”, etc.

Pierre Schaeffer
https://www.youtube.com/watch?v=qwCmr6ERXfU&list=PLW7v2xXPIT613KZl8bSl9uwY5rqeFIKYh
Pierre Schaeffer - Prossopopeé I
www.youtube.com
Symphonie pour un Homme Seul con Pierre Henry Imagenes de Yves Tanguy y Andrés Giraldo
MÚSICA ELECTRÓNICA Y ELECTROACÚSTICA.
Música electrónica: es aquella en la que los sonidos que se utilizan están producidos exclusivamente por medio de síntesis. Música electroacústica: combina sonidos producidos por instrumentos clásicos con otros producidos electrónicamente. Es importante decir que música concreta, música electrónica y música electroacústica se diferenciaban muy poco en el momento de su desarrollo. Hoy por hoy la distinción ha dejado de usarse, se observa una unificación de las tendencias y las técnicas y el término música electrónica se usa englobando a los otros dos. Algunas ideas importantes respecto de la música electrónica son: La evolución de la música en el siglo XX llega a un punto (serialismo integral: rigor en el tratamiento de ciertos parámetros musicales) en el que las partituras ponen en evidencia graves insuficiencias tanto de los instrumentos tradicionales como de los intérpretes para traducir a sonidos todos sus detalles. Este contexto es un campo abonado para el surgimiento de la música electrónica, única aportación realmente nueva del siglo XX al mundo de la producción tradicional de sonidos. Todo ello coincidió con el desarrollo técnico apropiado. Los compositores buscan nuevos timbres: los sonidos producidos por la luthería tradicional no bastan. La música electrónica supone la negación del soporte hasta ahora utilizado para salvaguardar la obra sonora (partitura) ya que la mayoría de las obras terminan en soporte magnético.
Fases de la música electrónica. 1ª FASE. Herbert Eimert presenta en Darsmstad, en el curso de 1951, los primeros experimentos electro acústicos con los que mostraba la posibilidad de generar y controlar férreamente nuevos sonidos. El trabajo realizado en el Studi fur Electronische musik de Colonia (fundado y dirigido por Eimert en 1953) ilustra la forma de trabajar en esta primera fase: aplicando principios seriales se trabaja con sonidos creados exclusivamente por medio de síntesis, ya que sobre ellos se tiene un absoluto control. 2ª FASE: a partir de 1956. Época en la que los sonidos obtenidos por medio de síntesis se combinan con sonidos producidos por medio de un proceso concreto (tomados especialmente del campo del lenguaje). Obras importantes que ilustran este periodo son: Canto de los adolescentes (Stockhausen 1956): toma como base un proceso concreto (la voz de un adolescente que entona un texto bíblico). Tiene como novedad la concepción espacial de los acontecimientos sonoros: mediante el uso de reverberación, ecos y superposiciones se sugiere la percepción de un espacio infinito. En 1955 abre sus puertas el Studi di fonología de la RAI (Milán) a instancias de Bruno Maderna y Luciano Berio. Berio compone Omággio a Joyce; similar en concepción al canto del adolescente de Stockhausen. Una voz femenina recita en inglés, francés e italiano un fragmento del Ulyses de Joyce. No se interesa por el problema espacial si no por las peculiaridades fónicas del texto. Maderna: música en duo dimensioni, para flauta y cinta. Dimensioni III es una reelaboración de la anterior obra para flauta, orquesta y cinta. 3ª FASE: desde 1959 hasta 1961. Los primeros conciertos se producen en el año 1954; el compositor no necesita al intérprete tradicional por lo que un concierto público de música electrónica totalmente grabada parecía un contrasentido. A partir de esta situación surgirán las posibles alternativas de electrónica mixta o electrónica manipulada en vivo mezclando una cinta grabada con la interpretación de instrumentos tradicionales. Edgar Varèse compone la parte electrónica de su obra orquestal “Deserts”. Stockhausen compone Kontakte.
Organología: La música electrónica tiene una organología particular posibilitada por el desarrollo tecnológico acaecido en el siglo XX y aplicado al mundo de la música. Algunos de estos instrumentos son: el trautonio, el teremin, ondas Martenot, melocordio, policordio, órgano Hammond, campanólogo, sintetizador, etc. Algunas obras que incorporan sonidos producidos por estos instrumentos son: la sinfonía “Turangalila”, de O. Messiaen, “Juana de Arco en la Hoguera”, de Honegger, “Equatorial”, de Varese, para dos teremin, etc. Mediante instrumentos electrónicos se puede obtener una música imitativa de los sonidos tradicionales que puede ser aplicada tanto a la música seria, como a la ligera o a la música del cine. Sin embargo, cuando en la música de vanguardia se habla de música electrónica o electroacústica suele entenderse la obtención, mediante sintetizadores, de sonidos inéditos hasta ese momento. En los estudios de la RAI se llegó al generador de “sonido blanco”, suma de todas las frecuencias posibles, a partir del cual se pueden obtener toda clase de timbres mediante la aplicación de diferentes filtros. El compositor se convierte en una suerte de ingeniero de laboratorio que produce sonidos nuevos que registra, manipula, monta y reproduce también usando medios electrónicos.

Herbert Eimer
https://www.youtube.com/watch?v=nffOJXcJCDg
karlheinz stockhausen GESANG DER JÜNGLINGE
www.youtube.com

