viernes, 10 de julio de 2015


Y ENCIMA CANTAN

Mozarteum Argentino: Actuación de la Budapest Festival Orchestra, Director: Ivan Fischer. Solista: Miah Persson (Soprano). Programa: Bela Bartok: Magyar Képek (Bocetos Húngaros), Sz. 97, 88, 103. Richard Strauss: Vier Letzte Lieder (Las Cuatro Ultimas Canciones), Gustav Mahler: Sinfonía Nº 4 en Sol mayor. Teatro Colon, 27 de Junio de 2015.



  Una vez mas la Budapest Festival Orchestra junto a Ivan Fischer, su titular y fundador, regresaron a Buenos Aires merced a los oficios del Mozarteum Argentino, quien los presentó en la sala del Colón. Siempre que este grupo llega a Ntros., la expectativa está centrada en cual será la obra poco frecuentada que el Director Magyar abordará en el concierto. Y en esta noche, los músicos tenían en sus atriles los “Bocetos Húngaros” de Bela Bartok, correspondientes a los números de catálogo 97, 88 y 103, que abarcan cinco momentos: La descriptiva “Atardecer en el Pueblo”, la simpática “Danza del Oso”,  la introspectiva “Mediodía”, el electrizante momento “Ligeramente Achispado” y el atractivo cierre con la “Danza de Urog”. Fischer marcó con precisión y estableció el clima de cada uno de los tiempos mencionados, siendo convincente su interpretación. La tersura de las cuerdas, la belleza de los vientos y el muy buen sonido del metal, convergieron para que se lograra un efecto muy cálido, por lo que la versión fue muy bienvenida, siendo éste el primer momento de interés de la velada.

  El otro punto de interés consistió en la presentación de la Soprano Sueca Miah Persson, abordando tanto “Las Cuatro Ultimas canciones” de Richard Strauss, como la parte vocal que cierra la Sinfonía Nº 4 de Mahler. Persson es portadora de un  bellísimo timbre vocal, su línea de canto es muy estilizada, la emisión es chica. Su  trabajo encajó en el enfoque que Fischer le brindó a la obra, que fue camarístico, con planos de mucha intimidad, tanto, que a mi entender se excedió en ese aspecto, haciendo que la versión careciera del brillo y la imponencia que son habituales al abordarse esta obra, perdiéndose por ello muchos detalles que suelen descubrirse en cada versión, la que por momentos cayó directamente en la monotonía.
  Todo lo contrario sobrevino en la segunda parte, en donde los interpretes se florearon con una de las mas espectaculares versiones de la cuarta de Mahler que Este cronista haya escuchado en vivo. Aquí sí  el enfoque mostró toda la riqueza de la descripción de la naturaleza, la campiña, la rústica vida de sus habitantes. Haciendo lugar a una tendencia discutible en muchos Directores, Fischer colocó frente a sí al solista de corno de la Orquesta en el segundo movimiento, cerca también del atril de la Concertino, la que también tiene su momento al emplear un Violín preparado en los solos que le corresponden a ese tiempo. La belleza del timbre de las cuerdas y los vientos,  de fundamental preponderancia en este pasaje, hizo que pudiera percibirse toda la paleta de sonidos que la partitura posee. Y  luego de ello, desembocamos en el magnífico momento culminante de la noche, en donde Fischer tuvo la sabia decisión de interpretar en un todo los dos últimos movimientos, los que indudablemente tienen conexión entre sí. La Intensidad del “Poco Adagio”, la expresividad, el “canto” de la Orquesta, fueron supremos en todo sentido, alcanzando un clima extraordinario, en donde por primera vez en mucho tiempo “no voló ni una mosca”, cero toses, cero celulares, imposible alterar el ambiente, enlazándose con el último movimiento,  en el que Persson hizo su ingreso al escenario “en puntas de pie”, ya que Fischer también resolvió con acertadísimo criterio que no ingrese en el medio la obra, entre el tercer y el cuarto movimientos, lo que habría sacado de concentración al auditorio. La versión Persson del Lied “La Vida Celestial” que cierra la obra fue esa,  “Celestial”. Bellísimo canto, línea de expresividad impecable, bellísimas dicción y entonación, con un final en el que Fischer logró que los últimos compases se extingan lentamente casi como una “esfumatura”, obteniendo primero un silencio acentuado de la concurrencia, para luego estallar en una ensordecedora y justiciera ovación,  como premio a la categoría de la versión ofrecida.

  La sorpresa vino luego en donde los músicos se agruparon de pie y en semicírculo en torno al Director, partitura en mano cada uno de ellos, para formar un magnífico coro el que con esplendida afinación, abordó un Lied de Fanny Mendelsohn, que hizo poner de pie a los asistentes. No hizo falta nada mas, si encima…. ¡cantan!.


