LO MEJOR LLEGO AL FINAL
“Nuova Harmonía 2015”: Recital de Piano de Horacio Lavandera.
Programa: Ludwig Van Beethoven, Sonata Nº 17 en Re menor, Op.31/2 “La
Tempestad”. Sonata Nº 18 en Mi bemol mayor, Op. 31/3. Frederic Chopin:
Preludios Op. 28 NºS. 7, 8, 15,16. Polonesa Nº 6 en La bemol mayor Op. 53
“Heroica”. Polonesa fantasía en La bemol mayor, Op. 61. Franz Liszt: Paráfrasis
de Concierto sobre “Rigoletto” de Giuseppe Verdi, S.434. Teatro Coliseo,
26/08/15.
Si por algo se ha
caracterizado esta velada es su irregularidad. Irregularidad en lo que hizo al
comportamiento de gran parte de la
concurrencia (Algo desgraciadamente muy recurrente en las tres principales
salas de concierto de Buenos Aires), lo que motivó que entre el segundo y el
tercer movimiento de la Sonata 18 de Beethoven, el interprete, visiblemente
contrariado, debiera pedir silencio al auditorio, ya sea por estridentes
tosidos, ruidos molestos, aplausos fuera de lugar, debiendo amenazar con que
ante una nueva reiteración, se retiraría
de inmediato del escenario, dejando la velada inconclusa. Irregular la
actuación del interprete, en donde mas allá de las vicisitudes mencionadas en
el párrafo anterior, en muy pocos
momentos de la programación pudo plasmar a pleno lo mejor de su interpretación.
Y mas irregular aun que la “Sintonía de Onda” Interprete-Público, se lograra
solo al final, en donde Horacio Lavandera se prodigó en 6 (Sí, Seis) bises,
ante el estímulo que significaba el aplauso y el entusiasmo sostenido con que
se celebraba cada uno de ellos, haciendo que esto configurara una “Tercera
Parte”, en la que se escuchó lo mejor de la noche. Si debo hacer un análisis,
obra por obra de lo originalmente programado, en todas le cabe lo mismo, y se resume de la siguiente forma: Técnica impecable, buena
musicalidad, sonido justo (ni chico ni ampuloso), sentimiento prácticamente
nulo y ni hablar de ideas. Y decir eso al abordar los autores mencionados en la
programación, me exime de mayores precisiones.
Lo increíble vino
después, en donde un Lavandera que había concluido con la formalidad del
concierto comenzó a ofrecer un bis. De repente la platea estalló en un aplauso
mas fuerte que durante la parte formal y comenzó a sentir la necesidad de
volver a sentarse a tocar y seguir, y así sucesivamente. Y surgió un toque mas
vibrante, una interpretación mas sentida y fueron desfilando: “Adiós Nonino”,
“Fuga y Misterio” y “Libertango” de Astor Piazzolla, para reincidir con Chopin
y lograr un mejor resultado con el Estudio Nº 12, la “Fantasía Impromptu” y
cerrar con el Nocturno en Mi bemol mayor en donde se liberó por completo,
logrando una mayor expresividad y un resultado mucho mas convincente que el que
tuvimos con las obras originalmente programadas. En mucho tiempo a esta parte, no me había
ocurrido una situación semejante. Hubo que esperar al final, para que viniera
lo mejor de la noche.
Donato Decina
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