DIECINUEVE AÑOS
DESPUES, LA MAGIA EN VIVO SIGUE INTACTA
Teatro Colón. Recital
de Evgueni Kissin (Piano). Programa: Wolfang Amadeus Mozart: Sonata Para Piano
Nº 10 en Do mayor, K.330. Ludwig Van Beethoven: Sonata para Piano en Fa menor,
Op. 57 “Appassionata”. Johannes Brahms: Tres Intermezzi, Op.117. Isaac Albéniz:
De la Suite Española, Op. 47: “Granada”, “Cádiz”. De “Cantos de España”, Op.
181: “Córdoba”, “Asturias”. Joaquín Larregla: “¡Viva Navarra!”. Abono 5º
Aniversario, Martes 02/06/15.
Y al fin Kissin.
Después de aquel frustrado retorno por graves problemas familiares, el genial
interprete Ruso llegó al Colón para el deleite de su legión de fans, y otros no
tan fans, quienes se dieron cita en la calle Libertad para escucharlo “cómo en
Misa”. Demostración de talento intacto, solvencia técnica, refinamiento,
espiritualidad. Son tantos los ítems, tantas las virtudes, que no por menos
conocidos que fueren, enunciarlas en su totalidad sería condenarlos a Uds. al
aburrimiento. Vayamos entonces al análisis de cada una de las interpretaciones.
La apertura de la
primera parte correspondió a un interesante enfoque de la Sonata Nº 10 de Mozart, en donde la esencia de la
obra y el “pathos” mozartiano estuvieron siempre presentes durante la
interpretación. Desde la firmeza del “Allegro” inicial, el “canto” expresado a
lo largo del “andante” y el chispeante
“allegretto” de cierre que confundió al público al aplaudir la primera
exposición del tema de cierre que culmino de modo tan rotundo, sin saber que vendría
después la íntegra recapitulación, nos mostraron a un Kissin metido desde el
vamos en lo suyo, a tal punto que comenzó a tocar de inmediato, ni bien se
sentó en el taburete, sin dar tiempo (por suerte) a los infaltables tosidos
previos de Ntro. Público.
Luego el momento mas
sublime de la noche, con la descollante interpretación de la “Appassionata”. Si
la versión de Daniel Barenboim mantuvo la esencia de Beethoven, manteniéndola
de forma “inmaculada”, la de Kissin es personal, viril, vehemente (sín
necesidad de “aporreo” ni mucho menos),y, por momentos, en los movimientos de
punta, arrolladora y vital. El andante
central fue la exaltación del romanticismo, con un manejo de la melodía y hasta
los silencios en los que prácticamente no dejo cabo suelto ni nada por decir.
Una ovación gigantesca que hizo rememorar a los legendarios recitales de Sábado
por la tarde, de los que el Ruso fue, casualmente, uno de los últimos en
hacerlo en su anterior visita, fue el premio a la descollante labor.
La segunda parte fue
mas relajada con respecto a la primera, ya que se optó por obras mas bien de
carácter “descriptivo”, que dieron un aporte mas “pirotécnico”, pero que
entusiasmaron al público. Comenzó con tres “Intermezzi” del Op. 117 de Brahms,
en donde la esencia del compositor alemán estuvo siempre puesta de
manifiesto. Cuatro piezas típicamente
españolas de Isaac Albeniz “Granada” y “Cádiz” de la Suite Española Nº 1, en
donde cerrar los ojos y dejarse llevar por la música no hizo mas que invitar a
imaginarse el paisaje, lo que continuó con “Córdoba” de “ Cantos de España” y
cerrando de la misma suite con la mas imponente versión que Yo recuerde de
“Asturias”, hecha de manera electrizante, la que ante el aplauso unánime del
público, motivó que Kissin, siguiera de largo para acometer con ¡Viva Navarra!
de Larregla, para que la pintura española fuere un todo en sabor, color y
sonido, con una consustanciación con ese repertorio absolutamente formidable.
Los bises no fueron
la excepción: Un Granados. El Célebre Vals de Chopin incluido en el Ballet “Las
Sílfides” y la “Gran Polonesa Brillante”, broche de Oro para una noche de esas
que quedan para siempre en el recuerdo.
Donato Decina
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