PARE, MIRE, ESCUCHE
Buenos Aires Lírica (Temporada 2016): “Manon Lescaut”. Drama
lírico en cuatro actos, libreto de Luigi Illica, Marco Parga, Domenico Oliva,
Ruggiero Leoncavallo, Giulio Ricordi y Tito Ricordi. Música de Giacomo Puccini,
basada en la novela “Historia del Caballero Des Grieux y Manon Lescaut” del
Abate Prevost (1731). Interpretes: Macarena Valenzuela (Manon Lescaut), Eric
Herrero (Renato Des Grieux), Ernesto Bauer (Lescaut), Norberto Marcos (Geronte
Di Ravoir), Ivan Maier (Edmondo, Maestro de Baile, Farolero),Trinidad Goyeneche
(Un Músico), Enzo Romano (Posadero, Capitán, Sargento), Constanza
Panozzo-Cristina Wasylyk-Marcela Marina-Diana Gómez (Madrigalistas), Natalia
Giardinieri- Moyra Agrelo-Alfonsina Ciotti-Florencia Fernández Mora-Florencia
Repetto (Cortesanas [Actrices]).Coro de Buenos Aires Lírica, Preparador: Juan
Casasbellas. Escenografía: Daniela Taiana, Vestuario: Sofía Di Nunzio,
Iluminación: Gonzalo Córdova. Orquesta de Buenos Aires Lírica: Director: Mario
Perusso. Puesta en Escena: André Heller-Lopes (Teatro Avenida, 14 de Octubre de
2016).
El título de esta
crónica no es otro que el que se lee en los pasos a nivel ferroviarios (casi
siempre en las “Cruces de San Andrés”), y entiendo que el verdadero significado
es prestar atención y respetar las señales (y por ende el cruce). Si lo
trasladamos a este trabajo con el que Buenos Aires Lírica culmino la presente
temporada oficial (Se anunció una puesta adaptada de “Agrippina” de Händel la
que tendrá lugar en el mas acotado Teatro del Picadero), es obvio que ante la
magnitud del título abordado a desarrollar en una sala con un foso que no puede
albergar a una masa orquestal como la que pide Puccini (En los créditos no se
menciona si es la partitura original o se emplea una reducción de algún
compositor o adaptador), uno pide prestar atención y respetar la obra. En el desarrollo que seguirá, se darán cuenta
de que hubo buenas intenciones visulaes basadas justamente en el respeto por la
obra, mas allá de algún disenso puntual. Musicalmente, hubieron voces que
emplearon todos sus recursos redondeando un final digno, y en el foso el máximo especialista en Puccini
de la República Argentina, comandando
las cosas desde ahí para que la empresa llegue a puerto.
André Heller-Lopes
hizo girar todo su trabajo en base a un
convento como espacio físico. Allí Des Grieux está escribiendo el que
probablemente sea su Diario Intimo por el que luego se irán acercando
Edmundo, la propia Manon (en “In Quine
Trine Morbide”) y Lescaut (En la arenga a la multitud en la que solicita se
apiaden de la desgracia de su hermana). Si bien aquí no se trata el asunto, como
sí ocurre en la de Massenet, Des Grieux fue seminarista. Se ha dicho que una
persona le refirió a Prevost el asunto (¿la persona que lo vivió?) en Le Havre,
volviendo de Louisiana, mientras al Abate se embarcaba en sentido inverso, y esta narración actuó como disparador para
que escribiera la novela. Ahí tenemos un hilo conductor, Des Grieux-Prevost-Manon
(Que viaja a París enviada por su familia a tomar los habitos). Renato revive
la historia mientras la va escribiendo y el espacio toma forma de Posada de
Amiens, Palacio de Geronte, Planchada del Muelle desde donde zarparán
deportados a Louisiana y el propio desierto de Louisiana. Todo ello resuelto
con nobles recursos visuales, sin caer jamás en chabacanería alguna, para lo
cual contó con la invalorable colaboración de Daniela Taiana en el diseño
escénico, un muy buen vestuario de Sofía Di Nunzio y una muy conveniente y
efectiva iluminación de Gonzalo Córdova. Puede objetarse el hecho de que se le
haya quitado intimidad al final, cuando en el desenlace aparecen los espectros
de Edmundo, Geronte, Lescaut y el Posadero junto a los protagonistas, o bien,
el momento del embarque, ya que al estar Lescaut casi fuera de escena leyendo ese
tramo de la narración iluminado por un velador, el mas desprevenido pudo haber
pensado que el interprete no tenía memorizado el fragmento, de todas formas son
detalles menores que no hacen al fondo de la cuestión. La idea es interesante,
pero todos los factores que confluyeron para desarrollarla no estuvieron por
igual al mismo nivel, por eso, Parar-Mirar-Escuchar. Terminó siendo un hueso
dificilísimo de roer y los logros fueron parciales.
En lo vocal, Macarena
Valenzuela hizo una composición de menor a mayor, el primer acto decididamente
no va con su tesitura vocal. Empero, a partir del segundo acto (desde el “Dúo
de Amor”) fue creciendo en entrega e intensidad y ya en el cuarto, entregó una
interesante “Sola, Perduta, Abbandonata”. Fue buena actriz, muy convincente en
sus gestos. Eric Herrero se entregó al personaje con todos sus recursos vocales
y actorales, los que no siempre estuvieron de su lado. Al límite, con técnica
trastabillante. Solo su tesón y su tenacidad lo llevaron a llegar al final de
la representación de digna manera. Ernesto Bauer fue un correcto Lescaut, bien
jugado desde lo actoral, con un buen juego de comedia en los dos primeros
actos. Vocalmente tuvo un correcto decir. Norberto Marcos fue un digno Geronte.
Supo extraerle todo lo posible al rol, demostrando el deseo creciente de poseer a la joven, hasta el
momento de denunciarla sin vacilar, como respuesta al ultraje de su dignidad y
de su casa. Ivan Maier fue el valor mas
parejo de todo el elenco, soltura, elegancia, buen decir, impecable línea
vocal. La asignación de roles dada para este espectáculo, le consignó el
Edmundo en el primer acto (trazando a un perfecto ladero de Renato), el Maestro
de Baile para el segundo (dando vuelo a un simpático paso de comedia) y al
farolero en el tercero (resuelto de impecable forma).
Enzo Romano tuvo
efectiva intervención, tanto el Posadero en el primer acto como ser Capitan y
Sargento al mismo tiempo en el tercero. Impecable en presencia y dicción. Trinidad Goyeneche compuso de manera muy
simpática al músico, secundada con corrección por Constanza Panozzo, Cristina
Wasylyk, Marcela Marina y Diana Gómez como las madrigalistas. El Coro, bien
preparado por Juan Casasbellas, mostró el brío al que nos tiene
acostumbrados. Y bien por las actrices
que en el tercer acto compusieron a las cortesanas que son deportadas a
Louisiana con Manon.
El sostén fundamental
de este enorme esfuerzo se llama Mario Perusso, que a sus ochenta jóvenes años,
se dio el gusto de concertar este título. La Orquesta que se reunió, fue
conformada por valores de primerísima línea de nuestros principales organismos
musicales. A la falta de ensayos, suplieron con enorme profesionalidad las carencias
y ofrecieron una versión plena de nervio, tensión creciente y un punto
culminante en el célebre “Intermezzo”, que al igual que en su versión del Colón
se lo interpretó entre el tercero y el
cuarto acto, lleno de apasionamiento y arrancando la ovación mas sostenida de
la noche.
Donato Decina