SOBRE "OPERA CLUB"
ÓPERA CLUB es un emprendimiento que nace el 17 de noviembre de 1990 a partir de un programa emitido por Radio Cultura. Este programa tuvo características muy especiales que lo transformaron, casi de inmediato, en el de mayor audiencia en su género.
Por primera vez se trataba el tema operístico con un absoluto desapego a las formas tradicionales de acartonamiento y solemnidad. Quedó en claro desde un principio que se trataba de un programa de ópera y no de cantantes –de estos últimos se ocupaba la mayoría-. Procedimos a lo que nuestro locutor de entonces (Mario Keegan) dio en llamar “derribando mitos” -desmitificar leyendas, anécdotas o lisas y llanas mentiras que con los años se convirtieron en falsas verdades-. Seguimos muy de cerca toda la actividad musical de Buenos Aires y La Plata poniendo muy especial énfasis en la promoción de los intérpretes jóvenes que estaban haciendo sus primeras armas –en la mayoría de los casos a puro pulmón- aunque sin descuidar las grandes figuras nacionales e internacionales que nos visitaban. Por último, el formato horario de cuatro horas nos permitió tratar amplia y distendidamente diferentes temas en un sólo programa desarrollado a través una conversación sin planificación previa entre dos a cinco co-conductores.
Todo esto nos puso en el primer lugar durante poco más de diez años. Diversos problemas –fundamentalmente económicos y de necesidades de programación de la radio- nos fueron acortando la duración y concluímos transmitiendo una hora a la medianoche del sábado. De esta manera fuimos perdiendo, junto con audiencia, nuestras características distintivas.
A partir de septiembre de 2012 nos mudamos a Radio Amadeus Cultura Musical recuperando nuestro formato original e intentando, de a poco y con mucho esfuerzo de todo tipo, retomar nuestro puesto de liderazgo –tarea nada fácil, por otra parte-.
Comencé diciendo que ÓPERA CLUB es un emprendimiento que nace a partir de un programa de radio. Esto es porque no es sólo un programa de radio –o, mejor dicho, el programa es casi como un pretexto-, sino un modo de unir a los oyentes tras un objetivo superior en común. El verdadero protagonista del programa no son ni los cantantes ni la música, son los oyentes –sus destinatarios y razón de ser-. Es por eso que los llamados telefónicos o mails son fundamentales para la concreción de lo que sale al aire. La audición es una excusa para que nos comuniquemos, nos conozcamos y podamos realizar y armar el programa y las actividades en forma conjunta.
Siempre me ha preocupado la incomunicación y soledad que aquejan a nuestra sociedad de manera cada vez mayor desde la segunda postguerra. Esta idea de nuclearnos bajo un interés u objetivo común es, para mí, un medio para paliar este terrible mal. Para esto, además del programa –y en lo personal más importante- son las diversas actividades que hemos venido realizando –con menor o mayor frecuencia- durante los últimos veintitrés años: encuentros, charlas, recitales, conferencia-debates, intercambio de material y, fundamentalmente, exhibición de videos (hoy DVDs) de diversas funciones operísticas –recuerdo con especial cariño el ciclo multitudinario que realizamos en el Centro Cultural General San Martín colmando ampliamente la capacidad plena de la Sala AB-. También estas actividades se vieron notablemente disminuídas con la anteriormente citada decadencia del programa –al que están intrínsecamente unidas-.
En esta nueva etapa muchas son las esperanzas y muchos los proyectos. La idea de congregarnos bajo nuestro amor a la ópera es, vuelvo a repetirlo, sólo un pretexto para encontrarnos virtual o realmente, tanto en nuestra relación comunicador-oyente como en forma personal. Este sitio, el Facebook y, en un futuro muy próximo, el Twitter serán nuestras herramientas virtuales a utilizarse en forma dinámica. Queremos crear un foro de debate y discusión a través del que no sólo hablemos de lo que nos gusta sino que intercambiemos ideas sobre políticas culturales. Necesitamos ampliar horizontes y promover los valores estéticos y culturales en los que se basan las obras de arte. De esta manera, a través de estos valores y del intercambio de ideas, iremos creciendo como personas y ayudando a crecer a nuestro entorno. Recordemos que los grandes cambios se producen, en general, a partir de los pequeños cambios individuales.
En cuanto al programa en sí mismo, posee una dinámica que va haciéndose cada vez más participativa –ya hemos desarrollado algunos temas propuestos por ustedes y esperamos una participación cada vez mayor-, poseemos también una enorme discoteca –probablemente la más grande de nuestro medio- con una cantidad de grabaciones que está muy holgadamente en la cantidad de cinco cifras y que abarca desde los primeros cilindros hasta las últimas funciones efectuadas en el mundo –a veces el mismo día de la emisión-, presentamos a las grandes figuras que nos visitan y hacemos una fuerte promoción de lo que están preparando los distintos grupos que han aparecido fuera del marco de los teatros oficiales y que es en donde realmente se encuentra el futuro.
