jueves, 27 de octubre de 2016

DESDE EL IMPRESIONISMO A LA ACTUALIDAD

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Enrique Arturo Diemecke. Solistas: Marcela Roggeri-Jean-Phillippe Collard (Duo de Pianos). Anssi Karttunen (Violonchelo). Programa: Francis Poulenc: “Concierto para Dos Pianos y Orquesta” en Re menor. Pascal Dusapin: Concierto para Violonchelo y Orquesta (“Celo”) (Primera audición Argentina). Maurice Ravel: “La Valse” (Poema Coreográfico para Orquesta).  Teatro Colón, 20 de Octubre de 2016.

  Continuando en el nivel superlativo que enmarcó la presentación de la semana anterior, la Filarmónica descolló en el escenario del Colón abordando un programa íntegramente francés de comienzo y final del siglo veinte. Dos compositores de excepción y una figura del panorama actual para regordeárnos en la audición.

  La noche se inició con una fantástica versión del Concierto para dos pianos y orquesta de Francis Poulenc. He tenido la suerte de escucharla en diversas versiones (Sainz-Bergaglio; Lechner-Tiempo; Dabul-Massone; Argerich-Hubert), ninguna alcanzó la intensidad y el color que tuvo esta. Con una Marcela Roggeri de toque de plena frescura y un Jean-Phillippe Collard como sostén del discurso, cumplimentándose ambos para una faena excelente. La Orquesta también tuvo su lucimiento, con un Diemecke que continuó en la misma dirección que nos había mostrado la semana anterior en “Cuadros de una Exposición”, riqueza de matices, canto orquestal, sutilezas y dialogo permanente con los solistas.  Los sostenidos aplausos tuvieron recompensa con otro dúo de Poulenc que motivó aún mas a la concurrencia.

  Una de las visitas importantes de este año es la de Anssi Kartunen, violonchelista finés especialista en siglo veinte, también Director de Orquesta (uno de sus mas recientes trabajos en materia de Dirección fue “Kraft”, la monumental obra de Lindberg que conociéramos también este año en el Colón). Ha estado ofreciendo trabajos de Pascal Dusapin en el C.E.T.C. y, ahora, en este abono en la sala grande, tuvimos el privilegio de escucharlo en el Concierto para Violonchelo y Orquesta del mismo compositor (El que lleva el mote de “Celo”). Obra intensa, parte de una exploración a partir de un timbre sonoro  hacia la búsqueda de un sonido definitivo. La Orquesta concurre casi como en apoyo al solista y allí se desarrolla esta interesante idea. Excelente entendimiento Solista-Director-Conjunto, Técnica magnífica del solista y detalles muy interesantes a lo largo de toda la obra. Una pequeña obra dedicada a un asistente al concierto fue el bis ofrecido.

  La “cereza del postre” fue la inmensa versión de “La Valse”, muy rica en matices y detalles y plena de colorido orquestal. Estupendamente ajustada y llena de vida, para redondear un trabajo de exquisita factura.


Donato Decina
PARE, MIRE, ESCUCHE


Buenos Aires Lírica (Temporada 2016): “Manon Lescaut”. Drama lírico en cuatro actos, libreto de Luigi Illica, Marco Parga, Domenico Oliva, Ruggiero Leoncavallo, Giulio Ricordi y Tito Ricordi. Música de Giacomo Puccini, basada en la novela “Historia del Caballero Des Grieux y Manon Lescaut” del Abate Prevost (1731). Interpretes: Macarena Valenzuela (Manon Lescaut), Eric Herrero (Renato Des Grieux), Ernesto Bauer (Lescaut), Norberto Marcos (Geronte Di Ravoir), Ivan Maier (Edmondo, Maestro de Baile, Farolero),Trinidad Goyeneche (Un Músico), Enzo Romano (Posadero, Capitán, Sargento), Constanza Panozzo-Cristina Wasylyk-Marcela Marina-Diana Gómez (Madrigalistas), Natalia Giardinieri- Moyra Agrelo-Alfonsina Ciotti-Florencia Fernández Mora-Florencia Repetto (Cortesanas [Actrices]).Coro de Buenos Aires Lírica, Preparador: Juan Casasbellas. Escenografía: Daniela Taiana, Vestuario: Sofía Di Nunzio, Iluminación: Gonzalo Córdova. Orquesta de Buenos Aires Lírica: Director: Mario Perusso. Puesta en Escena: André Heller-Lopes (Teatro Avenida, 14 de Octubre de 2016).