MÚSICA ALEATORIA.
Bajo esta denominación se incluyen un conjunto de procedimientos que tienen en común el dejar a la libre decisión del ejecutante algún elemento de los que componen la obra (desde una leve imprecisión rítmica hasta la total improvisación de fragmentos más o menos extensos) con lo que la obra queda fijada definitivamente en el momento de su ejecución por el propio impulso vital del intérprete. El hecho de que el azar y/o la voluntad del intérprete permitan modificar la propuesta del compositor en cada nueva interpretación supone la destrucción del concepto de obra musical heredado desde la noche de los tiempos. La música aleatoria es una reacción contra el serialismo integral que pretendió fijar cerebralmente todo en la música, así como un intento de satisfacer el deseo de dar mayor participación en la creación al intérprete, tal como sucedía en la época del barroco (el intérprete ejecutaba adornos que no estaban escritos en la partitura). Algunos han querido ver en “Musikalisches Wüzfespiel”, atribuido a Mozart, precedentes lejanos de este movimiento. El primer ejemplo moderno de música aleatoria lo tenemos en “música de cambio para piano”, obra del americano J. Cage, compuesta en 1951. Es importante comentar que los principios de la aleatoriedad se usan de forma diferente en América y Europa: América: para los americanos (J. Cage, Feldman) lo aleatorio supone la suspensión total o parcial de la intencionalidad estructuradora del compositor, de manera que será el azar quien determine los resultados combinatorios de la materia sonora. En resumen: el azar, lo puramente fortuito como proceso compositivo. (piano preparado como ejemplo de aleatoriedad tímbrica). La obra donde Cage llevó esta teoría a sus máximas consecuencias de indeterminación fue 4’ 33”. La partitura de esta pieza la forman exclusivamente tres números romanos, cada uno de ellos seguido por una duración numérica específica (entre los tres suman los 4 minutos y 33 segundos, que le dan nombre) y por la palabra tacet («calla», en latín), que señala que el intérprete o intérpretes (dado que puede ser tocada por cualquier número de intérpretes), deben de permanecer en silencio. O sea, la obra se basa en el silencio, y Cage se consagra a éste como parte sustancial de la nueva música. Europa: La obra de Cage fue presentada en Darmstad en el curso del 58 y causó sensación: suponía la liberación de la dictadura serial ortodoxa, la posibilidad de introducir de nuevo el concepto de fantasía. Boulez y la escuela de Darmstadt proponen una aleatoriedad siempre controlada por el compositor que no implica de ninguna manera la renuncia del compositor por la responsabilidad del resultado final ni enmascararía una deficiencia fundamental en la técnica de la composición, recurriendo a ella como un recurso contra el agotamiento de la invención. Supone que el compositor establece para sus obras una serie de elementos y deja al intérprete la posibilidad de elegir diferentes recorridos (eliminar elementos, variar su ordenación, etc.) pero todos ellos escritos y previstos por el compositor. Obras que responden a esta concepción de lo aleatorio son: Tercera sonata, de P. Boulez, “Klavierstück” y “Zyklus”, de Stockhausen (en esta última la partitura en espiral puede ser leída en cualquier dirección). Por otra parte, la música aleatoria pone de manifiesto que la solfística tradicional se ha quedado obsoleta y evidencia la necesidad de una nueva forma de notación más flexible y más plástica. Surgen un sinfín de estilos, correspondientes a las necesidades de cada autor, y por tanto, la necesidad de poner unas instrucciones, antes de comenzar cada obra, en las que se explica cómo interpretar todo aquello que resulta extraño a la notación tradicional. (En ocasiones, entender las instrucciones resulta más complicado y laborioso que realizar la propia interpretación).

https://www.youtube.com/watch?v=_99N6QudZx8
Pierre Boulez Troisième Sonate pour piano
www.youtube.com
Paavali Jumppanen plays Boulez Third Sonata

OTRAS TENDENCIAS. NUEVAS TEXTURAS.
Supone una vía para atacar el exceso de “puntillismo” propio del serialismo integral donde el cuidado extremo del detalle dificultaba la visión del conjunto. Se serializan ahora otros parámetros musicales más amplios como por ejemplo las relaciones de tiempo de varias orquestas llegándose a una moderna policoralidad en composiciones donde la textura volvía a ser el centro. Es en Gruppen, obra ya citada de Stockhausen, donde se aplica por primera vez esta técnica. En esta música textural destacan dos músicos del este europeo: el polaco Krystof Penderecki (1933) y el húngaro György Ligeti (1923). El primero compone Lamento por las víctimas de Hiroshima (1960), para cincuenta y dos instrumentos de cuerda. Allí lo que importa son las masas, los grupos de sonidos o clusters, sin importar conceptos como melodía, etc. Su obra tiene una fuerte carga de religiosidad, y en esta línea destacamos el Stabat Mater y la Pasión según San Lucas (1963). Del segundo destacamos Atmósferas, Apariciones, Artikulación, Requiem, etc. MÚSICA ESTOCÁSTICA. IANNIS XENAKIS es un representante Europeo de la música aleatoria que trabaja desde el punto de vista de la matemática más elevada: no deja resquicio para el azar anecdótico y somete la aparición de los acontecimientos sonoros a un riguroso cálculo de probabilidades, llegando así a una música que él llama “estocástica”. El ordenador se hace absolutamente imprescindible en su trabajo. En Metástasis (1953) empieza a aplicar la teoría de la probabilidad matemática; después surgen obras como Pithoprakta y Achorripsis y, más tarde, ST/10-1, 080262 y Eonta. 14.6.- EL FIN DEL MILENIO: 1970-1990. La convivencia más o menos pacífica de todas las modas es hoy norma generalizada. Pero la tendencia general muestra un cierto cansancio por la experimentación y una suerte de recuperación de los valores tradicionales, no tan enterrados como se los suponía. Si en los veinte años anteriores fueron protagonistas los rupturistas ahora primará una visión un poco más conservadora. Hoy siguen existiendo creadores que hasta presumen de impopularidad y ensimismamiento, pero hay otros muchos que se han propuesto recuperar al público perdido. A continuación citamos algunos de estos intentos, no siempre felices: MÚSICA MINIMALISTA. Trascendiendo los ámbitos cultos en los que se mueve la música clásica se caracteriza por ser un continuo sonoro basado en la repetición no exacta de sencillas fórmulas melódicas: se producen mínimos cambios en cada repetición que hacen que la música vaya transformándose lentamente. Steve Reich y Philip Glass son importantes representantes de esta forma de hacer música. En sus obras se observa una no disimilada querencia por conquistar los auditorios donde se hace música normal. MÚSICA AMBIENTAL: INSTALACIONES. Grandes auditorios, salas de conciertos o teatros son espacios musicales del pasado. Una orquesta sinfónica, un cuarteto de cuerda… son agrupaciones musicales también del pasado. Algunos compositores han tratado de idear nuevos espacios y nuevas maneras de oír música para los nuevos tiempos. Como ilustración podemos citar Radio Net (1971), de Max Neuhaus: una cadena de 200 emisoras recogió durante dos horas las propuestas sonoras de sus oyentes que se convirtieron así, colectivamente, en autores, intérpretes y público. En España podemos citar los “conciertos de campanas”, de Llorenç Barber como ejemplo de este tipo de propuestas. ¿DE NUEVO LA TONALIDAD? Podríamos citar numerosísimos ejemplos de compositores que empezaron a introducir en sus obras pasajes neotonales, al modo de citas y collages, como un medio de transgredir el ultra racionalismo que caracteriza el serialismo. Hoy los compositores disponen de la neotonalidad como una herramienta más del “taller”. Usan procedimientos tradicionales en un contexto moderno produciendo una suerte de contraste interesante entre lo antiguo y lo moderno. NUEVA ESPIRITUALIDAD: en medio del agnosticismo general de nuestro tiempo constituye una vía sorprendente de ruptura con el pasado inmediato. Importantes compositores van a crear numerosas obras de temática religiosa. Entre éstos podemos citar: Henrik Góreky (Amen, Totus Tuus), Kristof Pendercki (Magnificat, el paraíso perdido, Réquiem polaco, benedicamus domino, etc.), Arvo Pärt (pasión según san Juan, Miserere, Stabat Mater, etc.), etc. En estas obras, junto a la utilización de procedimientos contrapuntísticos tradicionales como el canon, es de resaltar la recuperación de antiguas funciones instrumentales como los trombones para rememorar el juicio final o los redobles del timbal para subrayar la cólera de Dios. MEZCLAS, MEZCOLANZAS Y MESTIZAJES: entre lo culto y lo popular, entre lo previamente grabado y lo que se hace en vivo (electroacústica mixta), entre estilos, tendencias, técnicas, culturas diversas y todo cuanto sea susceptible de ser conjuntado.
Iannis Xenakis
https://www.youtube.com/watch?v=n2O8bMlEijg

