SOBRE "OPERA CLUB"

ÓPERA CLUB es un emprendimiento que nace el 17 de noviembre de 1990 a partir de un programa emitido por Radio Cultura. Este programa tuvo características muy especiales que lo transformaron, casi de inmediato, en el de mayor audiencia en su género.

Por primera vez se trataba el tema operístico con un absoluto desapego a las formas tradicionales de acartonamiento y solemnidad. Quedó en claro desde un principio que se trataba de un programa de ópera y no de cantantes –de estos últimos se ocupaba la mayoría-. Procedimos a lo que nuestro locutor de entonces (Mario Keegan) dio en llamar “derribando mitos” -desmitificar leyendas, anécdotas o lisas y llanas mentiras que con los años se convirtieron en falsas verdades-. Seguimos muy de cerca toda la actividad musical de Buenos Aires y La Plata poniendo muy especial énfasis en la promoción de los intérpretes jóvenes que estaban haciendo sus primeras armas –en la mayoría de los casos a puro pulmón- aunque sin descuidar las grandes figuras nacionales e internacionales que nos visitaban. Por último, el formato horario de cuatro horas nos permitió tratar amplia y distendidamente diferentes temas en un sólo programa desarrollado a través una conversación sin planificación previa entre dos a cinco co-conductores.

Todo esto nos puso en el primer lugar durante poco más de diez años. Diversos problemas –fundamentalmente económicos y de necesidades de programación de la radio- nos fueron acortando la duración y concluímos transmitiendo una hora a la medianoche del sábado. De esta manera fuimos perdiendo, junto con audiencia, nuestras características distintivas.

A partir de septiembre de 2012 nos mudamos a Radio Amadeus Cultura Musical recuperando nuestro formato original e intentando, de a poco y con mucho esfuerzo de todo tipo, retomar nuestro puesto de liderazgo –tarea nada fácil, por otra parte-.

Comencé diciendo que ÓPERA CLUB es un emprendimiento que nace a partir de un programa de radio. Esto es porque no es sólo un programa de radio –o, mejor dicho, el programa es casi como un pretexto-, sino un modo de unir a los oyentes tras un objetivo superior en común. El verdadero protagonista del programa no son ni los cantantes ni la música, son los oyentes –sus destinatarios y razón de ser-. Es por eso que los llamados telefónicos o mails son fundamentales para la concreción de lo que sale al aire. La audición es una excusa para que nos comuniquemos, nos conozcamos y podamos realizar y armar el programa y las actividades en forma conjunta.

Siempre me ha preocupado la incomunicación y soledad que aquejan a nuestra sociedad de manera cada vez mayor desde la segunda postguerra. Esta idea de nuclearnos bajo un interés u objetivo común es, para mí, un medio para paliar este terrible mal. Para esto, además del programa –y en lo personal más importante- son las diversas actividades que hemos venido realizando –con menor o mayor frecuencia- durante los últimos veintitrés años: encuentros, charlas, recitales, conferencia-debates, intercambio de material y, fundamentalmente, exhibición de videos (hoy DVDs) de diversas funciones operísticas –recuerdo con especial cariño el ciclo multitudinario que realizamos en el Centro Cultural General San Martín colmando ampliamente la capacidad plena de la Sala AB-. También estas actividades se vieron notablemente disminuídas con la anteriormente citada decadencia del programa –al que están intrínsecamente unidas-.

En esta nueva etapa muchas son las esperanzas y muchos los proyectos. La idea de congregarnos bajo nuestro amor a la ópera es, vuelvo a repetirlo, sólo un pretexto para encontrarnos virtual o realmente, tanto en nuestra relación comunicador-oyente como en forma personal. Este sitio, el Facebook y, en un futuro muy próximo, el Twitter serán nuestras herramientas virtuales a utilizarse en forma dinámica. Queremos crear un foro de debate y discusión a través del que no sólo hablemos de lo que nos gusta sino que intercambiemos ideas sobre políticas culturales. Necesitamos ampliar horizontes y promover los valores estéticos y culturales en los que se basan las obras de arte. De esta manera, a través de estos valores y del intercambio de ideas, iremos creciendo como personas y ayudando a crecer a nuestro entorno. Recordemos que los grandes cambios se producen, en general, a partir de los pequeños cambios individuales.

En cuanto al programa en sí mismo, posee una dinámica que va haciéndose cada vez más participativa –ya hemos desarrollado algunos temas propuestos por ustedes y esperamos una participación cada vez mayor-, poseemos también una enorme discoteca –probablemente la más grande de nuestro medio- con una cantidad de grabaciones que está muy holgadamente en la cantidad de cinco cifras y que abarca desde los primeros cilindros hasta las últimas funciones efectuadas en el mundo –a veces el mismo día de la emisión-, presentamos a las grandes figuras que nos visitan y hacemos una fuerte promoción de lo que están preparando los distintos grupos que han aparecido fuera del marco de los teatros oficiales y que es en donde realmente se encuentra el futuro.

La ópera es el centro pero no nos cerramos en ella. Abarcamos también los demás géneros vocales (opereta, zarzuela, oratorio, canción de cámara, sinfónico-vocal) y estamos, aún tímidamente y en muy pequeñas dosis, abriéndonos a todo el espectro de la música clásica (o académica –término que no me gusta pero al que adhiere muchísima gente-) En cuanto al período de lo que difundimos, es amplísimo y sin reservas ya que vamos desde la música medieval hasta las últimas manifestaciones de vanguardia.

En síntesis, estamos buscando crecer a partir del debate y la interacción. Considero que la relación estática con un oyente pasivo ya no es aceptable y pertenece a un tiempo que ya fue –no estoy valorizando, sólo presentando un hecho-. El piso de este proyecto es el que estamos transitando. El techo quisiera creer que no tiene límites (una sede propia, una emisora....).

Entre todos podemos lograrlo. Esto intenta ser un verdadero Club y les pido que se unan. Les garantizo que el crecimiento y el gozo serán ampliamente satisfactorios.


Dr. Roberto Luis Blanco Villalba


UNA CREACION DE ROBERTO BLANCO VILLALBA

........................................

martes, 18 de agosto de 2015



¿QUE ESTA PASANDO?