  El título de esta crónica no es otro que el que se lee en los pasos a nivel ferroviarios (casi siempre en las “Cruces de San Andrés”), y entiendo que el verdadero significado es prestar atención y respetar las señales (y por ende el cruce). Si lo trasladamos a este trabajo con el que Buenos Aires Lírica culmino la presente temporada oficial (Se anunció una puesta adaptada de “Agrippina” de Händel la que tendrá lugar en el mas acotado Teatro del Picadero), es obvio que ante la magnitud del título abordado a desarrollar en una sala con un foso que no puede albergar a una masa orquestal como la que pide Puccini (En los créditos no se menciona si es la partitura original o se emplea una reducción de algún compositor o adaptador), uno pide prestar atención y respetar la obra.  En el desarrollo que seguirá, se darán cuenta de que hubo buenas intenciones visulaes basadas justamente en el respeto por la obra, mas allá de algún disenso puntual. Musicalmente, hubieron voces que emplearon todos sus recursos redondeando un final digno,  y en el foso el máximo especialista en Puccini de la República Argentina,  comandando las cosas desde ahí para que la empresa llegue a puerto.

  André Heller-Lopes hizo girar todo su trabajo en base a un  convento como espacio físico. Allí Des Grieux está escribiendo el que probablemente sea su Diario Intimo por el que luego se irán acercando Edmundo,  la propia Manon (en “In Quine Trine Morbide”) y Lescaut (En la arenga a la multitud en la que solicita se apiaden de la desgracia de su hermana). Si bien aquí no se trata el asunto, como sí ocurre en la de Massenet, Des Grieux fue seminarista. Se ha dicho que una persona le refirió a Prevost el asunto (¿la persona que lo vivió?) en Le Havre, volviendo de Louisiana, mientras al Abate se embarcaba en sentido inverso,  y esta narración actuó como disparador para que escribiera la novela. Ahí tenemos un hilo conductor, Des Grieux-Prevost-Manon (Que viaja a París enviada por su familia a tomar los habitos). Renato revive la historia mientras la va escribiendo y el espacio toma forma de Posada de Amiens, Palacio de Geronte, Planchada del Muelle desde donde zarparán deportados a Louisiana y el propio desierto de Louisiana. Todo ello resuelto con nobles recursos visuales, sin caer jamás en chabacanería alguna, para lo cual contó con la invalorable colaboración de Daniela Taiana en el diseño escénico, un muy buen vestuario de Sofía Di Nunzio y una muy conveniente y efectiva iluminación de Gonzalo Córdova. Puede objetarse el hecho de que se le haya quitado intimidad al final, cuando en el desenlace aparecen los espectros de Edmundo, Geronte, Lescaut y el Posadero junto a los protagonistas, o bien, el momento del embarque, ya que al estar Lescaut casi fuera de escena leyendo ese tramo de la narración iluminado por un velador, el mas desprevenido pudo haber pensado que el interprete no tenía memorizado el fragmento, de todas formas son detalles menores que no hacen al fondo de la cuestión. La idea es interesante, pero todos los factores que confluyeron para desarrollarla no estuvieron por igual al mismo nivel, por eso, Parar-Mirar-Escuchar. Terminó siendo un hueso dificilísimo de roer y los logros fueron parciales.

  En lo vocal, Macarena Valenzuela hizo una composición de menor a mayor, el primer acto decididamente no va con su tesitura vocal. Empero, a partir del segundo acto (desde el “Dúo de Amor”) fue creciendo en entrega e intensidad y ya en el cuarto, entregó una interesante “Sola, Perduta, Abbandonata”. Fue buena actriz, muy convincente en sus gestos. Eric Herrero se entregó al personaje con todos sus recursos vocales y actorales, los que no siempre estuvieron de su lado. Al límite, con técnica trastabillante. Solo su tesón y su tenacidad lo llevaron a llegar al final de la representación de digna manera. Ernesto Bauer fue un correcto Lescaut, bien jugado desde lo actoral, con un buen juego de comedia en los dos primeros actos. Vocalmente tuvo un correcto decir. Norberto Marcos fue un digno Geronte. Supo extraerle todo lo posible al rol, demostrando el deseo  creciente de poseer a la joven, hasta el momento de denunciarla sin vacilar, como respuesta al ultraje de su dignidad y de su casa. Ivan Maier fue el  valor mas parejo de todo el elenco, soltura, elegancia, buen decir, impecable línea vocal. La asignación de roles dada para este espectáculo, le consignó el Edmundo en el primer acto (trazando a un perfecto ladero de Renato), el Maestro de Baile para el segundo (dando vuelo a un simpático paso de comedia) y al farolero en el tercero (resuelto de impecable forma).