Iannis Xenakis - Metastasis (Spectral View)
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Metastasis or Metastaseis ("dialectic transformations"), is an orchestral work by Iannis Xenakis, a Greek composer-architect and a major figure in the postwa...
ESPAÑA. LA CONTINUIDAD EN LA POSTGUERRA. Tras la guerra civil la vida musical española sufrió también una dura postguerra: los maestros y los grupos del 27 se dispersaron quedando sumida España en un aislamiento respecto a las corrientes musicales que se sucedían en el resto de Europa. Tal aislamiento duró poco ya que acabó unos años después del final de la 2ª guerra mundial con la generación de músicos autodenominada “del 51”. Antes de llegar a este punto al menos hemos de nombrar a un conjunto de compositores independientes que, desde sus particulares enfoques, aseguraron una cierta continuidad con valiosas aportaciones: Joaquín Rodrigo: su música está escrita siguiendo patrones tradicionales. Se apoya por un lado en el folklorismo castellano con ciertas influencias levantinas y por otro en la música renacentista de los cancioneros (Milán, Gaspar Sanz, etc.). Su música ha sido bastante popular allende nuestras fronteras: “concierto de Aranjuez”, “fantasía para un gentilhombre”, “Música para un códice Salmantino”, etc. Joaquin Homs: discípulo de Gerhardt y, como tal, ligado al dodecafonismo y a las estructuras objetivas. Xavier Montsalvatge: en “cinco canciones negras” y en “cuarteto indiano” propone un peculiar retorno al tema cubano del antillanismo. Se muestra más neoclásico en obras como: “danzas concertantes”, “desintegración morfológica de la chacona de Bach”, “cinco invocaciones al crucificado”, etc. Gerardo Gombau, etc. GENERACIÓN DEL 51. En los primeros años de la década de los cincuenta un numeroso grupo de jóvenes músicos se propusieron la renovación de la música española tratando de conectarla con los que sus colegas de la misma edad estaban haciendo en Europa, sobre todo en los cursos de Darmstad. Salvo excepciones, los nuevos músicos abandonaron los postulados nacionalistas y neoclásicos y abrazaron la atonalidad como telón de fondo indispensable, el dodecafonismo y serialismo germánicos, la aleatoriedad, la música concreta, la electroacústica, la música estocástica y por computadoras, etc. Su trabajo estuvo amparado por instituciones públicas o privadas (cultura subvencionada2 ) y dirigido consiguientemente a un público siempre minoritario y selecto de especialistas. Estuvieron generalmente sometidos al síndrome de “estar al día”, por lo que hubieron de “quemar etapas”. Algunos críticos opinan que muchas de las obras que firmaron en los primeros tiempos de ruptura eran tan solo ejercicios superficiales que no significaban una verdadera asimilación de lo nuevo. Como compositores más destacados de esta generación podemos citar: Juan Hidalgo: discípulo de Cage, es uno de los más experimentalistas. Autor de Ukanga, la primera obra que se puede definir como plenamente vanguardista, estrenada en el Festival de Darmstadt de 1957. Cristóbal Halfter. Luis de Pablo: uno de los primeros compositores que introduce en España, con 10 años de retraso, los procedimientos propios de la música electrónica. Carmelo Bernaola. Coincidentes cronológicamente con los anteriores que representan la vanguardia más avanzada de los años 50, se desarrolla paralelamente la obra de otros importantes músicos que tratan de potenciar un arte personal y nuevo no cortando con la tradición sino exprimiendo al máximo los recursos de la tonalidad. García Abril es uno de ellos. 2 El régimen franquista enseguida se dio cuenta del valor propagandístico que para la imagen de España en el extranjero podían tener las novedades en los diversos campos del arte. La inclusión de estas músicas en las programaciones oficiales de las orquestas y los teatros de ópera, además del impulso permanente de radio nacional de España y de la prensa adicta fue determinante: la música de vanguardia triunfó en las instituciones, ahora sólo faltaba conquistar a unos públicos que se mostraron más bien esquivos. ÚLTIMAS GENERACIONES. Citaremos ahora unos cuantos compositores que podemos situar entre los músicos del 51 y las nuevas promociones que hoy están comenzando sus carreras. Nacidos en la década de los cuarenta cuando el serialismo integral era ya un método histórico y cerrado, han convivido con los músicos del 51 sin sentir la necesidad de quemar etapas. Entre ellos podemos citar a Tomas Marco, Carlos Ruiz de Castro, Mestres Quadreny, Lorenç Barber, etc. Más reciente aún es la denominada por algunos Generación del 61; es decir, los compositores nacidos entre 1954 y 1968. En ella destacan: José Ramón Encinar, Albert Sardá, Carlos Guinovart, Eduardo Pérez Maseda, Adolfo Núñez, Benet Casablancas, etc.

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Tomás Marco-Concierto del Agua (para guitarra y orquesta)
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Tomás Marco (*1942) Concierto del Agua (para guitarra y orquesta): Almadraba/Acuario/Anadiomena. Gabriel Estarellas-Guitarra. -Orquesta Ciudad de Oviedo-


