sábado, 27 de junio de 2015

SOLO LA PROFESIONALIDAD DE LOS CANTANTES LA SALVO DEL NAUFRAGIO


Teatro Argentino de La Plata: “Carmen”, Opera en cuatro actos con Música de Georges Bizet y libreto de Ludovic Halevy y Henri Meilhac, basado en la novela de Prosper Merimee. Interpretes: Adriana Mastrángelo (Carmen), Enrique Folger (Don José), Leonardo Estevez (Escamillo), María Bugallo (Micaela), Walter Schuarz (Zuñiga), Laura Polverini (Frasquita), Rocío Arbizu (Mercedes), Sebastián Sorrarain (Dancairo), Patricio Oliveira (Remedado), Sebastián Angulegui (Morales), Fernando Alvar Nuñez (Lilas Pastia), Juan Ignacio Suarez Christensen  (Soldado/Guía). Alejandra Sabella-Javier Conejero-Nicolás Miranda (bailarines alter ego de Carmen, Don José y Escamillo, respectivamente). Coro  Estable del Teatro Argentino de La Plata: Director: Hernán Sánchez Arteaga, Coro de Niños del Teatro Argentino de La Plata: Directora: Mónica Dagorret. Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata: Director: Tulio Gagliardo Varas.  Coreografía: Alejandro Ibarra. Iluminación: Willy Landin. Escenografía: René Diviú. Vestuario y Dirección Escénica: Valeria Ambrosio. Sala Alberto Ginastera, 07 de Junio de 2015.

  Días antes de concurrir a la función, en entrevistas previas al estreno de Esta producción de Carmen, la Directora del Coliseo Platense y responsable de Esta puesta en escena, Valeria Ambrosio, manifestaba que una de las premisas fundamentales de trabajo que Jorge Telerman, Presidente del Instituto Cultural de la Provincia y principal Operador y Vocero del Gobernador y Candidato Presidencial Daniel Scioli, marcó para la gestión de la primera, era que se debían realizar espectáculos que garantizaran un lleno total de sala. A juzgar por lo visto en la función a la que concurrí, sexta y última del espectáculo, un apreciable lleno se contemplo en el interior del Teatro. Una acertadísima política en cuanto a precios lo permitió, y mas mérito aún,  la transmisión en Directo a salas del interior de la provincia. Si tenemos en cuenta además, que la cantidad de micro-omnibus desde Capital Federal y otros puntos del Gran Buenos Aires no excedieron los cinco (200 espectadores aproximadamente) y las combis no fueron mas que cuatro (80 espectadores si hubieran estado todas llenas), quiere decir que el público genuino platense orilló cerca de los 800 espectadores a cálculo grueso, con lo cuál en ese aspecto la gestión se encamina francamente de manera muy positiva y esto debe resaltarse. La elección del título es inobjetable (Clásico Operístico y pieza fundamental de repertorio, como para lucir además las virtudes de la totalidad de los Cuerpos Estables). El menú estaba planteado, aunque los resultados distaron de ser los ideales.