  Enzo Romano tuvo efectiva intervención, tanto el Posadero en el primer acto como ser Capitan y Sargento al mismo tiempo en el tercero. Impecable en presencia y dicción.  Trinidad Goyeneche compuso de manera muy simpática al músico, secundada con corrección por Constanza Panozzo, Cristina Wasylyk, Marcela Marina y Diana Gómez como las madrigalistas. El Coro, bien preparado por Juan Casasbellas, mostró el brío al que nos tiene acostumbrados.  Y bien por las actrices que en el tercer acto compusieron a las cortesanas que son deportadas a Louisiana con  Manon.

  El sostén fundamental de este enorme esfuerzo se llama Mario Perusso, que a sus ochenta jóvenes años, se dio el gusto de concertar este título. La Orquesta que se reunió, fue conformada por valores de primerísima línea de nuestros principales organismos musicales. A la falta de ensayos, suplieron con enorme profesionalidad las carencias y ofrecieron una versión plena de nervio, tensión creciente y un punto culminante en el célebre “Intermezzo”, que al igual que en su versión del Colón se lo interpretó entre el tercero y  el cuarto acto, lleno de apasionamiento y arrancando la ovación mas sostenida de la noche.


Donato Decina

martes, 18 de octubre de 2016

LOS JOVENES POS JOVENES IDEN PISTA

Mozarteum Argentino: Actuación de la Tonhalle Orchester Zurich: Director: Lionel Bringuier. Solista: Lisa Batiashvili (Violín). Programa: Piotr Illich Tchaickovsky: Concierto Para Violín y Orquesta en Re mayor, Op. 35. Gustav Mahler: Sinfonía Nº 1 en Re mayor “El Titán”. Teatro Colón 11 de Octubre de 2016.

  Acude a mi memoria la última vez que ví a esta orquesta en Ntro. medio. 1988. También como ahora, el Mozarteum había sido el artífice de la visita.  En aquella ocasión en el podio estuvo el  hoy extinto conductor nipón Hiroshi Wakasugi,  y lo mas rescatable fue una apagada versión de la Cuarta de Schumann y un bis de un compositor Japonés que repitió invariablemente en cada noche de presentación. Hoy, a 28 años de aquella ocasión nos muestra que muchísima agua corrió bajo el puente y que, evidentemente han hecho mejorar el nivel de la agrupación visitante. La mas notoria ha sido, la presencia de David Zinman que realizó un invalorable aporte, llevando al conjunto a grabar las integrales de Beethoven y Mahler, y se ha notado en muchos aspectos que hoy a un año de su asunción como titular el muy joven Lionel Bringuier mantiene como características salientes: buenos vientos, ajustada percusión, cornos y trombones de buen nivel, pero también algún aspecto a corregir, como por ejemplo cuerdas con un sonido excesivamente mate, casi “apagado” y trompetas demasiado contenidas, cosas que llamativamente encontré hace 28 años atrás con Wakasugi, entonces a tan solo un año de asumir, este joven conductor francés de 30 años encuentra un interesantísimo desafío en su carrera y el tiene la palabra con la cual se evaluará su labor en el futuro. La primera de Mahler escuchada tuvo características llamativas, “Crescendos” arrolladores como en el tema del estallido del amanecer en el primer movimiento.  Notable desenvolvimiento de los vientos en el segundo movimiento con un canto fresco en los temas campesinos. Notable exposición de la música Klezmer en la sección central del tercer movimiento y un arrollador comienzo del movimiento de cierre con una correcta coda final. Siempre se mantuvo el tema del colorido excesivamente mate en la cuerda que en mi opinión terminó opacando la versión, y a mi juicio, es la zona que exige inmediata corrección.

  La parte mas saliente de la velada fue la presentación de la violinista Georgiana Lisa Batiashvili, discípula entre otros de Ntra. Ana Chumachenco, también Ella muy joven, que entregó una formidable versión del Concierto de Tchaickovsky. Canto, Energía, Enjundia, refinamiento sonoro y un  conjunto que con una admirable guía de Bringuier le dio un ropaje formidable.  La respuesta del público tuvo su recompensa con una versión de solista, conjunto y director de un  arreglo para violín y cuerdas del comienzo del segundo movimiento de la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorak y de igual manera al final, aunque no haya sido lo mas recomendable, bisaron una obra compuesta por el primer clarinete de la agrupación sobre temas folcklóricos suizos con algún injerto del comienzo de la sinfonía de Mahler escuchada, lo que dio la impresión de haber sido compuesta para la ocasión. Lo cierto es que se presentaron dos jóvenes y muy interesantes valores, piden pista y solo en un tiempo el soberano dará el veredicto.