La ópera es el centro pero no nos cerramos en ella. Abarcamos también los demás géneros vocales (opereta, zarzuela, oratorio, canción de cámara, sinfónico-vocal) y estamos, aún tímidamente y en muy pequeñas dosis, abriéndonos a todo el espectro de la música clásica (o académica –término que no me gusta pero al que adhiere muchísima gente-) En cuanto al período de lo que difundimos, es amplísimo y sin reservas ya que vamos desde la música medieval hasta las últimas manifestaciones de vanguardia.
En síntesis, estamos buscando crecer a partir del debate y la interacción. Considero que la relación estática con un oyente pasivo ya no es aceptable y pertenece a un tiempo que ya fue –no estoy valorizando, sólo presentando un hecho-. El piso de este proyecto es el que estamos transitando. El techo quisiera creer que no tiene límites (una sede propia, una emisora....).
Entre todos podemos lograrlo. Esto intenta ser un verdadero Club y les pido que se unan. Les garantizo que el crecimiento y el gozo serán ampliamente satisfactorios.
Dr. Roberto Luis Blanco Villalba
UNA CREACION DE ROBERTO BLANCO VILLALBA
lunes, 2 de diciembre de 2013
¡PRUEBA SUPERADA!
martes, 26 de noviembre de 2013
La ópera pierde a su pareja estrella: Netrebko y Schrott se separan
viernes, 22 de noviembre de 2013
RAGNARÖK
por Fátima Gutiérrez ("Wagnermanía", septiembre de 2002)
Falta ya muy poco para que caiga definitivamente el telón en el teatro de la Colina Verde. En el centro del escenario, yace el cadáver de Siegfried. Hagen intenta arrebatar el Anillo de la mano del héroe muerto, pero ésta se alza, amenazadora. El pánico paraliza a los presentes mientras Brünnhilde, decidida, tranquila y solemne, avanza hacia el proscenio. Ordena que le traigan la montura de Siegfried, mientras se alza y adorna de flores una imponente pira. Transfigurada, contempla el rostro del esposo muerto. Todo ese dolor ha sido necesario para alcanzar el supremo saber. Ya pueden los cuervos de Wotan llevar al Walhall el temido y deseado mensaje. Ya puede descansar el dios: Ruhe, ruhe, du Gott!...
Esta vez la mano del héroe no opone resistencia para que la walkyria tome de ella el Anillo maldito. Sabe que, en poco tiempo, volverá al seno del Rin, a las legítimas guardianas del Oro. Cuando ya lo contempla en su dedo, se vuelve hacia el montón de leña donde yace extendido el cuerpo de Siegfried, arrebata la antorcha que llevaba uno de los hombres y enciende el fuego que, desde la pira del héroe, alcanzará la residencia de los dioses. A lomos de Grane, se lanza sobre las llamas. El incendio invade la totalidad del escenario.
¿El final de un mundo?
Se le llama Ragnarök al apocalipsis de los pueblos del Gran Norte, un particular fin del mundo cuya mayor originalidad radica en que, en él, también perecen los dioses, sujetos, como todo lo existente, a la ley inexorable que Erda recordaba en el Oro del Rin y que provocará el primer miedo de Wotan tan cargado de consecuencias: ¡Todo lo que es..., acaba!
La expresión ocaso de los dioses será el fruto de un error de trascripción y, por lo tanto, de traducción que se vio generalizado, en gran parte, por la inmensa fama de la obra de Wagner. En los textos de la Edda Mayor nos encontramos con la palabra Ragnarök. Ragna- es el genitivo plural de reginn que, en escandinavo antiguo, significa potencias, poderes divinos organizadores, y -rök, significa literalmente prodigio, hado, s
¡El horror! ¡El horror!...
Según los antiguos textos, el Ragnarök se desarrollará en cinco etapas. La primera de ellas será la del Fimbulvet (Espantoso Invierno) que durará tres años seguidos en los que el sol deja de brillar mientras un formidable y continuo viento glacial fortalece las nieves y los hielos. Será entonces cuando se generalicen las guerras y los hombres pierdan el sentido del honor, hasta que se abisme el mundo al que ninguno sobrevivirá.
