GLORIOSO
PROTAGONISTA Y MUY BUEN ELENCO EN EL "FALSTAFF" MÁS FEO QUE HAYA
VISTO
"Falstaff", de Giuseppe
Verdi. Ópera en tres actos con libro de Arrigo Boito basado en "Las
alegres comadres de Windsor" de William Shakespeare.
Falstaff: Ambrogio Maestri -
Mr.Ford - Fabián Veloz - Mrs. Alice Ford: Barbara Frittoli - Nannetta: Paula
Almerares - Mrs. Quicky: Elisabetta Fiorillo - Fenton: Enmanuele D'Aguanno -
Mrs. Meg Page: Guadalupe Barrientos - Dr. Cajus: Sergio Spina - Bardolfo: Juan
Borja - Pistola: Gustavo Gibert. Coro y Orquesta Estables del Teatro Colón. Director:
Roberto Paternostro. Director del coro: Miguel Martínez. Director de escena:
Arturo Gama. Diseño de escenografía e iluminación: Juan Carlos Greco. Diseño de
vestuario: Aníabal Lápiz.
Teatro Colón.- Función del 16 de
septiembre de 2014 (Gran abono)
La genial conclusión de la gran
parábola verdiana llegó nuevamente al Colón. "Falstaff es una obra de suma
complejidad musical y requiere de notables intérpretes que conozcan a fondo el
estilo del músico, ya que ella no es ni una ruptura ni una rara avis -como
muchos suelen repetir como loros-. Magníficamente orquestada y plena de
sutilezas de color -al igual que prácticamente toda su producción a partir de
1850-, no presenta números cerrados -al igual que "Otello" o el
"Rigoletto" original, no aquel al que la pésima tradición nos tiene
acostumbrados-, posee un ritmo teatral vertiginoso y muestra la enorme
sabiduría técnica que Verdi desplegó a lo largo de toda su carrera. La
diferencia con el resto de su obra radica en su carácter ligero y humorístico
-para nada buffo ni grueso-. Es su obra más pensada y la única escrita sin
ninguna presión externa. Casi octogenario, muestra una vitalidad y una riqueza
de inventiva como ningún otro músico en la historia haya mostrado, creando una
de las mayores obras jamás compuestas y erigiéndose en uno de sus seis títulos
máximos.
Esta versión ofrecida tuvo su punto más alto en las
voces y, en especial, en el protagonista de Ambrogio Maestri. Desde Taddei no
he escuchado a un barítono típicamente italiano como él. La voz es bellísima y
realmente grande, no se destimbra en ningún momento y no ofrece puntos débiles
en ninguna región del registro. Por otro lado, posee una técnica decididamente
fabulosa que le permite manejar la dinámica como si fuera un juego de niños.
Conoce el papel a fondo y sabe extraerle los más variados matices. Además es un
impresionante actor, al que su enorme físico ayuda a la carecterización del
querible "pancione". Es un Falstaff realmente ideal y el mejor que me
haya tocado ver en mis cincuenta y seis años de espectador (superior a Evans al
ser un cantante mucho más completo que el excelente galés).
A su lado no resultó opacado el Ford de Fabián
Veloz, a quien cada vez se lo nota más seguro e interesante. También posee un
registro muy parejo y una voz muy bella. Su gran escena del segundo acto
resultó un antológico duelo de grandes.
Emanuele D'Aguanno es un tenor lírico de buena
musicalidad y que proyecta muy bien su agradable voz. Sergio Spina realizó un
antológico Dr. Cajus y resultaron excelentes Gustavo Gibert y Juan Borja como
los criados de Sir John.
La cosa resultó menos pareja con las mujeres. Entre
ellas destacó decididamente Paula Almerares, que brindó una magnífica Nannetta,
de gran frescura y vivacidad y con su ya conocido desempeño vocal. Debo
reconocer que esperaba más de Barbara Frittoli a la que -siempre dentro de una
muy digna labor- le faltó amplitud de fraseo y no supo extraer toda la inmensa
belleza que encierran varias de las frases de Alice.