Donato Decina
SU MAJESTAD ARTURO
(¡Que viva Arturo! [aunque también se llame Enrique])

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires: Director: Enrique Arturo Diemecke. Solista: Luís Ascot (Piano). Programa: Arturo Márquez: Danzón Nº 2; Alberto Ginastera: Concierto para Piano y Orquesta Nº 1, Op. 28. Modest Mussorgsky: “Cuadros de una Exposición” (Orquestación de Maurice Ravel). Teatro Colón, Concierto de Abono Nº 10, 13/10/16.

  Quienes tuvimos el privilegio de asistir a Esta velada, la recordaremos por siempre como el día en que Enrique Arturo Diemecke logró plasmar el que tal vez sea el Concierto mas virtuoso en lo que va de la rica historia de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Sin concesiones, de punta a punta, con guía maestra, con conceptos de interpretación profunda, extrayendo hasta el mas mínimo detalle de cada obra programada y culminando con el mas exquisito virtuosismo al que se presta la magnífica orquestación Raveliana en los “Cuadros de una Exposición” de Mussorgsky. 

  Abrió la noche el “Danzón Nº 2” del mexicano Arturo Márquez, obra pintoresca, colorida, que refleja como este ritmo cubano terminó imponiéndose en México. Al comentarla, previo a su interpretación, Diemecke manifestó que en ocasión de estrenarla con esta misma agrupación hace ya lejanos 16 años, aquí en Buenos Aires (y para toda Argentina), la gente  la tomó como una obra menor, sin reparar lo mucho de clásico que había en su escritura, tomando además el público presente esa noche como nota negativa el baile que el propio conductor mexicano desarrolló sobre el podio para dirigirla. Agregó que esta vez a esos lejanos 16 años del estreno, quizás no le responderían tanto las piernas, pero con un sensual movimiento de cintura en un espacio reducido como el del podio bastaba. Lo cierto es que si bien yo considero que hay compositores y obras mexicanas que tienen mayor valía que esta obra de Márquez (Y no es menos cierto que muchas agrupaciones iberoamericanas la tienen ya como obra de repertorio), la versión fue minuciosa y resaltó lo mucho de escritura clásica que tiene, sin por ello sacrificar lo popular de su esencia.

  A continuación, se continuó con el homenaje permanente que los Argentinos tributamos a lo largo de este año a la figura de Ntro. máximo compositor académico. Y aquí uno de sus amigos personales, Luís Ascot, desarrolló una encomiable labor de equipo junto a su también muy buen amigo Diemecke y a la Filarmónica toda,  para una vibrante versión del Concierto para Piano y Orquesta Nº 1. Tuvo todo. Creciente intensidad, entrega total del solista, pasajes de dificultad resueltos con absoluta precisión y  un electrizante final que motivo que el interprete solista saliera virtualmente “eyectado” del taburete, culminando de pie su faena, para luego fundirse con el Director en un largo abrazo y extender, apretón de manos al concertino mediante,  su gratitud a la Orquesta toda.  El público respondió con una sostenida ovación, tributo a una labor formidable y tuvo como recompensa dos “bonus track” por parte de Ascot. “Consolación Nº 2” de Franz Liszt, obra que era del gusto de Ginastera y una versión para Piano solo de la “Canción del Arbol del Olvido”, como íntimo homenaje a la memoria de su querido amigo.

  Y para el final, lo dicho. El deslumbramiento y fascinación con los que el público presente recibió la versión de “Cuadros de una Exposición”. Creo, sin temor a equivocarme, que desde la inolvidable versión de Lorin Maazel con la Nacional de Francia en 1988 no registro en memoria auditiva un trabajo semejante. Desde el “pesadillesco” Gnomo, pasando por la melancolía de “El Viejo Castillo”, y de allí la inquietud de “Tullerías”, la pesante Carreta en “Bydlo”, los simpáticos “Pollitos”, los lamentos del Judío Rico al Pobre, el frenético movimiento del Mercado de Limoges, el misterio que encierra “Catacumbas”, la arrolladora cabaña de “Baba Yaga” y culminar con una apoteótica entrada triunfal por “La Gran Puerta de Kiev”, como remate de esta descomunal versión, que debió merecer, al menos, el bisado de esta última en mérito al formidable trabajo entregado a lo largo de la noche.   Semejante demostración de capacidad, merece que en el futuro próximo la Orquesta y su Director se vean recompensados con un mayor número de presentaciones en el Teatro. Se debe, se puede.