Orquesta Filarmónica de Buenos aires, Director: Enrique Arturo Diemecke. Solista: Sergio Daniel Tiempo (Piano). Programa: Jean Sibelius: “Karelia”, Suite Op.  11. Serguei Rachmaninoff: “Rapsodia Sobre un Tema de Paganini”, Op. 43. Carl August Nielsen: Sinfonía Nº 4, Op. 29 “Lo Inextinguible”. Teatro Colón, 13/08/13.

  Es evidente que la vergonzosa disposición de fechas realizada por la anterior gestión del Teatro, asignándole dos conciertos de abono en 48 hs., mas ensayos simultáneos en foso para acompañar ballet, confirmados a Este cronista por fuente absolutamente irrefutable, conspiraron sobre manera en la prestación de la Filarmonica, y en especial, para Este Concierto, el que se debe haber realizado con muy poco ensayo y cuyo resultado fue mas desabrido aún que el de 48 hs. atrás. No se están haciendo las cosas como se deben,  y debe ser asumido por quien corresponda.

  La sesión comenzó con una discreta versión de Karelia de Sibelius, y es lamentable, ya que el compositor Fines es uno de los preferidos de Diemecke , no pudo explayarse todo lo que el puede. Un sonido opaco, débil, ajustado, sí pero carente de fuerza interpretativa.  Las cosas no mejoraron para nada en la “Rapsodia Sobre un  Tema de Paganini” de Rachmaninoff, en el que ni Sergio Tiempo escapó del tema. Imprecisiones, pifias, falta de vuelo, ni la celebérrima variación Nº 18 tuvo canto y vuelo,  y eso ya  es alarmante, mas allá que la obra ya fue tocada por la Orquesta este año en la Usina del Arte bajo la dirección del entonces asistente Darío Domínguez Xodo con Marcelo Ayub como solista y ahí si hubo emoción y entrega y del que los músicos parecieron haberse olvidado. Al igual que en el Rimski de 48 hs., es evidente que ante las fechas encimadas, fueron incluídas en estos programas, teniendo en cuenta que la Orquesta ya las había trabajado, pero dadp que también hubo que ensayar ballet, los ensayos de ajuste fueron escasos e insuficientes y allí los resultados.  Tiempo fue igualmente aplaudido por el público, aunque el fue consciente de la situación y no quería bisar. Fue convencido de hacerlo y realizó una transcripción de “Capuletos y Montescos” del Ballet “Romeo y Julieta” de Prokofieff, en el que apenas mejoró en algo su magra perfomance, pero que no alcanzó a compensar, la pálida versión anterior.

  Todas estas circunstancias repercutieron negativamente también en la versión de la Sinfonía Nº 4 de Nielsen , que arrancó para el recuerdo y culminó pálidamente, casi como “desinflándose” en el transcurrir de la interpretación. El pasaje del Segundo al Tercer movimiento  y la secuencia inicial, son las únicas partes que merecen el rescate.


  Deben replantearse muchas cosas, no pueden ofrecerse buenos productos con tanta acumulación de cosas. Así no se puede seguir.



CON EL SELLO VIEU EN EL ORILLO

Ciclo de conciertos de la Orquesta Sinfónica Nacional: Gala Lírica, Director: Carlos Vieu. Solistas: Luís Lima (Tenor), Mónica Ferracani (Soprano), Alejandra Malvino (Mezzosoprano), María Florencia Machado (Mezzosoprano), Marina Silva (Soprano), Omar Carrión (Barítono), Fabián Veloz (Barítono), Hernán Itrurralde (Bajo-Barítono), Sebastián Russo (Tenor), Coro Estable del Teatro Argentino de La Plata, Director: Hernán Sánchez Arteaga. Obras de Verdi, Puccini. Saint-Saëns, Wagner, Bizet, Rossini, Massenet, Mascagni  y Cilea . Centro Cultural Kirchner, Sala “Ballena Azul”, 14 de Agosto de 2015.

  En esta fecha, en que la Sinfónica tenía otra actividad que debió posponerse, el ingenio de Ernesto Bauer como Coordinador de la sala y de Carlos Vieu, como Director Invitado, dió por resultado esta gala en la que el Conductor se movió como pez en el agua, la Sinfónica lució a pleno, se hizo federalismo al convocar al Coro Estable del Argentino,  y se aprovecharon al máximo las posibilidades de la sala. El resultado fue un producto que si bien fue extenso en cantidad,  en nada se sintió en cuanto a duración, haciendo poner de pie a un público  que llenó las instalaciones y que se retiró plenamente satisfecho.

   En cuanto a la calidad, hubo tres niveles en los cuales podemos separar las actuaciones. El primero es la leyenda, el homenaje. Y aquí la figura fue,  sin dudas, Luís Lima, al que se lo convenció de dejar por un rato la apacible Alta Gracia, subirse al avión y venir un rato a Buenos Aires para recibir el homenaje del público que lo ovacionó, mas la sorpresa de la presencia de su eterna compañera de rubro, la querida Ana María González, quién subió al final  convocada al escenario, para testimoniarle su afecto, en lo que constituyó el momento mas emotivo de la noche. Lima se jugó al abrir la velada junto a Fabián Veloz, el Coro Estable Platense y los solistas de Este, Sergio Spina, Sebastián Sorraráin y Pablo Skrt, en la escena inicial de “Otello”,  desde el comienzo hasta el coro posterior al “Esultate”, en el que Luís impuso sabiamente su oficio. Ya en “Dío! Mi Potevi Scagliar”, las cosas cambiaron un poco, ya que fue mas recitado (y algún grito por ahí), pero de todas formas bastante acomodado.  En la segunda parte, acometió junto a Omar Carrión el dúo de Carlos y Posa “Dio che nell’alma infondere”, verdadero “Caballito de batalla” en su carrera, muy dignamente ofrecido,  y se le concedió el único bis solista ofrecido,  el “Nessun Dorma”, alcanzando la nota mas emotiva de la noche, con el testimonio del aplauso de los demás artistas presentes en el escenario y el público todo.

