MUSICALMENTE
CERCENADA Y VISUALMENTE SIN IDEAS
Teatro Colón, Temporada 2016: “Beatrix Cenci”, Opera en dos
actos y catorce escenas. Música: Alberto Ginastera. Libreto de William Shand,
basado en las “Crónicas Italianas” de Stendal , “Los Cenci” de Percy Shelley y
aportes de Alberto Girri. Interpretes: Mónica Ferraacani (Beatrix Cenci),
Víctor Torres (Conde Francesco Cenci), Alejandra Malvino (Lucrezia), María
Florencia Machado (Bernardo), Gustavo López Manzitti (Orsino), Mario de Salvo
(Andrea), Alejandro Spies (Giacomo), Sebastián Sorrarain-Ivan Maier-Víctor
Castells (Tres Invitados), Alejandro Escaño Manzano (Olimpio), Ernesto Donegana
(Marzio). Coro Estable del Teatro Colón, Director: Miguel Martínez.
Escenografía y Vestuario: Oria Puppo, Iluminación: David Seldes, Proyecciones:
Maxi Vecco. Dirección de Escena: Alejandro Tantanian. Orquesta Estable del
Teatro Colón, Dirección Musical: Guillermo Scarabino. Función del 18 de Marzo
de 2016.
Y la lírica volvió
a la sala de la calle Libertad. Pero de forma inexplicable, al igual que la
puesta del doble programa Dallapícola, “Beatrix Cenci”, con la que se pretendió
iniciar la serie de homenajes a Alberto Ginastera al cumplirse el centenario de
su nacimiento, ha quedado afuera de los títulos de abono que integran la
presente temporada. Se aumentan los títulos, pero el abono sigue integrado por
siete. ¿Por qué?.
También resultó
inexplicable el cercenamiento hecho sobre la partitura. El largo monólogo de la
protagonista quedó reducido a las frases
del final. Dio la impresión que por supresión o producto de la muy floja labor
escénica del Regísta, de la que mas
adelante me referiré, también el rol del Conde Francesco quedó muy desdibujado.
Sin lugar a dudas
uno de los pilares mas sólidos de la representación fue la labor de la Orquesta
Estable, dirigida de manera magnífica por Guillermo Scarabino. Labor sin
fisuras para una escritura musical contundente, que no da respiro alguno. Pocas
veces se la ha escuchado a la Estable en los últimos tiempos de una manera tan
homogénea. Y en el plano Vocal, Mónica Ferracani, después de haberla estrenado
hace veinticuatro años, volvió a darle vida a Beatrix, solo que esta Ferracani,
mas experimentada y con sólidos recursos vocales y actorales, termina imponiéndose,
logrando una actuación sobresaliente. Junto a Ella, Alejandra Malvino en el rol
de Lucrezia (Madrastra de la protagonista), tuvo una lucida actuación,
reflejando las atribulaciones por las que su personaje pasa en escena. Gustavo
López Manzitti fue un muy eficaz Orsino, al que la marcación actoral no pudo
resolverle momentos de mucha intensidad, como el de la fuga de su personaje
previo al desenlace de la obra. Bienvenido sea el debut de Alejandro Spies como
Giacomo, uno de los hermanos de Beatrix. Al fin el Colón reparó en El para la
sala mayor. Su voz corrió por toda la sala, su dicción fue clara y estupenda.
Su actuación otro tanto. Que sea el punto de partida para mas y muy buenas
intervenciones suyas. María Florencia Machado, tuvo correcta participación en
el rol de Bernardo, de la misma manera que Ivan Maier, Sebastian Sorrarain y
Víctor Castells como los invitados al la fiesta. Flojas en cambio las
actuaciones de los actores Alejandro Escaño Manzano como Olimpio y Ernesto
Donegana como Marzio, que no impactaron como los asesinos pagados de Francesco.
Me reservé para el final a Víctor Torres como el siniestro Conde Cenci. No fue
su actuación mas lograda. Es mas, no entiendo el porque de aceptar un rol que
de ninguna manera está a tono con su voz. Súmesele una caracterización un tanto
“light”, aligerada en dramatismo, y la
ecuación no cierra por ningún lado. Y acertar a medias, es perder mucho de lo
que la obra pide para su rol. El Coro
Estable cumplió una penosa labor. Desajustado, sin preparación acorde al
compromiso, lo que llevó a que el final sea cantado partitura en mano cuando ya
llevaban al menos un mes de la vuelta al trabajo y otros veinte días desde el
final de “Parsifal” el año pasado hasta fin del mismo año. Se extraña y mucho
la “Línea Burian”. Nunca mas se lo volvió a escuchar así.
Visualmente, la
puesta de Tantanian no cierra por ningún lado. Sobrecarga de sexo, a tal punto
que el exceso de hombres desnudos paseando su virilidad por el escenario
termina agrediendo al espectador. Situaciones de orgía desenfrenada, cuando lo
que debía reflejarse era la corrupción, perversión y el sadismo de un padre con
su hija y su segunda esposa y la complicidad de las autoridades de la época que
conociendo el trasfondo, se hacían los distraídos. Para la época en que está
situada la acción (El ml quinientos del pasado milenio), las Orgías Romanas eran
cosa de un pasado ya por ese entonces remoto. También el usar de marco, el
patio de Ntro. Palacio de Tribunales, en una época que por vestimentas usadas
puede situarse entre los años treinta y cuarenta de la pasada centuria, quitó
mucho de intimidad, e impidió graficar la atmósfera opresiva que la obra
plantea. Además el dejar, deliberadamente o no,
un espacio abierto en ambos lados entre boca de escenario y escenografía
propiamente dicha, distrajo aún mas a los espectadores, por lo que me hace pensar en que si no ha
sido mas un reflejo de pensamientos personales que el ceñirse a la historia, lo
que plasmó en escena.
Por lo tanto, el
balance que me corresponde hacer de acuerdo a lo que vi, es el de una obra que
ha sido ofrecida de manera cercenada en lo musical y pobrísima de ideas en lo
visual. Los aciertos vocales y el desempeño de la orquesta, no alcanzan a
compensar un resultado aceptable. Es de esperar que el resto de la programación
de las obras de Ntro. Máximo compositor, sean ofrecidas en mejor forma, como también se salde la
deuda de reponer “Don Rodrigo”. La memoria de Alberto Ginastera lo merece.
Donato Decina
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