 Donato Decina

lunes, 10 de octubre de 2016

EL MEJOR ESPECTACULO DEL AÑO

Teatro Colón (Temporada 2016): “Macbeth”: Opera en Cuatro Actos con Música de Giuseppe Verdi, Libreto de Francesco María Piave con colaboración de Andrea Maffei, basado en la obra teatral homónima de William Shakespeare. Interpretes: Fabian Veloz (Macbeth), Chiara Taigi (Lady Macbeth), Aleksander Teliga (Banquo), Gustavo López Manzitti (Macduff), Rocío Giordano (Dama de Lady Macbeth), Gastón Oliveira Weckesser (Malcom), Ivan García (Doctor), Mariano Fernández Bustinza (Primera Aparición), María Victoria Gaeta  (Segunda Aparición), Dante Lombardi (Tercera Aparición), Juan Pablo Labourdette (Sicario), Sebastián Sorrarain (Siervo). Coro Estable del Teatro Colón, Orquesta Estable del Teatro Colón. Escenografía y Proyecciones: Diego Siliano, Vestuario: Luciana Gutman, Iluminación: Horacio Efron, Coreografía: Ignacio González Cano. Direcc ión del Coro: Miguel Martínez. Dirección de Orquesta: Stefano Ranzani. Regie: Marcelo Lombardero. Función del 02 de Octubre de 2016.

  Fue, sin dudas, el espectáculo del año. Por concepción, por despliegue de talento, por realización musical y por contar con un protagonista excluyente en lo vocal. Y marca, además, una línea de crecimiento en realizaciones de la que son responsables, casualidad o no, tres artistas surgidos de las entrañas mismas del Colón. Se inició con “Die Soldaten” (Pablo Martitano), continuó con la reposición de “Tosca” (Aníbal Lápiz) y llega a su punto culminante con esta magnífica creación de Marcelo Lombardero. Si miramos desde la primera de las nombradas hacia atrás y recordamos lo presentado por el Colón hasta ese momento, debemos preguntarnos si vale la pena intentar compartir con otras salas producciones de dudoso gusto y eficacia,  o permitirle hacer  los primeros palotes en materia de opera a gente  que podrá ser idónea en otros ámbitos del espectáculo, pero que para el Colón son neófitos,  y debería tenerse en cuenta que esta sala es una meta y no un trampolín. Si dentro de la casa tenemos todo ¿vale la pena traer de afuera?. Mi respuesta es: Absolutamente no. El Colón es un Teatro de propia producción. Podrán venir profesionales del exterior, pero siempre con la premisa de que aquí encuentran todo. Y en Macbeth, la “fábrica de ilusiones” funcionó a pleno. Una impecable realización escenográfica y de proyecciones a cargo de Diego Siliano. Un vestuario de Luciana Gutman de impecable factura. Una magnífica iluminación de Horacio Efron, ajustada hasta en los mínimos detalles y Coreografías de Ignacio González Cano funcionales a los momentos en que se desplegaron. Todo lo descripto concurrió de manera funcional al servicio de una magnífica concepción escénica de Marcelo Lombardero, que trasladó a la época actual la historia sin sacrificar en nada la esencia de la misma. Podrá estar en Escocia (su origen), podrá  trasladarse a los Balcanes. La historia está contada hasta en sus mínimos detalles y es lo que se vió en el escenario del Colón. Podrán entenderse los apasionamientos de “Shakespereanos” que pretenden el original. No así, las necedades de muchos que se dedican a denostar sin fundamento alguno. La marcación actoral, los desplazamientos escénicos, las caracterizaciones a tiempo actual, todo estuvo allí y no hay nada para objetar. Magnífico trabajo.

  El otro puntal fue la concepción musical de Stefano Ranzani, que logra su mejor trabajo en el Colón. Se escuchó Verdi a pleno en  toda la función. Detalles, canto orquestal, matices, para una labor encomiable.

 Y el tercer mérito para Fabián Veloz, protagonista excluyente del espectáculo, capaz de dotar a su criatura de todas sus atribulaciones, dudas, ansias hasta un final en el que desnudó las miserias del personaje hasta su mínima expresión. Canto franco, estupendo decir. Actuación que lo consagra definitivamente.

