EN UN AMBITO
MAGNIFICO, UN DOBLE PROGRAMA CONTUNDENTE
Leos Janacek: “Diario
de un Desaparecido”, ciclo de veintidós poemas anónimos de la región de
Valaquia, musicalizados (versión escenificada). Interpretes: Pablo Pollitzer
(Tenor/Janick), María Florencia Machado (Mezzosoprano/Zefka, la Gitana), Ana
Sampedro (Soprano 1ª), Rocío Fernández (Soprano 2ª), Sabrina Contestábile
(Contralto) (Coro fuera de escena). Carlos Koffman (Piano). Darius Milhaud: “El
Pobre Marinero”, Opera en un acto con libreto de Jean Cocteau. Interpretes:
Gustavo López Manzitti (El Marinero), Graciela Oddone (Su Mujer), Víctor Torres
(Su Amigo), Hernán Iturralde (Su Suegro). Grupo Instrumental. Dirección
Musical: Martin Sotelo. Para ambos espectáculos, puesta en escena de Marcelo
Lombardero, escenografía de Noelia González Sbovoda, Iluminación de Horacio
Efron y Vestuario de Luciana Gutman. Usina del Arte (Sala de Cámara), 31 de
Mayo de 2015.
El programa ofrecido, giró en torno a dos obras compuestas hacia el final de la Primera Guerra Mundial. Dos compositores de fuerte expresividad, unidos a través de una también fuerte propuesta estética, desarrollada en un ámbito apropiado para sus respectivas representaciones, que dejó una inmejorable impresión y un saldo muy positivo. ¿Puede escenificarse un ciclo de canciones?, se sostiene que no, ya que el compositor lo desarrolla para que el interprete lo cante y el pianista acompañe. Ahora bien, observando el trabajo de Marcelo Lombardero, en donde módicos elementos escenográficos ayudan a la descripción del lugar, un adecuado uso de un telón traslucido que marca un camino ( que también influirá en la ópera siguiente), tras el cuál se ubicarán también de manera estratégica, el piano, el coro fuera de escena y donde Zefka desde allí cumplirá un sugerente papel, un acertadísimo manejo de la luz de Horacio Efrón y un ajustado vestuario de Luciana Gutman, podemos decir que deja de ser un ciclo y pasa a ser (como bien consigna en el programa de mano Luciano Marra de la Fuente) una cantata escenificada o (y me inclino por esta) una “Opera de Bolsillo”. Entonces el talento y la visión de Marcelo Lombardero nos brinda una poética visión, que nos va enseñando la progresión de estados de ánimo que trasunta Janiec, el protagonista y de allí la presencia de ese camino de fondo, que es el que tomará para no volver, en el que se deslumbrará ante la presencia de Zefka, la sugerente gitana, en el que su pasión estallará y tras lo cuál, su vida misma hará que lo continúe transitando. Carlos Koffman dio desde el piano el marco y el clima justos a cada fragmento y fue rotundo interprete en el célebre fragmento nº 13, en donde Janiec y Zefka consuman su pasión. Florencia Machado aportó sensualidad (en un momento Lombardero marcó para Ella un semi desnudo de espaldas resuelto escénicamente al trasluz de manera magnífica), buen gusto en el decir y plena musicalidad para una intervención breve pero muy intensa y Pablo Pollitzer fue un Janiec de colosal solvencia con canto, sabiduría al expresar, ofreciendo una intensa progresión dramática a medida que la acción transcurría, y esa sólida interpretación del final cuando el protagonista parte al encuentro de Zefka que le ha dado un hijo, y ha decidido dejar su aldea porque una nueva vida en familia lo espera.
Si “El Diario…”, nos
mostró el camino de ida, “El Pobre Marinero”, nos mostró dramáticamente el
camino de la vuelta. Y de ahí la permanencia del telón en escena, tras el que
se ubicó el conjunto instrumental dirigido por Martín Sotelo. Unos pequeños cambios
de objetos que nos permitieron situarnos en el espacio donde transcurre la
acción, llevada aquí a la post segunda guerra (la presencia de un televisor
blanco y negro en donde el suegro se la pasa mirando futbol, y como se
imaginarán, esas transmisiones a la hora
de las funciones ayudaron a la puesta). Los personajes fueron trazados de
manera magnífica y cada cual en su rol, tuvo un desempeño actoral/vocal
estupendo. Los cantantes convocados fueron un verdadero “dream team”, difícil
de superar en Ntro. Medio. Hernán Iturralde aportó su solvencia en la
caracterización del suegro. Víctor Torres, ese amigo-vecino que desea a la
mujer del protagonista, que ve fracasar su intento de lograrla y que tras
descubrir el regreso del amigo, se esfuerza en ayudarlo en la trama en la que
trágicamente intenta no ser descubierto. Gustavo López Manzitti, en un protagónico que no le dio tregua desde su
aparición misma desde la platea a la escena y al que Lombardero lo hizo desplazar
escénicamente de modo muy convincente, jugando perversamente a que lo descubran
e ignorando que ello precipitaría su propia muerte y una descollante Graciela
Oddone que acapara la escena, en la
recreación de esa mujer que extraña a su hombre, que como “Butterfly”, confía
en que volverá y se mantiene fiél a El. Solo que no lo reconoce, y después de matarlo, esconde con la
complicidad de su padre el cuerpo, total, el
hombre “mañana llegará”. Martín Sotelo
logró una solvente respuesta del conjunto instrumental, formado con reconocidos
músicos de Ntro. Medio (mayoría de Filarmónica y Estable del Colón), y honor a
Marcelo Lombardero, que logró mantener
la unidad y tensión de ambos espectáculos con su reconocido talento.
Donato Decina
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