  En el segundo nivel sitúo a los cantantes mas jóvenes que actuaron. Aquí,  María Florencia Machado emergió como la exponente mas notable, ofreciendo su “Aria de las cartas” de “Werther” de Massenet, título cantado por Ella dos veces en Buenos Aires este año, una de ellas en el Colón,  y que lo acompaña en momentos fundamentales de su carrera, muy bien vertida, para luego participar como una muy suelta y extrovertida Maddalena en el cuarteto del cuarto acto de “Rigoletto”. Marina Silva tuvo activa participación. Primero junto a Sebastián Russo en el duetto “Un dí felice Eterea” en el que mostró soltura y compenetración en el personaje. Luego en  “Si mi chiamano Mimí”, una interesante aproximación a “La Boheme”, como para pensar en abordarla y, finalmente, integrar el cuarteto de Rigoletto, donde trazó una muy doliente Gilda, convenciendo en sus intervenciones, y, para concluir, con Sebastián Russo, un poco nervioso al comenzó en el fragmento señalado de “La Traviata” junto a Silva,  y soltarse mas en “Bella figlia dell’ amore”.

 Y en el tercero, los definitivamente consagrados. Alejandra Malvino, quien descolló en “Mon Coeur S’ouvre a ta voix” de “Sansón y Dalila” y en “Accerba Voluttá”, de “Adriana Lecovreur”, con exquisita voz, sabiendo matizar y brindar la necesaria potencia en los momentos decisivos. Mónica Ferracani, en una exquisita interpretación de “D’amor sul ali rose”, con “caballetta” posterior incluída y “Vissi d’arte”, acaso hoy su “caballito de batalla”, hecho en el justo punto. Fabián Veloz, dando clase magistral de interpretación en la escena inicial de “Otello” y un  poderoso “Cortigianni vil razza dannata”, en la que el público verdaderamente deliró, cerrando su participación de manera fantástica en el ya señalado “Bella figlia dell’amore”.  Omar Carrión, dando clase de canto e interpretación en “Largo al Factotum”, un pasaje (y un título) que tantas satisfacciones le brinda a lo largo de su trayectoria, y su comentada participación en el duetto del “Don Carlo” junto a Lima. Y finalizando en Hernán Iturralde, quien con mucho oficio entonó la “Canción de la Estrella Vespertina” de “Tanhauser” de Wagner y un cierre formal muy impactante con el “Te deum” de “Tosca” vertido de manera admirable.

  El Coro Estable del Argentino, mostró una vez mas su clase, bien preparado por Hernán Sánchez Arteaga, ofreciéndonos lo mejor de su repertorio. Así el “Coro de Cigarreras” de “Carmen”, “Zingarelle e Mattadori” de “La Traviata”, “El Coro a Bocca Chiusa” de “Madama Butterfly” y el señalado “Te Deum” de “Tosca”, fueron expuestos brillantemente.

  Y para el final, la sabia conducción de Carlos Vieu para estos eventos, con una Sinfónica Nacional con momentos brillantes, como el “Intermezzo” de “Manón Lescaut”, el “desafío a la Superstición” con la Obertura de la querida “maledetta” y el Intermezzo de “Cavallería Rusticana” en donde pudo apreciarse, tanto como en el “Te deum” al órgano de la sala que se integró a la Orquesta y  sonó magníficamente. Tuvo el apoyo de todo el grupo y entregó un trabajo magnifico. A su pedido, todos, artistas, músicos, coreutas y público, se cerró con el “Va Pensiero”, tan caro a sus sentimientos, coronando una noche brillante.  


Donato Decina
El sabado pasado nos visitó en nuestros estudios el queridisimo Boris,quien nos contóla idea central de la puesta de Il Trovatore,de su autoría y que se estrenará el viernes en el Teatro Roma de  Avellaneda.
Alli estaremos. 

sábado, 15 de agosto de 2015


EMERGER DEL DESAFIO (SIN MORIR EN EL INTENTO)

Orquesta Sinfónica Nacional, Ciclo anual de Conciertos. Director: Francisco Rettig. Solistas: Alejandra Malvino (Mezzosoprano), Sección Femenina del Coro Polifonco Nacional, Director: Darío Marchese. Coro Nacional de Niños, Directora: María Isabel Sanz. Programa: Gustav Mahler: Sinfonía Nº 3, “El Sueño de una Mañana de Verano”. Centro Cultural Kirchner, Sala “Ballena Azul”, 07/08/15.

 Impensadamente, los programadores artísticos de Orquestas Oficiales y de Entidades Particulares de Conciertos, armaron actividad en torno a las Sinfonías de Gustav Mahler,  y así  nos encontramos con que la mitad de las mismas  ( Nºs. 2,3,4,5 y la integral de la 10 [ en versión Cooke/Diemecke]) se han interpretado hasta el presente,  y que el próximo Setiembre también la Estable del Argentino de La Plata acometerá  con la Segunda (Y sín saber si,  programaciones mediante, aparecerá alguna otra en el camino que resta hasta fin de año). Así,  la Nacional en su nueva sala tuvo el privilegio  de que en la interpretación de estos dos trabajos de larguísimo aliento del Compositor Bohemio, el público pudiera no solo apreciar la calidad del Organismo, sino que también se perciban los resultados acústicos de la “Ballena Azul”,  en un repertorio de mucho compromiso.