En una segunda etapa, un lobo devorará el sol y otro la luna; mientras, las estrellas caen de los cielos. Se agitará la tierra entera, los árboles liberarán sus raíces, todos menosYggdrasill, el Gran Fresno del Mundo, que sólo temblará. Las montañas se derrumbarán. Rotas todas las ataduras, quedará libre el lobo Fenrir (hijo de Loki y de la giganta Angrboda, como vimos en Loge: más allá del bien y del mal). Ése será el final de la tercera etapa del Ragnarök. En la cuarta, la monstruosa hermana de Fenrir, la serpiente del Mídgard, la que abrazando el mundo permitía que no se desintegrara, hará que el mar se vuelque sobre la tierra. Será en ese momento cuando suelte amarras el siniestro Naglfari (Barco de Uñas, porque está hecho con las de los muertos). En él se han embarcado las fuerzas del caos y la destrucción. A la cabeza, según la Völuspá, el mismo Loki, según Snorri, el gigante Hrymr. La consumación acaba de empezar, es la guerra del final de los tiempos, la quinta y definitiva etapa del Ragnarök:
El último combate
El lobo Fenrir, echando fuego por los ojos y el hocico, abarcando la tierra y el cielo con sus enormes fauces abiertas, ataca los mundos de los hombres y de los dioses. Otra hija siniestra de Loki, la serpiente del Mídgard, corrompe el aire y las aguas con el veneno que vomita. Entonces, se parten en dos las alturas por las que avanzan, a caballo, las fuerzas caóticas del final del mundo. En primer lugar, el gigante Surt (El Negro, señor del Múspel, el mundo del fuego), cuya espada brilla más que el sol, todo él envuelto en llamas. Cuando pasa por el puente Bifröst (Vacilante Camino del Cielo, es el arco iris) su guardián, el dios Heimdall, sopla con fuerza en su Gjallarhorn(Cuerno Resonante) para avisar a los ases de que ha llegado la hora suprema. El puente cae. También canta, en el Asgard, Gullikanbi (Cresta de Oro), el gallo que había de anunciar la gran batalla (¿quién sabe si le transmitió la noticia su compañero, rojo y sin nombre, que vive en los abismos del Hel?). Los dioses se aprestan al combate como los valientes guerreros a los que las walkyrias, hasta entonces, sirvieron bebidas en el Walhall. Era de esperar: Odín cabalgará el primero, con yelmo de oro, cota y lanza, para enfrentarse con el lobo Fenrir. Junto a él, su hijo Thor, que luchará con la serpiente del Mídgard. Frey, a su vez, se enfrentará con Surt, en una fiera lucha que ganará el gigante, puesto que el dios consiguió a su esposa Herd a cambio de su invencible espada (El poder y la gloria). También entonces se soltará el perro Garm, encadenado frente a la misma roca que hacía cautivo a Fenrir. Se enfrentará al dios Tyr y ambos morirán en el combate. Por fin, Thor consigue acabar con la serpiente; pero, al apartarse de ella nueve pasos, cae también, definitivamente abatido por el veneno que vomitó el monstruo. Fenrir devora a Odín, pero su hijo, Vidarr, el llamado el As Taciturno, aplastará con su pie la mandíbula inferior del lobo y, agarrando con las manos la parte superior de sus fauces, las desgarrará hasta la muerte. Loki se batirá sin tregua con Heimdall, el As Blanco, hijo de nueve madres, dueño del cuerno que acaba de anunciar el final y de la espada Höfud (Cabeza de Hombre). No habrá vencedor. Entonces Surt lanzará su fuego y abrasará el universo.
Ya lo predijo la Vidente de la vieja Edda:
Volver a empezar
La inexorable sentencia de Erda en el Oro del Rin, parece complementada por la tradición mitológica del Gran Norte con la siguiente: ¡Y todo lo fue..., renace! A la muerte del mundo escandinavo le sigue una transfiguración, a su apocalipsis una resurrección. Del mar surgirá una tierra nueva iluminada por la hija que tuvo el sol (astro femenino para los pueblos germanos) antes que el lobo le atrapase y que, no menos radiante, sabrá seguir su mismo camino. De los campos brotará el alimento sin necesidad de ser sembrado. Los hijos de Odín, Vidarr y Vali, a quienes no dañó el agua, el fuego ni el combate, se reunirán con los hijos de Thor, Modi y Magni, y con sus hermanastros Bálder y Hodr, que regresarán del Hel (Loge: más allá del bien y del mal), para conversar sobre lo que pasó durante el cataclismo universal, jugar con las fichas de oro de sus padres, que encuentran intactas, sobre la yerba, y vivir todos juntos en el Ydhavöll, el Valle Siempre Joven donde estuvo situado, antaño, el Asgard.
Pero no sólo se salvaron del cataclismo universal los hijos de los dioses. También sobrevivirá una pareja humana. Lif (Vida) y Lifhrasir (Vivaz) se habían refugiado en un lugar boscoso llamadoHóddmímir (Mímir del Tesoro; es decir, en el Gran Fresno del Mundo a cuyo pie se halla la fuente de la ciencia, el Tesoro de Mímir), en donde se alimentaron del rocío del alba, para dar nacimiento a una humanidad nueva.
Y hasta aquí nos cuentan las Eddas de la vida del mundo, su muerte y su resurrección.
En el teatro de la Colina Verde, luchan el fuego y las aguas del Rin. Sobre sus olas, aparecen las ondinas, de entre los restos de la pira recogen el Anillo. Hagen, despojándose de sus armas, se lanza al torbellino; pero las Hijas del Rin le arrastran hasta el fondo, y Flosshilde sostiene jubilosamente la joya, por fin, conquistada. El Rin calma, poco a poco su furia y se retira mientras las ondinas vuelven a sus juegos y a sus risas. Aún las ilumina un resplandor rojizo que cubre un cielo al que miran los hombres con emoción y angustia. Cuando más intenso es el brillo, se vislumbra, a lo lejos, la sala de los dioses. Las llamas cubren a los que se llamaron eternos. Cae el telón mientras suena en la orquesta el último tema del Anillo del Nibelungo: el tema de la Redención por el Amor.