Resulta incomprensible que, después de su terrible
Ulrica del año pasado, se haya insistido en volver a traer a Elisabetta
Fiorillo. Correcta cantante que realizara una digna carrera -fundamentalmente
en el circuito de teatros menores- los más de treinta años de actividad nos la
traen con una voz gastada a la que maneja como puede. Conoce el estilo y sabe
frasear, componiendo una muy buena Quickly; pero una voz cansada, con una línea
de canto rota y una afinación no siempre cuidada desmerecieron el conjunto -más
allá de algunos graves de muy dudoso gusto-. Muy buena la Meg de Guadalupe
Barrientos.
García
Caffi parece insistir con algunos intérpretes en los que la insistencia no vale
la pena. No sé si esto se debe a un convencimiento propio o a imposiciones de
la agencia a través de la cual realiza los contratos. El austríaco Roberto
Paternostro es el mejor ejemplo de lo que digo. Rutinario director de tránsito
que llevó a buen fin de modo no más que correcto el infame
"Colón-Ring" (el "Anillito", como lo bautizó el público) y
que fue el responsable de la más aburrida "Nozze di Figaro" que haya
visto u oído (cosa que también suele ocurrir con las grabaciones que le
conozco), logró que la orquesta sonase más o menos afiatada y allí se acabó
toda su ciencia. Cosa increíble en "Falstaff", consiguió reducir al
foso al rol de un mero acompañante. Ninguna sutileza, ningún detalle de planos,
ninguna marcación a los músicos en los momentos de mayor complejidad que lo
llevó a momentos de importantes desajustes, total falta de imaginación, fraseo
más que rutinario, absoluta apatía frente a la inmensa y riquísima variedad de
colores de la partitura y una sonoridad que difícilmente bajaba del forte
fueron las características de su trabajo. Paternostro es un pintor de brocha
gorda y "Falstaff" es una exquisita pieza de orfebrería. Su cachet
sale de nuestros impuestos, o sea que lo pagamos nosotros -todos, también la
gran mayoría que no va al Colón-. Señor Director del Teatro, déjese de
vendernos vidrios de colores que no somos tontos y somos muchos los que nos
damos cuenta de que el rey está desnudo.
Lo peor de todo fue la puesta en escena. Salvo el
magnífico vestuario de Lápiz fue este, y de lejos, el "Falstaff" más
feo que haya visto. El mejicano Arturo Gama dejó a los cantantes librados al
azar y prácticamente sin marcación alguna. Obvio hasta lo infantil -el agitar
la bolsa cuando se escucha el tintineo en la orquesta, el viejo jueguito de las
hamacas, entre otros ejemplos-, no fue capaz de crear ningún clima -el cuadro
final resultó abominable- y todo tuvo el sabor de una mediocre estudiantina. El
recurso de que, durante la maravillosa fuga que concluye la ópera, los
intérpretes se sacaran los trajes y se desmaquillaran ha sido ya tan visto en
muchísimos títulos que no logró efecto alguno. La escenografía de Juan Carlos
Greco no fue despojada, fue decididamente pobre y las alusiones al belga René
Magritte terminaron por resultar ñoñas y ridículas. Pésima y casi inexistente
la iluminación del mismo Greco.
En definitiva, un correcto cuadro de cantantes y un
protagonista no menos que glorioso lograron salvar del naufragio a esta
increíble partitura.
Roberto
Luis Blanco Villalba
UN DESCOMUNAL
“PANCIONE” QUE SE GANO EL CARIÑO DE TODOS
Teatro Colón: “Falstaff”: Comedia lírica en tres actos,
música: Giuseppe Verdi, libreto de Arrigo Boito, basado en “Enrique IV” y “Las
Alegres Comadres de Windsor” de William Shakespeare. Interpretes: Ambroggio
Maestri (Falstaff), Bárbara Frittoli (Alice Ford), Fabián Veloz (Mr. Ford),
Paula Almerares (Nanetta), Elisabetta Fiorillo (Mrs Quickly), Guadalupe Barrientos
(Meg Page), Emmanuele D’Aguanno (Fenton), Sergio Spina (Dr. Cajus), Gabriel
Centeno (Bardolfo), Gustavo Gibert (Pistola), Luis de Giano (Tabernero), Jorge
Chamorro (Robin, paje de Falstaff). Coro Estable del Teatro Colón, Director:
Miguel Martinez, Orquesta Estable del Teatro Colón, Dirigida por Roberto
Paternostro. Regie: Arturo Gama Terrazas, Escenografía e Iluminación: Juan
Carlos Greco, Vestuario: Anibal Lápiz. Función del 19/09/14.
