martes, 18 de octubre de 2016

SU MAJESTAD ARTURO
(¡Que viva Arturo! [aunque también se llame Enrique])

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires: Director: Enrique Arturo Diemecke. Solista: Luís Ascot (Piano). Programa: Arturo Márquez: Danzón Nº 2; Alberto Ginastera: Concierto para Piano y Orquesta Nº 1, Op. 28. Modest Mussorgsky: “Cuadros de una Exposición” (Orquestación de Maurice Ravel). Teatro Colón, Concierto de Abono Nº 10, 13/10/16.

  Quienes tuvimos el privilegio de asistir a Esta velada, la recordaremos por siempre como el día en que Enrique Arturo Diemecke logró plasmar el que tal vez sea el Concierto mas virtuoso en lo que va de la rica historia de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Sin concesiones, de punta a punta, con guía maestra, con conceptos de interpretación profunda, extrayendo hasta el mas mínimo detalle de cada obra programada y culminando con el mas exquisito virtuosismo al que se presta la magnífica orquestación Raveliana en los “Cuadros de una Exposición” de Mussorgsky. 

  Abrió la noche el “Danzón Nº 2” del mexicano Arturo Márquez, obra pintoresca, colorida, que refleja como este ritmo cubano terminó imponiéndose en México. Al comentarla, previo a su interpretación, Diemecke manifestó que en ocasión de estrenarla con esta misma agrupación hace ya lejanos 16 años, aquí en Buenos Aires (y para toda Argentina), la gente  la tomó como una obra menor, sin reparar lo mucho de clásico que había en su escritura, tomando además el público presente esa noche como nota negativa el baile que el propio conductor mexicano desarrolló sobre el podio para dirigirla. Agregó que esta vez a esos lejanos 16 años del estreno, quizás no le responderían tanto las piernas, pero con un sensual movimiento de cintura en un espacio reducido como el del podio bastaba. Lo cierto es que si bien yo considero que hay compositores y obras mexicanas que tienen mayor valía que esta obra de Márquez (Y no es menos cierto que muchas agrupaciones iberoamericanas la tienen ya como obra de repertorio), la versión fue minuciosa y resaltó lo mucho de escritura clásica que tiene, sin por ello sacrificar lo popular de su esencia.

  A continuación, se continuó con el homenaje permanente que los Argentinos tributamos a lo largo de este año a la figura de Ntro. máximo compositor académico. Y aquí uno de sus amigos personales, Luís Ascot, desarrolló una encomiable labor de equipo junto a su también muy buen amigo Diemecke y a la Filarmónica toda,  para una vibrante versión del Concierto para Piano y Orquesta Nº 1. Tuvo todo. Creciente intensidad, entrega total del solista, pasajes de dificultad resueltos con absoluta precisión y  un electrizante final que motivo que el interprete solista saliera virtualmente “eyectado” del taburete, culminando de pie su faena, para luego fundirse con el Director en un largo abrazo y extender, apretón de manos al concertino mediante,  su gratitud a la Orquesta toda.  El público respondió con una sostenida ovación, tributo a una labor formidable y tuvo como recompensa dos “bonus track” por parte de Ascot. “Consolación Nº 2” de Franz Liszt, obra que era del gusto de Ginastera y una versión para Piano solo de la “Canción del Arbol del Olvido”, como íntimo homenaje a la memoria de su querido amigo.

  Y para el final, lo dicho. El deslumbramiento y fascinación con los que el público presente recibió la versión de “Cuadros de una Exposición”. Creo, sin temor a equivocarme, que desde la inolvidable versión de Lorin Maazel con la Nacional de Francia en 1988 no registro en memoria auditiva un trabajo semejante. Desde el “pesadillesco” Gnomo, pasando por la melancolía de “El Viejo Castillo”, y de allí la inquietud de “Tullerías”, la pesante Carreta en “Bydlo”, los simpáticos “Pollitos”, los lamentos del Judío Rico al Pobre, el frenético movimiento del Mercado de Limoges, el misterio que encierra “Catacumbas”, la arrolladora cabaña de “Baba Yaga” y culminar con una apoteótica entrada triunfal por “La Gran Puerta de Kiev”, como remate de esta descomunal versión, que debió merecer, al menos, el bisado de esta última en mérito al formidable trabajo entregado a lo largo de la noche.   Semejante demostración de capacidad, merece que en el futuro próximo la Orquesta y su Director se vean recompensados con un mayor número de presentaciones en el Teatro. Se debe, se puede.


 Donato Decina

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