jueves, 27 de agosto de 2015

María Bayo: «Nadie cuestiona el precio de las entradas del fútbol, pero sí el de la ópera»


La soprano española se encuentra impartiendo el curso

en Santander«Las óperas italianas de W. A. Mozart» en la

 UIMP,

María Bayo (Navarra, 1961) es una de las sopranos españolas más internacionales. Tras más de 25 años de carrera, ha pisado los escenarios de los principales teatros del mundo, como la Scala de Milán, el Staatsoper de Berlín, La Monnaie de Bruselas, el Covent Garden de Londres o el Metropolitan de Nueva York. En la actualidad sigue destacando por su gran versatilidad y pone todo su talento al servicio de los más jóvenes en el curso que está realizando en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, «Las óperas italianas de W. A. Mozart».
¿Cómo fueron sus inicios en el mundo de la música?
Empecé hace ya bastantes años en un pueblo de 3.000 habitantes como Fitero, en el que no había mucho conocimiento musical de lo que era mi arte. Sí que se fomentaba lo que era coral e hice con las monjas solfeo, pero no había conocimiento de lo que era realmente la ópera. Cuando ya había experimentado siendo solista en diferentes asociaciones de coros, decidí marchar al conservatorio, pero por mi cuenta, para aprender música profesionalmente. De Fitero a Pamplona hay cien kilómetros, lo que suponía para mis padres un desembolso importante de dinero para sostenerme y que pudiera hacer esos estudios, con lo cual me las tuve que arreglar en verano para poder estudiar y trabajar a la vez.
Comenzó a estudiar canto casi por accidente porque usted lo que quería era apuntarse a clases de guitarra, pero no quedaban plazas.
Antes de llegar a Pamplona había empezado con las monjas piano y lo había dejado. Cuando llegué al conservatorio no había plazas para estudiar de guitarra clásica y como me gustaba tanto cantar, porque tenía la voz y lo hacía un poco por inercia, me apunté a clases de canto para aprender la técnica vocal. Tuve una gran suerte porque allí coincidí con una profesora muy prestigiosa, que había hecho una pequeñita carrera, y vio las facultades que tenía. Ella me apoyó muchísimo, vio el interés y las facultades que tenía para el canto y así empezó mi carrera musical.
¿En qué ciudad se ha sentido más a gusto cantando?
Bueno, la verdad es que he cantado en prácticamente todos los teatros del mundo y me siento cómoda en cualquier sitio porque los que nos dedicamos a esto la gran suerte que tenemos es que somos ciudadanos del mundo. Yo me encuentro bien en cualquier teatro, sobre todo cuando ya has hecho varias cosas en ese teatro y te conoce el personal y el público, como me ocurre en París.
¿Qué le diría a aquellas personas que consideran que la ópera es demasiado elitista?
Es lo de siempre, la ópera ni es aburrida ni es elitista. Lo que pasa es que los medios de comunicación tampoco ayudan a que se fomente toda esa cultura musical, a que la gente tenga una curiosidad por ir a esos eventos. Realizar unas clases abiertas como las de este curso en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo hace que el público tenga unos conocimientos de lo que supone el arte del canto, que se ha ido mejorando y perfeccionando durante tantos siglos. Hay que fomentar todo lo que sea educar desde pequeños en el colegio y propiciar que los mayores tengan la posibilidad de asistir a clases en directo para que comprueben cómo trabaja un artista que tiene ya unas bases técnicas.
¿Cómo se puede atraer a la gente con los altos precios que tienen las entradas en tiempos de crisis?
Esto es muy polémico. Las entradas en el fútbol pueden llegar a valer más de cien euros y nadie se cuestiona ese precio, pero sí en la ópera. ¿Por qué? Porque el fútbol se está fomentando cada día en los medios de comunicación. Además, hay estadios enormes, con lo que las entradas deberían de ser más baratas, pero no porque las megaestrellas que son los futbolistas fomentan todo aquello que hacen y nadie se cuestiona ese dinero, pero sí se cuestionan que cueste cien euros ir a una ópera.
¿Qué tiene de especial Mozart para ser uno de sus compositores preferidos?
Una de mis primeras clases en el conservatorio fue Mozart, he crecido y he aprendido mucho de él. Empecé a cantar sus arias y sus óperas porque pienso que es un director que te ayuda, que te enseña a cantar haciendo teatro, pero bien hecho porque él mismo con toda su música es teatro puro. Además, creo que es uno de los compositores más completos que hay en cuestión musical y que te ayuda vocalmente a seguir unos parámetros para no dispersarse y no salirte de ese camino que es el difícil arte del canto.
Otra de sus grandes pasiones es la zarzuela.
Bueno se me conoce mucho por la zarzuela porque se ha fomentado muchísimo lo que ha sido la discografía mía de zarzuela, pero no he hecho mucha zarzuela en escena. De hecho, la única obra que yo he hecho en escena ha sido «Doña Francisquita». He fomentado mucho lo que es la música española y la sigo fomentando porque pienso que si nosotros tiramos nuestra música nadie la va a recoger. Somos nosotros los que tenemos que tenemos que ponerle en la altura que corresponde.
En cambio es un género que le produce alergia a muchas personas.
Porque se ha hecho muy mal. Lo que se ha intentado es fomentar en estos últimos 20 o 25 años, que es cuando yo comencé a hacer las grabaciones de zarzuela, el actualizar las grabaciones porque muchas de ellas no tenían los medios actuales de grabación. Se ha intentado poner al nivel todo eso y además fomentar la zarzuela haciendo ver que no es mediocre, es una buena música, siempre y cuando se haga bien.
¿Cómo ve el sistema educativo musical en España?
En estos momentos hay muchas deficiencias. Hay que tener unos objetivos aparte de quién pueda estar gobernando, si es un partido político u otro. Se necesita mantener ese pilar tan importante que es la educación a todos los niveles, pero en concreto la educación artística, que es la que es la que nutre a la persona y además aporta otras cosas al espíritu y al ser humano que a veces se obvian y que son tan importantes en la concepción y educación de un niño.
¿Hay una buena cantera de niños y niñas para cantar ópera?
En estos últimos tiempos me he dedicado más a la enseñanza que antes y veo que hay unas deficiencias importantes. En España no se fomenta muy bien, en mi profesión, la figura del cantante. Creo que el cantante tiene que formarse mejor en este país.
¿Qué le parecen los programas televisivos musicales como «Operación Triunfo»?
Dan un mensaje absolutamente falso. Quizá la gente quiera acercarse a la música con estos programas, pero creo que la idea que dan de que esto es fácil e inmediato y que sin estudiar, trabajar ni hacer un esfuerzo podemos ser divos y no es así. Creo que dan un mensaje contradictorio que no es bueno para la sociedad.
Habla de esfuerzo y trabajo, ¿a qué ha tenido que renunciar para poder cuidar su voz?
Esto es una vocación e implica que estás sujeto a un órgano que uno tiene dentro, depende de tu estado anímico, de tu estado físico y de muchas cosas. Por ello tienes que renunciar a salir por la noche con tus amigos a tomar unos vinos, tienes que cuidarte porque luego tienes la responsabilidad de tener que estar al cien por cien cuando estás delante de un público.
¿Qué le hubiese gustado ser si no se hubiese dedicado al canto?
No lo sé. Yo estudié para puericultora, pero me gustan mucho los niños y quizá me hubiese dedicado a la educación.
¿Qué es lo que mejor le ayuda para desconectar de su profesión?
En estos momentos lo que más me desconecta de mi trabajo es mi hija, que tiene once años. También me gusta mucho la parte cinematográfica y la lectura, tanto los libros como los periódicos.
¿En qué lugares le gusta perderse?
Me gusta mucho viajar y buscar nuevos sitios. Cuando estoy de vacaciones intento desconectar. Hace dos años estuve en Sicilia y me pareció una isla fantástica con una gran cultura. También México me pareció un país maravilloso.
¿Qué no puede faltar en su maleta?
Un libro. Me parece primordial porque pasas muchas horas en los aeropuertos, en las habitaciones de hotel en los que estás solo y es importante tener esa compañía que proporciona la lectura.
¿Alguna vez se ha sentido una «friki» por dedicarse a la ópera?
Sí, porque pienso que la gente nos mira y piensa que somos unos saltimbanquis porque el canto no se considera una profesión como el resto, ni se considera como una carrera. Sin embargo, pasamos estudiando tantos años como un médico y tenemos que disponer de unas facultades aún mayores que las de un médico porque si no no puedes hacer esta carrera. Pero si es verdad que la gente nos mira con lupa porque no se ha educado verdaderamente a esa gente a mirarnos de otra forma y nos sentimos que navegamos a contra corriente. Además, en una sociedad donde cada vez la música tiene un lugar menos importante, la gente nos ve como algo extraño.
¿Cuáles son sus próximos proyectos?
El mes que viene voy a dar dos conciertos benéficos para diferentes asociaciones. Posteriormente, me tengo que marchar a Buenos Aires para montar un rol como es el de «Doña Elvira», que tengo muchas ganas de montar porque es uno de los roles que me faltan. También tengo la presentación de mi próximo disco, que esperemos que salga en navidades.