Y se dio la lógica. Y
por algo fue el acontecimiento musical de la temporada. Porque la presentación
de Ambroggio Maestri cantando este “Falstaff”, quedará marcada como una clase
magistral de canto e interpretación y una marca a fuego que será un estigma
para quienes lo precedan, pues para ello
deberán sortear la valla insuperable que deja plantada este notable barítono de
sólidos recursos vocales y actorales, que nos brindó una actuación sencillamente
formidable. Voz caudalosa, porte imponente, presencia escénica, fraseo
inigualable, dicción como pocos, se mimetiza con el personaje de tal forma que
terminamos por darnos cuenta que El es “El” Pancione, ese querido y querible
personaje al que Verdi contribuyó a engrandecer, dándonos la “Frutilla del
postre” como culminación de su inmortal carrera. Maestri honra a Verdi de tal
forma que ya en el primer monólogo, culminado por el interprete con descomunal
“Vozarrón”, Paternostro debió detener a la orquesta para permitir que el
protagonista reciba la ovación del público. Y con el transcurrir de la
representación, si es que cabía alguna duda, tuvimos la comprobación que el
Italiano estaba un montón de escalones por arriba del resto. Tamaña fue su
labor. Y describo todo esto, porque
semejante actuación logro salvar muchas cosas que de no haber estado en el
escenario semejante “monstruo”, hubieran dejado expuestas alarmantes falencias e inconcebibles detalles
de realización, impropios de un Teatro como el Colón, por lo que les pido a
Uds. queridos y amables lectores de estas columnas, reflexionen y comencemos entre todos a pensar que queremos
y pretendemos de Ntro. Colón para el futuro. Por empezar, vamos a mirar la
parte llena del vaso. Y aquí vamos a encontrar que mas allá de situarse por
debajo de un interprete de semejante calibre, se destacaron de manera rotunda
Paula Almerares, con una “Nanetta”
creíble, de factura impecable, fresca
voz y sólidos recursos actorales. Maravillosa su interpretación del Aria del
tercer acto en la escena del bosque. Fabián Veloz, con un “Ford” trazado de manera magnífica,
marcando una superación en lo interpretativo tanto vocal como actoralmente,
inclusive si tomamos en cuenta su presentación en el “Ballo” de finales del año
pasado. Su monólogo del final del primer
cuadro del segundo acto fue sencillamente brillante y pudo actuar dentro de esa
escena junto a Maestri de igual a igual. Guadalupe Barrientos, que le sacó todo el jugo posible,
vocal y actoralmente, a “Meg Page”, logrando que de ninguna manera
ese rol pase desapercibido. El juego de comedia que hizo en la escena en que esconde
al protagonísta en el cesto de la ropa fue fantástico. Sergio Spina, una vez
mas formidable en este tipo de papeles,
como el simpático Dr. Cajus, con noble actuación y canto. Gabriel
Centeno y Gustavo Gibert como “Bardolfo” y “Pistola”, respectivamente, los
atolondrados asistentes de “Falstaff”, especialistas en roles de comedia,
impecables ambos. Una vez más la realización de vestuario de Anibal Lápiz, con
la calidad que lo caracteriza. Sobrio, de “Estilo”, irreprochable en diseño y
en paleta de colores. Inclusive destaco la labor actoral de Luís de Giano
(tabernero) y Jorge Chamorro (paje), simpáticos ambos (sobre todo el segundo,
con muy buen desenvolvimiento), quienes hicieron lo suyo noblemente, superando
la carencia de marcación escénica. Emmanuele
D’Aguanno fue un correcto “Fenton”, mas convincente en lo actoral que en lo
vocal, donde su caudal es escaso para una sala como el Colón.
