UNA BUTTERFLY MUY
POETICA, PARA EL CIERRE DE UNA TEMPORADA BRILLANTE
Teatro Colón: “Madama Butterfly”, Opera en dos actos de
Giacomo Puccini, con libreto de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, basado en la
obra teatral homónima de David Belasco. Interpretes: Liam Aleksanyan
(Cio-Cio-San), James Valenti (B.F. Pinkerton), Guadalupe Barrientos (Suzuki),
Igor Golovatenko (Sharpless), Sergio Spina (Goro), Fernando Grassi (Principe Yamadori), Fernando Rado (Tío Bonzo),
Mario de Salvo (Comisario Imperial), Gabriela Ceaglio (Kate Pinkerton), Matías
Romig (Hijo de Cio-Cio-San) y demás roles co-primarios. Orquesta Estable del
Teatro Colón, Concertador: Ira Levin. Coro Estable del Teatro Colón, Director:
Miguel Martinez, Dirección de Escena, Escenografía, Vestuario e Iluminación:
Hugo de Ana. Diseño de Video: Sergio Metalli. Función del 02/12/14.
Y llegamos al último
título. Chau 2014. Pero un chau por la puerta grande, porque si algo
faltaba para comprobar el nivel
internacional que hoy por hoy tiene Hugo de Ana en los principales escenarios
del mundo, ha sido esta puesta de “Madama Butterfly”, que hace honor a sus
antecedentes, honra al Colón, marcándole además el punto mas alto del año en
cuanto a realización escénica se refiere, y que quedará en Ntras. Retinas y Ntra.
Memoria visual guardada por mucho tiempo. El nivel de perfección, del rescate
de los rituales, usos, costumbres y tradiciones del Japón, de impecable
marcación actoral, de la sabia aplicación de los modernos recursos como la
proyección de video (que tanto nos hizo machacar en sentido contrario con
respecto a la “Tosca” platense de tan solo 48 hs. antes de Esta función), en
donde las imágenes proyectadas se ofrecen solo en los interludios musicales o
en apoyo de la escena (como el efecto del cañón del puerto de Nagasaki). En
donde la imagen siempre presente del mar sugiere (sensación de lejanía o de
esperanza, corroborada esta última con el paso de la cañonera y su llegada para
atracar en el puerto). La ambientación en la pre-guerra del 39 fue óptima.
Entonces, visualizar objetos como cajones de cerveza de marca americana
antiguos, o de la archiconocida gaseosa
que “refresca mejor” en la versión que conocimos hasta Ntra. Propia infancia,
Pelota de Beisbol que es usada por Pinkerton y su asistente que viven en su
propio mundo, tomando todo a broma, como lo que en definitiva es a ese
siniestro personaje, una aventura, no molestan ni agreden al espectador en
absoluto. Aún la presencia de “guarros” japoneses que desarrollan coreografías
o golpean los bloques de madera a la usanza budista para marcar el inicio de la
acción al comienzo de los actos, usando espadas con movimientos “ninjas”, o bien trayendo en andas al Hijo de Butterfly
casi como en entrada triunfal, dan precisión en las acciones. El ritual
femenino de suicidio, seguido hasta el último detalle, con la presencia de
Suzuki, para que la remate si falla en el corte de la carótida. La acertada
iluminación, dando marco a cada acción,
el acertado vestuario. En fin, son
tantas cosas presentes, tanta sabia precisión que ha sido una fiesta operística
absoluta, coronada por una correctísima concertación de Ira Levin, a la que tal vez por causa de la seguidilla
de funciones solo le faltó mayor canto en algunos pasajes como en la entrada
del hijo, en la que el tema de la canción de cuna debió tener mas fuerza y
brillo, y ese explosivo acorde final, el
que también careció de fuerza. En cuanto a la parte vocal, reservo para el
final a los dos protagonistas. Guadalupe Barrientos una vez mas nos ratificó su
calidad y el muy buen momento que atraviesa su carrera. Su Suzuki tuvo
refinamiento buen canto y una magnífica actuación. Memorables fueron su
comienzo de segundo acto y la escena previa a la tragedia al descubrir la
presencia de Kate Pinkerton. Igor Golovatenko, un Sharpless con todas las
letras, que tuvo actuación, saber expresar, presencia y una voz acerada
maravillosa. Sergio Spina, que dio vida
al mejor Goro que haya visto en mi vida. Primero, fue un japonés mas, con una
mimetización sobresaliente del personaje, mostró toda la peor faceta de la
criatura, cinismo, inescrupulosidad y permanente afán de hacer negocios con la
pobre protagonista. Fernando Grassi fue un correcto Yamadori, aún cuando tuvo
en su contra el que tal vez haya sido el único punto flojo en cuanto a
caracterización se refiere. De todas formas, su línea de canto fue en todo
sentido irreprochable. Mario de Salvo impuso su presencia y su autoridad vocal
como el Comisario Imperial. Gabriela Ceaglio cumplió acabadamente en el rol de
Kate Pinkerton, mostrándose distante con mucho acierto en toda la escena (al
Fin y al cabo el problema era de B.F.), y solo entró a jugar en la acción tanto para
propinarle una merecidísima bofetada a Pinkerton (luego del “Addío Fiorito
Assí”), como para hacerse cargo del problema que le tiran y explicarle a
Butterfly que se hará cargo del niño como una verdadera madre, compadeciéndose
de la desdichada protagonista. Párrafo aparte, la soltura del pequeño Matías
Romig como el hijo, quien con maravillosa desfachatez lució aplomado en todo
momento, actuando de manera brillante. El resto de los co-primarios actuó
dentro de la línea de excelencia que se le reconoció a la Dirección de Estudios
en toda la temporada, a excepción de María Castillo de Lima en el rol de la
Madre de Butterfly, cuyo timbre en las pocas líneas de canto que tuvo fue
francamente desagradable. Convincentes las intervenciones del Coro Estable una
vez mas de la mano de Miguel Martínez. Y ahora sí los protagonistas, James
Valenti no será un dechado de virtudes pero actoralmente tiene una presencia
escénica y dice lo suyo de tal manera que se mimetiza absolutamente con el
personaje y es Pinkerton de pe a pa. Pocas veces se vió una pintura tan
perfecta, el ya mencionado pasaje de “Addio Fiorito Assi”, lo expresó de tal
forma que todos acompañamos la mano de Kate para propinarle la merecida
bofetada, tanto convenció con su
actuación. Y para el final, la protagonista absoluta. Liam Aleksanyan, soprano
oriunda de Armenia, a la que se convocó en la emergencia tras la renuncia de
Patricia Racette, la protagonista original. Si bien su caudal de voz es chico
para una sala de la magnitud del Colón, expresa, entona y actúa tan mimetizada
también Ella con el personaje. que la
criatura que traza es Butterfly, por lo que entonces ambos protagonistas
cumplieron con creces y por fin vimos una Butterfly con todas las de la ley,
con dos protagonistas de lujo en una puesta que recordaremos por muchísimo
tiempo, para redondear la mejor
temporada del Colón que se recuerde desde su reapertura.
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