viernes, 3 de octubre de 2014

SOLO BUENAS INTENCIONES



Nuova Harmonía 2014”: Orchester der Klangverwaltung München (Orquesta de la Administración del Sonido de Munich), Dirección: Enoch Zu Guttenberg, Solista: Stefan Stroissnig (Piano). Programa: Ludwig Van Beethoven: Obertura “Leonora” Nº3, Concierto para Piano y Orquesta Nº5 en Mi bemol mayor Op. 73 “El Emperador”. Anton Bruckner: Sinfonía Nº 4 en Mi bemol mayor “Romántica”.  Teatro Colón: 29/10/14.

  Confieso que al momento de escribir esta crónica, sigo aún sin entender cual fue la pretensión de ambos interpretes a lo largo de la noche. Y digo esto, ya que es la sensación que mantuve a lo largo de toda la velada. Dió toda la impresión que por parte de Enoch Zu Guttenberg (Director de Orquesta), la interpretación se asemejaba mas a una búsqueda que a conceptos sólidos en lo que a interpretación se refiere. Y por parte de Stefan Stroissnig (solista de Piano), la técnica estaba, pero no toda la inspiración. Y entonces asistí desconcertado, mas aún luego de releer el programa de mano cuando en el currículum del Director  encontramos “Las respuestas a preguntas sin solución en el mundo de Guttemberg buscadas y encontradas en la música a veces radicales, han polarizado a los expertos mas de una vez…” (sic), a una noche en donde encontrar una explicación sobre lo escuchado se hizo casi imposible. Creo haber hallado al menos un hilo conductor, por lo tanto, me sujeto y ahí vamos.

 Este conjunto vino en reemplazo de la  Orquesta Sinfónica Bruno Walter. Como dije en mi crónica del Concierto de la Sinfónica de Lucerna días atrás, la Entidad Organizadora reformulo gran parte de su propuesta de este año para el segundo semestre y, en consecuencia asistimos a algunos cambios, en este caso la Orquesta. No así el solista que desde el vamos era Stroissnig. Entonces nos reencontramos con Zu Guttenberg, en mi caso después de alrededor de 25 años. Recordadas fueron sus actuaciones con  Chorgemeinschaft Neubeuern, con el que durante tres temporadas casi consecutivas, vino al país traído por el Mozarteum. Recordada fue su presentación durante una de sus visitas en la Basílica de Luján con una misa de Mozart y la “Pasión Según San Mateo” Bachiana en el Colón junto a nombres como María Venuti y Claes H. Ahnsjö entre otros solistas. De esas actuaciones la impresión que mantuve fue la de un intérprete correcto. Nada de genialidades, pero tampoco imperfecciones.  Ahora bien, pasaron los años y lo encontramos conduciendo esta orquesta de nombre tan sorprendente “Admnistración del Sonido”, proyecto nacido a partir de dos violinistas que fueron a buscar al Director, obtuvieron el concurso de instrumentistas de diferentes agrupaciones, portadores de instrumentos de incalculable valor: Stradivari, Guarnieri, Amati, Guadagnini y siguen las firmas….. Actuaciones en Festivales de verano (incluido el propio), giras internacionales, grabaciones con premio (casualmente la Obra de Fondo del Concierto) y otros reconocimientos. Dice Zu Guttenberg que su trabajo con el grupo se basa en tres premisas: lo absoluto, foco obligatorio en el contenido y crecimiento emocional. Y aquí la polémica: ¿Hubo algo de las tres cosas o alguna de ellas en la noche? ¿O es una pregunta sin solución, parafraseando al currículum del conductor?. La respuesta es una sola, y este es el hilo que hallé: NO. Porque el conjunto está trabajado, es cierto, tiene un sonido de una transparencia increíble, pero lo absoluto es algo a mi juicio inalcanzable y, entonces, hallamos interpretaciones correctas como las de sus visitas anteriores, detalles insólitos como hacer tocar en el Palco Escudo al Trompetista solista de la “Leonora” (en lugar de hacerlo “fuera de escena” como está indicado), cambios de “tempi” sorprendentes, desde un “pianísimo” a un “fortissimo” sin nada intermedio y un Bruckner absolutamente desmedido, estirado como la muzzarella de una pizza a la que al intentar cortar la porción se va extendiendo hasta convertirse en una fina hilacha que nunca termina de cortarse, y lo peor, carente de profundidad. Si comparase esta versión (con partitura de las primeras ediciones, no la Nowak definitiva utilizada por Scarabino en 1993, y Diemecke y Calderón, ambos en 2012) con las de idéntica edición hechas en vivo en el Colón por Masur y Barenboim, vamos de un rango de entre 61 minutos el primero, 58 minutos el segundo y ¡75 minutos Zu Guttenberg!. Si encontráramos algún atisbo de profundidad, se hubiera hecho mas llevadera. Al no haberla, sin llegar a aburrir y a predisponer al bostezo, la escucha llevó a una insólita situación extenuante, idéntica a la que me ocurriera un cuarto de siglo atrás con “La Pasión según San Mateo” del mismo Director. Y en cuanto al solista, poseedor de antecedentes interesantes, exhibió buena técnica, lindo sonido, pero también nula expresividad, ¿influyeron Orquesta y Director tal vez?. Si al responder a los aplausos concedió como bis un muy bien llevado “Impromptu” de Schubert y la sensación es que se lo escuchó en mucha mejor forma, allí tenemos al menos una respuesta. Afortunadamente de parte de la Orquesta no hubo bises. No hacían falta, la desbandada de platea con el último compás (mas los que se fueron al final de cada movimiento anterior), fue fiel reflejo de las sensaciones vividas.  

Donato Decina


No hay comentarios:

Publicar un comentario