domingo, 27 de noviembre de 2016

UNA SALUDABLE RENOVACION DEL REPERTORIO

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires: Director: Wolfgang Wengenroth. Programa: Gyorgy Ligeti: “Lontano”, Anton Webern: Cinco Piezas, Op. 10, Seis Piezas, Op. 6, Johann Sebastian Bach/Arreglo de Anton Webern: Fuga (Ricercata) a Seis Voces de “Una Ofrenda Musical”, BWV 1079/5, Morton Feldman: “Coptic Light”. Teatro Colón: 24 de Noviembre de 2016. (Abono Nº 13, Compartido con “Colón Contemporáneo”).

  Es una saludable iniciativa el que uno de los conciertos del ciclo “Colón Contemporáneo” integre además la programación de abono de la Filarmónica de Buenos Aires. Lo que a esta altura no es nada normal, es que en pleno siglo veintiuno estas obras no formen parte de los conciertos junto a las mas “clásicas”. Sabido es que la orientación que Enrique Arturo Diemecke la ha impuesto al organismo, abarca hasta las dos primeras décadas del siglo veinte. En cambio solo hasta ahora tuvimos algunas grageas en las cuales tambien mostró capacidad de adaptación (solo basta para el caso recordar la velada dedicada a Mauricio Kagel, con la presencia de Este en la sala).Aquí tuvimos un programa dedicado a dos gigantes contemporáneos. Gyorgy Ligeti (hace algunos años desaparecido) y Morton Feldman, quien junto a Salvatore Sciarrino es hoy un faro, una referencia para muchos creadores actuales de Ntro. Medio. Y en el centro del programa, dos obras muy poco frecuentadas de Anton Webern y un arreglo de este basado en Johann Sebastian Bach. Un riquísimo programa para oídos predispuestos.

  Me detengo primeramente en la frase anterior: “Oídos Predispuestos”. La conducta de un gran sector de la concurrencia fue sencillamente atroz. Propia de una intolerancia que hace imposible que quienes la llevan a cabo puedan siquiera apreciar en algún sentido las obras que se ofrecieron. Toses groseras, ni siquiera mitigando los sonidos que emiten pensando en los demás, ruidos, celulares que no se apagan y que suenan en el medio de la interpretación. Todo eso me lleva a pensar que quien hace eso y compra un abono no repara en la programación. Va al concierto para no perder el valor de la entrada y se manifiesta así en lugar de no concurrir o al menos retirarse de la sala si no le gustan las obras al término de algunas de ellas. Lo rescatable en cambio es la actitud de los interpretes, que año tras año abordan este repertorio. Si tenemos en cuenta que no hace muchos años, hubo una controversia en torno a la repentina deserción de los atriles de “Ritmica Ostinata” de Juan Carlos Paz (Controvertida figura Nacional, si las hay), el avance que hoy en día han manifestado es monumental.

  Yendo de lleno al programa, la apertura mostró la intensa música de Gyorgy Ligeti y su “Lontano”, que fue objeto de una interpretación minuciosa, casi quirúrgica. Con intervenciones solistas de excepción en todos los sectores de la Orquesta. Un interesante contraste mostraron las dos obras de Anton Webern elegidas. Las Cinco piezas del Op. 10 y las Seis Piezas del Op. 6, que nos permitieron adentrarnos mas en el universo creador de este gran maestro Austríaco, del  que solo nos han llegado muestras casi a cuentagotas, una de Ellas, la célebre “Passacaglia”, su Op. 1, tuvo tan solo la interpretación en Ntro. Medio hace unos años por Juan Pablo Izquierdo y la Filarmónica, sin olvidar la de la Sinfónica de Viena con Roshdestvenski al podio y la de Zubin Metha en su visita con la Filarmónica de Munich. Las primeras son brevísimas, casi cortantes para un orgánico reducido y de llamativa disposición, con órgano, celesta, arpa, percusión y unos pocos vientos y cuerdas. Las segundas expresan desolación y duelo (había fallecido su madre al momento de componerlas) y nos acercan al Webern mas conocido e intenso.  Y el arreglo de Bach (del que también hace ya un tiempo escucháramos uno similar de Gerardo Gandini para su inolvidable “Sinfonietta”), interpretado en un “tempi” mas bien lento, casi pesante, muy distinto que el que hoy hacen conjuntos revisionistas con instrumentos  a la usanza de época, que deja al arreglo Webern un tanto incomodo ante el enfoque actual.