  Problema fundamental de la versión ha sido el concepto de puesta empleado por la Sra. Ambrosio. Mezcla de épocas, en donde a una ambientación de tradicional escenografía, le correspondemos con un  vestuario casi actual, por lo que los contrastes son demasiado pronunciados, el ejemplo que mas le cabe es la entrada en el primer acto del  Coro de Niños, que con vestimentas actuales  (y algunos de ellos con disfraces de personajes del comic), chocaban fuertemente con las gitanas y la gente de pueblo.  Los movimientos de masas que venían siendo muy correctos, derraparon por completo en el último acto, en donde a su entrada,  Escamillo, ataviado ya con el traje de luces para la corrida, junto a sus espadas, se para frente a una pared en donde evidentemente se hallaría una imagen de la Virgen de la Macarena,  para rezar e invocar su protección,  y entonces desde los dos flancos de gentío que le abren el paso a los hombres en dirección de la plaza,  parte una lluvia de papel picado que tapa por completo la figura del matador y, como si fuera poco, naranjazos entre ambos bandos completaron la deslucida imagen. En el momento previo, durante la entrada de la cuadrilla, los banderilleros hacen su entrada dando vueltas carnero como saltimbanquis circenses, por lo que el cuadro previo al desenlace,  fue en lo visual de un decidido mal gusto. Si ese ha sido el concepto, pues entonces no hay ninguna lectura profunda del libreto, todo ha sido muy superficial,  y si alguna duda queda, la presencia de tres bailarines que actúan como “Alter Ego” del Trío protagónico principal, interviniendo con sus danzas en los momentos fundamentales, le quitó mucho de intimidad, arruinando por completo el “Aria de la Flor”, danzada mientras Don José cantaba, distrayendo por completo al espectador. Por lo tanto, las observaciones que hiciéramos en el trabajo de la Directora de Escena durante la “Tosca” del año anterior, se hacen mas profundas ahora. La comedia musical (de la que la Sra. Ambrosio proviene) es una parte del espectáculo, la ópera es, en cambio, un espectáculo total, por lo que sería saludable un cambio de enfoque en caso de puestas venideras. El vestuario, mas allá de los estilos, lució bien. La iluminación de Willy Landin fue muy ajustada y eficiente y corréctas las coreografías de Alejandro Ibarra. Bueno, muy funcional y de estilo, fue el diseño escenográfico de René Diviú. Sín embrago, los cambios de vestuario y movimientos de escenario, llevaron a que la función se interrumpa tres veces, una por cada acto, con lo que la función se extendió por transcurso de  ¡4,15 hs!, tema que con los tiempos que corren,  debe ser urgentemente replanteado y revisado. Se puede aceptar que en salas como el Auditorio de Belgrano,  que no tienen personal ni maquinaria adecuados, ocurra ello, como de hecho, así sucedió con este título y, con todo, duró media hora menos. En cambio el Coliseo Platense, posee mayor capacidad de realización, por lo que resultó inentendible lo ocurrido en esa materia. 
 En el plano musical, la concertación de Tulio Gagliardo Varas, profesional pionero en el fogueo en espectáculos del  por entonces muy incipiente “Off Colón”, radicado desde hace mucho tiempo en Europa (mas exactamente en Turquía) y al que muchos de Uds. han visto en Ntro. Ciclo de Proyecciones de Videos de los Sábados, fue de correcta lectura, “tempi” algo mas lento de lo habitual, pero con falta de chispa y vitalidad, fundamentales en Esta Opera, resultando por momentos muy anodino el andar. El Coro Estable, preparado por Hernán Sánchez Arteaga, lució algo desbalanceado, ya  que la sección Femenina sobresalió, fundamentalmente en el primer acto, por sobre la Masculina, la que en un par de ocasiones entró a destiempo, conceptos que en virtud de los títulos que siguen, deberán ser examinados en profundidad. El Coro de Niños en cambio, preparado por Mónica Dagorret , lució ajustado y cantó con corrección.

  Los verdaderos triunfadores de la Tarde/Noche, fueron los interpretes vocales. Yendo de los roles co-primarios hacia arriba, digamos entonces que Fernando Alvar Nuñez, hizo gala de su veta de comediante al saber actuar y cantar como Lilas Pastia. Correctísimo Morales ha sido Sebastián Angulegui, dueño de presencia y soltura escénicas y buena voz. Eterno y fenomenal Dancairo ha sido una vez mas Sebastián Sorrarain, haciendo gala de gracia, soltura y desparpajo, cumplimentado de igual manera por Patricio Oliveira como Remedado, al que apuntamos para el excelente, tal como ocurriera con su Timonel del “Buque Fantasma” del año anterior, bravo por la convocatoria. Walter Schuarz se lució en Zúñiga, con mucha elegancia y buen decir. Frasquita y Mercedes fueron  extraordinariamente actuadas y cantadas por Laura Polverini y Rocío Arbizu, a las que por fin se les han otorgado roles en teatros de magnitud, respondiendo ambas con creces al compromiso y fueron las laderas ideales de Carmen. Es una gran alegría comprobar que María Bugallo se halla nuevamente en la senda de las muy buenas actuaciones. Su Micaela aportó gracia, frescura, soltura en la actuación y, fundamentalmente, supo decir, lo que no es poca cosa. Leonardo Estevez impuso oficio y autoridad desde el vamos para su Escamillo. Mas allá de algún agudo un poco tirante, supo durante toda la función de que se trataba la cosa,  y de ahí en consecuencia su triunfo. No existe hoy por hoy en el medio local alguien mejor que Enrique Folger para cantar un Don José  visecral, varonil y atormentado, con el plus que le dio el canto con un “Aria de la Flor” de antología, a la que ni la desubicada coreografía que se le superpuso, pudo opacar. Actuación extraordinaria y para el recuerdo. Y para el final, Adriana Mastrangelo, con una actuación magnífica. Voz estupenda, caracterización convincente, soltura escénica y entrega absoluta. ¡Bravo por Ella!.

  Esta es mi opinión, acepto por supuesto las discrepancias y esperamos con avidez el “Otello” con que seguirá la temporada, para ver que derrotero sigue la misma.


Donato Decina

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