 La Sinfonía Nº 3, es el trabajo mas extenso de Mahler. Dependerá el enfoque que cada Director de Orquesta tenga de la obra, para saber con exactitud la duración de la versión. Si promediamos los enfoques mas lentos con los mas ágiles, estamos ante un trabajo de aproximadamente 1 hora con 35 minutos (tal vez la Sinfonía de mayor duración de la historia). Su Orgánico establece cuerdas (en gran número), Flautas, Oboes, Fagotes, Clarinetes por tres y hasta por cuatro, Cornos  hasta 9, Trompetas y Trombones por cuatro, Tuba por dos, extensa sección de Percusión (hasta en banda fuera de escena), Un Clarín (También fuera de escena) y Arpas por 2. Un Coro femenino, un Coro de Niños, y una Mezzosoprano que interpretará los dos movimientos cantados (el segundo de ellos con acompañamiento de los coros). Son Seis movimientos en total. Si Pensamos que en la partitura original, el compositor tenía pensado colocar como final un movimiento mas, que tenía directa relación con el quinto,  y que terminó siendo luego el final de la cuarta sinfonía, nos vamos a casi una 1 hora con 50 minutos. De ahí finalmente su supresión hasta para luego reaparecer como final dela Sinfonía siguiente (El Lied “La Vida Celestial” de “El Cuerno Mágico de la Juventud”), aún así, algunos de los críticos de Mahler, calificaron de “megalómano” al compositor, dada la naturaleza de su obra, basada en la inspiración pura que le produjo el contacto con la naturaleza durante una mañana estival. Esto que puede parecer para Uds. algo mas parecido a “Les Luthiers” y al inefable “Mastropiero”, quedo plasmado en el pentagrama,  y para ello, dividió su trabajo en dos grandes secciones. La Primera, compuesta solo por el primer movimiento, refiere a la creación misma, a la naturaleza y a la explosión que ello conllevó. Por eso, fanfarrias, marchas, motivos musicales, se van sucediendo, articulándose hasta conformar una pintura sonora de unos veintipico de minutos en lo que todo acontece. Los cinco movimientos restantes conforman la segunda parte. Cada uno lleva una referencia, “Que me dicen las flores”, es el segundo. “Que me dicen los animales”, es el tercero. “Que me dice el hombre” es el cuarto, en el que Mahler musicaliza la “Canción de Medianoche de Zarathustra” (Obviamente de “Así Hablaba Zarathustra”  de Nietsche), “Que me dicen los Angeles” (Basado en “Cantaban Tres Angeles” del poemario de Armin y Brentano “El Cuerno Mágico de la Juventud”), para concluir en el sexto “Que me dice el Amor”, entendiendo ello como una acción de gracias a Dios, padre de toda la creación (Cualquier parecido del Joven Mahler con el veterano Bruckner en este concepto, no es pura coincidencia). De ahí semejante duración para la concreción del propósito, el que visto en perspectiva, ha hecho que para muchos esta Sinfonía, junto con la siguiente Nº 4,  sean las dos mas terrenales y perfectas de la producción de Mahler. Para ello se necesita concentrar una cantidad  de fuerzas musicales de valía (instrumentales y corales), una buena voz solista femenina y un Director con oficio, sutileza  y capacidad de respuesta. Afortunadamente, estuvo todo eso.

 Francisco Rettig es un probadisimo Director de Orquesta Chileno, al cuál el público porteño pudo apreciar en un sinnúmero de presentaciones. Aborda con frecuencia el repertorio Post-Romántico y obras contemporáneas. Su mayor logro entre Ntros. ha sido en 1998 el estreno de la Sinfonía “Turangalila” de Oliver Mesiaen en el Colón con esta misma Orquesta, en el ciclo de la desaparecida Asociación Wagneriana. Luego de ello incursiono en otros repertorios con la Nacional, la Filarmónica y hasta  con la Sinfónica de Córdoba en el Colón con la “Heróica” y el Concierto en Fa de Gershwin. Tal vez sea esta versión de la Tercera Mahleriana, el mejor trabajo después del Mesiaen entre Ntros. Su enfoque tuvo buen empaste, extrajo todo lo mejor de los bronces de la Nacional, que concierto a concierto se van asentando cada vez mas, supo contener a la extensa percusión de los desbordes, logró momentos de increíble belleza en Cuerdas y Maderas, pero en su déficit, está la falta de mayor “canto” en el cierre de la obra,  y no haber cambiado al solista de Clarín fuera de escena, el que tuvo un desempeño para el olvido, en una parte fundamental de la obra. Aún así, el espíritu de la misma se mantuvo presente permanentemente,  y ensambló a la perfección a la parte vocal. Alejandra Malvino, entregó el canto mas exquisito, continuando con la línea en la que tanto la elogié el pasado año, durante su desempeño en “La Canción de la Tierra” del mismo compositor. Se identifica con este repertorio,  y ya casi que es presencia obligada en estas obras. La Sección Femenina del Polifónico, preparada por Darío Marchese y el Coro Nacional de Niños, preparado por María Isabel Sanz, tuvieron ambos desempeño sobresaliente. La acústica de la “Ballena” respondió, percibiéndose con absoluta nitidez cada sección de la Orquesta y, como inevitable contrapartida, las imperfecciones, las que sin embargo no afectaron en modo alguno la esencia de la obra. Un desafío del que todos salieron airosos y perdón por la humorada, “sin morir en el intento”.

Donato Decina


CASI UN CUARTO DE SIGLO DESPUES, EL MORO VOLVIO A LA PLATA (Y ESTA VEZ A CASA PROPIA)

Teatro Argentino de La Plata: “Otello”, Opera en Cuatro Actos, Música de Giuseppe Verdi, Libreto de Arrigo Boito, basado en la Obra Homónima de William Sheakespeare, Inerpretes: José Azocar (Otello), Paula Almerares (Desdemona), Fabián Veloz (Yago), Mariana Carnovali (Emilia), Sergio Spina (Cassio), Carlos Esquivel (Ludovico), Maximiliano Agatiello (Rodrigo), Mario de Salvo (Montano), Felipe Carelli (Un Heraldo). Coro Estable del Teatro Argentino de La Plata, Director: Hernán Sánchez Arteaga. Coro de Niños del Teatro Argentino de La Plata, Directora: Mónica Dagorret. Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata. Escenografía e Iluminación: Enrique Bordolini, Vestuario: Sofía Di Nunzio, Dirección Escénica: Pablo Maritano. Dirección de Orquesta y Concertación: Carlos Vieu. Teatro Argentino de La Plata, Sala Alberto Ginastera,  31 de Julio de 2015.

 El Argentino puso en escena a casi veinticinco años de su última realización, su título mas emblemático, el que lo distingue y con el que su mítica sala se inauguró allá por Diciembre de 1890.  “Otello”, una vez mas entre Ntros.,  después de la versión en la  Rocha en el Centenario de la Institución. Recuerdos de aquella vez, que vienen a la mente, y, en especial, el de cruzarme allí con Amneris Perusín, recordada soprano de amplia trayectoria en el Argentino, integrante de su Coro Estable y Desdémona en las versiones  de 1969 y 197 , fallecida unos días antes de Este estreno, gran persona,  a quien tuve el privilegio de tratar y a quién desde Esta columna, rindo mi homenaje. Vicisitudes personales, también la llevaron a convertirse en una militante de la causa de los derechos humanos, no la olvidaré.

