La ópera "Solaris", de Dai Fujikura, celebra su estreno absoluto en París
El compositor japonés Dai Fujikura celebra hoy en París el estreno absoluto de su primera ópera, la futurista "Solaris", inspirada en la novela de ciencia ficción que Stanislas Lem escribió en 1961, interpretada por el Ensemble Intercontemporain y dirigida por Erik Nielsen.
Saburo Teshigawara firma la puesta en escena, la coreografía, los decorados, el vestuario y, en colaboración con el artista multimedia Ulf Langheinrich, la iluminación, mientras que la realización informática musical Ircam es de Gilbert Nouno.
A diferencia del filme homónimo de Andrej Tarkovsky, del que se utilizan algunos extractos, el libreto, también de Teshigawara, sigue el argumento de la novela, apoyado en la tecnología musical del Instituto de Investigación y de Coordinación Acústica/Música de París (Ircam).
Nielsen (Iowa, EEUU, 1977) toma la batuta en el Teatro de los Campos Elíseos meses antes de ocupar el próximo septiembre el cargo de nuevo director titular de la Orquesta Sinfónica de Bilbao (BOS).
La parte coreográfica cuenta con la intervención del propio Teshigawara, Rihoko Sato, Václav Kunes y la participación del recién jubilado bailarín estrella de la Ópera de París Nicolas Le Riche.
Horas antes del estreno, el director del Ircam, Frank Madlener, comentó con Efe el gran interés que desde hace algunos años despierta en la ópera lo que puede aportar la tecnología y el trabajo del instituto sobre la voz y el despliegue en el espacio en tiempo real.
El compositor de "Solaris" quiso crear así las voces de los fantasmas de ese planeta, recordó el responsable de la vanguardista institución, donde cada año colaboran y se forman numerosos artistas iberoamericanos.
En "Solaris", las voces habladas y cantadas se transforman en la sala, alrededor del espectador, con efectos de acercamiento y lejanía gracias al llamado "espacializador", un complejo programa informático que dispersa sus fuentes en el espacio y da al espectador una impresión menos frontal, un efecto de inmersión.
Otro efecto impresionante gracias a la electrónica se produce al inicio de la ópera, llevando hasta el infinito los primeros sonidos, como una especie de ascensión, de espiral que sube sin cesar, creando escalas que no cesan de subir, "como la columna infinita de Brancusi", comenta el director.
Subraya, además, que el tema del aislamiento de la estación en la que viven los protagonistas es una "bella metáfora" de la aventura común de la ópera, donde el compositor trabajó estrechamente con el realizador en informática musical, el escenógrafo, los músicos y los bailarines, intentando aterrizar, "algo que no es tan fácil".
La acción de "Solaris" transcurre en esa cápsula que viaja hacia lo desconocido, pero al mismo tiempo, recuerda, las tensiones psicológicas que plantea son muy humanas.
Aunque se esté hablando de un planeta que Lem recubrió "de un océano plasmático", finalmente es como la tragedia de "Orfeo y Eurídice", añade Madlener, recordando que también aquí el protagonista principal, el investigador Kris Kelvin, reencuentra a su mujer ya fallecida, Harey.
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