Y UNA TARDE, LA
OPERA AL ROMA VOLVIO
“La Traviata”: Opera en
Tres actos y Cuatro Cuadros, basada en “La Dama de las Camelias” de Alexandre
Dumas (H), Música de Giuseppe Verdi y Libreto de Francesco María Piave.
Intérpretes: Rocío Cereceda (Violetta Valery), Fermín Prieto (Alfredo Germont),
Fernando Grassi (Giorgio Germont), Nora Balanda (Flora Bervoix), Cristian Taleb
(Gastón, Visconde de Letories), Juan Feico (Marques D’Obrigny), Alfredo
Gonzalez Reig (Barón Douphol), Claudio Rotella (Dr. Grenville), Stephanie Rivas
(Aninna), Angel Cerrichio (Giuseppe), Guido Evangelista (Criado de Flora),
Tomás J.M. Bar (Comisionario), Martín Arísta, Roberto Prado, Martín Tarditi, Diego Guerrero
(Actores). Coro del Instituto Municipal de Música de Avellaneda, Director
Armando Garrido, Regie: Boris, Escenografía: Hugo Ciciro, Iluminación: Oscar
M., Vestuario: María Vucetich (basado en
selección de Trajes pertenecientes al Teatro Argentino de La Plata), Orquesta
Sinfónica Municipal de Avellaneda, Director Musical: Dante Ranieri. Teatro Roma
de Avellaneda, 18 de Octubre de 2015.
Pasaron dieciocho
meses para que la lírica retornara a lo grande a la gran sala del sur del Gran
Buenos Aires. Y para este
acontecimiento, se eligió uno de los tres títulos mas taquilleros que registra
el Roma en su historial. Si bien en mi memoria atesoro el recuerdo de la
función de “Rigoletto” que marcó los festejos del Centenario de la misma, como
la que mayor concurrencia tuvo (año 2004), seguida por una versión de Concierto
de “La Sonambula” de Bellini en el 2001, como adhesión a la celebración del
“Año Bellini”, “La Traviata”, está ahí nomás. Téngase en cuenta que en los tres
casos debieron agregarse sillas en los pasillos, tal la concurrencia de público
a la función de días Domingo, que es la que mayor convocatoria tradicionalmente
tiene. El Intendente Jorge Ferraresi, quién esta semana disputará la
posibilidad de su reelección al frente del Ejecutivo Comunal en los comicios
del próximo Domingo, decidió a comienzos del año pasado, encarar la
restauración de la sala y la remodelación de parte del edificio del ya mas que
centenario Coliseo, y al reabrirlo, dispuso que en esta temporada de reapertura
la totalidad de los espectáculos ofrecidos sean totalmente gratuitos. Se
discutirá la conveniencia o no de la medida, lo cierto es que la sala
presentaba un gran lleno, no total para mi sorpresa, pero apreciable
concurrencia al fín. Factores, muchos. Si bién el único Domingo del mes en que
era posible el espectáculo era este (El anterior fue “feriado largo” y el
próximo van los comicios), el hecho de que se conmemoraba el “Día de la Madre”,
pudo haber afectado. Súmese a ello que al momento de transcurrir la función, se
disputaba a pocas cuadras de allí el
Clásico Racing-Boca, con lo cuál, el horario
de finalización de la Opera haría desconcentrar al público a pocos minutos de
la finalización del encuentro, y entonces, la posibilidad de falta de medios de
locomoción para quienes no disponen de vehículos, y a altas horas de la noche, pudo haber acobardado a mas de uno. En fin,
detalles de los que deberá tomarse nota, para aprender y pensar hacia el
futuro.
La sala está
absolutamente restaurada. Sus paredes han recuperado el color original de la
inauguración. Los frescos conservan su esplendor, y lo mas importante, es que la acústica no se ha visto afectada en
modo alguno, tal lo apreciado al finalizar la función. Mas aún, cuando el foso
ha sido ampliado un metro hacia delante de la línea de platea, por lo que los
trabajos han sido bien realizados. La obra mas fuerte se ha dado en supresión
de oficinas ubicadas al ingresar al Foyer, para ampliar los sanitarios, y dotarla de instalaciones para discapacitados
en los mismos. La mudanza a nueva sede del Instituto Municipal de Música, situada ahora en el “Centro Cultural Antonio
H. Caruso”, posibilitó que los ambientes linderos que ocupaba anteriormente
(integrantes del mismo conjunto arquitectónico), fueran sumados a pleno al
Roma, por lo que se han construido, Seis camarines de Artistas protagónicos, mas
dos amplios Camarines de conjuntos para Mujeres y Hombres, respectivamente
(Sean estos Coristas, Bailarines o Actores). En todos estos casos, las
instalaciones cuentan con Baños, Duchas
y Aire Acondicionado. Una Galería de Arte se ubica al ingresar a ese sector del
edificio. Arañas de muy buen gusto iluminan el espacio, el que contiene además
en el segundo piso una sala de ensayos con piano, y para el primer piso, una sala de ensayo
para danza, en ambos casos con aire acondicionado.