  En lo que hace al resto del elenco, Chiara Taigi fue una Lady Macbeth buena en lo actoral y correcta en lo vocal. No cabe duda que se trata de un valor que ha tenido una trayectoria apreciable en escenarios de primera magnitud, pero vocalmente no ha lucido en su mejor forma. Veamos. El registro mas agudo de su extensión lo maneja con oficio debido a que le cuestan hoy por hoy mucho esas notas. Su zona central es su fuerte.  Termina redondeando una actuación aceptable y no creo hoy que en Ntro. Medio, para un primer elenco del Colón haya un valor que esté a nivel para este papel y este espectáculo.

  Otro tanto se puede decir de Aleksander Teliga como Bancquo. Un decir aceptable y buen sostenimiento en lo actoral, pero reitero, no se consiguen valores superadores por estas latitudes.  Gustavo López Manzitti dijo con corrección, aunque en “Ah la Paterna Mano” faltó mayor intensidad.  Un muy buen nivel de los demás co-primarios convocados, cada  cual en lo suyo al servicio integral del espectáculo, y un buen desempeño del Coro Estable con un muy destacable “Patria Opressa”.

  Cuando los que hacen el Colón logran desplegar toda la potencialidad en su escenario, se notan las distancias de manera abrumadora. Todavía pueden dar muchísimo mas.


Donato Decina

sábado, 8 de octubre de 2016

DOS NOCHES DE EXCELSO NIVEL

Mozarteum Argentino: Actuación de la Orquesta Filarmónica Estatal de Hamburgo, Director: Kent Nagano. Solistas: Gauthier Capuçon (Violoncelo), Naomi Seller (Viola), Mihoko Fujimura (Mezzosoprano). Programas: 1ª Noche: Richard Strauss: “Don Quijote” (Variaciones Fantásticas sobre un Tema Caballeresco), Op. 35; Johannes Brahms, Sinfonía Nº 1 en Do menor, Op. 68. 2ª Noche: Richard Wagner: Preludio al primer acto y “Muerte de Amor” de la Opera “Tristán e Isolda” WWV 90, “Wesendonck Lieder”, WWV 91 (Versión Orquestal de Félix Mottl, a excepción de la Nº 5, “Sueños”, orquestada por el compositor); Antón Bruckner: Sinfonía Nº 6 en La mayor, WAB 106. (Teatro Colón 29 y 30 de Setiembre de 2016).

  Nuevamente Kent Nagano estuvo entre Nosotros y el Mozarteum Argentino, una vez mas, fue el artífice de su venida,  y la institución que nos permitió disfrutar del arte con mayúsculas que este excelente conductor norteamericano brinda en cada una de sus presentaciones. Si además contamos con que esta vez el medio empleado fue la Filarmónica Estatal de Hamburgo,  que regreso al Colón después de 33 años de su última presentación entre Nosotros (en aquella ocasión dirigida por Aldo Cecatto), la que, sin dudas, es una agrupación de mayor linaje que la Sinfónica de Montreal con la que Nagano se presentó en su visita anterior, no cabe duda alguna que la suma de Director y Conjunto ya de antemano nos hacía intuir que el resultado sería de actuaciones de una categoría superlativa. Sumemos además de que si hay algo que al Director se le reconoce es el hecho que programando es alguien verdaderamente anti rutinario, sino véase la grilla de ambas noches: Richard Strauss y su poco frecuentado “Don Quijote”, junto a la Primera de uno de los mas grandes Hamburgueses de la historia: Brahms. Y en la segunda Wagner con el Preludio y la “Muerte de Amor” del “Tristán”, como punto de partida, luego los “Wesendonck Lieder”,  y en la segunda parte, la Sexta de Bruckner, acaso el mas devoto admirador del Primero. Como se ve, obras para nada complacientes, para los paladares mas exquisitos.  No defraudo para nada.

