A MITAD DE CAMINO
Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Enrique
Arturo Diemecke. Solista: Kun Woo-Paik (Piano). Programa: Nikolai
Rimski-Korsakov: “Schehrezade” (Suite Sinfónica basada en “Las Mil y Una
Noches”), Op. 55. Johannes Brahms: Concierto para Piano Y Orquesta Nº 2 en Si
Bemol Mayor, Op. 83. Teatro Colón, 11/08/15.
Pocas veces en los
últimos tiempos me retiré de un Concierto en el Colón francamente tan
decepcionado como en Esta Ocasión. Todo se resumió a una prolija exposición y
ajuste de Orquesta, y a un solista de buena técnica pero de cero sentimiento
interpretativo. Y encima de todo eso,
Diemecke debiendo anunciar que debido a que el afinador Ricardo Quintieri se
halla enfermo (Y desde aquí le deseo una prontísima recuperación), el
“suplente” se estaba dirigiendo al Teatro para ajustar el instrumento que se
utilizaría para el Concierto de Brahms, por lo que se invertiría el orden de
interpretación del programa, comenzando entonces por “Scheherezade” y que
también “estirara” la charla previa que ya se ha hecho costumbre en el
Conductor Mexicano para explicarle al público las obras a escucharse (sobre
todo a los que no pueden pagar el oneroso programa de mano completo, el que
incluía las sabias apreciaciones de la querida Pola Suarez Urtubey). Si a ello
le sumamos que a mi llegada, recibí de uno de los instrumentistas de la
Filarmónica, un volante explicativo en el que se decía que los músicos se
presentaban con otros atuendos, dado que el Colón no les renueva el Frac ( ¿Y
para que están la Sastrería y el Vestuario del teatro?), y que me entero que
simultáneamente los músicos están ensayando en el foso para acompañar el Ballet
“Sylvia” de Delibes, en nada debo
sorprenderme de la fría respuesta que hubo en el escenario en la interpretación
de Rimski, aun cuando ya había sido ensayada, ya que se la hizo en un
concierto dirigido y comentado por el
propio Diemecke el 31 de Julio pasado en la “Usina del Arte”. No se puede explicar de otra manera. Todo estaba en su lugar, pero cero vuelo y
cero voltaje emotivo. Solo los solos magníficos de Pablo Saraví merecen mi
destaque.
Y en cuanto a Brahms
y su concierto nº2, que mas que concierto es una “sinfonía con piano, se sumó
la apatía absoluta de Kun Woo-Paik, un interprete Coreano, afincado desde hace
mucho tiempo en Europa, que evidenció muy buena técnica, pero cero emotividad,
la que aquí hace muchísima falta, por lo que fue una interpretación “Lavada”,
de la que Diemecke y los músicos también se contagiaron, limitándose a un
prolijo acompañamiento que cerró una noche decididamente para el olvido.
Donato Decina
Hola Donato. Hace bastante que leo tu muy completo blog y por fin decidí escribir. Mayormente comparto tus puntos de vista, algunas veces no tanto pero así es mejor porque la disidencia permite ver otros posibles planteos y aguzar la propia percepción. Fue el primer concierto de la Filarmónica al que asistí en el año desde el ciclo Beethoven. Me gustó la ejecución de la obra de Rimski. Tal vez faltó más ímpetu (no volumen) en algún pasaje, pero la escuché con muchísimo agrado. Después supuestamente vino Brahms... si Rimski fue tocado al nivel de la Filarmómica Mega Ultra Berlinesa, a mí el Brahms me sonó a Banda de Poblado. Todo plano, rutinario, sin peso, aséptico y para peor descoordinado, como si no hubiera habido ensayo previo e incluso parecía que los músicos estuvieran descubriendo la partitura en el momento. ¿Puede variar tanto el nivel de la primera orquesta nacional en un mismo concierto? Kun Woo Paik, un mecánico de taller. Me descolocó la ovación del final para solista y orquesta.
ResponderEliminarCreo que la era Diemecke está cerrada.
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