Dr. Roberto Luis Blanco Villalba
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Roberto, Donato y Omar, brindan por los 23 años al aire del Opera Club
COMIENZA EL FESTIVAL DE BAYREUTH DEL BICENTENARIO
de WAGNERMANÍA Una nueva edición del Festival de Bayreuth comienza el 25 de julio en la ciudad bávara. Y lo hará en el marco de las celebraciones que, a lo largo de 2013, están honrando la memoria de Richard Wagner en el bicentenario de su nacimiento. Por ello, el Festival de Bayreuth ha preparado una nueva producción de El Anillo de Nibelungo, tras dos años de ausencia, a cargo del director de escena berlinés Frank Castorf, y dirigida musicalmente por el ruso Kirill Petrenko. Ambos debutan en la Colina Verde con este Anillo. La propuesta de Frank Castorf para su Anillo sitúa la historia en un momento posterior a la Segunda Guerra Mundial, en un mundo enfrentado por “el oro de nuestro tiempo: el petróleo”. La acción transcurre en lugares como la Alexanderplatz de Berlín o la bolsa de Wall Street. Del último Anillo que pudo verse en Bayreuth, en 2010, repiten papel Lance Ryan (Sigfrido) y Johan Botha (Siegmund), mientras que se incorporan al reparto principal Franz-Josef Selig (Hunding), Wolfgang Koch (Wotan), Anja Kampe (Sieglinde), Martin Winkler (Alberich) y Catherine Foster (Brünnhilde). A pesar de ser una nueva producción, El Anillo no suele abrir el Festival, por lo que será Der fliegende Holländer quien abra el Festival en la producción de Jan Philipp Gloger estrenada en la edición de 2012, con dirección musical de Christian Thielemann. Ricarda Merbeth sustituye a Adrianne Pieczonka como Senta, y Tomislav Muzek hace lo propio con Michael König como Erik. El resto del reparto es el mismo que el año pasado, con Franz-Josef Selig, Christa Mayer, Benjamin Bruns y Samuel Youn. Ya en agosto subirán a escena Tannhäuser y Lohengrin. En la primera, debuta como director musical Axel Kober, sustituyendo a Christian Thielemann, en la producción de Sebastian Baumgarten. Mientras que en la historia del caballero del cisne repite Andris Nelsons como director musical y Hans Neuenfels en la dirección escénica. Ambas obras pertenecientes al periodo romántico de Wagner repiten el mismo reparto de 2012, excepto en los personajes de Heinrich der Schreiber y Ortrud. |
VERDI DIGNAMENTE SERVIDO
Actuación de la Orquesta Sinfónica Nacional, Director. Pedro Ignacio Calderón. Coro Polifónico Nacional, Preparador: Darío Marchese. Solistas: Soledad de la Rosa (Soprano), Cecilia Díaz (Mezzosoprano), Darío Volonté (tenor), Lucas Debevec-Meyer (Bajo). Programa: Requiem para Solistas, Coro y Orquesta de Giuseppe Verdi. Auditorio de Belgrano 31/05/13.
Lo primero que debo expresar para iniciar esta crónica, es que resulta alarmante la falta de recursos que evidencia el presupuesto que dentro de la Dirección de Música y Artes, se le asigna a los organismos que de ella dependen y que alguna vez formaron el llamado “Complejo de Música”. Falta de Programas de mano, ya ni siquiera hablamos de “sueltos” como en la presentación anterior, protestas del Polifónico Nacional leídas por Consuelo Alvarez, su delegada por el no reconocimiento de los títulos otorgados por el Colón que deberían formar parte de un plus salarial y también la solidaridad de los músicos de la Nacional, leída en este caso por el Concertino Luís Roggero quien además anunció al público que la Orquesta pasa por vicisitudes similares. Poca prensa, pocos anuncios, la página de Música y Danza que no funciona y ahora uno debe enterarse por el ícono “elencos” de la Secretaría de Cultura de la Nación. Visto la actuación de la semana anterior en el mismo lugar de la Orquesta Juvenil Binacional con un profuso patrocinio del Ministerio de Planificación Federal, el que además tiene a su cargo la construcción de la “Ballena Azul “del Correo Central, justo es preguntarse porque no se le pasa a ese Ministerio el Area Cultural en virtud de los profusos recursos con que se cuenta y no la paupérrima condición que hoy por hoy se registra en el Complejo musical. Para Pensarlo.
Y por fin Verdi, servido por muy buenos interpretes, que han sabido llevar mayoritariamente las aguas a buen puerto. Vamos a la parte vocal. El Polifónico lució muy bien preparado por Darío Marchese su Sub-Director. Tuvo ajuste, afinación, ataques seguros, buenos pasajes por todos los registros. Tiene valores notables en sus filas y lucen colectivamente de la mejor manera y con buen entendimiento con el preparador al que invariablemente lo aplauden cuando trabajan juntos, para tener en cuenta. Solistas: Tenía sumo interés en escuchar a Soledad de la Rosa ya que lo había hecho en Lisboa convocada por Michel Corboz hace un tiempo atrás. Tras un comienzo destemplado su actuación fue creciendo y realizo un buen Libera Me, aunque su registro sigue siendo “Blanco” en la zona más aguda. Es una Soprano “Lírica”, por ende no es habitual escuchar en esta obra una voz así. Al igual que su colega suizo, Calderón siente “debilidad” por su voz y vale su elección para su punto de vista interpretativo. Cecilia Díaz con una emisión “engolada” y un registro muy tirante en el agudo no estuvo en su noche más feliz. Lucas Debevec-Meyer fue de menor a mayor con un Confutatis muy elocuente y un Lux Perpetuam imponente. Párrafo aparte Darío Volonté, quién cantó la obra por primera vez y que a pesar de alguna tirantez en la zona mas aguda lució muy bien, confirmando la impresión que tuve en Luján en Abril pasado de una franca recuperación vocal. Su voz ya no está fatigada como hace algún tiempo atrás. Cantó con absoluta entrega y generosidad como siempre se le reconoció y su Ingemísco conmovió. Finalmente la batuta. Pedro Ignacio Calderón ofreció una lectura sólida, sin fisuras e hizo lucir a los sectores de la Orquesta que se escucharon con total nitidez. Supo balancear a la masa de escenario con la acústica del Auditorio y no hubo desborde alguno. Tal vez lo único reprochable sea no haber contenido a la trompeta solista quien sobresalía permanentemente sobre sus compañeros. A su plena madurez le agrega haber sabido ofrecer esta obra tan difícil con mucha inteligencia. Por ultimo, vi muchas caras conocidas de lirica y critica anoche lo que me pone muy contento. Aquí tienen a la Orquesta y al Coro de todos, ojalá vengan seguido a apoyarlos por Belgrano. Quedó demostrado que lo de Ellos, en las paupérrimas condiciones que se les brindan, logran con mucho amor propio superarse día a día.
DONATO DECINA
Prudencio muestra a un Bolívar frente al espejo

La Razón / Jorge Soruco / La Paz
02:14 / 16 de mayo de 2013
Cergio Prudencio estrenó ayer en La Paz Nomis Ravilob, la primera ópera contemporánea de su larga carrera artística. La obra muestra los miedos del Libertador Simón Bolívar, quien nunca llegó a conocer a las naciones indígenas que consiguió liberar en el siglo XIX.
La ópera intenta explorar las intenciones, ideas y dudas del Libertador. La pieza enfrenta al prócer con cuatro animales místicos: cóndor, vicuña, serpiente y puma. Cada uno de estos personajes se desdobla en un avatar humano —con máscaras bien elaboradas— para representar la realidad de Latinoamérica. Bolívar (Alejandro Spies, barítono) inte-ractuó ayer con el público respaldado por tres pantallas en las que se proyectaron imágenes que ayudaron a los asistentes a comprender la propuesta, estrenada en el Centro Sinfónico con la presencia de 350 espectadores, lleno casi completo si se toma en cuenta las 400 butacas disponibles del escenario.
Nomis Ravilob fue estrenada en octubre del año pasado en Buenos Aires, pero la versión presentada anoche fue más “grande”, según los integrantes de Nonsense Ensamble Vocal de Solistas, el grupo de cantantes argentinos que participó en esta obra contemporánea. Esta vez, Prudencio trabajó con la Orquesta Experimental de Instrumentos Nativos, la Orquesta de Cámara y músicos extranjeros.
Miguel Sánchez y Romaing Poleo, miembros de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela, fueron invitados. “Esta es una experiencia muy interesante. Nunca antes tocamos junto a instrumentos nativos, en Venezuela no tenemos muchos. La combinación es nueva y muy lograda”, aseguró Sánchez (trombón).
De la misma opinión es su compatriota Polero, quien trabajó con la tuba y la chelista noruega Torum Stavseng. Ninguno tocó anteriormente con un conjunto como el que dirige Prudencio. Stavseng destacó que los sonidos de los pueblos originarios de Bolivia se combinan perfectamente con los de la orquesta, creando una “atmósfera especial” que “seduce e intriga”.
Por su parte, Poleo destacó la composición de Prudencio, aunque reconoció que el público acostumbrado a la música clásica puede quedar desconcertado. “Es una composición contemporánea muy abstracta, pero como todo lo que hace Prudencio, es impecable y llena de sentimiento”, manifestó.
Nomis Ravilob, que estará en cartelera hasta el sábado, es la cuarta ópera compuesta y estrenada en Bolivia. Las anteriores, Incallajta, creada por Atiliano Auza León, con libreto de Norma Méndez de Paz; Manchaypuytu de Alberto Villalpando, y El Compadre, de Nicolás Suárez.
UN HOMENAJE CON GRATO AGREGADO

