Teatro Colón: Ciclo de Seis sinfonías de Piotr I. Tchaickovsky, a cargo
de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Director: Enrique Arturo Diemecke.
Sesiones Presenciadas: Nº 1: Sinfonía Nº 1 “Sueños de Invierno” en Sol menor
Op. 13, Obertura “1812” (01/03/16). Nº2: Sinfonía Nº 2 en Do menor Op. 17
“Ucrania” (“Pequeña Rusia”), Sinfonía Nº 3 “Polaca” en Re mayor, Op. 29.
(02/03/16). Nº 4: “Francesca da Rimini” (Fantasía Sinfónica), Op. 32, Sinfonía
Nº 5 en Mi menor Op. 64 (04/03/16).
Realizar las Sinfonías de Tchaickovsky es todo un desafío en si mismo. Hacerlo de corrido en
cinco días también. Pero algunos detalles puntuales tienen, al menos, aristas
cuestionables. Bienvenido sea que luego de treinta y tres años, la Filarmónica
en su actual estado la encare. La integral anterior a cargo de Yuri Simonov, se
realizó a razón de dos sinfonías por semana,
intercalando una del primer período con una de la trilogía final, además
de incluir la sinfonía “Manfredo” y la Serenata para Cuerdas, que debieron ser
acometidas por Pedro Ignacio Calderón (Por entonces titular de la agrupación en
su segundo período al frente de la misma), ya que el conductor ruso debió
volver de emergencia a Moscú por un llamado del Teatro Bolshoi. En esta
oportunidad, “Manfredo” quedó inexplicablemente afuera, las sinfonías se
desarrollaron de manera correlativa y se incorporaron obras orquestales con un
orden en algunos casos cuestionable (Por ejemplo, cerrar con la
Obertura-Fantasía “Romeo y Julieta” tras interpretar la “Patética” en el cierre
del abono, al que por hacerse mientras estábamos al aire cerrando el ciclo
Zarzuela, me fue imposible concurrir). También resultó cuestionable la decisión
del Director Mexicano de efectuar cortes en el primer y tercer movimientos de la
sinfonía Nº 3, de la misma forma que en la versión ofrecida de “Francesca da
Rimini”, la que fue atribuída a Yevgeni Svetlanov (Diemecke dixit), algo que el
Director Ruso precisamente no hizo al interpretarla en su primera visita a la
Argentina, traído en 1989 por “Harmonía”. Entonces, aclarado esto, me cabe
decir que de las tres sesiones por mí presenciadas, las dos primeras tuvieron
desarrollo sumamente irregular. Con un conjunto que no rayó en la excelencia a
la que nos tiene acostumbrados, para responder a la expectativa creada en la
interpretación de la trilogía inicial de sinfonías. Faltaron mayor profundidad
y mayores matices en todas. Solo momentos de excelencia por parte de algún
instrumento solista y algún pasaje de conjunto mejor subrayado por el Director.
La única interpretación absolutamente rescatable de los dos primeros conciertos
fue la Obertura “1812” que cerró la primera noche. Ajuste, percusión
maravillosamente controlada y magnífico sonido del conjunto. Hasta el sonido
grabado de los cañonazos fue expuesto con justeza.
De la sesión restante a la que asistí, lamento mucho la versión
cercenada de “Francesca da Rimini”. El vuelo interpretativo demostrado por el
conjunto y la brevedad del programa ofrecido, hacen mas inexplicable aún la inclusión
de la versión con cortes. El resarcimiento a todo lo anteriormente expuesto fue
la electrizante y arrolladora versión de la Sinfonía Nº 5, que valió por todo
el ciclo. Homogeneidad del sonido y homogeneidad del discurso orquestal,
matices, sentimientos, maravillosas intervenciones solistas, vuelo, que
provocaron una solida construcción que rayó a gran altura, arrancando una
intensa ovación que llevó a los interpretes a bisar la Coda final, tan lograda
como la sinfonía toda.
Lástima que solo fueron grageas. Orquesta y Director demostraron en el
último concierto al que asistí que pueden brindar mucho mas.
Asistí a la función de la Cuarta con el Capriccio Italiano, donde este último estuvo muy bien pero la Cuarta fue dicha son soberana rutina (injustificados los braveos del respetable). También fui al cierre con la Sexta y Romeo y Julieta, donde ahí sí todo funcionó en alto nivel, con director y orquesta rindiendo al máximo.
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