LO MEJOR LLEGO AL FINAL

“Nuova Harmonía 2015”: Recital de Piano de Horacio Lavandera. Programa: Ludwig Van Beethoven, Sonata Nº 17 en Re menor, Op.31/2 “La Tempestad”. Sonata Nº 18 en Mi bemol mayor, Op. 31/3. Frederic Chopin: Preludios Op. 28 NºS. 7, 8, 15,16. Polonesa Nº 6 en La bemol mayor Op. 53 “Heroica”. Polonesa fantasía en La bemol mayor, Op. 61. Franz Liszt: Paráfrasis de Concierto sobre “Rigoletto” de Giuseppe Verdi, S.434. Teatro Coliseo, 26/08/15.

  Si por algo se ha caracterizado esta velada es su irregularidad. Irregularidad en lo que hizo al comportamiento  de gran parte de la concurrencia (Algo desgraciadamente muy recurrente en las tres principales salas de concierto de Buenos Aires), lo que motivó que entre el segundo y el tercer movimiento de la Sonata 18 de Beethoven, el interprete, visiblemente contrariado, debiera pedir silencio al auditorio, ya sea por estridentes tosidos, ruidos molestos, aplausos fuera de lugar, debiendo amenazar con que ante una nueva reiteración,  se retiraría de inmediato del escenario, dejando la velada inconclusa. Irregular la actuación del interprete, en donde mas allá de las vicisitudes mencionadas en el párrafo anterior,  en muy pocos momentos de la programación pudo plasmar a pleno lo mejor de su interpretación. Y mas irregular aun que la “Sintonía de Onda” Interprete-Público, se lograra solo al final, en donde Horacio Lavandera se prodigó en 6 (Sí, Seis) bises, ante el estímulo que significaba el aplauso y el entusiasmo sostenido con que se celebraba cada uno de ellos, haciendo que esto configurara una “Tercera Parte”, en la que se escuchó lo mejor de la noche. Si debo hacer un análisis, obra por obra de lo originalmente programado, en todas le cabe lo mismo,  y se resume de la  siguiente forma: Técnica impecable, buena musicalidad, sonido justo (ni chico ni ampuloso), sentimiento prácticamente nulo y ni hablar de ideas. Y decir eso al abordar los autores mencionados en la programación,  me exime de mayores precisiones.
  Lo increíble vino después, en donde un Lavandera que había concluido con la formalidad del concierto comenzó a ofrecer un bis. De repente la platea estalló en un aplauso mas fuerte que durante la parte formal y comenzó a sentir la necesidad de volver a sentarse a tocar y seguir, y así sucesivamente. Y surgió un toque mas vibrante, una interpretación mas sentida y fueron desfilando: “Adiós Nonino”, “Fuga y Misterio” y “Libertango” de Astor Piazzolla, para reincidir con Chopin y lograr un mejor resultado con el Estudio Nº 12, la “Fantasía Impromptu” y cerrar con el Nocturno en Mi bemol mayor en donde se liberó por completo, logrando una mayor expresividad y un resultado mucho mas convincente que el que tuvimos con las obras originalmente programadas.  En mucho tiempo a esta parte, no me había ocurrido una situación semejante. Hubo que esperar al final, para que viniera lo mejor de la noche.

Donato Decina

Gregory Kunde: «No tengo claro que retransmitir la ópera en los cines lleve a más gente al teatro»


Es, probablemente, el tenor del momento. A sus 61 años,

 saborea el éxito por toda Europa después de tres décadas 

de carrera. En septiembre cantará en La Coruña y en el 

Teatro Real de Madrid

Carreras como la de Gregory Kunde tienen una historia, por más que con su habitual tono desenfadado asegure que no le da mayor importancia. La suya es la inusual crónica del cantante americano que tuvo que venir a Europa para triunfar, que superó un cáncer y una crisis vocal que por poco le impiden seguir con su carrera, yesperar a los sesenta para el éxito y el reconocimiento de críticos y aficionados después de reinventarse como cantante, como quien le da la vuelta a un calcetín. Aquel espigado tenor ligero quedespuntó como contraltino rossiniano –roles con los que hizo fama mundial Juan Diego Flórez–, ha acabado dominando como pocos los personajes verdianos que fraguaron la carrera de Plácido Domingo. Un giro inverosímil que está «disfrutando muchísimo» y que «nunca imaginó», tras más de 35 años de carrera.
«Sigo pensando que todo es cuestión de progresión, de saber qué hacer en cada momento, de tener suerte y quizás no tanto talento, porqueprobablemente haya gente que cante mejor que yo», admite. «Nunca esperas que te llegue el éxito. Cuando llega pasados los sesenta, para mí es como un regalo. En nuestra profesión, con cincuenta años ya tienes que ir pensando en retirarte, y por eso cuando veo a Leo Nucci, a Plácido, a Mariella Devia o Gruberova me digo que todavía hay esperanza», asume.
«Ahora siento que tengo la experiencia suficiente para hacer arte, para disfrutar, para crear algo que es tuyo». Traza un paralelismo con los pintores que en su juventud se inspiran en otros maestros y que en la madurez encuentran su sello personal. «Eso que la gente dice que tengo, la musicalidad, la facilidad en el registro agudo, la actuación en escena. Lleva mucho tiempo conseguirlo y mantenerlo».

No hay ópera para viejos

Kunde dice sentirse «la excepción» en un mundo operístico que, salvo casos contados, aparta a los veteranos para imponer a rostros jóvenes, muchos ayunos de la experiencia para afrontar los roles que se les encargan. «Desgraciadamente, se ha vuelto demasiado importante dar el físico del papel que se interpreta», se lamenta. «La primera retransmisión en directo del Met en 1977 fue una “Bohème” con Freni, Pavarotti y Ghiaurov, todos en sus cincuenta y tantos. ¡No parecían jóvenes bohemios, pero eran los mejores cantantes del momento!», recuerda, «y fue un éxito increíble de audiencia».
Hoy el mundo de la ópera ha cambiado, quizás demasiado. Los teatros están más preocupados por el aspecto estético que por el artístico.«Tener a cantantes jóvenes de ópera no va a llevar a los jóvenes a la ópera», asegura Kunde durante su charla con ABC; «el físico de un intérprete se olvida a los dos minutos si no canta bien, y estamos perdiendo el arte de cantar».
Da una vuelta de tuerca más a su reflexión acerca de la tiranía de la imagen: las retransmisiones en vivo en los cines. «No tengo claro que eso vaya a llevar más gente a los teatros», medita. «¿Por qué vas a ir si el cine es mucho más barato?». La «verdadera experiencia sensorial» está en la sala de conciertos, «sin amplificaciones, sin encuadres prefijados».

