martes, 18 de agosto de 2015




A MITAD DE CAMINO

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Enrique Arturo Diemecke. Solista: Kun Woo-Paik (Piano). Programa: Nikolai Rimski-Korsakov: “Schehrezade” (Suite Sinfónica basada en “Las Mil y Una Noches”), Op. 55. Johannes Brahms: Concierto para Piano Y Orquesta Nº 2 en Si Bemol Mayor, Op. 83. Teatro Colón, 11/08/15.

  Pocas veces en los últimos tiempos me retiré de un Concierto en el Colón francamente tan decepcionado como en Esta Ocasión. Todo se resumió a una prolija exposición y ajuste de Orquesta, y a un solista de buena técnica pero de cero sentimiento interpretativo.  Y encima de todo eso, Diemecke debiendo anunciar que debido a que el afinador Ricardo Quintieri se halla enfermo (Y desde aquí le deseo una prontísima recuperación), el “suplente” se estaba dirigiendo al Teatro para ajustar el instrumento que se utilizaría para el Concierto de Brahms, por lo que se invertiría el orden de interpretación del programa, comenzando entonces por “Scheherezade” y que también “estirara” la charla previa que ya se ha hecho costumbre en el Conductor Mexicano para explicarle al público las obras a escucharse (sobre todo a los que no pueden pagar el oneroso programa de mano completo, el que incluía las sabias apreciaciones de la querida Pola Suarez Urtubey). Si a ello le sumamos que a mi llegada, recibí de uno de los instrumentistas de la Filarmónica, un volante explicativo en el que se decía que los músicos se presentaban con otros atuendos, dado que el Colón no les renueva el Frac ( ¿Y para que están la Sastrería y el Vestuario del teatro?), y que me entero que simultáneamente los músicos están ensayando en el foso para acompañar el Ballet “Sylvia” de Delibes,  en nada debo sorprenderme de la fría respuesta que hubo en el escenario en la interpretación de Rimski, aun cuando ya había sido ensayada, ya que se la hizo en un concierto  dirigido y comentado por el propio Diemecke el 31 de Julio pasado en la “Usina del Arte”.  No se puede explicar de otra manera.  Todo estaba en su lugar, pero cero vuelo y cero voltaje emotivo. Solo los solos magníficos de Pablo Saraví merecen mi destaque.

  Y en cuanto a Brahms y su concierto nº2, que mas que concierto es una “sinfonía con piano, se sumó la apatía absoluta de Kun Woo-Paik, un interprete Coreano, afincado desde hace mucho tiempo en Europa, que evidenció muy buena técnica, pero cero emotividad, la que aquí hace muchísima falta, por lo que fue una interpretación “Lavada”, de la que Diemecke y los músicos también se contagiaron, limitándose a un prolijo acompañamiento que cerró una noche decididamente para el olvido. 


Donato Decina

2 comentarios:

  1. Hola Donato. Hace bastante que leo tu muy completo blog y por fin decidí escribir. Mayormente comparto tus puntos de vista, algunas veces no tanto pero así es mejor porque la disidencia permite ver otros posibles planteos y aguzar la propia percepción. Fue el primer concierto de la Filarmónica al que asistí en el año desde el ciclo Beethoven. Me gustó la ejecución de la obra de Rimski. Tal vez faltó más ímpetu (no volumen) en algún pasaje, pero la escuché con muchísimo agrado. Después supuestamente vino Brahms... si Rimski fue tocado al nivel de la Filarmómica Mega Ultra Berlinesa, a mí el Brahms me sonó a Banda de Poblado. Todo plano, rutinario, sin peso, aséptico y para peor descoordinado, como si no hubiera habido ensayo previo e incluso parecía que los músicos estuvieran descubriendo la partitura en el momento. ¿Puede variar tanto el nivel de la primera orquesta nacional en un mismo concierto? Kun Woo Paik, un mecánico de taller. Me descolocó la ovación del final para solista y orquesta.

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  2. Creo que la era Diemecke está cerrada.

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