martes, 30 de agosto de 2016

UNA DIGNA “TOSCA” PARA RECORDAR A UN GRAN ARTISTA AL QUE POR CIERTO SE LO EXTRAÑA

Teatro Colón: “Tosca”, Opera en Tres actos con música de Giacomo Puccini, libreto de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa, basado en la obra de teatro homónima de Victorien Sardou. Intérpretes: Eva María Westbroek (Floria Tosca), Marcelo Alvarez (Mario Cavaradossi), Carlos Alvarez (Barón Vitelio Scarpia), Sergio Spina (Spoletta), Fernando Grassi (Sciarrone),  Mario de Salvo (Cesare Angelotti), Luis Gaeta (Sacristán), Carlos Esquivel (carcelero), Julieta Unrein (Pastor). Reposición de la Puesta año 1992 de Roberto Oswald, a cargo de Anibal Lápiz (Dirección Escénica y Vestuario), Christian Prego (Escenografía) y Rubén Conde (Iluminación). Coro Estable del Teatro Colón: Dirigido por Miguel Martínez. Coro de Niños del Teatro Colón: Dirigido por César Bustamante. Orquesta Estable del Teatro Colón: Dirección de Orquesta y Concertación: Carlos Vieu. 23 de Agosto de 2016.

  Con el anuncio, a fines del pasado año, de la temporada actual, todos los comunicadores musicales pusimos el ojo en la reposición de esta producción ampliamente conocida de Roberto Oswald, no solo por la categoría que el trabajo tuvo desde su primera presentación hace ya largos 24 años, sino por la importancia del elenco conformado, con un trío protagónico de nivel internacional, del que sobresalía la vuelta al Colón de  Marcelo Alvarez luego de inexplicables 19 años tras su presentación sin que se lo haya convocado nuevamente.  Si bien es gratísimo poder volver a disfrutar de un trabajo que recibió a cada momento unánimes elogios, el hecho que una de las últimas puestas que  de Oswald haya sido aquel “Falstaff” a medio presentar por los conflictos gremiales desatados por aquella época de realización, mueve a que en mi pensamiento ronde la idea de que ese trabajo debía ser repuesto, mas allá que se haya representado el título verdiano hace dos años atrás, teniendo en cuenta también la endeblez que la nueva presentación escénica tuvo (a pesar del formidable Ambroggio Maestri).

  La reposición tuvo en Anibal Lápiz (Con quien Oswald conformó una dupla inolvidable), a su Director Escénico, a Christian Prego (quien se sumó en los últimos años a la dupla de creadores), como encargado de la reposición escenográfica y a Ruben Conde como repositor de la iluminación. Técnicamente irreprochable en todo sentido. La magnificencia volvió a rondar por el  escenario y los nostálgicos estuvieron de parabienes. En cuanto a la marcación escénica, se extrañaron muchos detalles que el gran artista argentino siempre señaló: En el segundo acto, el ruido de grilletes que golpeaban contra el piso fuera de escena, tanto previa como posteriormente al momento de la tortura del pintor. En el Tercer acto, Floria ingresa con Spoletta, quien la deja junto a Cavaradossi, pero en el original, el fiel colaborador de Scarpia se mantenía junto a los oficiales conversando hasta la hora de la ejecución, simulando ante Floria que el juego estaba plenamente vigente. Acá no se lo vio. Pero por sobre todas las cosas, dio la impresión que se apoyó en los cantantes dejándolos hacer en la resolución de escenas,  y entonces se vio por ejemplo a un estático Scarpia decirle “Usted No” a Tosca, cuando intenta seguir a Cavaradossi luego del “Vitoria” y los esbirros se lo llevan para ejecutarlo, sin ningún movimiento que resalte el sentido.  Por lo demás, los desplazamientos de masas, las marcaciones a los interpretes co-primarios y lo que hace a la reposición de iluminación de Ruben Conde, se resolvieron de manera eficaz. Los dos Coros Estables del Teatro, el de Mayores y el de Niños, actuaron con corrección, faltó mayor énfasis y mayor fuerza en el canto final del Tedeum que cierra el primer acto. La concertación de Carlos Vieu mostró un avance respecto de la que escucháramos hace casi dos años atrás en La Plata. Los tiempos fueros mas ajustados y el rendimiento del conjunto fue satisfactorio, empero, estuvo muy pendiente de los cantantes protagónicos, sobre todo en lo que hace al fraseo,  por lo cual,  cierto letargo sobrevoló en algunos pasajes, cosa que,  entiendo,  debió evitar. También, al igual que    los coros, hubiera sido aconsejable un mayor énfasis y mas fuerza en el “Tedeum”, pero como ya veremos luego, Scarpia por momentos era poco audible, es probable que se haya sacrificado fuerza y fervor, para facilitar al protagonista del momento su cometido.

   Vamos a lo vocal desde los roles mas chicos a los mayores. Simpática intervención tuvo la niña Julieta Unrein (integrante del Coro de Niños), cantando (probablemente desde la araña) el rol del Pastor. Luís Gaeta estuvo correcto como el Sacristán. En cambio, debió haber existido una distinta asignación de roles en cuanto a Angelotti y el Carcelero, ya que Carlos Esquivel está mas para el primer rol y a Mario de Salvo se lo escucharía mas cómodo en este último. Correcto Sciarrone fue Fernando Grassi e impecable Spoletta ha sido Sergio Spina, con la solvencia, tanto vocal como actoral, que siempre se le reconoce.


   En cuanto a los protagonistas, Carlos Alvarez fue un correcto Scarpia. Mas allá de que en el mencionado “Tedeum” la Orquesta lo sobrepasó, vocalmente lució en buena forma. Actoralmente fue el mayor déficit, demasiada sobriedad cuando, sobre todo en el segundo acto, debe aparecer mas apasionado y,  antes de ser apuñalado, mostrando toda su lascivia.

   Marcelo Alvarez tuvo bello timbre, correcto canto, pero también una actuación por momentos desbocada. Algún pasaje sobreactuado conspiró contra una actuación que venía siendo de lo mejor.

   Eva María Westbroek, asumió el protagónico. Tuvo un muy buen primer acto. A partir del segundo acto su actuación se fue diluyendo hasta caer en una lectura “plana”, casi como pasando letra. El “Vissi d’arte” no pasó de la corrección, manteniendo esa “tesitura” hasta el final.

   Oswald merece, sin dudas, este y muchos otros homenajes, es muy válida la intención y la próxima, que sea con todos los detalles como a El le gustaba.


Donato Decina

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