Superando adversidades

La trayectoria de Gregory Kunde comenzó en 1978 en la Ópera de Chicago, con sus primeros papeles de comprimario junto a nombres de la talla de Domingo, Vickers o Pavarotti. Con Kraus como mentor, fue configurándose poco a poco como tenor belcantista, abarcando desde Rossini a Bellini. Con el Arturo de «I Puritani» y su descomunal Fa sobreagudo en el aria final, se hizo un nombre en los teatros. En 1984 debutó en Europa en la Ópera de Niza, y su primer papel en España sería dos años después en Valencia.
Tras una «Italiana in Algeri» en el Teatro de la Zarzuela en 1994, le fue detectado un cáncer de testículos. Después de un tratamiento agresivo que pensó que le impediría volver a cantar, lo superó y volvió a los escenarios en el mismo teatro, en 1996, con «Don Pasquale». Apenas unos años más tarde comenzó a notar que su voz cambiaba, que perdía las condiciones necesarias para el repertorio más ligero, y necesitó reinventarse para seguir siendo cantante de ópera. Primero con Berlioz y posteriormente con los roles de baritenor de Rossini. Se consagró en la cuna de este compositor, Pésaro, debutando en 2007 su «Otello» junto a Juan Diego Flórez. En la función del estreno, entre ovaciones y con el telón bajado, el peruano le dijo: «Has renacido». Así era.
Kunde no habla de superación, sino de trabajo, esfuerzo y de «tener estabilidad». «Necesitas gente que se preocupe por ti, como mis agentes y una mujer en casa que entiende lo que hago y me apoya», asevera. «Sin estos dos pilares no podría hacerlo. Y tampoco me importa decirlo, con una gran fe en Dios. Soy un gran creyente y rezo para pedir ayuda todos los días, porque todo esto queda fuera de mi control».
Desde aquel campanazo en Pésaro, la voz ha seguido su madurez hasta permitirle entrar en un repertorio que ignoraba casi por completo: las óperas de Verdi. Con el respaldo de la crítica italiana, ha debutado ante el exigente público italiano los papeles protagonistas de «I vespri siciliani», «Un ballo in maschera» o el mismísimo «Otello» en la Fenice de Venecia. Gregory Kunde recibió la llamada de la Scala veinte años después, cosechando sendos triunfos con «Les Troyens» y un reciente «Otello» rossiniano. Acaba de cantar «Aida» en la Arena de Verona, y su siguiente salto serán los héroes puccinianos y el verismo, que ya degustó con éxito en Bilbao la pasada temporada. En los últimos tres años ha debutado más de quince personajes.«Cuanto más lo haces, más fácil resulta», bromea. «La clave está en elegir cuándo cantarlos».

España le «relanzó»

Estos días ensaya «Il Trovatore» en La Coruña, con el que abrirá la Temporada Lírica de la ciudad. En esta urbe asegura que «relanzó» su carrera, tras un inolvidable «Guillaume Tell» en 2010. Su siguiente cita es el Teatro Real a finales de septiembre, con su debut en «Roberto Devereux» junto a la última gran diva italiana del belcanto, Mariella Devia. En el Liceo todavía recuerdan un imborrable «Il Pirata» que ambos cantaron hace tres temporadas. Después de Madrid llevará su «Otello» a Sevilla, posteriormente cantará por primera vez el «Sansón y Dalila» en Valencia y volverá en febrero a Barcelona para la versión rossiniana del moro celoso.
En su agenda a corto plazo hay una fecha señalada el próximo verano. A sus 62 años se subirá por primera vez a las tablas del Covent Garden londinense para cantar el Manrico, que se escuchará en La Coruña los próximos 3 y 5 de septiembre con un reparto de primer nivel. Y, curiosamente, solo una cita en su América natal, un «Otello» en concierto en Cincinatti, «invitado por el maestro James Conlon». El olvido de su país le entristece.
Dice no tener una respuesta para explicar por qué no es profeta en su tierra, a pesar de que siempre se dio por sentado que las compañías americanas protegían a los cantantes patrios. En teatros como los de San Francisco o Chicago hace más de veinte años que no canta; en Dallas, más de diez, y cerca de una década sin que le llame el Met de Nueva York. «Quizás se quedaron con que yo era un tenor belcantista, y ahora que he cambiado de repertorio no me tienen fichado», intenta razonar, «pero si estuvieran realmente interesados, irían a escucharme, porque precisamente no es que no cante en ningún sitio». «O quizás ya me han escuchado y no les intereso», se dice a sí mismo, «porque esta profesión funciona a base de opiniones».
No tiene miedo a dejar de cantar. Además de tenor es director de coro y orquesta. La música es su vida. «Y el golf», matiza entre risas. «No quería acabar vendiendo coches el día que no pudiera cantar más; quiero seguir con la música en alguna posición», y seguir con otra pasión suya: «Ayudar a los jóvenes porque tenemos que conservar el arte de la ópera».

martes, 18 de agosto de 2015


¿RECORDARAN ESTA EXPERIENCIA?

Festival De Música y Reflexión 2015: Concierto para Estudiantes a cargo de la West Eastern Divan Orchestra. Solistas: Daniel Barenboim (Piano y Dirección), Kian Soltani (Violoncello), Michael Barenboim (Violín). Programa: Ludwig Van Beethoven: Triple Concierto para Violín, Violoncello y Piano en Do Mayor, Op. 56. Teatro Colón, 08/08/15.

  El propósito que llevó a Daniel Barenboim a la realización de esta actividad, fue el de acercar a los jóvenes estudiantes (sobre todo los de Escuelas Públicas) a tomar contacto con una manifestación musical de alta calidad. Sabido es su interés por fomentar la música desde la edad mas temprana, a tal punto que sostiene un Jardín de Infantes en Alemania, con esa orientación. Dado que a la noche tenemos programa en el Aire, me interesó el concurrir, ya que  las 12 del mediodía era la hora señalada. Tres veces se anunciaron programas distintos. Primero que se interpretaría la Cuarta de Tchaickovsky. Luego,  el Concierto de la Noche anterior a Este, el que se repetiría Esta misma noche con El Triple y “Pelleas et Melisande” de Arnold Schöenberg. Finalmente quedó solo en el “Triple”. De todos modos, una gran obra, para una formidable experiencia.

  Mucho llamó mi atención, el hecho que la sala estuviera habilitada solo hasta Cazuela. Unos pocos habitaban la Tertulia y fueron reubicados en el nivel inferior. Con todas las Escuelas Públicas que hay en Buenos Aires (Artísticas o no), ¿Por qué la sala no exhibió el lleno total que Barenboim se merecía?. ¿Alguien responderá?. Si hasta se anunció la transmisión de la función por internet en el nuevo sitio del Teatro habilitado a tal fin, quizás en prevención de ese lleno total. Ojalá se sepa el porque.

  Siempre decimos que la historia de la West Eastern Divan conmueve. Pues bien, súmese el hecho que Guy Braunstein, quien debía interpretar la parte de violín en el Triple, debió ausentarse por motivos de salud de este festival y que entonces,  Michael Barenboim , tomaría la parte, junto a su Padre y a Kian Soltani, un Violoncelísta Iraní. Dos interpretes profesantes de la religión Judaica y un profesante de la religión Musulmana, unidos por la fuerza de la música del genio de Bonn. Fuerte ejemplo para la juventud presente. Tal vez algunos padres de esos jóvenes, algunos de ellos seguramente de mi edad, podrán recordarles que en la Escuela pública de hace treinta  o mas años atrás, convivíamos mas que pacíficamente entre todos, estableciendo fuertes lazos de amistad,  que en mi caso aún perduran. Toda una línea de conducta y ejemplo que debe rescatarse. El innegable deterioro educativo en general,  y de la Educación Pública en particular, se comienza a rescatar a partir de esos ejemplos,  y luego los lineamientos y objetivos a seguir. Ojalá se recuperen muy pronto esos valores, sin importar quien es el que gobierna.

  La versión resultó arrolladora.  Barenboim en su Piano de cuerdas rectas, que sonó formidable. Michael Barenboim, en la mejor actuación que se le recuerde de todas sus presencias en Buenos Aires, con magnífico y robusto sonido,  y Kian Soltani, un interprete exquisito de refinado toque, sutil y detallista, que me sorprendió muy gratamente y que a no dudarlo, tendrá el merecido padrinazgo de Ntro. Querido Director, pues ha demostrado con creces ser un interprete de gran valía y un proyecto a futuro. La cumplimentación entre los tres fue estupenda y el ida y vuelta con la Orquesta también. Los jóvenes premiaron el esfuerzo con una gran ovación y saludos de chiflidos como en los recitales de rock, ante un  Barenboim feliz y dispuesto a rechiflar con Ellos, saludándolos con sus manos en alto junto a todos los demás. Que haya impactado esto en los pibes es gratificante. Y si queda en el recuerdo de muchos de ellos esta experiencia, el esfuerzo se cumplió con creces.