 Un título fundamental como este, no debió ausentarse tanto tiempo. En especial,  en el hecho que permite al espectador apreciar a pleno las posibilidades técnicas y humanas de los integrantes de sus Cuerpos Estables, que deben lucir y mucho. Finalmente, la Gestión Ambrosio, con la indudable persistencia de Carlos Vieu, logró plasmar el objetivo. Se convocó a un verdadero artista como Pablo Maritano, para el desafío de la puesta escénica, y este, a su vez, se nutrió de dos verdaderos soportes que terminaron siendo una verdadera garantía. Enrique Bordolini en la escenografía  e iluminación y Sofía Di Nunzio en el vestuario. El resultado, una puesta de corte tradicional, agradable en lo visual y por momentos imponente en el efecto. Con notable marcación en lo actoral (sobretodo en el contrapunto de los principales protagonistas masculinos) y un interesante movimiento escénico en los momentos de desplazamiento de masas. Desarrollada íntegramente en el contorno e interior de un “coliseo”, en donde por el nivel de piso y sus gradas, los personajes se fueron situando y recorriendo su camino, apoyados por una maravillosa iluminación, pocos pero efectivísimos trastos de escena,  y atavíos de época, en donde predominaron tres colores, el blanco, el negro y el rojo, casi como simbolizando, lo oscuro de la trama, la lucha por el poder, la traición, la intriga y la locura a la que un ser humano puede llegar por amor. Todo eso fue plasmado con inteligencia por el equipo de realización, que tuvo el punto culminante en la escena de masas del tercer acto, con la entrada de Ludovico, en donde todo refulgió a pleno y  los integrantes  del espectáculo, expusieron el máximo de su capacidad. Y aquí entra a jugar decididamente la parte musical.  Comienzo entonces por señalar que el Coro de Niños en sus intervenciones, se mostró eficazmente preparado por Mónica Dagorret.  En cuanto al Coro Estable, comandado por Hernán Sánchez Arteaga,  luego de un comienzo en el que las voces femeninas superaron en amplitud a las masculinas, se fue asentando con el transcurrir de la representación, hasta alcanzar magnífica forma en el señalado cuadro del Tercer acto.
 En los roles de pequeña intervención, tanto Maximiliano Agatiello (Rodrigo), como Mario de Salvo (Montano), mostraron buena voz y sobrado oficio.  Elevándonos ya a papeles de mayor importancia, Carlos Esquivel fue un magnífico Ludovico. Tuvo imponencia en su escena del ingreso al palacio en el Tercer acto,  y ni que hablar de su intervención en lo vocal desde allí hasta el final del Espectáculo.  Mariana Carnovali cautivó con su presencia y su voz en las fundamentales intervenciones de Emilia, ya desde la escena con Yago en el arrebato del pañuelo en el segundo acto, para ir creciendo y comprometiéndose mas hasta convertirse en la piadosa acompañante de Desdémona en el tercero y,  finalmente, mostrándonos a la confidente y paño de lágrimas de la sufrida mujer, en la desgarradora escena de la despedida en el cuarto acto,  y ser capaz de desatar el nudo de la trama y desencadenar el trágico final.
  Sergio Spina, resolvió su Cassio con oficio. Mostró toda su gama de recursos vocales e histriónicos en el brindis del Primero. Mas allá de un discreto segundo plano en el segundo acto (tal vez marcado así por la Dirección Escénica). Se mostró con solvencia en el tercero, en la escena en que se lo anuncia como sucesor de Otello,  y exhibió presencia y seguridad en el final. Tal vez se debió recurrir a mejores recursos para la caracterización escénica (pequeña falencia, pero importante en lo visual),  en donde en nada favoreció el aplique capilar que se le impuso.
 Paula Almerares compuso a una interesante Desdémona, mostrando la riqueza de su timbre en el dúo de amor,  e ir creciendo a la par del personaje, mostrando tanto en el final del tercer acto, como en las decisivas “Canción del Sauce” y “Ave María”,   una carga dramática que Yo no le conocía,  una conmovedora despedida de Emilia y una tensión en la escena final, pocas veces apreciada. Tal vez lo que si debe resolver, sean algunos tics escénicos bien conocidos por todos Ntros. que ni el eficaz trabajo de “Regie”  pudo corregir.
 Fabián Veloz fue Yago. Y está todo dicho. Es el barítono Argentino del Momento y el mayor verdiano entre Ntros. Composición fuera de serie. Mostró toda la galería  de cinismo, locuras e intrigas que el personaje despliega. Voz imponente, su “Credo” tuvo una factura extraordinaria, realzada por el eficaz recurso escénico de incorporarle una Calavera cual monólogo de Hamlet  en un guiño al genio Inglés (y porque no también a Chaplin [otro Inglés], en la recordada escena del globo terráqueo de “El Gran Dictador”). Creció hasta convertirse en lo que debe ser, el antagonista de “Otello”, su verdadero destructor.
 Y José Azocar, fue capaz de “cantar” el Otello en todo el sentido de la acepción. Tuvo presencia escénica, fundamental, para trazar sus penurias, sus celos, sus miserias mas profundas, su amor atormentado. Tuvo buena voz,  no potente, pero si la suficiente para llevar a cabo su cometido, afinación,  además de saber “decir” algo tan fundamental y escaso en estos días en la mayoría de los interpretes. Párrafo aparte el “Si pel Ciel” entre ambos cantantes, que fue magníficamente expuesto.

 Carlos Vieu entregó el mejor trabajo de la Estable Platense de los últimos tiempos, prácticamente sin fallas, con buen empaste. Con “tempi” tal vez un poco acelerado, que en algunos momentos no permitió un  poco mas de canto y frescura, pero que de todos modos,  no empaña en modo alguno la riqueza de su labor.  Tuvo buena comunicación con el palco escénico y supo llevar a los interpretes vocales, nada menos.

 El Argentino presentó el que hasta ahora es el mejor espectáculo de la gestión Ambrosio y, que fue nada mas ni nada menos que Opera “Pura” en todo el sentido de la palabra. ¿Y si se persiste en esa ruta?