Bibliografía
Bernárdez, E.; Los mitos germánicos. Madrid, Alianza Editorial, 2002.Boyer, R.; L’Edda poétique. París, Fayard, 1972.Edda Mayor; Madrid, Alianza Editorial, 2000.Sturluson, S.; Edda Menor. Madrid, Alianza Editorial, 2000.Wagner, R.; El Ocaso de los dioses. Madrid, Turner Música, 1986
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EL OCASO DE LOS HÉROES
por Fátima Gutiérrez ("Wagnermanía", julio de 2002)
En el escenario de la Colina Verde acaba el segundo Acto del Ocaso de los dioses. El destino del héroe está marcado: Siegfried falle!, ¡caiga Siegfried!, por haber traicionado a Brünnhilde, por romper el pacto con Gunther, por que vuelva el anillo al príncipe de los Nibelungos: Expiación, Venganza, Servidumbre y, como fondo extraño y disonante, cánticos de cortejo nupcial.
El telón del Tercer Acto se abre frente a un valle salvaje de bosques y rocas junto al Rin, que corre por una escarpada pendiente. Sus hijas, las ondinas, nadan en círculo, como danzando. Cuando el héroe se acerca a ellas, le reclaman, pícaras, el Anillo. Su negativa las volverá graves por un momento. Sólo por un momento. Saben que, muy pronto, la joya maldita les será devuelta.
Ninfas en el Danubio
El canto XXV del Nibelungenlied: “De cómo los Nibelungos fueron al país de los hunos”, nos presenta el referenre literario del encuentro de Siegfried con las Hijas del Rin en el Ocaso de los dioses. Lo curioso es que, en el poema austriaco, se trata del Danubio y es el caballero Hagen de Trónege el que las descubre.
Después de muerto Sigfrid, le es entregado a su mujer, Kriemhild, el Tesoro de los Nibelungos, tan magnífico que, aunque con él se comprara el mundo entero, no se vería mermado en una onza. La reina empieza a repartirlo con una generosidad que hace que Hagen, temeroso de que así gane muchos vasallos, se lo arrebate y, en connivencia con Gunther, lo arroje al Rin. Termina, de esta manera, la primera parte del cantar.
En la segunda, trece años después de estos últimos acontecimientos, Etzel (Atila) el rey de los hunos, pide la mano de Kriemhild que, gracias a esta nueva boda, ve la ocasión de vengar a Sigfrid. Pasados otros trece años, ésta invita a sus hermanos a la capital de su reino. Hagen intuye que es una trampa e intenta disuadirlos de semejante viaje, pero no lo consigue y parte junto a ellos. Es entonces, camino del territorio huno, cuando los reyes burgundios (desde ahora, y ya hasta el final del poema, llamados nibelungos) y sus tropas se encuentran ante la ancha y fortísima corriente de un Danubio, desbordado, que hace imposible el avance de sus huestes. Cuando Hagen recorre la orilla del río, buscando un barquero que pudiera pasarlos al otro lado, descubre a unas ondinas que allí se bañaban. Al ver al intruso, intentan huir, pero el caballero, previamente, se había apoderado de sus ropas. A cambio de éstas, una de las sirenas, Hadeburg, le predice que, en tierra de humos, todo será honor y gloria para los nibelungos. Pero, ya recuperadas las magníficas vestimentas, otra (que curiosamente se llama Siglinde), desvela la verdad: que allí serán traicionados y hallarán la muerte.
Hagen no se arredra ante el vaticinio, volviendo a hacer gala de lo que tantas veces hemos definido como heroicidad germánica, y no intenta esquivar el cumplimiento de su destino. Aunque, después de profetizar la ondina que sólo se salvará de esta expedición el capellán del rey, el héroe lo tire por la borda; éste al ver que el clérigo, que no sabía nadar, consigue llegar a la otra orilla, acepta lo que irremediablemente ha de suceder y participa activamente en su trágico fin haciendo pedazos la nave, que habría de devolverle a su tierra, y arrojándola a la tumultuosa corriente. Ya en territorio huno, se suceden las provocaciones y las escaramuzas, hasta el sitio de la sala-refugio de los nibelungos y su matanza. La sed de los guerreros llegó a ser tan grande que bebían la sangre de sus muertos.
Cuando sólo quedan con vida Gunther y Hagen, Kriemhild les pregunta dónde se encuentra el tesoro, pero Hagen responde que no desvelará el secreto mientras viva su rey. Entonces, la mujer de Etzel hace matar a su hermano y, sujetando su cabeza por el cabello, se la presenta al héroe. Observándola, éste se jacta de que sólo Dios y él saben ahora el lugar del tesoro. Con la espada de Sigfrid, Kriemhild le siega el cuello, y uno de sus propios caballeros, horrorizado, allí mismo acaba con la vida de la reina.
No puedo referir qué pasó después. Caballeros, mujeres y nobles escuderos lloraron a sus queridos amigos muertos. Aquí termina la gesta: éste fue el desastre de los Nibelungos.