Donato Decina
BELLEZA ABSOLUTA

Festival de Música y Reflexión 2015: Actuación de Martha Argerich y Daniel Barenboim (Dúo de Pianos). Programa: Robert Schumann: “Seis Estudios Canónicos”,  Op. 56, Claude Debussy: “En Blanco y Negro”, Bela Bartok: Sonata para Dos Pianos y Percusión. Teatro Colón, 26 de Julio de 2015.

  Como el año anterior, la actuación conjunta de Ntras. Dos máximas estrellas de la música clásica, hizo quedar chica a la sala del Colón. Pocos resquicios en las zonas altas para poder fundamentalmente apreciar visualmente el desempeño de ambos. Escuchar, se escucha de sobra y muy bueno.

 Los climas que ambos establecieron durante la interpretación de los Séis Estudios canónicos de Schumann, quedarán en Ntro. Recuerdo auditivo. Sutileza, intimidad, toque exquisito en ambos. El “Piano Barenboim” que suena de maravillas y que imprime mayor profundidad interpretativa y una Argerich superlativa en todo sentido para abordar a un compositor del que, según sus propias palabras, necesita ensayo y aprendizaje constantes. Ida y vuelta magnífico.

  El punto mas alto de la tarde fue, sin dudas, la versión de “En Blanco y Negro” de Debussy. Allí, ambos se florearon en la interpretación, logrando extraer de la partitura todo lo mejor. Martha y su delicadeza, pero también Martha y su vehemencia.  Y un Barenboim en su mejor forma, manteniendo la extraordinaria comunicación que se estableció en Schumann. Impresionismo en estado puro.

  La segunda parte estuvo íntegramente dedicada a la sonata para dos pianos y percusión de Bela Bartok. Ambos pianos de espaldas al público, con vista a los percusionistas. Inexplicablemente los programas recibidos carecen de la información de los nombres de ambos. Yo pude establecer que se trataban de un integrante de la Orquesta del Diván y un pintoresco percusionista de la Staatskapelle de Berlín, el que también intervino en “Sur Incises” de Boulez,  quien es hijo de padre africano y madre alemana. Ambos se desdoblaron de manera formidable en la labor, estableciendo el toque justo en cada fragmento, y ni que hablar de los dos genios que tuvieron alto voltaje en sus intervenciones, dejándonos una versión para el recuerdo y un formidable bis, en la transcripción para dos pianos de la Danza de la Doncella de Azúcar del “Cascanueces de Tchaickovsky”, acaso como resarcimiento al público del Concierto Nº1, que Martha finalmente reemplazó.


Donato Decina



A MITAD DE CAMINO

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Enrique Arturo Diemecke. Solista: Kun Woo-Paik (Piano). Programa: Nikolai Rimski-Korsakov: “Schehrezade” (Suite Sinfónica basada en “Las Mil y Una Noches”), Op. 55. Johannes Brahms: Concierto para Piano Y Orquesta Nº 2 en Si Bemol Mayor, Op. 83. Teatro Colón, 11/08/15.

  Pocas veces en los últimos tiempos me retiré de un Concierto en el Colón francamente tan decepcionado como en Esta Ocasión. Todo se resumió a una prolija exposición y ajuste de Orquesta, y a un solista de buena técnica pero de cero sentimiento interpretativo.  Y encima de todo eso, Diemecke debiendo anunciar que debido a que el afinador Ricardo Quintieri se halla enfermo (Y desde aquí le deseo una prontísima recuperación), el “suplente” se estaba dirigiendo al Teatro para ajustar el instrumento que se utilizaría para el Concierto de Brahms, por lo que se invertiría el orden de interpretación del programa, comenzando entonces por “Scheherezade” y que también “estirara” la charla previa que ya se ha hecho costumbre en el Conductor Mexicano para explicarle al público las obras a escucharse (sobre todo a los que no pueden pagar el oneroso programa de mano completo, el que incluía las sabias apreciaciones de la querida Pola Suarez Urtubey). Si a ello le sumamos que a mi llegada, recibí de uno de los instrumentistas de la Filarmónica, un volante explicativo en el que se decía que los músicos se presentaban con otros atuendos, dado que el Colón no les renueva el Frac ( ¿Y para que están la Sastrería y el Vestuario del teatro?), y que me entero que simultáneamente los músicos están ensayando en el foso para acompañar el Ballet “Sylvia” de Delibes,  en nada debo sorprenderme de la fría respuesta que hubo en el escenario en la interpretación de Rimski, aun cuando ya había sido ensayada, ya que se la hizo en un concierto  dirigido y comentado por el propio Diemecke el 31 de Julio pasado en la “Usina del Arte”.  No se puede explicar de otra manera.  Todo estaba en su lugar, pero cero vuelo y cero voltaje emotivo. Solo los solos magníficos de Pablo Saraví merecen mi destaque.

  Y en cuanto a Brahms y su concierto nº2, que mas que concierto es una “sinfonía con piano, se sumó la apatía absoluta de Kun Woo-Paik, un interprete Coreano, afincado desde hace mucho tiempo en Europa, que evidenció muy buena técnica, pero cero emotividad, la que aquí hace muchísima falta, por lo que fue una interpretación “Lavada”, de la que Diemecke y los músicos también se contagiaron, limitándose a un prolijo acompañamiento que cerró una noche decididamente para el olvido. 


Donato Decina


¿QUE ESTA PASANDO?

Orquesta Filarmónica de Buenos aires, Director: Enrique Arturo Diemecke. Solista: Sergio Daniel Tiempo (Piano). Programa: Jean Sibelius: “Karelia”, Suite Op.  11. Serguei Rachmaninoff: “Rapsodia Sobre un Tema de Paganini”, Op. 43. Carl August Nielsen: Sinfonía Nº 4, Op. 29 “Lo Inextinguible”. Teatro Colón, 13/08/13.

  Es evidente que la vergonzosa disposición de fechas realizada por la anterior gestión del Teatro, asignándole dos conciertos de abono en 48 hs., mas ensayos simultáneos en foso para acompañar ballet, confirmados a Este cronista por fuente absolutamente irrefutable, conspiraron sobre manera en la prestación de la Filarmonica, y en especial, para Este Concierto, el que se debe haber realizado con muy poco ensayo y cuyo resultado fue mas desabrido aún que el de 48 hs. atrás. No se están haciendo las cosas como se deben,  y debe ser asumido por quien corresponda.

  La sesión comenzó con una discreta versión de Karelia de Sibelius, y es lamentable, ya que el compositor Fines es uno de los preferidos de Diemecke , no pudo explayarse todo lo que el puede. Un sonido opaco, débil, ajustado, sí pero carente de fuerza interpretativa.  Las cosas no mejoraron para nada en la “Rapsodia Sobre un  Tema de Paganini” de Rachmaninoff, en el que ni Sergio Tiempo escapó del tema. Imprecisiones, pifias, falta de vuelo, ni la celebérrima variación Nº 18 tuvo canto y vuelo,  y eso ya  es alarmante, mas allá que la obra ya fue tocada por la Orquesta este año en la Usina del Arte bajo la dirección del entonces asistente Darío Domínguez Xodo con Marcelo Ayub como solista y ahí si hubo emoción y entrega y del que los músicos parecieron haberse olvidado. Al igual que en el Rimski de 48 hs., es evidente que ante las fechas encimadas, fueron incluídas en estos programas, teniendo en cuenta que la Orquesta ya las había trabajado, pero dadp que también hubo que ensayar ballet, los ensayos de ajuste fueron escasos e insuficientes y allí los resultados.  Tiempo fue igualmente aplaudido por el público, aunque el fue consciente de la situación y no quería bisar. Fue convencido de hacerlo y realizó una transcripción de “Capuletos y Montescos” del Ballet “Romeo y Julieta” de Prokofieff, en el que apenas mejoró en algo su magra perfomance, pero que no alcanzó a compensar, la pálida versión anterior.

  Todas estas circunstancias repercutieron negativamente también en la versión de la Sinfonía Nº 4 de Nielsen , que arrancó para el recuerdo y culminó pálidamente, casi como “desinflándose” en el transcurrir de la interpretación. El pasaje del Segundo al Tercer movimiento  y la secuencia inicial, son las únicas partes que merecen el rescate.


