MUSICALMENTE
DISCRETO,
VISUALMENTE RECARGADO
Teatro Colón: “L’Elixir D’Amore”, Opera Bufa en Dos Actos,
Música de Gaetano Donizetti, Libreto de Eugene Scribe. Interpretes: Adriana
Kucerová (Adina), Iván Magri (Nemorino), Giorgio Caoduro (Belcore), Simón
Orfila (Dulcamara), Jaquelina Livieri (Gianetta), Coro Estable del Teatro Colón
, Director: Miguel Fabián Martínez. Regie: Sergio Renán, Escenografía: Emilio
Basaldúa, Vestuario; Gino Bogani, Iluminación: Sebastián Marrero, Diseño
Audiovisual: Alvaro Luna, Coreografía: Julián Galván y Noemí Szleszinski-
Orquesta Estable del Teatro Colón, Director: Francesco Iván Ciampa. Función del
08 de Mayo del 2015.
Al momento del saludo
final, nos sorprendimos con la no entrada al escenario del equipo técnico de
realización de la puesta para los saludos de rigor. Una vez afuera de la sala,
tomamos conocimiento que Sergio Renán se hallaba internado por una complicación
de Salud, por lo que hago fervientes votos por su pronta recuperación. De todos
modos, entiendo que al momento de salir a escena, los lineamientos generales
del puestista estaban perfectamente establecidos, por lo que en modo alguno el
espectáculo se vio afectado y, entonces digamos que para un movimiento
convencional, respecto al desplazamiento
de cantantes, coreutas y figurantes, se recurrió a una ampulosa escenografía (bien realizada por cierto) en la que nos
enteramos que Adina es una productora de cítricos (mas precisamente naranjas,
las que se cosechan y venden en un local que lleva su nombre), a una serie de
proyecciones audiovisuales de fondo a esa ampulosa escenografía y a efectos que
por momentos mostraban situaciones inexactas, como que el almuerzo de
casamiento de Adina y Belcore se realizó bajo la luz de las estrellas. También
hubo sobrecarga de actores y figurantes, como el séquito que rodea al Dr.
Dulcamara con una deslumbrante señorita que surge del interior de una botella
publicitaria gigante del célebre elixir (cuál sorpresa del interior de una
torta), y, la mas desopilante, el efecto visual de un biplano remolcando una
pancarta publicitaria del falso medicamento, cuál temporada veraniega en la
costa. Como pueden ir apreciando, se necesitó mucho relleno para encontrarle la
vuelta a la puesta en escena de una historia simple y bien de pueblo, con una
música de lo mas maravillosa que se haya escrito en la historia del género y
que tal vez, con una mayor austeridad de recursos, hubiese obtenido un
resultado mas efectivo, con mucha mejor llegada al público. Súmese a ello, el hecho que los intérpretes
elegidos, si bien con sus mas y con sus menos muestran interesantes
condiciones, no terminaron de redondear una tarea en donde se encuentre ese
plus que siempre se les pide y mas en una sala de la envergadura del Colón, por
lo que al momento de emprender la retirada, lo hicimos lamentando que una vez
mas se perdió la oportunidad de hacer un trabajo de efecto contundente en lo inmediato.
Si a todo lo que acabo de exponer, le agregamos una orquesta con “tempi” muy
veloces, pero de lectura excesivamente rutinaria, el combo está completo y he
ahí el porque del título de mi comentario. Desmenuzando ahora la participación
de cada uno de quienes intervinieron, digamos entonces que en lo vocal Adriana
Kucerová tiene un bello timbre, pero un manejo en su emisión llamativamente
pequeño, ya que por momentos sorprende
con agudos muy portentosos. Es muy correcta
actoralmente, una belleza física que impacta, pero aún así no terminó de
convencer. Iván Magri tiene buena voz, técnica inteligente, buena presencia
escénica, yendo de menor a mayor a lo largo del espectáculo. “Una Furtiva
Lacrima”, a pesar del acompañamiento a “tempi” muy dinámico, convenció al
público logrando la ovación de la noche. Giorgio Caoduro posee
un timbre muy rustico, el que para el rol de Belcore es sumamente
efectivo y condiciones histriónicas muy correctas, redondeando una muy buena
labor. Simón Orfila realizó la mejor labor de la noche, vocalmente estupendo,
actoralmente irreprochable, lisa y llanamente un lujo. Jaquelina Livieri tuvo
correcta intervención en un rol muy breve. El Coro Estable lució muy desbalanceado, escuchándose
a alguno de sus miembros a mayor volumen que el resto. Francesco Iván Ciampa,
condujo a la Estable de la manera señalada, haciendo que la versión fuese solo
un “Elixir” mas, de la misma manera que en lo visual, muy recargada, de
correcta marcación actoral, pero que en la sumatoria no hará história.
Donato Decina
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