FOTO: GENTILEZA ARNALDO COLOMBAROLI
Concierto a cargo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Enrique Arturo Diemecke. Solista: Jean Louis Steuerman (Piano). Programa: Richard Wagner: Obertura de “Rienzi”. Serguei Rachmaninoff: Concierto para Piano y Orquesta Nº 1. Richard Wagner: Preludio al 3er. Acto de “Lohengrin”, Cabalgata de “La Walkiria”, Preludio al primer acto y Muerte de Amor de “Tristán e Isolda”, Obertura de “Tanhäuser”. Teatro Colón 23/05/13.
El principal motivo de esta presentación de la Filarmónica era homenajear a Richard Wagner a 24 hs de haberse conmemorado el bicentenario de su nacimiento, en lo que se transformó en la única programación prevista para este año ya que el polémico “Anillito” del final de la pasada temporada fue considerado como punto de partida de las celebraciones. Sin embargo sorprendió a propios y extraños con el anuncio de la programación presente la inclusión del primero de los conciertos para piano y orquesta de Serguei Rachmaninoff con la excusa de que se hacía al mismo tiempo de la puesta en escena de “Aleko” Y “Francesca da Rimini”. Sigo pensando en que mas allá del resultado que ahora comentaré fue, sin dudas, un soberano despropósito y que Wagner por si solo bien valía todo el concierto.
Vamos al “agregado”. Muy pocas veces se escucha esta obra. Poco y nada sabíamos del Solista y termino siendo un “Tapado” que sorprendió gratamente al público como tantas y tantas veces ocurre en el Teatro. Jean Louis Steuerman, brasileño de nacimiento, que alterna su residencia entre Europa y Estados Unidos, dueño de un frondoso y prominente curriculum. Había que escuchar y saber si hacia “Honor” a semejantes y frondosos antecedentes y lo hizo. Brindo una apasionada versión con un entendimiento espectacular con Diemecke y los músicos. Pocas veces se ha escuchado un toque tan preciso, un sonido transparente, bello y una concentración tal en el público que reaccionó brindando una justiciera ovación a la labor de los intérpretes. Es de esperar que se hagan mas frecuentes las visitas de este notable pianista, a quién Yo personalmente no conocía, dado que el repertorio que frecuenta es muy profuso y sus actuaciones pueden ser prometedoras. Ahora sí vayamos a Wagner.
La sesión arrancó con una visión muy interesante de la Obertura de “Rienzi”. A quince días de la versión de la Sinfónica Nacional con Guillermo Becerra, podemos establecer que mientras que aquella fue “Chispeante” y de vibrante desarrollo, la presente tuvo un enfoque con tiempo más lento pero solemne y es valida también. Es evidente que el público no termina de engancharse con la obra y por algo está ausente de los atriles y de los escenarios. Un correcto aplauso y Diemecke que tuvo que pedir nuevamente el aplauso para resaltar la labor de Fernando Ciancio en los solos de trompeta. Ya en la segunda parte, el Director nuevamente tomó la palabra para manifestarle a la concurrencia que concibió como un todo la programación a escucharse y por eso les solicitaba que contuvieran hasta el final los aplausos, cosa que se cumplió a rajatabla. Aquí se escuchó algo de lo mas conocido de la producción Wagneriana, un vibrante preludio al tercer acto de “Lohengrin”, una correcta “cabalgata” de “La Walkiria” y aquí un corte que debió haber sido mas largo a mi entender para dar paso a uno de los momentos culminantes de la producción del compositor alemán y que se transformó en la mejor versión que yo le haya escuchado a una agrupación sinfónica argentina. El Preludio al primer acto y la “Muerte de Amor” de “Tristán e Isolda” se hicieron oír de forma esplendida con una gloriosa hilera de Violoncellos capitaneada por Carlos Nozzi y una soberbia intervención de Maximiano Storani en Corno Inglés. Y al sereno final, se le adicionó el lento comienzo de la Obertura de Tanhäuser en la versión de Dresde, que cerró la velada con un coda brillante. Mas allá de que probablemente se haya perdido la oportunidad de escuchar cosas no habituales, por caso la Obertura “Fausto” o la obra sinfónico-coral “La Cena de los Apóstoles” o el mismo “Idilio de Sigfrido”, ausente de los atriles desde la ultima visita de Jean Fournet, o también la versión del C.E.T.C. con el inolvidable Gerardo Gandini, lo escuchado se enmarca dentro del constante crecimiento de Ntra. Orquesta de Conciertos y vale rubricar el aplauso para Diemecke, del que ya es hora que se acuerden para hacerlo bajar al foso y, porque no, con un Wagner.
DONATO DECINA
EL ESPECIAL SONIDO DE LA FILARMONICA