  Deben replantearse muchas cosas, no pueden ofrecerse buenos productos con tanta acumulación de cosas. Así no se puede seguir.



CON EL SELLO VIEU EN EL ORILLO

Ciclo de conciertos de la Orquesta Sinfónica Nacional: Gala Lírica, Director: Carlos Vieu. Solistas: Luís Lima (Tenor), Mónica Ferracani (Soprano), Alejandra Malvino (Mezzosoprano), María Florencia Machado (Mezzosoprano), Marina Silva (Soprano), Omar Carrión (Barítono), Fabián Veloz (Barítono), Hernán Itrurralde (Bajo-Barítono), Sebastián Russo (Tenor), Coro Estable del Teatro Argentino de La Plata, Director: Hernán Sánchez Arteaga. Obras de Verdi, Puccini. Saint-Saëns, Wagner, Bizet, Rossini, Massenet, Mascagni  y Cilea . Centro Cultural Kirchner, Sala “Ballena Azul”, 14 de Agosto de 2015.

  En esta fecha, en que la Sinfónica tenía otra actividad que debió posponerse, el ingenio de Ernesto Bauer como Coordinador de la sala y de Carlos Vieu, como Director Invitado, dió por resultado esta gala en la que el Conductor se movió como pez en el agua, la Sinfónica lució a pleno, se hizo federalismo al convocar al Coro Estable del Argentino,  y se aprovecharon al máximo las posibilidades de la sala. El resultado fue un producto que si bien fue extenso en cantidad,  en nada se sintió en cuanto a duración, haciendo poner de pie a un público  que llenó las instalaciones y que se retiró plenamente satisfecho.

   En cuanto a la calidad, hubo tres niveles en los cuales podemos separar las actuaciones. El primero es la leyenda, el homenaje. Y aquí la figura fue,  sin dudas, Luís Lima, al que se lo convenció de dejar por un rato la apacible Alta Gracia, subirse al avión y venir un rato a Buenos Aires para recibir el homenaje del público que lo ovacionó, mas la sorpresa de la presencia de su eterna compañera de rubro, la querida Ana María González, quién subió al final  convocada al escenario, para testimoniarle su afecto, en lo que constituyó el momento mas emotivo de la noche. Lima se jugó al abrir la velada junto a Fabián Veloz, el Coro Estable Platense y los solistas de Este, Sergio Spina, Sebastián Sorraráin y Pablo Skrt, en la escena inicial de “Otello”,  desde el comienzo hasta el coro posterior al “Esultate”, en el que Luís impuso sabiamente su oficio. Ya en “Dío! Mi Potevi Scagliar”, las cosas cambiaron un poco, ya que fue mas recitado (y algún grito por ahí), pero de todas formas bastante acomodado.  En la segunda parte, acometió junto a Omar Carrión el dúo de Carlos y Posa “Dio che nell’alma infondere”, verdadero “Caballito de batalla” en su carrera, muy dignamente ofrecido,  y se le concedió el único bis solista ofrecido,  el “Nessun Dorma”, alcanzando la nota mas emotiva de la noche, con el testimonio del aplauso de los demás artistas presentes en el escenario y el público todo.

  En el segundo nivel sitúo a los cantantes mas jóvenes que actuaron. Aquí,  María Florencia Machado emergió como la exponente mas notable, ofreciendo su “Aria de las cartas” de “Werther” de Massenet, título cantado por Ella dos veces en Buenos Aires este año, una de ellas en el Colón,  y que lo acompaña en momentos fundamentales de su carrera, muy bien vertida, para luego participar como una muy suelta y extrovertida Maddalena en el cuarteto del cuarto acto de “Rigoletto”. Marina Silva tuvo activa participación. Primero junto a Sebastián Russo en el duetto “Un dí felice Eterea” en el que mostró soltura y compenetración en el personaje. Luego en  “Si mi chiamano Mimí”, una interesante aproximación a “La Boheme”, como para pensar en abordarla y, finalmente, integrar el cuarteto de Rigoletto, donde trazó una muy doliente Gilda, convenciendo en sus intervenciones, y, para concluir, con Sebastián Russo, un poco nervioso al comenzó en el fragmento señalado de “La Traviata” junto a Silva,  y soltarse mas en “Bella figlia dell’ amore”.

 Y en el tercero, los definitivamente consagrados. Alejandra Malvino, quien descolló en “Mon Coeur S’ouvre a ta voix” de “Sansón y Dalila” y en “Accerba Voluttá”, de “Adriana Lecovreur”, con exquisita voz, sabiendo matizar y brindar la necesaria potencia en los momentos decisivos. Mónica Ferracani, en una exquisita interpretación de “D’amor sul ali rose”, con “caballetta” posterior incluída y “Vissi d’arte”, acaso hoy su “caballito de batalla”, hecho en el justo punto. Fabián Veloz, dando clase magistral de interpretación en la escena inicial de “Otello” y un  poderoso “Cortigianni vil razza dannata”, en la que el público verdaderamente deliró, cerrando su participación de manera fantástica en el ya señalado “Bella figlia dell’amore”.  Omar Carrión, dando clase de canto e interpretación en “Largo al Factotum”, un pasaje (y un título) que tantas satisfacciones le brinda a lo largo de su trayectoria, y su comentada participación en el duetto del “Don Carlo” junto a Lima. Y finalizando en Hernán Iturralde, quien con mucho oficio entonó la “Canción de la Estrella Vespertina” de “Tanhauser” de Wagner y un cierre formal muy impactante con el “Te deum” de “Tosca” vertido de manera admirable.

  El Coro Estable del Argentino, mostró una vez mas su clase, bien preparado por Hernán Sánchez Arteaga, ofreciéndonos lo mejor de su repertorio. Así el “Coro de Cigarreras” de “Carmen”, “Zingarelle e Mattadori” de “La Traviata”, “El Coro a Bocca Chiusa” de “Madama Butterfly” y el señalado “Te Deum” de “Tosca”, fueron expuestos brillantemente.

  Y para el final, la sabia conducción de Carlos Vieu para estos eventos, con una Sinfónica Nacional con momentos brillantes, como el “Intermezzo” de “Manón Lescaut”, el “desafío a la Superstición” con la Obertura de la querida “maledetta” y el Intermezzo de “Cavallería Rusticana” en donde pudo apreciarse, tanto como en el “Te deum” al órgano de la sala que se integró a la Orquesta y  sonó magníficamente. Tuvo el apoyo de todo el grupo y entregó un trabajo magnifico. A su pedido, todos, artistas, músicos, coreutas y público, se cerró con el “Va Pensiero”, tan caro a sus sentimientos, coronando una noche brillante.  


Donato Decina
El sabado pasado nos visitó en nuestros estudios el queridisimo Boris,quien nos contóla idea central de la puesta de Il Trovatore,de su autoría y que se estrenará el viernes en el Teatro Roma de  Avellaneda.
Alli estaremos. 

sábado, 15 de agosto de 2015


EMERGER DEL DESAFIO (SIN MORIR EN EL INTENTO)

Orquesta Sinfónica Nacional, Ciclo anual de Conciertos. Director: Francisco Rettig. Solistas: Alejandra Malvino (Mezzosoprano), Sección Femenina del Coro Polifonco Nacional, Director: Darío Marchese. Coro Nacional de Niños, Directora: María Isabel Sanz. Programa: Gustav Mahler: Sinfonía Nº 3, “El Sueño de una Mañana de Verano”. Centro Cultural Kirchner, Sala “Ballena Azul”, 07/08/15.

 Impensadamente, los programadores artísticos de Orquestas Oficiales y de Entidades Particulares de Conciertos, armaron actividad en torno a las Sinfonías de Gustav Mahler,  y así  nos encontramos con que la mitad de las mismas  ( Nºs. 2,3,4,5 y la integral de la 10 [ en versión Cooke/Diemecke]) se han interpretado hasta el presente,  y que el próximo Setiembre también la Estable del Argentino de La Plata acometerá  con la Segunda (Y sín saber si,  programaciones mediante, aparecerá alguna otra en el camino que resta hasta fin de año). Así,  la Nacional en su nueva sala tuvo el privilegio  de que en la interpretación de estos dos trabajos de larguísimo aliento del Compositor Bohemio, el público pudiera no solo apreciar la calidad del Organismo, sino que también se perciban los resultados acústicos de la “Ballena Azul”,  en un repertorio de mucho compromiso.