  Ya en la segunda parte, afortunadamente con el masivo desbande por parte de los intolerantes, disfrutamos a pleno de “Coptic Light” de Morton Feldman, compositor Norteamericano, discípulo de Cage, el que a partir del efecto que provoca la luminosidad de los tejidos arcanos del Museo del Louvre, esencialmente coptos, dispara la idea de un tema que va sufriendo diferentes metamorfosis sin perder de vista el inicio del mismo. Fue una maravillosa experiencia sonora, desde la sensualidad de la melodía inicial y sus variantes posteriores, que provoca en el oyente una atracción poco frecuente que llevó a la reacción final con una justiciera ovación para los interpretes.

  El Alemán Wolfgang Wengenroth, joven Director, fue convocado para la realización de este concierto. Demostró conocimiento, consustanciación con el repertorio y extrajo al milímetro todos los detalles de cada obra, logrando con la Filarmónica un formidable entendimiento para un extraordinario resultado. Bienvenida sea la renovación y, por favor, no cerrarse ante lo nuevo, nos atrofia.


Donato Decina

sábado, 26 de noviembre de 2016

EN EL DIA DE LA MUSICA, EL COLON BRILLO CON MAHLER

Teatro Colón: Cierre del Abono Verde 2016. Orquesta Estable del Teatro Colón, Director: Enrique Arturo Diemecke. Coro Estable del Teatro Colón: Director: Miguel Martínez. Coro Polifónico Nacional: Director: Darío Marchese. Coro de Niños del Teatro Colón: Director: César Bustamante. Solistas: Jaquelina Livieri (Soprano), Daniela Tabernig (Soprano), Paula Almerares (Soprano), Alejandra Malvino (Mezzosoprano), Guadalupe Barrientos (Mezzosoprano), Enrique Folger (Tenor), Alejandro Meerapfel (Barítono), Fernando Radó (Bajo). Programa: Gustav Mahler: Sinfonía Nº 8 en Mi bemol mayor “De Los Mil”. Teatro Colón, 22 de Noviembre de 2016.

  Pocas son las ocasiones que en Ntro. Medio se pudo escuchar Esta “Mega Obra”. Hagamos memoria: 1977, Filarmónica de Buenos Aires con Calderón en el Colón (para 6 conciertos). 1998 nuevamente con Calderón, ahora con la Sinfónica Nacional, El Polifónico Nacional, El Polifónico de Córdoba, El “Delfino Quirici” de Río Cuarto, El Nacional de Niños y el lamentablemente desaparecido Coro de la Asociación Wagneriana de Buenos Aires, para el ciclo de Esta última en el Colón por una sola ocasión. 2010, la gigantesca patriada de Alejo Pérez en La Plata (3 ocasiones) y en el Luna Park (3 Ocasiones), con la Estable del Argentino y su Coro (Casualmente con Miguel Martínez como preparador), el Polifónico Nacional, El Coro de Niños del Argentino y, nuevamente también,  el Nacional de Niños. Ahora el Turno de la Estable del Colón, con los Coros Estable y de Niños de la Casa y,  una vez mas, la convocatoria al Polifónico Nacional. Esta vez le cupo a Enrique Arturo Diemecke la responsabilidad de amalgamar fuerzas y concertar semejante página. Analicemos entonces lo escuchado.

  Es bueno que se le haya confiado Este programa a Diemecke, el que con esta interpretación culmina entre Nosotros la interpretación integral de las sinfonías de Mahler. Ambicioso bocado que la mayoría de los Directores de Orquesta pretenden para sí.

