sábado, 24 de octubre de 2015

UN IMPONENTE PROKOFIEFF HIZO QUE VALIERA LA PENA CONCURRIR

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Enrique Arturo Diemecke. Solistas: Lucille Chung - Alessio Bax (Pianos). Programa: Wolfang Amadeus Mozart: Concierto Nº 10 para dos Pianos y Orquesta en Mi bemol mayor, Kv. 365/316a. Serguei Prokofieff: Extractos de las dos Suites de la Música para el Ballet “Romeo Y Julieta”. Teatro Colón, 22 de Octubre de 2015.

  El Balance final de este concierto, me ratificó la impresión de que, afortunadamente, la Filarmónica está volviendo por sus fueros. La solidez mostrada en los fragmentos de “Romeo y Julieta” de Prokofieff, que si bien la venía interpretando completa como acompañamiento del Ballet Estable, no era así a comienzos de la temporada, cuando estaba programada solo para Este concierto, nos mostraron a Diemecke en su salsa, con pasajes de un lirismo y un vuelo absolutos e instantes de virtuosismo supremo del conjunto. Tal fue lo escuchado que, ¡Por fin!, no voló una mosca en el recinto, cero aplausos fuera de lugar, prácticamente cero toses y un sepulcral silencio de varios segundos hasta el comienzo de la catarata de aplausos que coronó la actuación. Ojalá tengamos unas cuantas noches mas en semejante nivel.

  El comienzo, nos trajo al escenario nuevamente a Alessio Bax, de cuya actuación solista para el Mozarteum ya me referí en crónicas pasadas. Esta vez lo hizo en  Compañía de su Esposa, Lucille Chung, Canadiense,  de obvia ascendencia Oriental, con la que abordó el Concierto Nº 10 para dos pianos de Mozart, redondeando la audición de obras Mozartianas de ese período, ya que Barry Douglas había abordado el Nº 14 en el Coliseo la noche anterior. En su ya clásica “Charla Explicativa”, esta vez al comienzo de la segunda parte, Diemecke comentó que la versión utilizada incluyó oboes y trompetas, “aún cuando no se supiese la procedencia de la misma, pero como quedaba mejor se la empleó”. Mas allá de semejante acto, a mi juicio temerario, tuvimos a un  Orgánico Orquestal grande en demasía para como se interpreta Mozart, y mas esta época de su producción, en la actualidad. Cuatro Contrabajos, veinte violínes, seis violas y cuatro violoncellos, ya son muchísimo. Y los “tempi” sonaron mas a Post-romanticismo que a Clasicismo. En cuanto al dúo solista, Bax reforzó mas mi convicción en el sentido de ser un correcto pianista, al que le falta aún un  mayor vuelo interpretativo, cosa que no sucedió con Chung, quien desde el vamos mostró mayor musicalidad, magnífico toque y pleno sentimiento. Aún así, gozaron del favor del público que retribuyó con sostenidos aplausos, los que fueron retribuidos con una electrizante versión a cuatro manos de “Libertango” de Piazzolla (Basta de Piazzolla, ¡por favor!), que hizo delirar a la concurrencia.


Donato Decina

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