 La Sinfonía Nº 3, es el trabajo mas extenso de Mahler. Dependerá el enfoque que cada Director de Orquesta tenga de la obra, para saber con exactitud la duración de la versión. Si promediamos los enfoques mas lentos con los mas ágiles, estamos ante un trabajo de aproximadamente 1 hora con 35 minutos (tal vez la Sinfonía de mayor duración de la historia). Su Orgánico establece cuerdas (en gran número), Flautas, Oboes, Fagotes, Clarinetes por tres y hasta por cuatro, Cornos  hasta 9, Trompetas y Trombones por cuatro, Tuba por dos, extensa sección de Percusión (hasta en banda fuera de escena), Un Clarín (También fuera de escena) y Arpas por 2. Un Coro femenino, un Coro de Niños, y una Mezzosoprano que interpretará los dos movimientos cantados (el segundo de ellos con acompañamiento de los coros). Son Seis movimientos en total. Si Pensamos que en la partitura original, el compositor tenía pensado colocar como final un movimiento mas, que tenía directa relación con el quinto,  y que terminó siendo luego el final de la cuarta sinfonía, nos vamos a casi una 1 hora con 50 minutos. De ahí finalmente su supresión hasta para luego reaparecer como final dela Sinfonía siguiente (El Lied “La Vida Celestial” de “El Cuerno Mágico de la Juventud”), aún así, algunos de los críticos de Mahler, calificaron de “megalómano” al compositor, dada la naturaleza de su obra, basada en la inspiración pura que le produjo el contacto con la naturaleza durante una mañana estival. Esto que puede parecer para Uds. algo mas parecido a “Les Luthiers” y al inefable “Mastropiero”, quedo plasmado en el pentagrama,  y para ello, dividió su trabajo en dos grandes secciones. La Primera, compuesta solo por el primer movimiento, refiere a la creación misma, a la naturaleza y a la explosión que ello conllevó. Por eso, fanfarrias, marchas, motivos musicales, se van sucediendo, articulándose hasta conformar una pintura sonora de unos veintipico de minutos en lo que todo acontece. Los cinco movimientos restantes conforman la segunda parte. Cada uno lleva una referencia, “Que me dicen las flores”, es el segundo. “Que me dicen los animales”, es el tercero. “Que me dice el hombre” es el cuarto, en el que Mahler musicaliza la “Canción de Medianoche de Zarathustra” (Obviamente de “Así Hablaba Zarathustra”  de Nietsche), “Que me dicen los Angeles” (Basado en “Cantaban Tres Angeles” del poemario de Armin y Brentano “El Cuerno Mágico de la Juventud”), para concluir en el sexto “Que me dice el Amor”, entendiendo ello como una acción de gracias a Dios, padre de toda la creación (Cualquier parecido del Joven Mahler con el veterano Bruckner en este concepto, no es pura coincidencia). De ahí semejante duración para la concreción del propósito, el que visto en perspectiva, ha hecho que para muchos esta Sinfonía, junto con la siguiente Nº 4,  sean las dos mas terrenales y perfectas de la producción de Mahler. Para ello se necesita concentrar una cantidad  de fuerzas musicales de valía (instrumentales y corales), una buena voz solista femenina y un Director con oficio, sutileza  y capacidad de respuesta. Afortunadamente, estuvo todo eso.

 Francisco Rettig es un probadisimo Director de Orquesta Chileno, al cuál el público porteño pudo apreciar en un sinnúmero de presentaciones. Aborda con frecuencia el repertorio Post-Romántico y obras contemporáneas. Su mayor logro entre Ntros. ha sido en 1998 el estreno de la Sinfonía “Turangalila” de Oliver Mesiaen en el Colón con esta misma Orquesta, en el ciclo de la desaparecida Asociación Wagneriana. Luego de ello incursiono en otros repertorios con la Nacional, la Filarmónica y hasta  con la Sinfónica de Córdoba en el Colón con la “Heróica” y el Concierto en Fa de Gershwin. Tal vez sea esta versión de la Tercera Mahleriana, el mejor trabajo después del Mesiaen entre Ntros. Su enfoque tuvo buen empaste, extrajo todo lo mejor de los bronces de la Nacional, que concierto a concierto se van asentando cada vez mas, supo contener a la extensa percusión de los desbordes, logró momentos de increíble belleza en Cuerdas y Maderas, pero en su déficit, está la falta de mayor “canto” en el cierre de la obra,  y no haber cambiado al solista de Clarín fuera de escena, el que tuvo un desempeño para el olvido, en una parte fundamental de la obra. Aún así, el espíritu de la misma se mantuvo presente permanentemente,  y ensambló a la perfección a la parte vocal. Alejandra Malvino, entregó el canto mas exquisito, continuando con la línea en la que tanto la elogié el pasado año, durante su desempeño en “La Canción de la Tierra” del mismo compositor. Se identifica con este repertorio,  y ya casi que es presencia obligada en estas obras. La Sección Femenina del Polifónico, preparada por Darío Marchese y el Coro Nacional de Niños, preparado por María Isabel Sanz, tuvieron ambos desempeño sobresaliente. La acústica de la “Ballena” respondió, percibiéndose con absoluta nitidez cada sección de la Orquesta y, como inevitable contrapartida, las imperfecciones, las que sin embargo no afectaron en modo alguno la esencia de la obra. Un desafío del que todos salieron airosos y perdón por la humorada, “sin morir en el intento”.

Donato Decina


CASI UN CUARTO DE SIGLO DESPUES, EL MORO VOLVIO A LA PLATA (Y ESTA VEZ A CASA PROPIA)

Teatro Argentino de La Plata: “Otello”, Opera en Cuatro Actos, Música de Giuseppe Verdi, Libreto de Arrigo Boito, basado en la Obra Homónima de William Sheakespeare, Inerpretes: José Azocar (Otello), Paula Almerares (Desdemona), Fabián Veloz (Yago), Mariana Carnovali (Emilia), Sergio Spina (Cassio), Carlos Esquivel (Ludovico), Maximiliano Agatiello (Rodrigo), Mario de Salvo (Montano), Felipe Carelli (Un Heraldo). Coro Estable del Teatro Argentino de La Plata, Director: Hernán Sánchez Arteaga. Coro de Niños del Teatro Argentino de La Plata, Directora: Mónica Dagorret. Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata. Escenografía e Iluminación: Enrique Bordolini, Vestuario: Sofía Di Nunzio, Dirección Escénica: Pablo Maritano. Dirección de Orquesta y Concertación: Carlos Vieu. Teatro Argentino de La Plata, Sala Alberto Ginastera,  31 de Julio de 2015.

 El Argentino puso en escena a casi veinticinco años de su última realización, su título mas emblemático, el que lo distingue y con el que su mítica sala se inauguró allá por Diciembre de 1890.  “Otello”, una vez mas entre Ntros.,  después de la versión en la  Rocha en el Centenario de la Institución. Recuerdos de aquella vez, que vienen a la mente, y, en especial, el de cruzarme allí con Amneris Perusín, recordada soprano de amplia trayectoria en el Argentino, integrante de su Coro Estable y Desdémona en las versiones  de 1969 y 197 , fallecida unos días antes de Este estreno, gran persona,  a quien tuve el privilegio de tratar y a quién desde Esta columna, rindo mi homenaje. Vicisitudes personales, también la llevaron a convertirse en una militante de la causa de los derechos humanos, no la olvidaré.