Otras novedades
sumamente salientes están dadas por la ampliación de cargos dentro del orgánico
de la Orquesta Sinfónica Municipal, la que ha sumado instrumentistas de
Cuerdas, Bronces y Percusión, como así también, el hecho de que el Coro del
Instituto Municipal de Música se vio reforzado en voces de todas las cuerdas,
al menos para esta producción, cuyos rendimientos comentaré unas líneas mas
adelante.
La parte musical,
recayó en la conducción de Dante Ranieri, quien ya la hiciera este mismo año
para la producción de este mismo titulo por el Ensamble Lírico-Orquestal, que
viéramos y comentáramos en este blog. Los cantantes principales, también
participaron en ella, y sus desempeños también los comentaré mas abajo.
Se encomendó la
puesta en escena del espectáculo, al hijo mas querido de la casa. Decir Boris,
es decir Teatro Roma. En el ambiente lírico argentino,
solo se conoce esa simbiosis. ¿Qué mas
puede decirse de alguien que le ha entregado al Roma horas memorables de
música, mas toda su pasión y toda su
creatividad?. Cuantas figuras, algunas de ellas que luego de presentarse allí
comenzaron carreras de renombre, han pasado gracias a la intervención de Boris
por el escenario. Entonces nada mas merecido para El, que tener la posibilidad
de ser el responsable visual de la
primera Opera ofrecida tras la reapertura.
Su visión de “La
Traviata”, básicamente sigue siendo la misma que en su primera puesta del Roma,
solo que ajustada y enriquecida en algunos detalles visuales. Veamos. Primer
Acto: Gastón “incita” a Alfredo, mediante algún empujoncito a que se le
“declare” a Violetta, en la previa a “Un dí felice etérea”, los movimientos de
masas son los mismos, solo que a la hora de la partida se muestran “entonados”,
gracias a la labor del champagne. El mejor recurso está dado en el “Sempre
líbera”, donde Violetta se quita el vestido al exclamarlo, quedando “En Enagua”
y sintiéndose así “libre”. El primer cuadro del segundo acto es clásico en su
marcación, dando refuerzo en lo actoral y aquí sí, los cantantes debieron dar
lo mejor de sí mismos para sostener la tensión de la trama. En el segundo
cuadro (Fiesta en Casa de Flora), se vio un efectivo recurso y es que el
momento final del coro de “Piquillo el matador”, quien se quita la máscara del
toro que embiste es el mismísimo Alfredo, quien de esa forma se integra a la
fiesta. Ya en el juego de cartas el Barón Douphol le arrojará el guante a
Alfredo en la mesa de juego, y este se
lo devolverá al finalizar el acto luego que ambos protagonicen una escena de
pugilato interrumpida por Giorgio Germont, abriéndose paso entre la
concurrencia, para de esta forma comenzar su intervención vocal. La parte mas
risueña, si se quiere, estuvo dada por la irrupción de una “patrulla del
orden”, la que se lleva a toda la concurrencia detenida en una verdadera
“razzia”, y al ver al jefe de la “Patrulla”, reconocemos a Armando Garrido, el
Director del Coro, quien se lleva “detenidos”
a sus dirigidos. Lo mejor, sin dudas, es
el tercer acto, donde la dramaticidad está llevada a su máxima expresión,
comenzando con la participación muda de Gastón consolando a Violetta , y casi
como en un descuido, le deja en el cofrecito los veinte luises que Aninna
contará como resto del dinero que aún queda, y reforzada al final del “Addio
del Passato”, cuando Violetta quema con
la ayuda de la llama tenue del candelabro que la ilumina, la carta de Giorgio Germont, acentuando así la
impresión de que “todo terminó”. Sabemos que Boris es así, genuino, auténtico.
