SOLO LA
PROFESIONALIDAD DE LOS CANTANTES LA SALVO DEL NAUFRAGIO
Teatro Argentino de La Plata: “Carmen”, Opera en cuatro actos
con Música de Georges Bizet y libreto de Ludovic Halevy y Henri Meilhac, basado
en la novela de Prosper Merimee. Interpretes: Adriana Mastrángelo (Carmen),
Enrique Folger (Don José), Leonardo Estevez (Escamillo), María Bugallo
(Micaela), Walter Schuarz (Zuñiga), Laura Polverini (Frasquita), Rocío Arbizu
(Mercedes), Sebastián Sorrarain (Dancairo), Patricio Oliveira (Remedado),
Sebastián Angulegui (Morales), Fernando Alvar Nuñez (Lilas Pastia), Juan
Ignacio Suarez Christensen
(Soldado/Guía). Alejandra Sabella-Javier Conejero-Nicolás Miranda
(bailarines alter ego de Carmen, Don José y Escamillo, respectivamente). Coro Estable del Teatro Argentino de La Plata:
Director: Hernán Sánchez Arteaga, Coro de Niños del Teatro Argentino de La
Plata: Directora: Mónica Dagorret. Orquesta Estable del Teatro Argentino de La
Plata: Director: Tulio Gagliardo Varas.
Coreografía: Alejandro Ibarra. Iluminación: Willy Landin. Escenografía:
René Diviú. Vestuario y Dirección Escénica: Valeria Ambrosio. Sala Alberto
Ginastera, 07 de Junio de 2015.
Días antes de
concurrir a la función, en entrevistas previas al estreno de Esta producción de
Carmen, la Directora del Coliseo Platense y responsable de Esta puesta en
escena, Valeria Ambrosio, manifestaba que una de las premisas fundamentales de
trabajo que Jorge Telerman, Presidente del Instituto Cultural de la Provincia y
principal Operador y Vocero del Gobernador y Candidato Presidencial Daniel
Scioli, marcó para la gestión de la primera, era que se debían realizar
espectáculos que garantizaran un lleno total de sala. A juzgar por lo visto en
la función a la que concurrí, sexta y última del espectáculo, un apreciable
lleno se contemplo en el interior del Teatro. Una acertadísima política en
cuanto a precios lo permitió, y mas mérito aún,
la transmisión en Directo a salas del interior de la provincia. Si
tenemos en cuenta además, que la cantidad de micro-omnibus desde Capital
Federal y otros puntos del Gran Buenos Aires no excedieron los cinco (200
espectadores aproximadamente) y las combis no fueron mas que cuatro (80
espectadores si hubieran estado todas llenas), quiere decir que el público genuino
platense orilló cerca de los 800 espectadores a cálculo grueso, con lo cuál en
ese aspecto la gestión se encamina francamente de manera muy positiva y esto
debe resaltarse. La elección del título es inobjetable (Clásico Operístico y
pieza fundamental de repertorio, como para lucir además las virtudes de la
totalidad de los Cuerpos Estables). El menú estaba planteado, aunque los
resultados distaron de ser los ideales.
Problema fundamental
de la versión ha sido el concepto de puesta empleado por la Sra. Ambrosio.
Mezcla de épocas, en donde a una ambientación de tradicional escenografía, le
correspondemos con un vestuario casi
actual, por lo que los contrastes son demasiado pronunciados, el ejemplo que
mas le cabe es la entrada en el primer acto del Coro de Niños, que con vestimentas
actuales (y algunos de ellos con
disfraces de personajes del comic), chocaban fuertemente con las gitanas y la
gente de pueblo. Los movimientos de
masas que venían siendo muy correctos, derraparon por completo en el último
acto, en donde a su entrada, Escamillo,
ataviado ya con el traje de luces para la corrida, junto a sus espadas, se para
frente a una pared en donde evidentemente se hallaría una imagen de la Virgen
de la Macarena, para rezar e invocar su
protección, y entonces desde los dos
flancos de gentío que le abren el paso a los hombres en dirección de la
plaza, parte una lluvia de papel picado
que tapa por completo la figura del matador y, como si fuera poco, naranjazos
entre ambos bandos completaron la deslucida imagen. En el momento previo,
durante la entrada de la cuadrilla, los banderilleros hacen su entrada dando
vueltas carnero como saltimbanquis circenses, por lo que el cuadro previo al
desenlace, fue en lo visual de un
decidido mal gusto. Si ese ha sido el concepto, pues entonces no hay ninguna
lectura profunda del libreto, todo ha sido muy superficial, y si alguna duda queda, la presencia de tres
bailarines que actúan como “Alter Ego” del Trío protagónico principal,
interviniendo con sus danzas en los momentos fundamentales, le quitó mucho de
intimidad, arruinando por completo el “Aria de la Flor”, danzada mientras Don
José cantaba, distrayendo por completo al espectador. Por lo tanto, las
observaciones que hiciéramos en el trabajo de la Directora de Escena durante la
“Tosca” del año anterior, se hacen mas profundas ahora. La comedia musical (de
la que la Sra. Ambrosio proviene) es una parte del espectáculo, la ópera es, en
cambio, un espectáculo total, por lo que sería saludable un cambio de enfoque en
caso de puestas venideras. El vestuario, mas allá de los estilos, lució bien.