Donato Decina
EXTRAORDINARIA CONJUNCION

Festival de Música y Reflexión 2015: Actuación de la West Eastern Divan Orchestra, Director: Daniel Barenboim. Solista: Martha Argerich (Piano). Programa: Ludwig Van Beethoven: Concierto para Piano y Orquesta Nº 2 en Si bemol mayor, Op. 19. Piotr Illich Tchaickovsky: Sinfonía Nº 4 en Fa menor Op. 36. Teatro Colón, Miercoles 29 de Julio de 2015.

 De como dos obras archiconocidas pueden sonar con tanta nitidez, precisión y belleza, es solo porque son propiedad de dos monstruos de la talla de Martha Argerich y Daniel Barenboim. ¿Cómo puede ser que el Concierto Nº 2 de Beethoven, suene distinto en cada presentación suya?, es porque solo con Argerich puede acontecer. Capaz de los virtuosismos mas amplios. Capaz de las sutilezas mas increíbles. Capaz de establecer un clima de intimidad, que lleva a que la sala se sumerja en el silencio mas profundo, sin que nadie tosa, sin que un celular suene inoportunamente. Capaz de manejar el “tempi” a discreción. Y capaz de contar con un ladero de la talla de Daniel Barenboim, conocedor de la obra al milímetro como Solista y Director, que le seguirá hasta en los recovecos mas infrecuentes por los  que Ella decida internarse. Así fue la versión, así deslumbró, así también Barenboim llevó a su Orquesta al triunfo en el acompañamiento, que fue magnífico. Nunca con Ella se la escuchará dos veces igual, y, aún así, será capaz de manifestarle a Este cronista, que no había quedado satisfecha, porque a la mañana en el ensayo general, le había salido mucho mejor.
 El bis fue a dos pianos, para homenajear a Pía Sebastiani, fallecida unos días antes, con el “Bailecito” de Carlos Guastavino, pieza interpretada por ambos en el recital del año pasado y que motivara un encuentro con Pía a posteriori del mismo. Barenboim solicitó en nombre de ambos que no se aplaudiera, para ir de esa manera al intervalo con el recuerdo de la querida Pía. Nada mas sobrecogedor. Uno de los homenajes mas impactantes que me haya tocado presenciar.

 La parte final la constituyó una de las dos versiones mas imponentes que Yo recuerde de la cuarta de Tchaickovsky, junto con la del 2010 de Zubin Metha y la Filarmónica de Munich. Casualidad o no, las versiones de dos hermanos en la música, que sienten de la misma forma  a Ella. Cuanta expresividad, cuanto canto, apasionamiento.  Belleza de sonido de los vientos. Una cuerda formidable. Y una vez mas, el lucimiento del percusionista al que vengo haciendo referencia en mis crónicas, esta vez en los platillos, cual practicante de Tai-Chi-Chuan en cada movimiento previo al impacto, como tomando fuerza por el peso de los mismos y que motivo que al destaque por parte del Director en el final, la sala se cayera abajo en aplausos al mismo. Fiesta Absoluta.

 Los bises, de la mejor escuela Barenboim. Una sentida interpretación del “Vals Triste” de Jean Sibelius. Y luego la convocatoria a Laham Yoami, joven Director Israeli, asistente en esta temporada de Barenboim, quien al parecer tiene cifradas esperanzas en El, para una simpática versión de la Obertura de “Russlan y Ludmila” de Mijail Glinka, cerrando la noche, en donde nos retiramos luego de un goce absoluto.

Donato Decina
CLASE MAGISTRAL DE INTERPRETACION

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, séptimo concierto de abono, Director: Enrique Arturo Diemecke. Solista: Alexander Moutouzkine (Piano). Programa: Alexander Scriabin: Concierto para Piano y Orquesta en Fa Sostenido Menor,  Op.20. Anton Bruckner: Sinfonía Nº 6 en La menor. Teatro Colón, 23/07/15.

 Esta velada quedará en la memoria auditiva de Este cronista, como la de mayor belleza sonora en mucho tiempo.  Primero por la aparición de un magnífico solista de piano como Alexander Moutouzkine, Ruso de nacimiento, radicado actualmente en E.E.U.U., quien descolló en la interpretación del Concierto para Piano y Orquesta de Alexander Scriabin, alcanzando cumbres emotivas e intensidad interpretativa. Dotado de formidable técnica, sabe crear clima  y se floreó en el andante central. Una vez mas, la complicidad de Enrique Arturo Diemecke con el solista,  para un repertorio que verdaderamente El siente, jugó un papel preponderante. Ida y vuelta permanente solista – orquesta, ajuste, empaste y vibración fueron los complementos que ayudaron a que la versión fuese tan lograda.  Ante los atronadores aplausos del público, Moutouzkine retribuyó con una transcripción de Rachmaninoff de un fragmento de Bach, volviendo a maravillar al auditorio.

 La Sexta sinfonía de Anton Bruckner, se ubica entre dos vigas maestras (Cuarta y Quinta) que comenzaron a sostener lo que luego serán verdaderas “catedrales sonoras” que conforman el fuerte de su producción sinfónica. La “trilogía final” (Séptima, Octava y Novena, con cumbre en la del centro). Y es en este “intermedio”, en la que desarrolla una interesante progresión de ideas. Un primer movimiento de mucha enjundia. Un glorioso “Adagio”. Un poderoso “Scherzo” y un Final mucho mas vibrante e intenso que en otras obras anteriores.  Aquí es en donde el Conductor Mexicano logró el mejor Bruckner que haya interpretado entre Ntros. Plena de Canto, intensidad, por momentos arrolladora, con una Filarmónica que respondió maravillosamente. A escasos quince días de su gran triunfo en la “Ballena Azul” con  “Resurrección” de Mahler, este nuevo logro que renovó el romance con el público porteño.