Acabamos de ver que mientras que en las versiones escandinavas, de las Eddas y la Völsunga Saga, los ciclos del final de los burgundios y la muerte de Atli se centran en la venganza de Gúdrun por el asesinato de sus hermanos; el mismo personaje, Kriemhild, en el Nibelungenlied venga la muerte de su esposo, como si en el ánimo del juglar creador del cantar de gesta hubiera prevalecido más el vínculo cristiano del matrimonio que el pagano de la sangre.
El hijo de un elfo
Así mismo, este encuentro del caballero Hagen con las ninfas del Danubio puede tener su referente en antiguas leyendas orales germánicas recopiladas, también durante el siglo XIII, en la islandesa Thidrek Saga (saga de Teodorico de Berna), que recoge material mítico desconocido en otras obras, como ya vimos (El lenguaje de los pájaros). Aquí, Högni (el Hagen escandinavo) encuentra a dos ondinas que le predicen que, en su viaje hasta el reino de los hunos, los niflungar (nibelungos) lograrán cruzar el río ilesos, pero ninguno de ellos volverá vivo a su patria. Ante tan siniestras predicciones, Högni mata a las sirenas, lo que no le impide, seguidamente, enfrentar con valentía su destino.
Pero, lo que más llama la atención de la Thidrek Saga a un wagneriano es descubrir que, según esta versión, el padre de Gúnnar y Gudrún es el rey Aldrian (Aldrian se llama también el padre de Hagen de Trónege en elNibelungenlied, como recuerda la ondina Siglinde), pero que Hagen no es hijo suyo sino de un elfo que, una noche, sedujo a la reina en el jardín de palacio. De ahí su aspecto diferente del de sus hermanastros: una tez muy pálida y una expresión aterradora. Casi no hace falta comentar que el Hagen delAnillo del Nibelungo es hijo de Alberich, el Alfo Negro, como lo definirá Wagner; y que, entre elfos y alfos, en la tradición germanoescandinava, hay una gran confusión (en Nacht und Nebel vimos que, en su Edda, Snorri llama Alfos Negros precisamente a los enanos). Por lo tanto, en la Thidrek Sagaencontramos una clara solución al problema de paternidad que, respecto a este personaje (o mejor, a su hermano Góttorm que, a veces, se confunde con él) planteaban las Eddas y, asimismo, nos descubre el referente mítico de la paternidad que le atribuye Richard Wagner en su Tetralogía. Por lo demás, el desenlace de la saga es muy similar al del Nibelungenlied.
Los hechos que los antiguos poemas nos acaban de relatar son cronológicamente posteriores a la muerte de Sígurd/Sigfrido; mientras que, en la Tercera Jornada del Anillo del Nibelungo, el encuentro del héroe con las Hijas del Rin, es, siguiendo la lógica de la narración, inmediatamente anterior a su muerte. Volvamos, pues, a ella.
Una hoja de tilo
Ya en La estirpe de Gibich vimos cómo nos presentaban los textos escandinavos la muerte del héroe: a diferencia de los germánicos (probablemente anteriores, pero sólo en lo que se refiere a la tradición oral), era asesinado en su propia cama mientras dormía y no en el bosque, lo que ocurrirá tanto en la Thidrek Saga como en el Nibelungenlied y en el Ocaso de los dioses.
La semi-invulnerabilidad del héroe, de la que hace gala el Sigfrid del poema cortés y el del Anillo del Nibelungo puede ser un tema inspirado en la tradición griega, ya que no lo encontramos ni en las Eddas, ni en la Völsunga, ni en la Thidrek Saga. Recordemos que el cuerpo de Aquiles (el más grande de los héroes griegos como lo es Sigfrido de los germanos) es invulnerable salvo en su talón, por el que le tenía cogido su madre, la diosa Tetis, al sumergirlo en las aguas mágicas de la Laguna Estigia. Pues bien, según el Nibelungenlied, el cuerpo de Sigfrid también es invulnerable, ya que al matar a Fafner, la sangre milagrosa del dragón, que cubrió al héroe de arriba a abajo, le preservó de cualquier herida, salvo en una parte de su espalda en la que cayó una gran hoja de tilo. Cuando Hagen se dispone a vengar a la reina Brünhild, con engaños, hace confesar a Kriemhild cuál es el lugar exacto en el que cayó la hoja del tilo y es allí donde clava el hierro de su lanza, en el momento en el que Sigfrid, durante una cacería, se inclina sobre una fuente para beber.
En la Thidrek Saga, como acabamos de indicar, no hay invulnerabilidad, pero sí cacería, como en el Ocaso de los dioses. El texto islandés nos relata que Högni invita a Sígurd a una batida de caza y que, antes, ha dado orden al cocinero de que, en el desayuno, le sea servida una carne muy salada. Enseguida, el héroe empieza a padecer de sed y, en el momento en el que se inclina para beber de una fuente, Högni lo mata por la espalda. Cuando Gudrún descubre el cadáver de su esposo y le dicen que su muerte se debe al ataque de un verraco, asiente mirando a Högni, que no desvía la mirada.
