sábado, 27 de junio de 2015

PARA UNA OBRA “OSADA”, UN MUY BUEN DIRECTOR

                  Sexto Concierto de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Daejin Kim. Solista: Richard Stoltzman (Clarinete). Programa: John Corigliano: Concierto para Clarinete y Orquesta. Antonin Dvorak: Sinfonía Nº 9 en Mi menor, Op. 95 “Del Nuevo Mundo”. Teatro Colón, 25 de Junio de 2015.

                      En mis comentarios anteriores, les manifestaba a Uds. que Este concierto debió haber sido dirigido por Enrique Arturo Diemecke, y que, habida cuenta de la cancelación que los interpretes Chinos hicieran en el cuarto concierto de abono, el conductor mexicano había resuelto asumir El mismo la fecha caída, y Esta fecha, que a continuación comentaré,  quedaba en manos de un Director Oriental. Pues bien, Daejin Kim, en realidad nacido en Estados Unidos,  de ascendencia coreana,  y ahora  sí residente en Corea desde hace mas de veinte años, donde dirige a la Filarmónica de Suwon, con la que ha hecho giras a New York (Carnegie Hall), Viena (Musikverein Saal) y Munich (Herkulessaal), entre otras ciudades, aceptó el compromiso y viajó hasta aquí para hacerse cargo del concierto.  Luego de escuchar el mismo, no tengo dudas en que lo mejor que pudo haber ocurrido es este cambio. Tanto para que Diemecke se hiciera cargo de la fecha caída con el estupendo resultado que consigné en este blog, como para que Kim viniese y se nos revele como un estupendo conductor.

Debemos tomar como una verdadera “Osadía” de programación, a juzgar por la manifiestamente “conservadora” línea que año tras año Diemecke le impone a los programas de la Filarmónica (mas allá del increíblemente “nefasto” abono comprimido de Este año), la inclusión en el repertorio de este año del Concierto para Clarinete y Orquesta de John Corigliano. Una obra que exige ante todo un solista de excelencia, “flexible” ante los planteos y exigencias de la partitura la que entre otros detalles contiene un dispositivo muy usado desde Mahler, Respighi,  Berio y otros grandes, hasta comienzos de la década del 70, como los es colocar instrumentistas y hasta una pequeña banda en diferentes lugares de la sala (aquí se los distribuyó a cornistas entre fondo de platea y en palcos platea y balcón, a la banda en palcos altos, lo mismo que a un clarinetista),  y a un Director que debe preparar a la orquesta con indicaciones precisas, dado que habrá disonancias, momentos de mucha agitación musical, pasajes un poco mas calmos con mayor imaginación.  Kim dio respuestas a todo ello, y mas aún, lejos estuvo de mostrarse como un conductor “mecánico”,  como muchas veces se les machaca a los Directores provenientes del Sudeste Asiático. Supo exigirle al conjunto en los momentos precisos, manejó a la perfección a los músicos fuera del escenario y  fue cómplice del solista en todo momento, Y hablando de ello, Robert Stoltzman, alguien muy conocido, a través de grabaciones fundamentalmente, las que se consiguen en las casas especialistas, fue “El” solista, que domina a la perfección la obra, que tiene estupenda técnica y mostró formidable entrega a lo largo de la interpretación. Y mas allá de muchas toses al comienzo, con las que el público manifiesta su incomodidad, con el correr de la obra se fueron disipando,  hasta lograr un reconocimiento unánime a los interpretes.

  Siempre es bueno que cada dos o tres años la Sinfonía “del Nuevo Mundo” esté presente en los atriles. Cada versión encierra un desafío en si misma. Lógicamente con Diemecke uno está a la expectativa, aguardando que respuesta proviene del escenario. Y Kim nos mostró una versión vital, chispeante, de “tempi” un poco acelerado , pero que igual se dejó escuchar, con momentos verdaderamente sublimes como el pequeño dúo entre el Concertino y el primer Violoncello al final del segundo movimiento, en donde Pablo Saraví y Carlos Nozzi descollaron y  fue gratificante descubrir la intensidad y los momentos de vuelo que este Director logró alcanzar con el conjunto, ganándose la ovación y el respeto de los presentes, que culminó con el simpático detalle de que una Señorita ingresara ataviada con un típico atuendo Coreano a entregarle el obsequio floral al Director, como broche de oro de una noche magnífica.


Donato Decina

No hay comentarios:

Publicar un comentario