Donato Decina
NI EL MISMISIMO BOULEZ  EN EL COLON,  TUVO UNA RECEPCION TAN APOTEOTICA DE SU OBRA

Festival de Música y Reflexión 2015. Actuación de Músicos de la West Eastern Divan y Refuerzos Invitados, Director: Daniel Barenboim. Programa: Richard Wagner: “Idilio de Sigfrido” (Versión Original para 13 Instrumentistas), Arnold Schöenberg: Sinfonía de Cámara Nº 1, Pierre Boulez: “Sur Incises” (Para 9 instrumentos, Estreno Argentino) Teatro Colón, 31 de Julio de 2015 (Concierto de Apertura del Festival).

 Y llego el día. Ese, al que muchos melómanos de Argentina y otros países de la región, esperamos con ansiedad, para ver aparecer en el escenario del Colón la figura de Daniel Barenboim, junto a sus músicos de la Orquesta del Diván  y algunos otros que han venido a reforzar el grupo, dada la exigencia que implicó el desarrollo del programa de apertura, mas otras obras de igual compromiso que se han programado durante su desarrollo. Sabido es que para los habitués del Teatro, la programación es lo primordial, y en ese sentido las obras incluidas en el primer concierto, representan una bocanada de aire fresco en cuanto al repertorio presentado. Barenboim es sinónimo de convocatoria. Pero que en un programa que incluyó la Sinfonía de Cámara Nº 1 de Schöenberg y “Sur Incises” de Pierre Boulez y que el “Idilio de Sigfrido” se ofrecía en la disposición originalmente ideada por Wagner, la concurrencia desbordara, fue lo mas positivo en mucho tiempo que haya ocurrido en el Colón, y revela que se está en la línea que el publico de conciertos exige, y aún mas, a las formaciones extranjeras que nos visitan. Una vez mas, gracias Daniel Barenboim.

 La versión del “Idilio” fue magnífica. Los instrumentistas, capitaneados por Michael Barenboim desde el primer atril, a las órdenes del querido Director, ofrecieron una versión de antología, plena de canto, fraseo, intensidad y voltaje emotivo. Desde el suave comienzo, la música fluyó para ir penetrando paulatinamente en el oído de cada uno de los presentes hasta esa esfumatura final en el que la música va diluyéndose, culminando en maravilloso silencio . En ese momento recordé también, la versión que hace mas de 20 años ofreciera en el espacio del por entonces flamante C.E.T.C., Gerardo Gandini con su “Sinfonietta”, solo que esta fue mas intensa aún que aquella. Y mas valor tuvo aún, el hecho que por las consabidas causas, jóvenes Arabes e Israelíes la abordaran con el mismo tesón y la misma enjundia con que abordaran las versiones de “Tristan e Isolda” hechas a lo largo de estos años. Ahí sobrevino la primera ovación de la noche, que dio paso a una intensa versión de la Sinfonía de Cámara Nº 1 de Schöenberg. Obra de magnífica escritura, casi continuadora del “Wagnerianísmo”, plena de contrastes, tensiones y progresiones, que fue ofrecida en una versión vivaz, que no decayó en ningún momento. El “sacudón” y la impresión que la obra produjo en el público fue muy elocuente,   y, desde las localidades altas (¿Dónde sino?), partió una andanada de aplausos, continuada por el resto de la sala, que se sumó al ímpetu del público joven que se encontraba en aquella zona del teatro.

 Y luego “Sur Incises” (Sobre ”Incises”), un Boulez al que no se escuchó con tanta devoción, ni siquiera en su visita de la década del 90 del pasado siglo, merced entonces, a los oficios del Mozarteum Argentino. Una prolongación de “Incises” para piano solo, casualmente compuesta alrededor de la fecha de esa visita a Buenos Aires del gran Compositor y Director Galo. De una obra de unos pocos minutos, deriva esta nueva que se extiende por casi tres cuartos de hora con tanta contundencia que prácticamente no deja al oyente respiro alguno. Tres pianistas, tres arpistas y tres percusionistas, quedaron dispuestos en abanico a las órdenes de Barenboim, y allí ese sonido por momentos mágico, capaz de desplegar una paleta de color y sonido, con una impresionante labor de los percusionistas, sin ir en modo alguno en desmedro de la actuación de los demás, también sobresaliente, solo que los primeros alcanzaron una cumbre inigualable.  Hacía muchísimo tiempo que quien esto escribe, esperaba algo así en el Teatro. Más allá de ese excelente ciclo que es “Colon Contemporáneo”, hacía falta una programación innovadora en un ciclo masivo. El hecho que fuera Daniel Barenboim quién lo hiciera, ayudó a la concurrencia, logrando por fin el resultado deseado. A muchos espectadores, literalmente hablando, “se les abrió la cabeza”, y la gran ovación que se desató al final de la interpretación, conmovió hasta al mismismo Director,  el que en un estado de sorpresa, salió en varias ocasiones a agradecer al público. Ni el propio Boulez en su visita, tuvo una aceptación así. Es cierto que el público era otro y los jóvenes concurrentes de las localidades altas, como en ésta ocasión, fueron los que le hicieron el  “Aguante”, mientras los de abajo se retiraban casi en estampida. Acá se quedó todo el mundo y todos aplaudimos. ¡Por fin!. Batalla ganada. No hubo necesidad de bises, estaba todo dicho.

Donato Decina
LA OTRA FACETA DE JOSE

Orquesta Sinfónica Nacional, Concierto Extraordinario, Director: José Cura. Solistas: Guadalupe Barrientos (Mezzosoprano), Enrique Folger (Tenor), Fabián Veloz (Barítono), Daniela Tabernig (Soprano), Laura Polverini (Soprano), Laura Domínguez (Mezzosoprano). Programa: Georges Bizet: Fragmentos de la Opera “Carmen”. Antonin Dvorak: Sinfonía Nº 9 en Mi menor, Op. 95, “Del Nuevo Mundo”. Centro Cultural Kirchner, Sala “Ballena Azul”, 30 de Julio de 2015.