FOTO: GENTILEZA ARNALDO COLOMBAROLI
Concierto Nº 1 en mi menor Op. 11 (Fréderic Chopin), La consagración de la primavera (Igor Stravinsky). Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Director: Enrique Arturo Diemecke. Piano: Iván Rutkauskas.
Teatro Colón,
La vuelta de Diemecke nos volvió a traer el especial sonido de
En este caso volvió para ofrecer un programa con dos de las obras más importantes del repertorio. El concierto de Chopin figura entre esa docena de obras más geniales de toda la literatura pianística más amadas por el público.
Más allá de su pobre –y aún deficiente- escritura orquestal, es tan grande su despliegue imaginativo y su casi increíble desarrollo de las posibilidades técnico-expresivas del piano que uno olvida esa ¿falencia? Y se sumerge sin reparos en su maravilloso desarrollo. Es que son tantas las audacias armónicas, su novedoso uso de la dinámica, su invención melódica, su muy peculiar sentido del ritmo –el más personal que se conozca hasta Brahms- y su perfecto diálogo y ensamble con la orquesta, que es imposible no conmoverse ante ella –en su acepción de perturbar e inquietar- y darse inmediatamente cuenta de que nos encontramos frente a una de las escasa obras maestras absolutas que existan.
En él se volvió a presentar Iván Rutkauskas, al que cada vez que veo lo encuentro más maduro e interesante. Más allá de su segurísima técnica, su visión de la obra no resultó para nada rutinaria. Sin poseer una personalidad avasalladora, lo que hizo no fue una lectura más. Su Chopin tiene un costado bastante alemán que resulta lógico si pensamos que el compositor deriva de Hummel y de Carl Philipp Emanuel Bach –aunque más no sea a través de su maestro Elsner o de su admirado Field-.
La versión fue excelente. Rutkauskas posee claridad, flexibilidad y pulsación pareja. “Cantó” muy bien, con el equilibrio justo para permanecer en una visión apolínea sin caer en languideces y amaneramientos a las que tantos pianistas son proclives y que nada tienen que ver con Chopin –muy masculino y de pensamiento claro y fuerte-. Además demostró tener los dos requisitos fundamentales para abordar a este compositor: una buena gradación dinámica que le permitió conseguir el típico -y no fácil de lograr- color chopiniano y un uso muy inteligente del rubato no excedido ni estirado.
Muy sabiamente –a mí, personalmente me molestan porque me cortan el clima- no ofreció ningún bis. Por otra parte, después de semejante obra y de tan estupenda versión, realmente no cabía hacerlo.
Diemecke acompañó –nunca tan bien usado el término- con gran solvencia y logrando también él un muy atinado enfoque germano. El relieve que dio a las partes puramente sinfónicas no hizo otra cosa que destacar las falencias de la escritura de Chopin. Aunque, claro está, eso no es su culpa.
La segunda parte se dedicó a una de las dos o tres obras que marcaron toda la historia de la música del siglo XX al celebrar el centenario del estreno de “La consagración de la primavera”. Y lo hizo a través de la mejor –de lejos- versión que me haya tocado apreciar en vivo, que fueron unas cuantas y algunas muy buenas.
En primer lugar hay que destacar el rendimiento excepcional de la orquesta, que demostró ser un organismo virtuoso y con un sonido propio.
Diemecke conoce la obra a fondo y le sacó el jugo. Con una claridad conceptual digna de los mejores, su versión no presentó ninguna fisura. La presentó de manera objetiva, sin aparente compromiso emocional –tal como corresponde- y logró atrapar a una sala que estuvo los casi cuarenta minutos que dura en un silencio expectante que se hizo casi insostenible en los pocos segundos de separación entre las dos partes.
Magnífico en los detalles, presentó garra, vigor, nervio, profundidad y comunicación plena. Los pasajes líricos tuvieron un refinamiento y una claridad de textura que no suelen oírse y los momentos de fuerza mostraron al mexicano moviéndose a sus anchas entre los complejos cambios de rítmo, la intrincada polirritmia y las endiabladas síncopas.
No es habitual escuchar dos obras tan enormes en semejantes ejecuciones. Salí del Colón con la convicción de que había estado en una de sus grandes noches.
Roberto Luis Blanco Villalba
LA NACIONAL REAPARECIO EN BELGRANO CON UNA INTERESANTE FAENA
Concierto a cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional, Director: Guillermo Becerra. Solistas: Beatriz Pedrini (Piano), Jorge Perez Tedesco (violoncello). Programa: Richard Wagner: Obertura de la Opera “Rienzi”. Fermina Casanova: Capricho para Violoncello, Piano y Orquesta (Estreno Mundial). Dimitri Shostakovich: Sinfonía N° 5. Auditorio de Belgrano, 10/05/2013.
A treinta años de mi primera temporada musical completa siguiéndola, y de haber vivido en el acompañamiento a sus integrantes infinidad de vicisitudes a través de los años, amén de tres Directores Titulares, dos de los cuales duraron lo que un suspiro (Juan Carlos Zorzi y Jorge Rotter), uno piensa que ya no hay lugar para el asombro y sin embargo parafraseando a la célebre publicidad del jabón de tocador “Siempre hay lugar para una más”. Veamos.
La temporada empezó con sendas presentaciones en el viejo recinto de la Bolsa de Comercio y la Basílica de Lujan dentro de la programación pautada. Se recibió una información emanada de la oficina de prensa de la Dirección de Música y Artes anunciando una actuación para el 11 de Abril en el Auditorio de Belgrano. La misma, sin embargo, fue pasada nuevamente a la Bolsa de Comercio sin ningún comunicado rectificativo de prensa que haya llegado, al menos para los integrantes de Opera Club que recibimos los correos electrónicos. Muchos quedamos pagando dentro de esta situación. Luego se hizo un Concierto en la Basílica de San José de Flores, esta vez sí avisado, aunque en la programación Original debía haber sido en Belgrano.
Finalmente llegamos a esta presentación motivo del presente comentario, estamos todos, público, músicos, solistas, menos los programas de mano (téngase en cuenta que entre otras cosas se registraba el estreno mundial de una obra Argentina), los cuales fueron reemplazados por un suelto hecho de apuro en fotocopiadora con los datos básicos (eso sí, al dorso estaba el listado de autoridades). Me imagino los pobres acomodadores repartiéndolos y dependiendo de la buena voluntad de los asistentes para que la propina sea interesante. La pregunta es obvia: ¿Que está pasando?, a la que seguirían ¿Hay presupuesto?, la “Ballena Azul” o “segundo Colón” que se está realizando en el edificio legendario del Correo Central ¿Se sigue realizando l o hay nueva paralización?. ¿Por qué hasta los últimos días no está subida la programación de este año a la página de la Dirección de Música y Danza?. Podríamos seguir, estas son las básicas, y ahora sí, vayamos de lleno a la crónica del Concierto.
La Sesión fue dirigida una vez más este año por Guillermo Becerra, garantía de solvencia interpretativa. Se inició con una vibrante versión de la Obertura de “Rienzi” de Wagner, en la que lucieron fundamentalmente las secciones de vientos, metales y cuerdas en ese orden. Becerra lució profundamente compenetrado con el fragmento y llevo al conjunto a una lucida interpretación, rubricada por el público como corresponde.
Tuvimos un estreno mundial, en este caso el del “Capricho para Violoncello, Piano y Orquesta” de la Compositora Argentina, Fermina Casanova y que tuvo como solistas a Beatríz Pedrini en Piano y a Jorge Perez Tedesco en Violoncello (además solista de su instrumento en la Orquesta), quienes también son pareja en la vida real. Dentro de lo poco que he podido establecer (gracias a la carencia de un buen programa de mano) es una interesante obra en cuatro tiempos de estilo neo clásico con momentos de lucimiento individual de los solistas, la que tal vez debería, a mi juicio, haber incluido pasajes para una mayor conectividad entre ellos, pero no por ello desmerece el resultado final del producto. Las partes orquestales son de buena escritura y da un resultado más que interesante, por lo que entiendo no debería quedar en una sola interpretación en mucho tiempo, sino que por los valores que aquí resalto a mi leal saber y entender en el futuro debe ser repetida. En este estado de cosas los solistas, Becerra y el conjunto ofrecieron una versión muy ajustada, siendo muy bien recibida por el Publico que aplaudió a la Compositora, obviamente presente en la sala, con mucho entusiasmo.
El “plato fuerte” del programa estuvo dado en la segunda parte, con una nueva versión de la quinta sinfonía de Dimitri Shostakovich, acaso la obra que más veces abordó en estos últimos tiempos la orquesta con diferentes directores (Recuerdo a la hora de escribir Esto Calderón, Gorelik y ahora Becerra, perdón si he omitido alguna mas), interesante para abordar en un primer concierto de ciclo en una buena sala. La versión fue creciendo con el correr de la interpretación, con un primer momento llamativamente impreciso en donde las cosas fueron ajustándose “con el carro en movimiento”, pero sin que por ello se resintiera el andamiaje de la obra, en la que estuvo siempre presente la tensión dramática de la partitura. Ya en el segundo, la Orquesta fue la Nacional que todos conocemos, con la justeza habitual y llegamos a mi entender al “climax” que fue el Tercero (Largo), donde Becerra logró infundir una carga dramática excepcional que me hizo recordar a lo que Leonard Bernstein le exigía a los músicos de la London Symphony en los ensayos de este pasaje en el momento más desvastador (“Tutta Forza!”) y que hizo que el público belgranense, siempre respetuoso durante las interpretaciones, prorrumpiera en aplausos de manera espontánea al término de este fragmento. El movimiento final fue una ratificación de todo lo anterior, con una coda resuelta de manera sorprendente a mitad de camino entre la solemne interpretación rusa (Mravinsky) y la más vivaz (Bernstein), y un público que terminó aplaudiendo de pié la muy buena labor ofrecida. Honor para Becerra, que ratificó el muy buen momento profesional que atraviesa y para la Orquesta que encuentra en las adversidades motivos para realimentarse y seguir de pié a pesar de todo
DONATO DECINA