  Para el “Don Quijote”,  el otro imán significó la presencia de Gauthier Capuçon como Violoncelo solista, mas el aporte de Naomi Seiler (Viola solista de la orquesta), a la que también hizo entrar junto al solista al escenario, y ocupar Ella también, su atril de pie para su rol  solista, en un gesto poco común. Ya desde el primer compás, el sonido que comenzó a surgir desde las entrañas del conjunto fue de una morbidez maravillosa, trabajado a lo Nagano, es decir, de un glorioso refinamiento hasta la obtención de las   filigranas mas sutiles y ahondando hasta lo mas profundo. Capuçon una vez mas fue solista de fuste con rango de sonido amplísimo y detalles de un color imponente. Seller no desentono en sus pasajes (fundamentalmente en los “diálogos” con el solista principal), por lo que la versión quedará en el recuerdo como una de las mas perfectas de las que se tenga memoria en Ntro. Medio todo.  Luego el turno fue para la Primera de Brahms. Aquí Nagano sorprendió en los “tempi” que eligió para la versión toda. Mucho mas ágiles que lo habitual en El, sabiéndolo, como acabo de expresar líneas mas arriba, un interprete que llega hasta el tuétano, casi como diseccionando la obra que elige  para ofrecerla hasta en los detalles mas recónditos. Ello se sintió fundamentalmente en los dos primeros movimientos, la larga exposición inicial y el andante central, sin perjuicio de haber disfrutado de manera privilegiada del solo de violín que Konradin Seitzer, concertino de la Orquesta brindó de manera magistral, solo comparable, quizás, con el del Concertino de la Filarmónica de Viena junto a Lorin Maazel en aquel recordado día de la primavera de 1985. En cambio los dos movimientos finales fueron de una magnífica tensión y, en el último, eso ayudó a que el discurso fuera rematado de manera magnífica en la coda, con toda la energía que fluye de la partitura misma. Y aquí nuevamente honor a Nagano: los “bises”. El Segundo movimiento de la música para el ballet “Rosamunda” de Franz Schubert, con cuerdas exquisitas, y luego, el último movimiento del “Concert Romanesc” de Gyorgy Ligeti (Pensar que en la visita de esta misma Orquesta en 1979, también junto a Ceccatto, estrenaron en Ntro. País “Atmósferas”), donde nuevamente el Concertino Seitzer fue el protagonista de la versión con solos de impresionante factura, casi como un verdadero gitano en plena Rumania, haciendo añicos la versión que escucháramos en la misma sala meses atrás por la Sinfónica de Bamberg con Jonathan Nott.

  Ya en la segunda noche, los conejos siguieron saliendo de la galera. Pocos Directores tienen el “atrevimiento” de iniciar la velada con el preludio al primer acto y la “Muerte de Amor” de “Tristán e Isolda”. Nagano es de esos. Atacar desde el vamos y en frío semejante “Pezzo Grosso” es una prueba de fuego para un conjunto que quiere demostrar su nivel. Si bien al comienzo se notó que era “en frío”,  la versión fue creciendo en voltaje emotivo, hasta llegar a una “Muerte de Amor” verdaderamente insuperable, para ser seguida por los “Wesendonck Lieder”, obra directamente interrelacionada con la primera, por caso tomado como un  producto inicial expuesto luego del producto final, vayamos a la música de “En el Invernadero”,  y escuchemos luego el comienzo del Tercer acto de “Tristán”,  o escuchemos “Sueños”,  y luego la parte central del dúo de amor del segundo acto de la misma Opera. Mihoko Fujimura sorprendió gratamente por su adecuado volumen, su musicalidad y su expresividad, atributos todos, con los que sumados a Nagano y el conjunto, permitieron el logro de una muy buena versión, llevada la obra por el Director hasta el mas mínimo detalle y logrando mantener un silencio durante toda la interpretación que haría envidia de Daniel Barenboim, El que no pudo lograrlo en el “bis” que justamente hiciera al piano con “Sueños” junto a Jonas Kaufmann el día del debut de este último en el Colón, lo que provocó la “rabieta” del Primero con el público.

  Para el final, Nagano sorprendió a todos con las mas imponente versión en vivo de que se tenga memoria en la Argentina de la Sexta de Bruckner. Tuvo todo: agilidad, canto orquestal, paleta de color, refinamiento, momentos exquisitos con trabajos como los de los bronces de inmaculada perfección. El destaque fue para todo el conjunto por el nivel de entrega y profesionalidad que se alcanzó. Verdaderamente un “Capolavoro” para un Director que ha hecho lo suyo tan solo en un año de trabajo, sín hacerle perder la identidad al conjunto, que mantiene el maravilloso sonido mate, distintivo de las grandes agrupaciones Europeas,  con cuerdas y vientos de estupenda tersura y bronces y percusión de absoluto equilibrio. No hicieron falta “bises”,  mas allá que Nagano salió tres veces a recibir la genuina ovación del público. Todo estaba dicho.