   Si miramos en perspectiva Este trabajo del gran sinfonista Bohemio del Post-Romanticismo, nos preguntamos el Porque lo denominó sinfonía. ¿Puede ser considerada cantata?, no. ¿Oratorio?, menos, teniendo en cuenta que son dos fragmentos muy disímiles entre sí para que se trate de eso y no hay por caso otra forma que reemplace a la Sinfonía. En dos movimientos y prácticamente toda cantada.  
  Uno hubiese querido que la Filarmónica haya sido quien la interpretara, teniendo en cuenta que el tándem Diemecke-Filarmónica es una alianza a esta altura casi indestructible. Sin embargo se le confió a la Estable este trabajo, del que solo por la inclaudicable tenacidad del Director Mexicano emergió airosa. Página difícil. Refuerzos de la Filarmónica para completar el orgánico mínimo requerido para acometerla. Repertorio con el que está poco familiarizada, son algunos de los ítems que pesan a la hora de hacer esta crónica. A favor, Diemecke logró extraerle un sonido que al solo antes Stefano Ranzani en “Macbeth” pudo concretarlo dentro de la presente temporada. Los fragmentos puramente orquestales fueron expuestos a pleno y justos en “Tempi” y en Expresividad. También la ayuda que elementos que antes pertenecían a la Filarmónica y pasaron a la Estable con los Concursos del 2010/11 (y que conocen de memoria la forma de trabajar del Director) prestaron en esta ocasión. Algunos de los solistas que también intervinieron en la versión de Alejo Pérez también aportaron lo suyo, al igual que el Polifónico Nacional, donde algunas de sus voces la cantaron en las ultimas tres oportunidades en que fue ofrecida. Todo esto, sin dudas,  sumó mucho. En cambio un notable punto en contra, lo constituyó que toda la masa sinfónico-vocal-coral no pudo ser ubicada de manera tal que la Campana Acústica del escenario pudiese estar armada por completo, por lo que parte de los coros estuvieron dentro de Ella y la Orquesta y los Solistas fueron colocados por delante en donde solo habían cortinados a los costados. Allí se perdió muchísimo el sonido, los bronces sonaban apagados y algunas voces fueron literalmente “tapadas” por parte de los coros. En cambio tanto a Paula Almerares como a la banda fuera de escena, al estar ubicados en Palcos Altos,  pudieron ser escuchados óptimamente.

  La Concepción de la Obra por parte del Conductor es óptima de punta a punta. Todos los detalles, efectos, acoples, acompañamiento a los cantantes,  se fueron desgranando uno por uno, logrando un perfecto empaste y momentos de notable virtuosismo. Los coros tuvieron un soberbio ajuste y cantaron con notable entrega. Al Estable, Miguel Martínez lo llevó a una de sus mejores actuaciones desde que El Director se hiciera cargo nuevamente del conjunto. Vale lo mismo para el Coro de niños el que también de la mano de César Bustamante logró una notable intervención. Ni que hablar del Polifónico, curtido por demás en este repertorio,  el que guiado por Marchese, se movió como pez en el agua.

  En la parte puramente vocal, Daniela Tabernig (Que está atravesando un formidable momento artístico), Enrique Folger (El que se afianza en este repertorio como también le ocurriera en la versión reducida de “La Canción de la Tierra” en la Usina del Arte, Exactamente un mes antes de Este concierto) y Fernando Radó (Con un volumen vocal estupendo),  tuvieron pleno lucimiento. Jaquelina Livieri estuvo en una de sus mejores noches y, fundamentalmente en la segunda parte, ofreció una actuación meritoria. Alejandra Malvino cantó con la solvencia a la que nos tiene acostumbrados y Guadalupe Barrientos tuvo destellos de calidad. Paula Almerares tuvo una breve intervención con correctísimo desempeño. Alejandro Meerapfel logró finalmente sobrepasar a toda la masa orquestal que tenía encima en su fragmento mas importante y pudo convencer.