Foto: Gentileza Arnaldo Colombaroli
MUTTI ANALIZA "RIGOLETTO"

RICCARDO MUTI ANALIZA “RIGOLETTO” EN LA UNIVERSIDAD BOCCONI
8 de mayo de 1994
GRAN FAENA DE DIEMECKE Y LA FILARMONICA (“IGOR ESTAS REIVINDICADO”)
Concierto a cargo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Enrique Arturo Diemecke. Solísta: Iván Rutkauskas (Piano). Programa: Frédéric Chopin: Concierto para Piano y Orquesta N°1. Igor Stravinsky: “La Consagración de la Primavera”. Teatro Colón, 16/05/13.
La última sesión de la Filarmónica tenía el condimento de presentar la visión que Diemecke y los músicos tenían de “La Consagración de La Primavera” en el centenario de su estreno. Previo a ello se presentó el primero de los Conciertos para Piano y Orquesta de Chopin, para el cuál se convocó a Iván Rutkauskas, ayer una de las revelaciones y promesas jóvenes del Piano, integrante de la camada que también conforman Horacio Lavandera y Adriel Gómez Mansur, entre los formados por Antonio de Raco y Marcelo Balat, por el lado de Pía Sebastiani. Paradojas del destino, Lavandera hoy tomó un camino diferente dentro de la música, volcado más al repertorio contemporáneo. Gómez Mansur, pasó por vicisitudes personales serias. Balat alterna su rol de solista con el de ejecutante de Piano y Celésta en la Sinfónica Nacional, rol que perteneciera en forma casi “vitalicia” a Gerardo Gandini y también Rutkauskas, que alterna su condición de solista con el cargo de Maestro Interno del propio Teatro Colón. En síntesis, la generación se ha dispersado y solo Rutkauskas y Balat se mantienen dentro del repertorio “clasico”. El Chopin que el solista presentó, se limitó a mi juicio a tocar lo que está escrito. Careció de un sello personal lo que a esta altura es alarmante y solo lo ha salvado en mucha medida el ropaje que Diemecke y la Orquesta le dispusieron, cosa que en otro tipo de circunstancias hubieran conducido a un seguro naufragio. Faltó vuelo, imaginación, vida y si tenemos en cuenta que Chopin no fue un gran orquestador, la propia agrupación está limitada en su trabajo.
Vayamos a lo convocante de la noche, Stravinsky. Y aquí digo que el compositor ruso está reivindicado porque a 40 días de la para mi fallida versión Dudamel, Diemecke tuvo uno de sus trabajos más importantes de los últimos tiempos. Con concentración e inteligencia, volcó una versión sin desbordes, rica en matices, plena de equilibrio y con justeza. La Filarmónica tuvo ante su público una verdadera noche de gloria que particularmente ocurre cuando está en las manos de su titular. Y a esta altura es lógico pensar que el desafío será mantener también el nivel con la totalidad de los Directores y solistas invitados.
DONATO DECINA
EXCELENTE CONCIERTO DE LA OF
Concierto para piano Nº 2 en sol menor Op. 44 (Piotr Illich Tchaikovsky), Sinfonía Nº 3 en re menor Op. 55, “Heroica” (Ludwig van Beethoven) Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Director: Enrique Arturo Diemecke. Piano: Barry Douglas. Teatro Colón, 18 de abril de 2003
Al igual que el año pasado coincidió un concierto de la OFBA con una marcha popular. Al igual que el año pasado también se retrasó el inicio del mismo cerca de veinte minutos y, de la misma manera, el bullicio de la calle tampoco interfirió en la sala.
La Filarmónica está sonando mejor que nunca en su historia y permite ser comparada –y salir ganando- con muchas de las orquestas que nos visitan. De hecho hace unas tres semanas tuvimos la oportunidad de oírla después de la Simón Bolívar y para nada quedó en un segundo plano. Esto es, evidentemente, obra de Diemecke que ha logrado un entendimiento poco frecuente con la OFBA. Sería de esperar que no ocurra, como tantas veces en nuestro país cuando se logra algo bueno, que se corte esta vinculación.
Siempre es muy agradable apreciar el segundo de Tchaikovsky. Salvo el genial inicio del primero –una de esos momentos absolutamente geniales de la historia, como el inicio del Zaratustra- tiene muy poco que envidiarle. Es el mejor Piotr y tiene un lirismo y una expansividad aún mayor que su hermano más célebre. Barry Douglas es un excelente pianista, con un sonido no demasiado personal y un muy buen dominio del teclado. Se mueve mejor en lo intimista que en lo extrovertido y llega a subyugar con la claridad de sus texturas. Es por esto que estuvo muchísimo mejor en el Brahms del bis. Le faltó vuelo y expansión. El verdadero Tchaikovsky estuvo en un Diemecke inspirado, expansivo y descaradamente lírico. No recuerdo haber oído en vivo mejor versión orquestal; pianísticamente sí, fundamentalmente una impresionante de Kersenbaum en los setentas. Notables las intervenciones de Saraví y Nozzi en el Andante non troppo
La Heroica fue objeto de una muy buena versión. Tempi acertadísimos, liviandad de sonido sin hacer que suene clásica, canto de buen cuño y un rendimiento perfecto de la orquesta cerraron magistralmente la velada.
Roberto Luis Blanco Villalba