 Un título fundamental como este, no debió ausentarse tanto tiempo. En especial,  en el hecho que permite al espectador apreciar a pleno las posibilidades técnicas y humanas de los integrantes de sus Cuerpos Estables, que deben lucir y mucho. Finalmente, la Gestión Ambrosio, con la indudable persistencia de Carlos Vieu, logró plasmar el objetivo. Se convocó a un verdadero artista como Pablo Maritano, para el desafío de la puesta escénica, y este, a su vez, se nutrió de dos verdaderos soportes que terminaron siendo una verdadera garantía. Enrique Bordolini en la escenografía  e iluminación y Sofía Di Nunzio en el vestuario. El resultado, una puesta de corte tradicional, agradable en lo visual y por momentos imponente en el efecto. Con notable marcación en lo actoral (sobretodo en el contrapunto de los principales protagonistas masculinos) y un interesante movimiento escénico en los momentos de desplazamiento de masas. Desarrollada íntegramente en el contorno e interior de un “coliseo”, en donde por el nivel de piso y sus gradas, los personajes se fueron situando y recorriendo su camino, apoyados por una maravillosa iluminación, pocos pero efectivísimos trastos de escena,  y atavíos de época, en donde predominaron tres colores, el blanco, el negro y el rojo, casi como simbolizando, lo oscuro de la trama, la lucha por el poder, la traición, la intriga y la locura a la que un ser humano puede llegar por amor. Todo eso fue plasmado con inteligencia por el equipo de realización, que tuvo el punto culminante en la escena de masas del tercer acto, con la entrada de Ludovico, en donde todo refulgió a pleno y  los integrantes  del espectáculo, expusieron el máximo de su capacidad. Y aquí entra a jugar decididamente la parte musical.  Comienzo entonces por señalar que el Coro de Niños en sus intervenciones, se mostró eficazmente preparado por Mónica Dagorret.  En cuanto al Coro Estable, comandado por Hernán Sánchez Arteaga,  luego de un comienzo en el que las voces femeninas superaron en amplitud a las masculinas, se fue asentando con el transcurrir de la representación, hasta alcanzar magnífica forma en el señalado cuadro del Tercer acto.
 En los roles de pequeña intervención, tanto Maximiliano Agatiello (Rodrigo), como Mario de Salvo (Montano), mostraron buena voz y sobrado oficio.  Elevándonos ya a papeles de mayor importancia, Carlos Esquivel fue un magnífico Ludovico. Tuvo imponencia en su escena del ingreso al palacio en el Tercer acto,  y ni que hablar de su intervención en lo vocal desde allí hasta el final del Espectáculo.  Mariana Carnovali cautivó con su presencia y su voz en las fundamentales intervenciones de Emilia, ya desde la escena con Yago en el arrebato del pañuelo en el segundo acto, para ir creciendo y comprometiéndose mas hasta convertirse en la piadosa acompañante de Desdémona en el tercero y,  finalmente, mostrándonos a la confidente y paño de lágrimas de la sufrida mujer, en la desgarradora escena de la despedida en el cuarto acto,  y ser capaz de desatar el nudo de la trama y desencadenar el trágico final.
  Sergio Spina, resolvió su Cassio con oficio. Mostró toda su gama de recursos vocales e histriónicos en el brindis del Primero. Mas allá de un discreto segundo plano en el segundo acto (tal vez marcado así por la Dirección Escénica). Se mostró con solvencia en el tercero, en la escena en que se lo anuncia como sucesor de Otello,  y exhibió presencia y seguridad en el final. Tal vez se debió recurrir a mejores recursos para la caracterización escénica (pequeña falencia, pero importante en lo visual),  en donde en nada favoreció el aplique capilar que se le impuso.
 Paula Almerares compuso a una interesante Desdémona, mostrando la riqueza de su timbre en el dúo de amor,  e ir creciendo a la par del personaje, mostrando tanto en el final del tercer acto, como en las decisivas “Canción del Sauce” y “Ave María”,   una carga dramática que Yo no le conocía,  una conmovedora despedida de Emilia y una tensión en la escena final, pocas veces apreciada. Tal vez lo que si debe resolver, sean algunos tics escénicos bien conocidos por todos Ntros. que ni el eficaz trabajo de “Regie”  pudo corregir.
 Fabián Veloz fue Yago. Y está todo dicho. Es el barítono Argentino del Momento y el mayor verdiano entre Ntros. Composición fuera de serie. Mostró toda la galería  de cinismo, locuras e intrigas que el personaje despliega. Voz imponente, su “Credo” tuvo una factura extraordinaria, realzada por el eficaz recurso escénico de incorporarle una Calavera cual monólogo de Hamlet  en un guiño al genio Inglés (y porque no también a Chaplin [otro Inglés], en la recordada escena del globo terráqueo de “El Gran Dictador”). Creció hasta convertirse en lo que debe ser, el antagonista de “Otello”, su verdadero destructor.
 Y José Azocar, fue capaz de “cantar” el Otello en todo el sentido de la acepción. Tuvo presencia escénica, fundamental, para trazar sus penurias, sus celos, sus miserias mas profundas, su amor atormentado. Tuvo buena voz,  no potente, pero si la suficiente para llevar a cabo su cometido, afinación,  además de saber “decir” algo tan fundamental y escaso en estos días en la mayoría de los interpretes. Párrafo aparte el “Si pel Ciel” entre ambos cantantes, que fue magníficamente expuesto.

 Carlos Vieu entregó el mejor trabajo de la Estable Platense de los últimos tiempos, prácticamente sin fallas, con buen empaste. Con “tempi” tal vez un poco acelerado, que en algunos momentos no permitió un  poco mas de canto y frescura, pero que de todos modos,  no empaña en modo alguno la riqueza de su labor.  Tuvo buena comunicación con el palco escénico y supo llevar a los interpretes vocales, nada menos.

 El Argentino presentó el que hasta ahora es el mejor espectáculo de la gestión Ambrosio y, que fue nada mas ni nada menos que Opera “Pura” en todo el sentido de la palabra. ¿Y si se persiste en esa ruta?

Donato Decina
EXTRAORDINARIA CONJUNCION

Festival de Música y Reflexión 2015: Actuación de la West Eastern Divan Orchestra, Director: Daniel Barenboim. Solista: Martha Argerich (Piano). Programa: Ludwig Van Beethoven: Concierto para Piano y Orquesta Nº 2 en Si bemol mayor, Op. 19. Piotr Illich Tchaickovsky: Sinfonía Nº 4 en Fa menor Op. 36. Teatro Colón, Miercoles 29 de Julio de 2015.

 De como dos obras archiconocidas pueden sonar con tanta nitidez, precisión y belleza, es solo porque son propiedad de dos monstruos de la talla de Martha Argerich y Daniel Barenboim. ¿Cómo puede ser que el Concierto Nº 2 de Beethoven, suene distinto en cada presentación suya?, es porque solo con Argerich puede acontecer. Capaz de los virtuosismos mas amplios. Capaz de las sutilezas mas increíbles. Capaz de establecer un clima de intimidad, que lleva a que la sala se sumerja en el silencio mas profundo, sin que nadie tosa, sin que un celular suene inoportunamente. Capaz de manejar el “tempi” a discreción. Y capaz de contar con un ladero de la talla de Daniel Barenboim, conocedor de la obra al milímetro como Solista y Director, que le seguirá hasta en los recovecos mas infrecuentes por los  que Ella decida internarse. Así fue la versión, así deslumbró, así también Barenboim llevó a su Orquesta al triunfo en el acompañamiento, que fue magnífico. Nunca con Ella se la escuchará dos veces igual, y, aún así, será capaz de manifestarle a Este cronista, que no había quedado satisfecha, porque a la mañana en el ensayo general, le había salido mucho mejor.
 El bis fue a dos pianos, para homenajear a Pía Sebastiani, fallecida unos días antes, con el “Bailecito” de Carlos Guastavino, pieza interpretada por ambos en el recital del año pasado y que motivara un encuentro con Pía a posteriori del mismo. Barenboim solicitó en nombre de ambos que no se aplaudiera, para ir de esa manera al intervalo con el recuerdo de la querida Pía. Nada mas sobrecogedor. Uno de los homenajes mas impactantes que me haya tocado presenciar.

 La parte final la constituyó una de las dos versiones mas imponentes que Yo recuerde de la cuarta de Tchaickovsky, junto con la del 2010 de Zubin Metha y la Filarmónica de Munich. Casualidad o no, las versiones de dos hermanos en la música, que sienten de la misma forma  a Ella. Cuanta expresividad, cuanto canto, apasionamiento.  Belleza de sonido de los vientos. Una cuerda formidable. Y una vez mas, el lucimiento del percusionista al que vengo haciendo referencia en mis crónicas, esta vez en los platillos, cual practicante de Tai-Chi-Chuan en cada movimiento previo al impacto, como tomando fuerza por el peso de los mismos y que motivo que al destaque por parte del Director en el final, la sala se cayera abajo en aplausos al mismo. Fiesta Absoluta.