  El Colon ofreció un buen producto como broche de oro a un abono que tuvo de todo, Barenboim-Argerich- Kaufmann-Fleming-Lang-Vengerov y esta obra colosal. Es de esperar que se repitan sucesos de esta envergadura, aunque para esta sinfonía en particular creo que el lugar mas adecuado hoy sea la “Ballena Azul”.

Donato Decina 

domingo, 20 de noviembre de 2016

VEINTICINCO AÑOS DESPUES, OTRA EXCELENTE ANTIGONA VELEZ

“El Dilema de Antígona Vélez”, Opera en un acto dividido en diez escenas sobre idea de Guillermo Asencio, basado en “Antígona Vélez” de Leopoldo Marechal. Música de Sebastián Boeris, libreto de Sara Melul. Interpretes: Natalia Alberó (Antígona Vélez), Santiago Martínez (Lisandro Galván), Gerónimo Seib (Don Facundo Galván/Don Rosendo), Paula Do Souto (Carmen Vélez/Paulina), Laura Katz (Kundry), Miguel Angel Pérez (Don Pascual/Capataz/Sargento), Ana Laura García (Francisca/Bruja Nº 1), Leila Recchi Rodríguez (Bruja Nº 2), Bibiana Fischy (Doña Aurelia/Bruja Nº 3). Actores: Germán Crivos (Alter Facundo), Elisa Nasi (Alter Carmen), Alba Castillo (Alter Aurelia), Norberto Rodríguez (Alter Rosendo).  Escenografía, Diseño de Iluminación (Compartido), Vestuario: Zacarías Gianni. Coreografía: Pamela Atrio. Octeto de músicos dirigidos por Pablo Bonacci. Dirección Escénica y Diseño de Iluminación (Compartido): Guillermo Asencio. Espacio “El Galpón de Caballito”, Función de Estreno Absoluto del 16 de Noviembre de 2016.

  A veinticinco años del estreno de una de las óperas mas ambiciosas de toda la historia musical argentina (también una de las más exitosas), Marechal y su “Antígona Vélez” vuelven al drama lírico. Vaya puntos de contácto. Un mismo tema tratado por Juan Carlos Zorzi, por ese entonces transitando los últimos momentos de su primer ciclo como titular de la Sinfónica de Rosario, como por Sebastián Boeris, Rosarino de Nacimiento allá por 1985, el que tal vez de refilón haya logrado escuchar algún compás de Zorzi allí durante la segunda titularidad de Este, lamentablemente trunca por su muy prematura desaparición física. Leopoldo Marechal como punto de encuentro y, para esta nueva “Antígona”, Guillermo Asencio como disparador de ideas. Por último, ¡Bravo!: al Fondo Nacional de las Artes por aprobar y becar este proyecto.