Tómelo o déjelo. Podrá decirse que es exagerada la cantidad de gente en escena
en los dos grandes cuadros, y que por los dispositivos visuales desplegados, no
le permitieron desarrollar a pleno las escenas de masas a las que tan afecto
es. Pero lo que de ninguna manera hay dudas, es su lectura a pleno de la
historia, y su fidelidad a la idea que
tiene. Hay todo un trabajo (que es lo que finalmente se plasma) y, en mi caso,
me termina convenciendo, para calificarla como una muy buena labor. Hay un
crecimiento y se nota.
La iluminación,
corrió por cuenta de Oscar M (así figura en los créditos, pero entiendo que se
trata de Oscar Moralli, jefe de Iluminación del Roma), muy correcta, pero mucho
mas meritoria en el tercer acto, en que dio en el punto justo para enmarcar la
escena.
La escenografía de
Hugo Ciciro fue austera, práctica, al servicio de agilizar los cambios de
escena. Debo señalar que deben cuidarse algunos detalles, como por ejemplo,
cubrir con tela o revestir en madera la grada por la que se desplazan los
interpretes al fondo de escenario. No parece apropiado el que se perciban las
estructuras tubulares que la sostienen, en una escena que se desarrolla a
comienzos del siglo 19.
El vestuario
seleccionado y acondicionado por María Vucetich, es de época aproximada entre
finales de siglo 18 y casi comienzos del 19, muy bien elegido en todos los
casos, y un bellísimo vestido de su
autoría personal, que la protagonista
luce en el primer acto, en satín de un blanco refulgente, lo que provoca un
magnífico impacto visual inicial.
Vamos a las voces.
Rocío Cereceda asumió una vez mas el rol de Violetta. Necesitó acomodarse al
comienzo, hasta el “E Strano”, y de ahí en mas fue creciendo con el correr de
la función. Buena voz en punta, sólida emisión, agudos muy seguros y bien
vertidos. Buena carga dramática desde el segundo acto hasta el final. Conmovió
en el “Addio…”, para redondear una convincente actuación. Fermín Prieto se
mostró mucho mas contundente que en la citada versión de comienzos de año en el
Auditorio de Belgrano. Se lo escucho con una notable mejoría vocal, y entregó sus medios con absoluta generosidad.
Boris pudo adosarle una mejor prestación actoral. Fue el joven romántico y
rebelde. Una de sus mejores actuaciones de los últimos tiempos. Fernando Grassi
ratificó su gran momento. Compuso un Giorgio Germont en toda la línea, desde lo
actoral a lo vocal, hasta mostrarnos a un padre atormentado por todo el daño
que la ha provocado a Violetta y a su
propio hijo. Cristian Taleb fue un muy buen Gaston, tanto actoral como
vocalmente hablando. Fue el compinche de Alfredo, y el piadoso sostén de Violetta al comienzo
del acto final. Nora Balanda fue correcta Flora, aunque me hubiera gustado un
mayor lucimiento actoral. Claudio Rotella, fue un buen Dr. Grenvielle, aunque
deberá cuidar la potencia de su emisión, sobre todo en el último acto, en donde
debe ser mas “secreto”. Stephanie Rivas, compuso a una maravillosa Aninna, fiel
a su ama hasta el final. Tanto Alfredo Gonzalez Reig (Barón Douphol) como Juan
Feico (Marques D’Obrigny), lucieron en buena forma y dieron realce a sus
respectivos roles. Párrafo aparte constituye el que por fin se hayan elegido
buenos elementos para los otros tres roles co-primarios, los que estuvieron a
la altura de la función. A veces un “La Cena E Pronta” mal expresado, tira abajo la labor del resto.
Afortunadamente, este no fue el caso.
Armando Garrido logró
que el Coro del Instituto Municipal de Música de Avellaneda por fin haya brindado la mejor actuación de su
historia. Absolutamente ajustado, a tiempo, balanceado en voces que cantaron
con unas ganas que contagió a toda la concurrencia. Mis sinceras
felicitaciones.
Dante Ranieri condujo
con sabiduría a la Sinfónica de Avellaneda, la que entregó una muy buena
prestación. Plena comunicación con el palco escénico. “Tempi” de muy buena dinámica, sonido muy pulcro. Tal
vez un poco mas lenta que la del Auditorio de Belgrano, pero al servicio de las
voces y el coro, como para que nada quedase librado al azar. Muy digna función.
El empeño de todos
rindió frutos, y así el Roma vivió con alegría su “vuelta a la vida
Operística”. Celebrémoslo, y que vengan, muchísimas mas.
Donato Decina
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