 Los bises, de la mejor escuela Barenboim. Una sentida interpretación del “Vals Triste” de Jean Sibelius. Y luego la convocatoria a Laham Yoami, joven Director Israeli, asistente en esta temporada de Barenboim, quien al parecer tiene cifradas esperanzas en El, para una simpática versión de la Obertura de “Russlan y Ludmila” de Mijail Glinka, cerrando la noche, en donde nos retiramos luego de un goce absoluto.

Donato Decina
CLASE MAGISTRAL DE INTERPRETACION

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, séptimo concierto de abono, Director: Enrique Arturo Diemecke. Solista: Alexander Moutouzkine (Piano). Programa: Alexander Scriabin: Concierto para Piano y Orquesta en Fa Sostenido Menor,  Op.20. Anton Bruckner: Sinfonía Nº 6 en La menor. Teatro Colón, 23/07/15.

 Esta velada quedará en la memoria auditiva de Este cronista, como la de mayor belleza sonora en mucho tiempo.  Primero por la aparición de un magnífico solista de piano como Alexander Moutouzkine, Ruso de nacimiento, radicado actualmente en E.E.U.U., quien descolló en la interpretación del Concierto para Piano y Orquesta de Alexander Scriabin, alcanzando cumbres emotivas e intensidad interpretativa. Dotado de formidable técnica, sabe crear clima  y se floreó en el andante central. Una vez mas, la complicidad de Enrique Arturo Diemecke con el solista,  para un repertorio que verdaderamente El siente, jugó un papel preponderante. Ida y vuelta permanente solista – orquesta, ajuste, empaste y vibración fueron los complementos que ayudaron a que la versión fuese tan lograda.  Ante los atronadores aplausos del público, Moutouzkine retribuyó con una transcripción de Rachmaninoff de un fragmento de Bach, volviendo a maravillar al auditorio.

 La Sexta sinfonía de Anton Bruckner, se ubica entre dos vigas maestras (Cuarta y Quinta) que comenzaron a sostener lo que luego serán verdaderas “catedrales sonoras” que conforman el fuerte de su producción sinfónica. La “trilogía final” (Séptima, Octava y Novena, con cumbre en la del centro). Y es en este “intermedio”, en la que desarrolla una interesante progresión de ideas. Un primer movimiento de mucha enjundia. Un glorioso “Adagio”. Un poderoso “Scherzo” y un Final mucho mas vibrante e intenso que en otras obras anteriores.  Aquí es en donde el Conductor Mexicano logró el mejor Bruckner que haya interpretado entre Ntros. Plena de Canto, intensidad, por momentos arrolladora, con una Filarmónica que respondió maravillosamente. A escasos quince días de su gran triunfo en la “Ballena Azul” con  “Resurrección” de Mahler, este nuevo logro que renovó el romance con el público porteño.

Donato Decina
NI EL MISMISIMO BOULEZ  EN EL COLON,  TUVO UNA RECEPCION TAN APOTEOTICA DE SU OBRA

Festival de Música y Reflexión 2015. Actuación de Músicos de la West Eastern Divan y Refuerzos Invitados, Director: Daniel Barenboim. Programa: Richard Wagner: “Idilio de Sigfrido” (Versión Original para 13 Instrumentistas), Arnold Schöenberg: Sinfonía de Cámara Nº 1, Pierre Boulez: “Sur Incises” (Para 9 instrumentos, Estreno Argentino) Teatro Colón, 31 de Julio de 2015 (Concierto de Apertura del Festival).

 Y llego el día. Ese, al que muchos melómanos de Argentina y otros países de la región, esperamos con ansiedad, para ver aparecer en el escenario del Colón la figura de Daniel Barenboim, junto a sus músicos de la Orquesta del Diván  y algunos otros que han venido a reforzar el grupo, dada la exigencia que implicó el desarrollo del programa de apertura, mas otras obras de igual compromiso que se han programado durante su desarrollo. Sabido es que para los habitués del Teatro, la programación es lo primordial, y en ese sentido las obras incluidas en el primer concierto, representan una bocanada de aire fresco en cuanto al repertorio presentado. Barenboim es sinónimo de convocatoria. Pero que en un programa que incluyó la Sinfonía de Cámara Nº 1 de Schöenberg y “Sur Incises” de Pierre Boulez y que el “Idilio de Sigfrido” se ofrecía en la disposición originalmente ideada por Wagner, la concurrencia desbordara, fue lo mas positivo en mucho tiempo que haya ocurrido en el Colón, y revela que se está en la línea que el publico de conciertos exige, y aún mas, a las formaciones extranjeras que nos visitan. Una vez mas, gracias Daniel Barenboim.

 La versión del “Idilio” fue magnífica. Los instrumentistas, capitaneados por Michael Barenboim desde el primer atril, a las órdenes del querido Director, ofrecieron una versión de antología, plena de canto, fraseo, intensidad y voltaje emotivo. Desde el suave comienzo, la música fluyó para ir penetrando paulatinamente en el oído de cada uno de los presentes hasta esa esfumatura final en el que la música va diluyéndose, culminando en maravilloso silencio . En ese momento recordé también, la versión que hace mas de 20 años ofreciera en el espacio del por entonces flamante C.E.T.C., Gerardo Gandini con su “Sinfonietta”, solo que esta fue mas intensa aún que aquella. Y mas valor tuvo aún, el hecho que por las consabidas causas, jóvenes Arabes e Israelíes la abordaran con el mismo tesón y la misma enjundia con que abordaran las versiones de “Tristan e Isolda” hechas a lo largo de estos años. Ahí sobrevino la primera ovación de la noche, que dio paso a una intensa versión de la Sinfonía de Cámara Nº 1 de Schöenberg. Obra de magnífica escritura, casi continuadora del “Wagnerianísmo”, plena de contrastes, tensiones y progresiones, que fue ofrecida en una versión vivaz, que no decayó en ningún momento. El “sacudón” y la impresión que la obra produjo en el público fue muy elocuente,   y, desde las localidades altas (¿Dónde sino?), partió una andanada de aplausos, continuada por el resto de la sala, que se sumó al ímpetu del público joven que se encontraba en aquella zona del teatro.

 Y luego “Sur Incises” (Sobre ”Incises”), un Boulez al que no se escuchó con tanta devoción, ni siquiera en su visita de la década del 90 del pasado siglo, merced entonces, a los oficios del Mozarteum Argentino. Una prolongación de “Incises” para piano solo, casualmente compuesta alrededor de la fecha de esa visita a Buenos Aires del gran Compositor y Director Galo. De una obra de unos pocos minutos, deriva esta nueva que se extiende por casi tres cuartos de hora con tanta contundencia que prácticamente no deja al oyente respiro alguno. Tres pianistas, tres arpistas y tres percusionistas, quedaron dispuestos en abanico a las órdenes de Barenboim, y allí ese sonido por momentos mágico, capaz de desplegar una paleta de color y sonido, con una impresionante labor de los percusionistas, sin ir en modo alguno en desmedro de la actuación de los demás, también sobresaliente, solo que los primeros alcanzaron una cumbre inigualable.  Hacía muchísimo tiempo que quien esto escribe, esperaba algo así en el Teatro. Más allá de ese excelente ciclo que es “Colon Contemporáneo”, hacía falta una programación innovadora en un ciclo masivo. El hecho que fuera Daniel Barenboim quién lo hiciera, ayudó a la concurrencia, logrando por fin el resultado deseado. A muchos espectadores, literalmente hablando, “se les abrió la cabeza”, y la gran ovación que se desató al final de la interpretación, conmovió hasta al mismismo Director,  el que en un estado de sorpresa, salió en varias ocasiones a agradecer al público. Ni el propio Boulez en su visita, tuvo una aceptación así. Es cierto que el público era otro y los jóvenes concurrentes de las localidades altas, como en ésta ocasión, fueron los que le hicieron el  “Aguante”, mientras los de abajo se retiraban casi en estampida. Acá se quedó todo el mundo y todos aplaudimos. ¡Por fin!. Batalla ganada. No hubo necesidad de bises, estaba todo dicho.

Donato Decina