  Lo primero que Guillermo Asencio aclaró a viva voz antes del comienzo del espectáculo, es que en nada este trabajo competía con la ópera de Zorzi. Es una adaptación del Teatro de prosa de Marechal al formato lírico con un lenguaje musical muy actual.  Y vaya si fue correcta esta primera aclaración. Este es un trabajo muy concentrado. Comprimido. Adaptable al espacio físico del “Galpón de Caballito”, un muy lindo lugar sobre la Avenida Avellaneda frente al puente sobre la calle Nicasio Oroño y las vías del Sarmiento (“Rosario siempre estuvo cerca” diría Páez, Nicasio Oroño tiene en Rosario su correlato con, ni mas ni menos que, el Boulevard Oroño, una de sus arterias principales). A la inversa, la “Antígona” de Zorzi, fue siempre pensada para las grandes salas y hacia allí apuntaron tanto el Compositor y Director de Orquesta como Javier Collazo su libretista. En cambio aquí, gran parte de los méritos corresponderán también a Sara Melul, responsable de una extraordinaria adaptación tanto del texto de Marechal como las inclusiones y alusiones del original de Sófocles, derivando en una expresión escénica formidable por su poder de síntesis, sin sacrificar en nada la esencia de ambas obras y  llevada a cabo en un espacio reducido y poco convencional. En cuanto a la música de Boeris es concisa, contundente, muy cómoda para el trabajo de las voces como también lo es para el público,  a veces tan reacio a aceptar productos de lenguaje musical moderno, lo que es casi el único punto en común con el producto de Zorzi, el que por algo también triunfó usando también un lenguaje moderno pero accesible para el espectador y, por lo tanto, esta obra se termina imponiendo por todas las cualidades que he descripto. Y aquí cobra  vuelo e intensidad el trabajo admirable de Guillermo Asencio como Director Escénico, aunando el Teatro de prosa con el musical, ahondando en la “psiquis” de la protagonista, hermana y madre de sus hermanos y el “dilema” en el dolor de sepultar dignamente al castigado Ignacio, dejado a la intemperie a merced de los caranchos, en detrimento de Martín, su otro hermano, velado con todos los honores camperos, mas aún,  a costa de jugarse Ella misma su vida y dejar huérfana a Carmen, su otra hermana. La presencia de los “Alter”, tanto para un personaje central como Don Facundo Galván, como para roles secundarios como Carmen (que aquí tiene una participación mayor que en la Antígona de Zorzi no tenía), Rosendo (El Viejo Rastreador) o Aurelia. Para ello,  Germán Crivos (Don Facundo), Elisa Nasi (Carmen), Norberto Rodríguez (Rosendo) y Alba Castillo (Aurelia) realizan composiciones actorales formidables desde todo punto de vista, con una entrega física y vocal sin concesiones. Las voces convocadas lo fueron merced a una cuidadosa selección y se notó. El protagónico estuvo a cargo de Natalia Alberó, voz potente, firme, con notable entrega. Su actuación no decae en ningún momento. Lisandro Galván fue Santiago Martínez, voz de bellísimo timbre, buena figura e impecable línea de canto, su fragmento del relato en donde le narra a Antígona su deslumbramiento amoroso  adolescente con Ella en ocasión de su primera doma de potro fue rico en expresividad y matices. Gerónimo Seib asumió los que acaso sean los dos roles mas comprometidos de toda la partitura: Don Facundo Galván y Don Rosendo y en ambos salió airoso con buena línea de canto y muy buenas dicción y expresividad actoral. Una revelación del espectáculo fue la joven Paula Do Souto para los roles de Carmen (Hermana de Antígona) y Paulina. Voz de gratísimo timbre y buena línea de canto. Otro hallazgo lo encontramos en Norberto Rodríguez, quien se desdobla en los roles de Don Pascual, El Capataz de “La Postrera” y el Sargento del Pelotón de Soldados que descubre muertos a los amantes atravesados por la misma lanza. Muy correcta Laura Katz en el rol de Kundry. Tres buenas voces cubren el rol de las “Brujas”: Ana Laura García ( que también es Francísca)de buena presencia y grato tímbre, Leila Recchi Rodríguez, correcta en su composición y Bibiana Fischy (también Doña Aurelia), tal vez la mas conocida de las tres por sus actuaciones en el “Off Colón”, de muy efectiva participación. Todas las voces, supieron también actuar y decir en la prosa (algo desgraciadamente muy poco frecuente en Ntro. Medio y eso es también acierto de Asencio).
  Entrando en el terreno técnico, Pamela Atrio desarrolló coreografías acordes a los momentos musicales en que se desarrollan, llevadas a cabo tanto por los cantantes como por los actores de manera muy efectiva. Zacarías Gianni lleva en la sangre su oficio. Es indudable que abrevó en los trabajos de su padre Carlos para presentarnos un marco escénico minimalista muy efectivo, desarrollado por Malén Gorgone Pampin y Florencia Iribarne Lucato con extraordinario manejo de la paleta de color, resaltado ello con una muy buena iluminación, desarrollada en conjunto con Guillermo Asencio, la que da marco estupendo en todo el espectáculo y un vestuario que dio justo en las formas e idiosincrasia de los hombres y mujeres de Ntra. Pampa en aquella época (No olvidar que la acción de Marechal está ambientada en la época de la Conquista del Desierto, aún cuando en lo geográfico pone a “La Postrera” en lo que hoy es el partido de Castelli en la Provincia de Buenos Aires y en el dúo de amor de Antígona y Lisandro se hable además de las “Barrancas del Salado” donde hoy se sitúa “Villa Raquel”, la legendaria estancia de la también trágica Familia Guerrero con su castillo visible al costado de la Autovía 2).