En El Ocaso de los dioses, será Brünnhilde la que descubra a Hagen que sólo la espalda de Siegfried es vulnerable ya que fue ella misma la que, con sus artes mágicas, protegió su cuerpo, salvo en el lugar en el que un héroe sin miedo jamás mostraría al enemigo. Y, naturalmente, es ahí en donde Hagen hunde la lanza en el momento en el que, de nuevo, un filtro, hace que Siegfried recuerde a Brünnhilde.
Cae la noche. Desde el Rin, se ha levantado una niebla que tapa la luna e invade, poco a poco, el escenario. Los hombres alzan, en solemne cortejo, el cadáver de Siegfried.
Bibliografía
Cantar de los Nibelungos; Madrid, Cátedra, 1998.Edda Mayor; Madrid, Alianza Editorial, 2000.Saga de los Volsungos; Madrid, Gredos, 1998.Sturluson, S.; Edda Menor. Madrid, Alianza Editorial, 2000.Wagner, R.; El ocaso de los dioses. Madrid, Turner Música, 1986.Sobre la Thidrek Saga: http://www.xs4all.nl/~
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EL SUEÑO DE GUDRÚN
por Fátima Gutiérrez ("Wagnermanía, junio de 2002)
Durante el interludio orquestal que abre paso a la Tercera Escena del Primer Acto del Ocaso de los dioses, la que ha sido, durante toda la obra, una trágica resonancia, pasa a convertirse en la más tierna de las evocaciones: en la mano de Brünnhilde, el Anillo y su tema parecen liberados del viejo maleficio. Pero un trueno y el estallido de la cabalgada rompen el encantamiento. Waltraute no trae el perdón del Padre de las Batallas (que ya sólo espera el fin en el majestuoso silencio del Walhall); en un último y desesperado intento, insta a su hermana a devolver la joya maldita a las ondinas. Es en vano. La walkyria no puede entregar la prenda del amor y la fidelidad de Siegfried. Poco después, éste volverá a cruzar la muralla de fuego, pero, esta vez gracias al Tarnhelm, bajo la apariencia de Gunther. En un forcejeo, rendirá a la hija de Wotan y le arrancará el anillo; aunque, fiel al juramento de sangre, esa noche Nothung se interpondrá entre los dos.
Con el Segundo Acto, volvemos al palacio de los hijos de Gibich, la atmósfera es oscura y pesada. Hagen duerme abrazado a su lanza. Un repentino rayo de luna descubre a Alberich agazapado a sus pies y, en uno de los pasajes más impresionantes de la Tetralogía (Schläfst du, Hagen, mein Sohn?), el enano exige a su hijo la venganza y la recuperación del anillo.
Siegfried, de vuelta al palacio, sólo desea encontrarse con Gutrune.
La disputa de las reinas
Tanto en los poemas éddicos como en el Nibelungenliedtambién está a punto de consumarse la tragedia; como ya hemos visto (La estirpe de Gibich), la desencadenará un altercado entre Gudrún y Brýnhild. Incidiendo, una vez más, en el conocimiento, aceptación y cumplimiento consciente del destino, que caracteriza al héroe nórdico, en laVölsunga Saga, un sueño de Gudrún, que interpreta la misma Brýnhild, resume y anticipa lo que, inevitablemente, ha de ser: Te revelaré tu porvenir: a ti vendrá Sígurd, el hombre por mí elegido. Grímhild le ofrecerá aguamiel envenenado y surgirán graves disputas entre todos nosotros. Lo tendrás para perderlo poco después. Te casarás con el rey Atli. Perderás a tus hermanos y matarás a Atli.
Ya volveremos al final de esta predicción; de momento, vamos a recordar (Promesas) que en el Nibelungenlied, Sigfrid conquista (en el sentido militar del término) a la belicosa reina de Islandia para Gunter y, así, poder casarse con hermana de éste, Kriemhild. Por lo tanto, a diferencia de los textos escandinavos, en el cantar austriaco no hay ningún lazo amoroso entre ambos personajes; sin embargo, este último conservará el tema común de la disputa, será durante el Canto XIV: De cómo las reinas se agraviaron. Aunque, aquí, es sólo el honor el que debe ser vengado, no el juramento de amor incumplido por obra del filtro de Grímhild, que sólo aparece en la tradición éddica.
Al volverse a encontrar, después de diez años de sus bodas, las dos reinas discuten agriamente sobre la nobleza, fama y gallardía de sus respectivos esposos. Kriemhild señala que Sigfrid es superior a Gunther, ya que fue él quien verdaderamente conquistó a Brünhild, y lo demuestra con el anillo y el cinturón de seda de Nínive y piedras preciosas que, durante aquel incidente, el héroe arrebató a reina de Islandia. El caballero Hagen de Trónege, al verla tan atribulada, decide vengar el ultraje. Gunter actuará como cómplice. En esta versión germánica, Sigfrid no será quemado sino sepultado y Brünhild no volverá a aparecer en el poema. Pero todo el dramatismo de su inmolación escandinava será sustituido por el dolor de Kriemhild que hace romper la tapa del ataúd para besar una última vez al héroe, mientras llora lágrimas de sangre.
