Mozarteum Argentino: Actuación de la Orquesta de Cámara de
Basilea, Director: Giovanni Antonini. Solista: Sol Gabetta (Violoncello).
Programa: Bettina Skrypczak: Noneto para Vientos y Contrabajo. Camile Saint
Säens: Concierto para Violoncello y Orquesta Nº 1 en La menor Op.33, Ludwig Van
Beethoven: Sinfonía Nº 7 en La mayor Op. 92. Teatro Colón, 06/10/14.
En una actuación para
el recuerdo, que marca uno de los puntos mas altos para la presente temporada
del Mozarteum Argentino, Sol Gabetta y la Orquesta de Cámara de Basilea, bajo
la conducción de Giovanni Antonini, ofrecieron un programa que mantuvo al
público en constante tensión y que fue retribuido con creces por los
interpretes ante las lógicas ovaciones con las que las versiones ofrecidas
fueron recibidas.
Yo no recuerdo una
versión tan intensa, tan sutilmente llevada y tan perfecta del Concierto Nº1
para Violoncello y Orquesta de Saint Saëns, como la que Sol Gabetta y la
Orquesta brindaron. Tuvo todos los ingredientes, entendimiento perfecto
Solista-Director-Conjunto, Sonido equilibrado y refinado de la interprete
argentina. Canto de ambos lados, para alcanzar una cumbre magnífica. Sol
Gabetta le extrae a su valioso instrumento un sonido virtuoso, inmaculado y la
formación Helvética, tiene un sonido delicado, finamente trabajado por Giovanni
Antonini, el buen y probado conductor italiano, de recordada presencia junto a
“Il Giardino Armónico” o sus inolvidables acompañamientos a Cecilia Bártoli junto a la Orquesta “La Scintilla”, tanto en
su recital de Cámara en Italia, como la
grabación de estudio de versión historicista de “Norma” de Vincenzo Bellini.
Eran menos de 40 músicos que no hicieron notar la falta de atriles y le
hicieron recordar al público esta partitura de ausencia tan injustificada en
los atriles del Colón desde hace mucho tiempo. Bises hubo de parte de la gran
Cordobesa. Uno conjunto, una versión de “Pavanne” de Gabriel Faure,
sencillamente exquisita y otro muy personal que conociéramos de su última
visita allá por 2010, una obra de Petris Vassis. en la que incluye una “Vocalise” a cargo suyo,
entonada con una voz de maravilloso timbre, acompañamiento ideal al dulce
sonido que emanó de su instrumento.
Si al Saint Saëns le
hacía falta una obra fuerte de fondo, la tuvo en la espectacular versión que
Antonini y Orquesta ofrecieron de la Séptima de Beethoven. Casi historicista,
ya que instrumentos de bronce y algunos vientos usados eran “a la Usanza de la
época”, el poco orgánico en el escenario (39 instrumentistas por mí contados),
sonó a pleno como si fueran 60 personas. Antonini hizo una versión plena de
vitalidad, profunda en el segundo movimiento y un final verdaderamente
deslumbrante. Párrafo aparte, esta sinfonía forma parte de la integral que
Orquesta y Director vienen llevando a cabo en Suiza y que culminará con la
Novena la próxima temporada. Y por si hacía falta refrendar algo más, el bis
fue el último movimiento de la Cuarta que sería ofrecida al día siguiente, tan
lleno de vida como todo lo anterior.
Poco importó que el
comienzo hubiese sido el Noneto para Vientos y Contrabajo de la Suiza Bettina Skrzypczak,
que cubre la cuota de autores Helveticos que el conjunto tiene como norma (tanto
como su colega la Camerata Bern), interpretada por los instrumentistas sin
Director. Obra que busca una referencia en forma permanente y que cada
instrumentista va individualmente haciéndose cargo de esa búsqueda, pero sin
salir de reiterados “Clises”, por lo que poco aportó. Todo lo posterior fue tan
abrumador, que hizo olvidar tan irregular comienzo.
Los bises que interpretó Gabetta el lunes fueron: Aprés un reve (Fauré) y Dolcisimo (Peteris Vasks)
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