Foto: Gentileza Arnaldo Colombaroli
A PESAR DE LAS CACEROLAS DIEMECKE Y LA FILARMONICA IMPUSIERON SU ARTE
Tercer Concierto de Abono a cargo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Director: Enrique Arturo Diemecke. Solísta: Barry Douglas (Piano). Programa: Tchaikovsky: Concierto para Piano y Orquesta Nº 2. Beethoven: Sinfonía Nº 3 en Re Menor Op. 55 (Heróica). Teatro Colón (18/04/13).
Mientras por los fondos de la Sala del Teatro Colón miles de porteños se dirigían a manifestar a Plaza de Mayo, otros, ingresaban a la sala para disfrutar de una sesión de música. Hace un tiempo largo que no coincidían ambas cosas. Al menos en la memoria de quien esto escribe, debo remontarme al 9 de Julio del año 1988 cuando mientras en el teatro se presentaban para el Mozarteum Argentino García Navarro con la Orquesta de Stuttgart y en la calle se festejaba el triunfo del pre-candidato presidencial Carlos Menem, quién exactamente un año después sería ungido presidente y los bocinazos se filtraban al menos en los sectores altos de la sala. Aquí al menos un oportuno corte de tránsito hizo que las cosas fueran mas placenteras, y por cierto así ocurrió.
El programa permitía tomar contacto con una obra que ya se la podría denominar “Rareza”. El poco frecuentado segundo concierto para piano y orquesta de Tchaikovsky. Una obra que si se me permite, podría denominar al menos de rara escritura y buén alarde técnico. Son contadas las ocasiones en que se ofrece y al menos yo no recuerdo en lo personal de haberla escuchado, con Esta, no mas de tres veces y justamente la vesrión que pasaré a comentar es a mi juicio la mejor que escuché de las tres.
Barry Douglas es un viejo conocido de Buenos Aires. Viniendo algunas veces como solista invitado y en otras como Director y Solísta al frente de la Camerata Ireland de la cuál es titular. Aquí abordó la obra con muy buena técnica, precisión y sonido muy límpio. Tal vez pueda achacarse falta de “vuelo” pero, la obra lo permite? Y probablemente no y no es de extrañar que esa sea al menos una de las razones de su prolongada ausencia en los atriles. Diemecke y la Filarmónica acompañaron de manera notable con ajuste, dialogo permanente con el solista y notables intervenciones en sus solos de Pablo Saraví en Violín y Carlos Nozzi en Violoncello. Respondiendo a los aplausos, Douglas ofreció un Brahms (No especificó la obra) de factura muy intimista que ratificó la imagen dejada en el Concierto.
En la segunda parte se ofreció la que acaso sea una de las obras mas revolucionarias de la historia de la música. Considero acertada la decisión de hacer la “Heróica” Beethoveniana en Esta circunstancia habiendo transcurrido un tiempo prudencial de la inolvidable versión que ofreciera Daniel Barenboim con la West Eastern Divan y la intimista que al poco tiempo Juan Pablo Izquierdo y la Orquesta de Camara de Chile lograron en la misma sala. La Filarmónica realizó una memorable faena tanto en la concepción de Diemecke (Tempi, Tensión Dramática y Ajuste) como las intervenciones solistas (Claudio Barile, Flauta; Nestor Garrote, Oboe; Fernando Chiappero, Corno), redondeando una actuación muy solida, justiceramente ovacionada. Totalmente compenetrado en lo suyo, Diemecke demostró que no necesita de golpes de efecto visuales para lograr cautivar a la audiencia con la calidad de su arte.
Donato Decina

Foto gentileza de Arnaldo Colombaroli
INTERPRETA OTELLO EN EL METROPOLITAN OPERA DE NUEVA YORK

Tiene fama de ser poco convencional. De romper esquemas. O "paciencias", como dice José Cura (Rosario, Argentina, 1962), tenor y "artista en todas sus ramas" desde el backstage del Metropolitan Opera de Nueva York, donde acaba de interpretarOtello. Pero no un Otello cualquiera: "El que represento ahora me ha llevado 15 años de madurez, así que tengo una autoridad tras el personaje que me permite hacer las cosas de cierta manera, y puedes estar de acuerdo o no, pero no decirme que estoy equivocado", explica a EXPANSIÓN.
Y es que su representación tampoco es convencional. "A mucha gente le ha molestado que yo recree a mi Otello como un ser vil, desagradable e inseguro". ¿Por qué? "Porque es una forma de arte que sigue pensando que el tenor es siempre el bueno; el barítono, el malo; la soprano, la pobrecita y la mezzosoprano, la prostituta… no puede ser, vivimos en una nube de pedos".
De ahí que el argentino, nacionalizado español, rompa esquemas. Pero no es un antojo, sino fruto de la reflexión. "Sin tener el don de la infalibilidad, mi análisis es que Otello es apóstata, ex musulmán y cristiano y es contratado para matar musulmanes, lo que le transforma en un traidor". Además, como no es veneciano, sino africano, no se pelea por defender a su patria, sino que es un soldado a sueldo, "un mercenario, un asesino".
Esta visión choca con lo tradicional, con quienes no comprenden la revolución que propone Cura para la ópera. "No son cambios, sino que se trata de hacer de una vez por todas lo que los compositores de las obras soñaban que se hiciera con ellas, sin miedo a que toda una cofradía de sacerdotes del oscurantismo vocal y operístico nos diga cómo hacer las cosas", apunta.
Entiende que hoy nadie diría a un actor de prosa que hable como en los años 40, pero "a nosotros sí". Así, mientras que el teatro, el ballet y el cine ya hicieron la revolución, "la ópera sigue anclada en los años 40 y 50". "¿Cómo no va a echar ahora para atrás la opera a la gente joven si llegas al teatro y ves a un señor parado en medio del escenario con los brazos abiertos, cantando a todo trapo con un cuchillo en la tripa?", se pregunta.
Elefantismo
La transformación no será sencilla, pues los clichés están "muy afincados". "Por ejemplo, mover una ópera requiere no menos de 250 personas, y, a más grande es el bulto, más imposible de frenar es la inercia", añade.
Aunque tampoco es fácil el propio género, pues requiere un esfuerzo. "Nos hemos escondido siempre en el argumento del elitismo del arte clásico para justificar nuestra vagancia para no acercarnos a él", dice. Y es que este arte tiene una condición: "El nivel de gozo que provoca es directamente proporcional al tiempo que hayas invertido en prepararte para entenderlo, porque no es obvio ni gratis". Ese esfuerzo es precisamente el que lo transforma en elitista.
Al otro lado del escenario, tiene un consejo para quien se inicia en la ópera, que toma prestado de Oscar Wilde: "Se tú mismo porque todos los demás ya están ocupados". "Se puede ir por la vida como clon o como individuo... Si gustas a todos es porque no haces nada nuevo y si no gustas a nadie es porque lo que haces es una porquería, así que hay que encontrar un 50%-50%".
Él mismo compromiso pone a sus personajes, que prepara "pedaleando, estudiando el libreto, dándole vueltas y mirando implicaciones". Ya al acabar su análisis, consulta la historia para ver si se equivocó en sus conclusiones. "Siempre lo miro al final, porque si lo haces al inicio concluyes lo mismo que otros». ¿Su favorito? "Los libretos que funcionan, que tienen continuidad y lógica, como Otello, Sansón, Carmen, Tosca…".
En la vida real, admira a "muchas personas", pero "no te digo quién porque si no la gente se pregunta porqué". Menos misterioso es lo que escucha uno de los grandes de la ópera en la radio de casa o en el coche. "Cuando trabajas en la música constantemente, tu música ideal es el silencio"
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