Donato Decina



PERSISTIR EN LO QUE SE SABE HACER MUY BIEN

Ensamble Lírico Orquestal: Concierto Sinfónico-Instrumental-Vocal-Coral con Obras de Wolfang Amadeus Mozart: Director: Gustavo Codina. Solistas: Mauricio Marcelli (Violín), Cecilia Layseca (Soprano), Lidice Robinson (Mezzosoprano), Mauro Di Bert (Tenor), Walter Schuarz (Bajo). Orquesta del Ensamble Lírico Orquestal. Coral Ensamble: Preparadores: Gustavo Codina-Cecilia Layseca. Programa: Concierto para Violín y Orquesta Nº 4 en Re Kv. 218, Requiem Kv. 626. Auditorio de Belgrano, 28 de junio de 2015.

  Cuando culminó la temporada 2014 con el “Requiem” de Verdi, Cecilia Layseca anunció al público la programación 2014, la que fue adjuntada con profusa folletería, y de la que diéramos cuenta en la crónica de esa presentación. Allí consignamos que Este Requiem “Mozartiano”, base de la programación de ésta fecha, sería conducido por Guillermo Becerra, el que ya había concertado para esta entidad una gala eslava al frente de la Agrupación Sinfónica de Morón y que contara con la participación del “Coral Ensamble”, en donde descollaron las versiones de “Finlandia” de Sibelius (en conocidísimo arreglo para Banda), las “Danzas Polovtsianas” de “El Principe Igor” de Borodín y la Obertura 1812 de Tchaicovsky en versión Banda con Coro, y que luego repetiría el suceso un año mas tarde con la Novena Sinfonía de Beethoven, en una buena versión. Ya el año pasado el Director Platense residente en Mar del Plata, debía volver a presentarse para la entidad abordando una selección de la Opera “Porgy and Bess” de Gershwin. Sin embargo, un cambio de programación motivó que la presentara Gustavo Codina en versión con Banda de Jazz, por cierto discutible, ya que no fue la versión original la que se empleó, pero se informó al público y a la prensa con no menos de dos meses de anticipación el cambio realizado. Al comenzar el concierto con el pequeño orgánico orquestal en el escenario para el  abordaje del Concierto para Violín y Orquesta Nº 4, apareció Gustavo Codina en el escenario para la presentación de la velada, apareció Mauricio Marcelli, el Concertino de la Orquesta y Solista de la obra y, como al pasar, Codina manifestó que por problemas personales en Mar del Plata, Becerra estaba en esa y que El se haría cargo del Concierto, como ya lo había hecho la semana anterior. Cuanto menos, debemos decir que la desprolijidad ha sido mayúscula, ya que teniendo en Natalia Rivara a una excelente encargada de prensa, debió emitirse urgentemente una comunicación advirtiendo del reemplazo que se produciría, independientemente de las causas que obedecieron al mismo por segunda vez en un año. No fue así,  y lamentablemente se notó en demasía con la versión ofrecida del Concierto Nº 4 de Mozart, ya que para esa circunstancia no había “Plan B” y  la interpretación pasó por innumerables momentos de zozobra. Es evidente que la buena y saludable intención de ampliar el repertorio de la entidad organizadora chocó con la realidad que significó la ausencia del Director originalmente comprometido en el podio, por lo que teniendo en cuenta las palabras que también viritiera Cecilia Layseca, en esta oportunidad en ocasión de la última función de “La Traviata” que abrió la presente temporada (y de la que también diera Yo cuenta en este Blog), el esfuerzo que esta entidad deberá centrar a futuro deberá dirigirse a lo que ellos verdaderamente saben hacer, como son los espectáculos Líricos y Sinfónico-Vocales-Corales, que han sido el suceso de sus programaciones y que tienen el “Plan B” que es el que Gustavo Codina, como preparador del Coral Ensamble, sabe a la perfección el repertorio que se aborda, y ante una deserción como en este caso, puede perfectamente dirigir el espectáculo con solvencia y categoría, como lo fue con el Requiem de esta tarde/noche. Para las obras con solistas instrumentales, deberá armarlo El desde el vamos y no tengo dudas que con su reconocida capacidad, saldrá airoso también en el acompañamiento de solistas instrumentales. Los “tempi” del Requiem fueron muy precisos, aunque sería saludable que no se produzcan “baches” tan largos, como los ocurridos en el transcurso de la “Sequentia”, entre tiempo y tiempo, que le quitaron algo de concentración al espectador para el seguimiento de la obra. El Coral Ensamble conoce al dedillo la obra y, una vez mas, dio muestras de su solvencia y ajuste. El Cuarteto vocal fue irreprochable, Mauro Di Bert posee buen esmalte vocal e hizo lo suyo con corrección, Walter Schuarz aportó su oficio y su categoría. Lidice Robison ofreció aplomo, buen decir, y se supera en cada presentación, y Cecilia Layseca fue “la voz” de la ya caída noche, supo cantar, expresar, tuvo dulce timbre y grato canto. Todos al inicio y al final, se ubicaron junto a los coreutas como uno mas de ellos, dándole mas realce al conjunto y demostrando que ese es el camino en el que se debe persistir.

Donato Decina 

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