  Para el final dejé la revelación que ha sido para mí la vibrante concertación de Pablo Bonacci, un muy joven conductor de 27 años, dueño de una solidez de recursos admirable, muy firme en los gestos al frente de un octeto de sobresalientes instrumentistas en donde hubo matices, colores y énfasis a lo largo de toda la función. Diálogo permanente Cantantes-Grupo Instrumental-Director, para garantizar este éxito.

  Sin temor a equivocarme, creo haber estado frente al mejor estreno de una obra Argentina en la actual temporada. Salí plenamente gratificado y entiendo que es un esfuerzo que no deberá caer en saco roto, es decir, merece reponerse a futuro. Lo merecen.



Donato Decina

jueves, 17 de noviembre de 2016

ROBERTO LUIS BLANCO VILLALBA
(1951-2016)

DEFINITIVAMENTE LEYENDA

Queridos Lectores: Superado ya el impacto que provocó la partida de Roberto, la que no por ser posible sorprende de igual manera por el fulminante desenlace, me impone ahora la tristeza de despedirlo desde Este espacio por el creado y para el que fui convocado a colaborar y en el que en los últimos tiempos escribí mis crónicas cubriendo el espacio escrito de cobertura de espectáculos, ya que no era su animo el mejor como para sentarse a una PC y comentar desde allí El también.
  No voy a hacer semblanza biográfica. Roberto las haría de los demás, pero no la propia. Vayamos entonces al que era favorito de todos Uds. Campechano, frontal,  sin anestesia. Mi segunda pareja lo definió como un “sincericida” a bocajarro frente a frente y El, divertido, aceptó de muy buena gana la definición. Mordaz, ácido, sin concesiones, dueño de una descomunal discoteca con la cuál de no haber mediado sus dramáticos problemas de salud, alcanzaban para hacer por lo menos  treinta años mas el “Opera Club”, su hijo natural, su criatura, pese a su soltería por decisión (el otro hijo, adoptivo este,  era “Liebchen”, su caniche, adoptado definitivamente ahora por su hermano Carlos y el resto de su Familia). Generosidad múltiple, amigo de sus amigos. Nunca hizo uso de su espacio y de su cargo de programador de Radio Amadeus para difundir la música que El componía y que solo Nosotros, sus colaboradores junto a sus incondicionales amigos difundimos, acaso por primera vez al aire en su programa homenaje, para, al menos en mi caso, dejarme deslumbrado y pensar como era posible que no se conociera y que ni siquiera hubiera existido una tratativa para interpretarla en Ntro. Medio. Pasiones,  muchas: Callas, Georghiu, Alagna, Gedda, Schock, Maazel, Hampson Domingo (incluso cantando roles de Barítono), Solti, Toscanini y siguen las firmas. Desde los dieciocho años ejercía la crítica. Ahora sin El el vacío es muy profundo. Profesional hasta la medula, apasionado, necesitaba estar en todos los detalles y reservarse para si mismo la última palabra. Sabemos que los Sábados a la noche no serán lo mismo sin su voz y humildemente digo que lo que Roberto Falcone y Yo pretendemos en esta serie de programas que a invitación del Dr. Adolfo Critto, titular de la licencia de Radio Amadeus, hacemos a modo de homenaje, es seguir manteniendo la esencia que  Roberto le impuso al programa. Sus hermanos nos han permitido utilizar el título con esta condición. Lo merece y por derecho propio, Roberto definitivamente es leyenda.


Donato Decina