La iluminación de Willy Landin fue muy ajustada y eficiente y corréctas las
coreografías de Alejandro Ibarra. Bueno, muy funcional y de estilo, fue el
diseño escenográfico de René Diviú. Sín embrago, los cambios de vestuario y
movimientos de escenario, llevaron a que la función se interrumpa tres veces,
una por cada acto, con lo que la función se extendió por transcurso de ¡4,15 hs!, tema que con los tiempos que
corren, debe ser urgentemente
replanteado y revisado. Se puede aceptar que en salas como el Auditorio de
Belgrano, que no tienen personal ni
maquinaria adecuados, ocurra ello, como de hecho, así sucedió con este título
y, con todo, duró media hora menos. En cambio el Coliseo Platense, posee mayor
capacidad de realización, por lo que resultó inentendible lo ocurrido en esa
materia.
En el plano musical,
la concertación de Tulio Gagliardo Varas, profesional pionero en el fogueo en
espectáculos del por entonces muy incipiente
“Off Colón”, radicado desde hace mucho tiempo en Europa (mas exactamente en
Turquía) y al que muchos de Uds. han visto en Ntro. Ciclo de Proyecciones de
Videos de los Sábados, fue de correcta lectura, “tempi” algo mas lento de lo
habitual, pero con falta de chispa y vitalidad, fundamentales en Esta Opera,
resultando por momentos muy anodino el andar. El Coro Estable, preparado por
Hernán Sánchez Arteaga, lució algo desbalanceado, ya que la sección Femenina sobresalió,
fundamentalmente en el primer acto, por sobre la Masculina, la que en un par de
ocasiones entró a destiempo, conceptos que en virtud de los títulos que siguen,
deberán ser examinados en profundidad. El Coro de Niños en cambio, preparado
por Mónica Dagorret , lució ajustado y cantó con corrección.
Los verdaderos
triunfadores de la Tarde/Noche, fueron los interpretes vocales. Yendo de los
roles co-primarios hacia arriba, digamos entonces que Fernando Alvar Nuñez,
hizo gala de su veta de comediante al saber actuar y cantar como Lilas Pastia.
Correctísimo Morales ha sido Sebastián Angulegui, dueño de presencia y soltura
escénicas y buena voz. Eterno y fenomenal Dancairo ha sido una vez mas
Sebastián Sorrarain, haciendo gala de gracia, soltura y desparpajo,
cumplimentado de igual manera por Patricio Oliveira como Remedado, al que
apuntamos para el excelente, tal como ocurriera con su Timonel del “Buque
Fantasma” del año anterior, bravo por la convocatoria. Walter Schuarz se lució
en Zúñiga, con mucha elegancia y buen decir. Frasquita y Mercedes fueron extraordinariamente actuadas y cantadas por
Laura Polverini y Rocío Arbizu, a las que por fin se les han otorgado roles en
teatros de magnitud, respondiendo ambas con creces al compromiso y fueron las
laderas ideales de Carmen. Es una gran alegría comprobar que María Bugallo se
halla nuevamente en la senda de las muy buenas actuaciones. Su Micaela aportó
gracia, frescura, soltura en la actuación y, fundamentalmente, supo decir, lo
que no es poca cosa. Leonardo Estevez impuso oficio y autoridad desde el vamos
para su Escamillo. Mas allá de algún agudo un poco tirante, supo durante toda
la función de que se trataba la cosa, y
de ahí en consecuencia su triunfo. No existe hoy por hoy en el medio local
alguien mejor que Enrique Folger para cantar un Don José visecral, varonil y atormentado, con el plus
que le dio el canto con un “Aria de la Flor” de antología, a la que ni la
desubicada coreografía que se le superpuso, pudo opacar. Actuación
extraordinaria y para el recuerdo. Y para el final, Adriana Mastrangelo, con
una actuación magnífica. Voz estupenda, caracterización convincente, soltura
escénica y entrega absoluta. ¡Bravo por Ella!.
Esta es mi opinión,
acepto por supuesto las discrepancias y esperamos con avidez el “Otello” con
que seguirá la temporada, para ver que derrotero sigue la misma.
Donato Decina