 Y desde el Ministerio de Cultura se convocó a José Cura, flamante mención Domingo Faustino Sarmiento del Senado de la Nación, para un Concierto con la Sinfónica Nacional. Presumo que dado lo ocurrido con Martha Argerich, y teniendo en cuenta las exclusividades que el Teatro Colón pide a sus contratados, no es extraño que por ello se haya optado por programar a Ntro. Gran Artista en su rol de Director de Orquesta, teniendo en cuenta también que lo ha  hecho como titular de la reconocida “Sinfonía Varsovia” de Polonia, agrupación que ha venido de visita junto a Penderecki y a Leopold Hager, entre otros nombres, a Ntro. País, como así también en su rol de artista residente de la Sinfónica de Praga. La programación que eligió, nos permitió apreciarlo como concertador lírico y Director puramente Sinfónico, y los interpretes elegidos fueron valores que han actuado junto a El en sus dos últimas presentaciones en el Colón, con los que evidentemente ha simpatizado y ha conformado un Equipo de Trabajo.

 Al comienzo, Cura dirigió unas palabras a la concurrencia, para presentar a los interpretes que ofrecerían una selección de “Carmen”, y comenzó a comentar cada fragmento a escucharse, con la sana intención de explicar “en lenguaje de Doña Rosa” a todo aquel oyente neófito que pudiese encontrase en ese momento en la sala, haciendo gala de un muy buen humor, el que fue puesto a prueba cuando en un momento de la selección correspondiente al segundo acto, un apagón afectó las luces del escenario, quedando solo iluminado el contorno de la sala. Solo la profesionalidad de Interpretes y Orquesta hizo que las cosas siguieran su cauce hasta el final del fragmento  que se estaba interpretando, y que en una magnifica entrega, los Músicos de la Nacional, que evidentemente tuvieron “Feeling” con Cura desde el vamos, ofrecieron seguir con el “Aria de la Flor” en las mismas condiciones, en la creencia que tal vez en el interín el desperfecto fuese subsanado. No fue así. Cura resolvió suspender provisoriamente el Concierto a la espera  de la vuelta de la luz, la que volvió veinticinco minutos después en la forma de adaptar las luminarias de efectos especiales,  que se utilizan en los espectáculos de corte popular, para iluminar el escenario. Luego de agradecer la paciencia del público, el querido Artista Rosarino, retomó las riendas del programa hasta el final de la selección. Para ello entonces diremos que en todo momento hubo intensidad interpretativa, semi-montaje (algo que el querido José hace de manera impecable con los cantantes) y algunos momentos superlativos, como la “Canción del Toreador” por Fabián Veloz, quien ya nos dice a las claras que “Escamillo” es un rol decididamente para El,  y el “Aria de la Flor”, punto máximo para la actuación de Enrique Folger, justicieramente ovacionado. A Guadalupe Barrientos no se la notó cómoda y quizás sea por eso que la famosa “Aria de las Cartas” no haya sido incluída. Si, en cambio,  se la escuchó muy bien a Daniela Tabernig en el Aria de Micaela del tercer acto. Laura Polverini y Laura Domínguez como Mercedes y Frasquita, cumplieron acabadamente en sus breves intervenciones y Cura,  generosamente, se apartó en el final para dar paso a que el público agradeciera a las voces y a la Orquesta el esfuerzo realizado.

Dada la demora causada por el desperfecto, a la “Nuevo Mundo” se la comenzó a escuchar alrededor de las 23 hs., por lo que José Cura debió alterar la forma del Concierto  comentado y pasar a la interpretación, y,  una vez mas apelando al sentido del humor, mas allá de una pequeñísima reseña de la obra, dejó como “tarea para el Hogar” para el público, saber mas del compositor checo Fue una versión interesante, llevada a “tempi” ágil, sín cortes y con respuestas interesantes de la Nacional , unas pequeñas pifias sin importancia no empañan en modo alguno el trabajo, que fue muy bueno, dejando a futuro la base para el ganado reencuentro en el que seguramente el querido José volverá a sorprendernos en esta otra faceta suya.

Donato Decina
CLASE MAGISTRAL DE INTERPRETACION

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, séptimo concierto de abono, Director: Enrique Arturo Diemecke. Solista: Alexander Moutouzkine (Piano). Programa: Alexander Scriabin: Concierto para Piano y Orquesta en Fa Sostenido Menor,  Op.20. Anton Bruckner: Sinfonía Nº 6 en La menor. Teatro Colón, 23/07/15.

 Esta velada quedará en la memoria auditiva de Este cronista, como la de mayor belleza sonora en mucho tiempo.  Primero por la aparición de un magnífico solista de piano como Alexander Moutouzkine, Ruso de nacimiento, radicado actualmente en E.E.U.U., quien descolló en la interpretación del Concierto para Piano y Orquesta de Alexander Scriabin, alcanzando cumbres emotivas e intensidad interpretativa. Dotado de formidable técnica, sabe crear clima  y se floreó en el andante central. Una vez mas, la complicidad de Enrique Arturo Diemecke con el solista,  para un repertorio que verdaderamente El siente, jugó un papel preponderante. Ida y vuelta permanente solista – orquesta, ajuste, empaste y vibración fueron los complementos que ayudaron a que la versión fuese tan lograda.  Ante los atronadores aplausos del público, Moutouzkine retribuyó con una transcripción de Rachmaninoff de un fragmento de Bach, volviendo a maravillar al auditorio.

 La Sexta sinfonía de Anton Bruckner, se ubica entre dos vigas maestras (Cuarta y Quinta) que comenzaron a sostener lo que luego serán verdaderas “catedrales sonoras” que conforman el fuerte de su producción sinfónica. La “trilogía final” (Séptima, Octava y Novena, con cumbre en la del centro). Y es en este “intermedio”, en la que desarrolla una interesante progresión de ideas. Un primer movimiento de mucha enjundia. Un glorioso “Adagio”. Un poderoso “Scherzo” y un Final mucho mas vibrante e intenso que en otras obras anteriores.  Aquí es en donde el Conductor Mexicano logró el mejor Bruckner que haya interpretado entre Ntros. Plena de Canto, intensidad, por momentos arrolladora, con una Filarmónica que respondió maravillosamente. A escasos quince días de su gran triunfo en la “Ballena Azul” con  “Resurrección” de Mahler, este nuevo logro que renovó el romance con el público porteño.

Donato Decina
ESCUCHENOS TODOS LOS SABADOS, A PARTIR DE LAS 20 HS POR RADIO CULTURA MUSICAL 104.9 Y POR www.culturamusical.com.ar.
ESCRIBANOS A operaclubradio@gmail.com