Mozarteum Argentino: Presentación de la Orquesta Filarmónica
de Dresde, Director: Michael Sanderling. Solista: Carolina Widmann (Violín).
Programa: Jorg Widmann: “Con Brío”, Félix Mendelsohn Bartholdy: Concierto para
Violín y Orquesta Op. 64, Johannes Brahms: Sinfonía Nº 1 en Re Menor Op. 68.
Teatro Colón, 02/09/14.
Que maravilloso es
escuchar a una orquesta europea, como en este caso la Filarmónica de Dresde,
con ese típico color “mate” y ese mórbido sonido, con una cuerda sencillamente
gloriosa y en un programa a medida para resaltar esas cualidades. Ese es el
resultado de esta visita. Ahora bien,
para profundizar esta crónica, debo decir que por lo demás, el saldo es tal vez
un poco deficitario. ¿Por qué eso?.
Porque en la elección del repertorio no hubo mayor compromiso. Porque
“Con Brío” de Jorg Widmann, con la que se inició la velada, si bien es una
reflexión sobre Beethoven y toma como punto de partida el “Con Brío” de la
Séptima sinfonía y algunos pasajes de la octava ( que son “citados” por el compositor), en el discurso propiamente
dicho se muestra en formas de composición absolutamente superadas hoy por hoy
y, a pesar de una prolijidad e intensidad en la escritura, no muestra nada que
no haya sido mencionado, ni expresa alguna búsqueda de algo diferente, con lo
cuál la expectativa con la que quien escribe concurrió a escucharla, se vio
rápidamente diluida. Si analizamos la actuación de Carolin Widmann en el
Concierto Op. 64 de Mendelsohn, encontramos a una interprete que fue de menor a
mayor, iniciando su actuación con un sonido llamativamente “sucio”, que fue
cambando con el transcurrir de la obra y a una Orquesta sabiamente conducida
por Sanderling, al fin y al cabo instrumentista El también (A quien admiramos
en el Coliseo [con el Colón cerrado] junto a los “Jerusalem Chamber Players” en
la inolvidable primera visita del conjunto capitaneado por la Bashkirova) , que
en todo momento tuvo seguimiento “en detalle” de la partitura. Y tuvo, si, mayor lucimiento en el bis, cuando
acometiendo un fragmento de Ysaye, demostró su valía interpretativa y su técnica
impecable. Si bien se nota en el podio la falta de una presencia como la del
lamentablemente desaparecido Don Rafael Frühbeck de Burgos, quien la condujo
como titular en la anterior visita también en el Coliseo, a semanas de la
reapertura del Colón, tuvimos a un concentradísimo Sanderling en una acertada
lectura de la Primera de Brahms en donde a falta de una mayor profundidad
interpretativa, tuvimos al menos la
posibilidad de deleitarnos con el magnifico y homogéneo sonido del conjunto
visitante y a un estupendo concertino en el célebre solo de violín del segundo
movimiento. Hubo lugar para un solo bis y muy mezquino, la segunda parte de la
Obertura de “Guillermo Tell” de Rossini, a partir, lógicamente, de la celebre
fanfarria de trompetas. Al menos el glorioso sonido emparejo las carencias.
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