viernes, 15 de abril de 2016



 TODO A MITAD DE CAMINO

Teatro Colón, Temporada 2016: “Don Giovanni”, Opera en dos actos, Libreto: Lorenzo Da Ponte, Música: Wolfang Amadeus Mozart. Intérpretes: Erwin Schrott (Don Giovanni), Simone Orfila (Leoporello), Paula Almerares (Doña Anna), María Bayo (Doña Elvira), Jonathan Boyd (Don Ottavio), Jaquelina Livieri (Zerlina), Mario de Salvo (Masetto), Lucas Debevec (Comendador). Coro Estable del Teatro Colón, Director: Miguel Martínez. Escenografía: Daniel Blanco, Iluminación: José Luís Fiorruccio, Vestuario: Renata Schussheim. Orquesta Estable del Teatro Colón: Director: Marc Piollet. Puesta en escena: Emilio Sagi, Teatro Colón, 05/04/16.
  No cabe duda que en cada nueva puesta de “Don Giovanni” se crea una lógica expectativa, dada su trama, las situaciones de comedia que se presentan, la visión del concertador y, por supuesto, la prestación de los intérpretes vocales. Después de presenciar el estreno, debo reconocer que en un punto salí defraudado, dado que una vez mas hubo un tropiezo en lo que es el talón de Aquiles de esta joya de la música y es el sostener en acción y en los tiempos musicales el segundo acto que es el que desata el drama en si mismo.  Mas aún, luego de un arranque promisorio, con una obertura muy bien expuesta, tanto en intensidad como en color musical y un ágil primer cuadro, lentamente comenzó a aletargarse el discurso, hasta que al llegar en el segundo acto, a partir de la serenata que “Leoporello”, vistiendo la indumentaria de su patrón, le ofrece a Doña Elvira, dicho letargo comenzó a acentuarse mas, hasta tornarse en un final muy difícil de soportar, llegando a momentos verdaderamente soporíferos. ¿Causas?, en ambas puntas. La escénica, en donde si bien Emilio Sagi quiso llevar la acción a la España de la primera mitad del siglo veinte, lográndolo muy bien y no afectando en lo mas mínimo la esencia de la historia, en ese difícil segundo acto, no logró  plasmar una escena lo suficientemente ágil, faltando a mi juicio, una pizca mas de “chispa” que enganchara definitivamente al público. Tampoco logró convencerme la alegoría del final, hecha a base de una farsa tomada de la recordada serie cómica “Los Locos Adams”, en donde en el momento de la cena, la parte decisiva en la que el Comendador le pide al protagonista que le brinde su mano, el “Convidado de Piedra” fue caracterizado como una mano que surge por debajo de la mesa, lo que inmediatamente me llevó a recordar al personaje de “Dedos”, de la recordada serie norteamericana. Cuando “Don Giovanni”  padece su final, queda extendido sobre la mesa en la que la cena ha transcurrido, y la moraleja del “burlador burlado”, se expresa cuando el resto de los personajes de la obra le desmenuzan sobre el cuerpo exánime una torta que está en la mesa, casi al estilo de los “tortazos” que los inolvidables “Tres Chiflados”, utilizaban en sus películas, por lo que estos recursos ultra remanidos no hacen mas que exhibir la limitación de ideas con la que escénicamente se resolvió la puesta. En cuanto a la parte musical, Marc Piollet, careció de ideas y no pudo sostener el discurso musical. La combinación de ambos factores, llevaron, sin dudas, al resultado por mi expuesto en los párrafos anteriores, por lo cuál una vez mas, el Colón quedó a mitad de camino en el objetivo y “Don Giovanni” sigue siendo, como en los últimos tiempos, una asignatura pendiente para la sala de la calle Libertad. Para dar adecuado marco a la propuesta visual, la escenografía de Daniel Blanco, la iluminación de José Luís Fiorruccio y, sobre todo, el excelente vestuario de Renata Schussheim, expresaron en el punto justo, las ideas del “Regista”.

  Pasando a lo estrictamente vocal, Erwin Schrott dio vida al protagonista. Tuvo presencia escénica, desenvoltura y vocalmente tuvo mucho oficio. De todos modos, todo ello no fue suficiente para convencer en el rol. Simone Orfila trazó un “Leoporello” muy correcto,  que terminó por ser el que mas convenció, por sus dotes histriónicas y su voz muy bien colocada. “Madamina Il Catálogo e Questo”, tuvo, dada su muy buena prestación,  a un interprete mas que adecuado. Paula Almerares cantó con solvencia su “Doña Anna”, aún cuando en lo actoral el Regista no pudo evitar corregirle muchos de sus  conocidos “tics”. María Bayo resolvió con oficio su intervención, pero ya aborda a “Doña Elvira” en una etapa en la que su carrera transita un tramo final y eso se notó. Supo esquivar los momentos difíciles que la partitura tiene en su rol, pero para ese personaje, con oficio solamente no basta. Jonathan Boyd tuvo un rendimiento desparejo. Mientras su “Dalla sua pace” fue lo que desató los aplausos mas sostenidos de la noche, “Il Mio Tesoro” lo mostró “diluido” dentro de la escena, acaso como sumándose a ese letargo al que hago referencia que ocurrió en el segundo acto. Jaquelina Livieri (Zerlina) y Mario de Salvo (Masetto), aparecieron en sus roles algunos escalones mas abajo que el resto. Si bien son dos reconocidos valores de Ntro. Medio, Ella con juventud, frescura y promisoria carrera y El, ya con mucho mas aplomo y varios roles secundarios de valía en el escenario del Colón, en las intervenciones de ambos se notó una diferencia sustancial respecto al resto del elenco y en una sala como la de Ntro. Primer Coliseo se evidencia mucho mas. Quienes arman los elencos para un abono que se cotiza a valor internacional, deberían tomar nota de todo esto, los desbalances se notan. Lucas Debevec trazó con corrección a su “Comendador”, transitando por carriles normales. El Coro, preparado por Miguel Martínez, tuvo una correcta participación.

  Abrir una temporada con un Título capital de la historia de la ópera, es un interesante desafío. Se puede acertar o no, aquí ocurrió esto último. Esta experiencia debe servir para ajustar criterios y detalles, capitalizar las falencias y no repetir errores.


Donato Decina

No hay comentarios:

Publicar un comentario