Donato Decina
QUE SEA EL COMIENZO DE MAYORES INTERCAMBIOS

Centro Cultural Kirchner (Sala Sinfónica): Presentación de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires: Director: Luís Gorelik. Solista: Lucrecia Jancsa (Arpa): Programa: Francois-Adrien Boieldieu: Concierto para Arpa y Orquesta en Do mayor,  Op. 82. Igor Stravinsky: “Petrushka” (Versión 1947). 22 de Setiembre de 2016.

  Esperemos que sea el tiempo de dejar atrás rivalidades a veces absurdas y que estos muy buenos intercambios perduren en el tiempo. Muchas formaciones del interior del País habían pasado por la “Ballena Azul”, en cambio, organismos de la Ciudad de Buenos Aires ni siquiera aparecían en la grilla de invitados. Independientemente de la política, finalmente la invitación le llegó a la Filarmónica de Buenos Aires, que aceptó el convite. Originalmente se anunció la presencia de Enrique Arturo Diemecke en el podio e inclusive así lo anunció la Revista Teatro Colón en su último número. Cuarenta y Ocho horas antes de la presentación, el Colón, a través de su oficina de prensa, dio cuenta que Luís Gorelik, Titular de la Orquesta Nacional de Música Argentina “Juan de Dios Filiberto” y de la Sinfónica Provincial de Entre Ríos,  sería el conductor en el concierto sin otras precisiones.
  Hubiera sido muy bueno contar con la presencia del Director Mexicano en el podio, junto a la agrupación de la que es titular, teniendo en cuenta que el año anterior tuvo a su cargo con un éxito rotundo el concierto mas exitoso que este cronista haya presenciado en esta joven sala, cuando junto a la Nacional y al Polifónico ofrecieran una de las mas imponentes versiones de la Sinfonía “Resurrección” de Mahler que se recuerde. Mas allá de eso,  Luís Gorelik estuvo a la altura de sus antecedentes y de las circunstancias y ofreció una sesión digna del mayor elogio.

  Con la participación solista de Lucrecia Jancsa en Arpa, se escuchó el célebre concierto de Boieldieu. Una magnífica intervención de la solista, con matices, sutilezas, juegos de colores y de sonoridades y un perfecto entendimiento con el Director y  la Orquesta, que agradó a la concurrencia que cubrió aproximadamente en un 70 por ciento el auditorio, la que se vió recompensada luego con una magnífica versión de “Petrushka” en la versión reducida del autor de 1947. Gorelik demostró toda su capacidad para guiar con coherencia y precisión al conjunto e interpretar la partitura con profundidad en una presentación que en ningún momento decayó.

  El punto mas interesante de la noche fue apreciar en el auditorio a la Filarmónica, la que ratificó ahí su condición de mejor orquesta argentina de la actualidad. Sonó clara, diáfana, transparente en el sonido, tal como se la percibe siempre en el Colón.

  Lo interesante ahora sería que en reciprocidad se la pueda escuchar a la Sinfónica Nacional en el Colón. Esa es la razón principal de  todo esto, de intercambiar y compartir se trata.


Donato Decina
UNA EXPERIENCIA VALEDERA

 Orquesta Sinfónica Nacional: Director: Francisco Rettig. Programa: Anton Bruckner: Sinfonía Nº 4 en Mi bemol mayor, Wab 104 “Romántica”. CCK, Sala Sinfónica, 23 de Setiembre de 2016.

  A exactas veinticuatro horas de la presentación de la Filarmónica con “Petrushka”, volví a la Ballena para seguir con la “Stravinskeada”, ya que se anunció oportunamente que se ofrecería junto al Polifónico Nacional y solistas vocales “Oedipus Rex”, pero ya el Miércoles anterior en que se ofreció la primera de las dos veladas con el mismo programa, se le informó sin mas a la concurrencia que el mismo había sido cambiado por la “Romántica” de Bruckner. Programa un  tanto mezquino si se quiere, pero en duración casi  similar a la de la obra reemplazada, manteniendo a Francisco Rettig como conductor invitado.

  Fue interesante el escuchar en el mismo lugar y al día siguiente de la Filarmónica a la Nacional. La conclusión que uno puede extraer es que el ajuste del conjunto sigue, no así la acústica de la sala que está asentada en forma casi definitiva a mi entender. Rettig hizo una muy prolija lectura, con buen empaste sonoro, buenas respuestas en general de todos los sectores, algunas pifias que no empañan el resultado, dejando un saldo ampliamente favorable. Lo que sí se ratifica, es el hecho que la agrupación ya precisa un titular que ejerza el rol de preparador,  al menos por unos años, para que luego de ello se elija un titular con proyecto a largo plazo.


Donato Decina