Ahora vamos a la parte
vacía del vaso. Desencanto es lo que cabe para describir la actuación de
Bárbara Frittoli en esta “Alice”, muy correcta en lo vocal, pero con una
inexpresividad actoral muy llamativa (¿tema de Ella o falencia del
“Regiseur”?). Elisabetta Fiorillo hizo lo que pudo y como pudo con “Mrs.
Quickly”, si también en “Ballo” se le objetó que abordara de igual forma
“Ulrica”, ignoro el por que se la “premió” con una nueva convocatoria. Regular actuación le cupo al Coro Estable,
también es cierto que estuvo sujeto a las falencias de la puesta y ello pudo
haber conspirado en el resultado final. La concertación de “brocha demasiado
gorda” de Roberto Paternostro, que si bien estuvo correcta justamente en el
trazo grueso, tuvo alarmantes falencias en los detalles finos, carente
totalmente del vuelo y las sutilezas que la partitura tiene. Cuesta creer que en
seis años que cuenta en su haber como asistente de uno de los mas grandes
conductores de la historia como lo fue Von Karajan, no haya aprendido con este
esos temas, justo en “Falstaff”, que fue una de las grandes concertaciones del
Austríaco y al igual que en la “Júpiter” que ofreciera la noche anterior con la
Filarmónica. La Dirección General ya debería haber tomado nota de todo esto,
sobre todo después del derrape en “Bodas de Fígaro” el año anterior. Creo que
hasta acá debería llegarse en su convocatoria. La escenografía y la iluminación
pobrísimas, ambas a cargo de Juan Carlos Greco. Un primer acto con una taberna
“ascética”, tanto, que no parecía
taberna. Un jardín de la casa Ford con una hamaca poco imaginativa. Tal vez lo
mas logrado hayan sido los tabiques y aberturas del interior de la casa Ford en
el segundo cuadro del segundo acto y del exterior de la taberna en el primer
cuadro del tercero. Iluminación permanentemente escasa y sin pretensiones. En
espacios mas reducidos y aun en los menos convencionales, he visto soluciones
mas eficaces e imaginativas que esto que no es posible que se lo presente en un
ámbito de la categoría del Colón.
Por último lo peor.
La poco imaginativa y carente “Regie” de Arturo Gama Terrazas. Nula marcación
actoral, donde solo el innegable oficio de los mas veteranos y la experiencia
que van acumulando los mas jóvenes, obró para salvar esa parte de la puesta del naufragio. La ausencia de ideas
fue por demás notoria. ¿Era necesario hacer pasar al solista de corno (bien por
cierto Rodolfo Rosón en ello) como vestido de concertista en el escenario?.
¿Debía ser tan estática la escena del encuentro en la taberna entre Quickly y
Falstaff?. ¿Tan despojada y miserable era la taberna?. Si no estaba Maestri,
¿Cuál hubiera sido el resultado en la escena del encuentro entre Ford y
Falstaff?- Y el final con la escenografía dada vuelta como parte de la “burla”,
mas el “gastado” recurso de hacer co-partícipe de ella al público, nos revela
que también es carencia de la Dirección General el haber convocado para
semejante título a alguien que será buen asistente de regie, pero que la
categoría mas alta aún le queda muy grande.
Y Maestri fue lo suficientemente “grande”, para minimizar tantas carencias.
La segunda parte de
la función comentada, comenzó con una marcada demora respecto de l momento en
que la señal lumínica anunciaba el final del único intervalo. Con los aplausos
del final, los músicos en el foso elevaron pequeñas pancartas para denunciar y
solicitar la finalización de malos tratos atribuidos a la
conducción del Teatro y la solicitud de reincorporación del delegado sindical,
el contrabajista Pastor Mora, el que cuenta con
trámite judicial favorable para ello.
Evidentemente allí estaba el por que de la demora y deseo que con el
diálogo se superen los conflictos, de los que demasiado tuvo el Teatro en los
últimos tiempos.
Donato Decina