La walkyria desaparecerá, junto con Sígurd, de las antiguas historias éddicas arrojándose, como en la Völsunga Saga y El anillo del Nibelungo, a la pira en la que arde el cadáver de aquél a quien ella misma llevó a la muerte para vengar su inconsciente deslealtad. En varios poemas de la Edda Mayor, pero especialmente en elSigurdharkvidha hin skamma (Breve Canto de Sígurd), la risa de Brýnhild, en el momento en el que conoce la muerte del héroe, sobrecoge al lector tanto como el meticuloso reparto de sus bienes y la preparación del túmulo funerario en el que, finalmente, arderá junto a él, por propia voluntad. Snorri parece quitarle importancia a la autoinmolación de la walkyria; en su Edda Menor sólo indica que se quita la vida con una espada y que es quemada en la misma pira que Sígurd. Sin embargo, un curioso poema éddico: el Helreid Brýnhildar(Viaje al Hel de Brýnhild) nos la presenta, después de su muerte, camino del Otro Mundo, para reencontrarse con el hijo de Sígmund. Una giganta le cierra el paso recriminándole el perseguir al esposo de otra mujer. Entonces, la walkyria evoca el castigo de Odín y cómo el héroe sin miedo traspasó una muralla de llamas para despertarla, antes de que el engaño se interpusiera entre ambos. Sus sentimientos aflorarán en los últimos versos del poema: ¡Nunca debimos Sígurd y yo vivir separados!
También en el momento en el que Sígurd es asesinado, todo el interés de los antiguos textos se centra en Gudrún. Su personaje (que es el principal protagonista del Nibelungenlied, con el nombre de Kriemhild, no lo olvidemos) nada le tiene que envidiar al de los demás héroes, ni en grandeza, ni en valor. Es, por lo tanto, muy diferente del que se nos presenta en la Tetralogía de Wagner, al igual que ocurrirá con sus hermanos Gúnnar (Gunther) y Högni (Hagen).
Gudrún y Atli
Con la muerte de Sígurd se cierra el segundo de los cuatro ciclos que componen el antiguo mito de los Niflungar (Nibelungos). Ya ha pasado ante nosotros el ciclo de las mocedades del héroe y el de su final; quedan, por lo tanto, el del final de los burgundios y la muerte de Atli (el Etzel alemán que nosotros conocemos como Atila), precisamente el segundo marido de Gudrún y, además, según algunos cantos éddicos y la Völsunga Saga, el hermano de Brýnhild.
En distintos poemas de la Edda Mayor dedicados a Gudrún, pero muy especialmente en uno aristocrático y refinado: el Atlakvidha (Canto de Atli), y otro bastante más realista, personal (el autor anónimo nos da su propia interpretación de los hechos) y probablemente también más cercano a las tradiciones germánicas del sur: los Atlamál (Dichos de Atli), se nos cuenta el destino de Gudrún, sus hermanos y su segundo marido, materia que recogerá, unificádola, la Völsunga Saga. Allí, vemos cómo Grímhild vuelve a usar de sus artes, preparando un filtro para que su hija olvide, en un instante, todas sus penas, y la insta a casarse con el poderoso rey Atli. Sin embargo, su dolor es más fuerte que la magia y nunca alejará de su pensamiento a Sígurd ni a su hijo Sígmund (todavía niño y asesinado junto a él) aunque, a regañadientes, acceda a una nueva boda. Un tiempo después, presagios siniestros se presentan en los sueños del rey, que desea poseer el tesoro de los Niflungar, ahora, en manos de Gúnnar y Högni. Idea, pues, una treta para asesinarlos invitándoles a un gran banquete; pero Gudrún descubre sus intenciones y previene a sus hermanos de la traición, enviándoles un anillo envuelto en pelo de lobo -según la Dráp niflunga (Muerte de los Niflungos) de la Edda Mayor, este anillo es precisamente el de Andvari, antecedente mítico de nuestro anillo del nibelungo-. También las mujeres de ambos, después de interpretar runas y sueños premonitorios, les ruegan no acudir a la traicionera llamada de Atli; pero de nada sirve: el héroe del Gran Norte nunca intenta esquivar al destino, se esfuerza en apurar su copa hasta la última gota, por muy amarga que sea.
El corazón de un valiente
Cuando Gúnnar y Högni se acercan al palacio de Atli, éste les reclama el tesoro de los Niflungar y, ante su negativa, se entabla una gran batalla. La reina se acerca a sus hermanos para intentar una reconciliación, pero, al no conseguirla, se viste con una armadura, empuña una espada y lucha junto a ellos como el más valeroso de los guerreros. Pese a todos los esfuerzos, ambos son, finalmente, apresados y encadenados por el rey de los hunos. Cuando Atli le vuelve a preguntar al rey Gúnnar dónde se encuentra escondido el oro, éste pone como condición ver antes el corazón sangrante de su hermano Högni. Los consejeros del reino matan a un esclavo, le arrancan el corazón y se lo presentan; pero la treta no surte efecto: Lo que veo es el corazón del cobarde de Hjalli, muy distinto del corazón del valeroso Högni, pues aún palpita fuertemente, aunque ni la mitad de lo que palpitaba cuando aún estaba dentro de su pecho. Entonces el rey da orden de arrancar el corazón de Högni que, al oír la sentencia lanza una carcajada, demostrando, por última vez, su valor. Gúnnar no duda: Veo el corazón del valeroso Högni, muy distinto del corazón del cobarde Hjalli, pues late despacio, y latía aún más despacio cuando aún estaba dentro de su pecho. Ahora el hermano de Gudrún tiene la seguridad de que sólo él sabe donde está el tesoro de los Niflungar y, por lo tanto, de que nunca llegará a manos de los hunos, de que nunca saldrá de entre las aguas del Rin. Atli manda arrojarlo a una fosa llena de serpientes a donde Gudrún le lanza un arpa que él consigue tocar, rascando las cuerdas con sus dientes, ya que estaba atado de pies y manos; y lo hace con tal maestría y dulzura que consigue adormecer a todas las serpientes, excepto a una enorme culebra que, introduciéndose por la nariz del héroe, le devora el corazón. Según el Oddrúnargrátr (Lamento de Oddrun, hermana de Atli y enamorada de Gúnnar) de la Edda Mayor es la propia madre del rey de los hunos, la que, convertida en serpiente, asesina a Gúnnar.
Como podemos ver, estos personajes distan mucho del Gunther y el Hagen wagnerianos. Pero aún no hemos contado cómo acaba la historia de su hermana Gudrún.
El festín de Atli
El rey de los hunos intentó compensar con oro la muerte de los hermanos de Gudrún, pero ella no lo aceptó. Sólo quiso celebrar sus funerales con un gran banquete en el que, sin saberlo, Atli comió los corazones de los dos hijos que había tenido con la reina y bebió su sangre, mezclada con vino, utilizando sus cráneos como jarra. Previamente Gudrún los había degollado con sus propias manos (lo que nos recuerda al festín de Atreo, de la mitología griega, que mata a los hijos de su hermano Tiestes, los despedaza y se los sirve en un convite). Al conocer la verdad, Atli desea que Gudrún sea lapidada (la muerte más vergonzosa para la mujer en Escandinavia), pero ella, acompañada de un hijo de Högni y aprovechando su sueño, atraviesa con una espada el pecho del rey, le prepara un gran funeral y prende fuego a su palacio con todas sus pertenencias. De esta manera quedaban vengados sus hermanos.
Gudrún ya no quería seguir viviendo, pero aún no era tiempo de cumplir la totalidad de su destino. De su matrimonio con Sígurd había tenido una hija, a la que dio por nombre Svandir (Batalla del Cisne) y que había heredado la penetrante mirada de su padre. Creció en la corte del rey Jónark (que se convertiría en el tercer marido de Gudrún), donde las olas llevaron a su madre al intentar quitarse la vida en el mar. Cuando la hija de Sígurd se había convertido en la más hermosa de las mujeres y estaba en edad de casarse, fue injustamente acusada de amar al hijo de su futuro esposo y condenada a una muerte indigna: pateada por caballos. Pero, para que se cumpliera la sentencia, tuvieron que encapuchar a los animales porque, al mirarlos fijamente, reconocían en ella el brillo de los ojos de los völsungos y no osaban acercarse. Este fue el último dolor de Gudrún. Después de mandar a sus otros hijos a la batalla para vengar a Svandir pudo, al fin, descansar: ¿Recuerdas Sígurd, lo que me decías cuando yacíamos juntos? Que me esperarías o vendrías por mí desde el infierno. Y aquí terminaron sus lamentos...
Bibliografía
Cantar de los Nibelungos; Madrid, Cátedra, 1998.Edda Mayor; Madrid, Alianza Editorial, 2000.L’Edda poétique (Textos presentados y traducidos por Régis Boyer); París, Fayard, 1992.Saga de los Volsungos; Madrid, Gredos, 1998.Sturluson, S.; Edda Menor. Madrid, Alianza Editorial, 2000.Wagner, R.; El ocaso de los dioses. Madrid, Turner Música, 1986.
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martes, 19 de noviembre de 2013
CARMINA BURANA
- Canciones Profanas [↩]
- Los enlaces son a la Wikipedia española, pero aquí somos, a lo que se ve, muy parcos en palabras, así que apenas hay información. Recomiendo navegar a la Wikipedia inglesa, que tiene mucha más información y de mucha mayor calidad. Eso sí: en inglés. [↩]
- Enlazo con la Wikipedia inglesa porque en la española no existe la entrada [↩]
- La cantata tiene veinticinco fragmentos, pero uno de ellos es instrumental, y el O Fortuna no sólo abre la obra, sino que también la cierra [↩]
- Primo vere ==> Prima vera [↩]
- El mítico país de la abundancia, equivalente a nuestro Jauja [↩]
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