domingo, 17 de agosto de 2014

COLORES, AROMAS Y SABORES DE ESPAÑA (BIEN COMBINADOS POR EL CHEF)



Mozarteum Argentino: Actuación de la West Eastern Divan Orchestra, Director: Daniel Baremboim. Programa: Wolfang Amadeus Mozart: Obertura de la Opera “Las Bodas de Fígaro”, Ayal Adler: “Resonating Sounds” (estreno mundial), Kareem Roustom: “Ramal” (estreno mundial). Maurice Ravel: “Rapsodia Española”, “Alborada del Gracioso”, “Pavana para una Infanta Difunta”, “Bolero”. Teatro Colón,  13/08/14.

  En el marco de esta visita y por fuera del Festival que lleva el nombre de su protagonista, no podía faltar la actuación dentro del ciclo del Mozarteum Argentino. No puede dejar de asociarse en Ntro. Medio el que al mencionar Daniel Barenboim, no se relacione inmediatamente su nombre y mencionar Mozarteum Argentino. Sabido es que, fundamentalmente,  merced a la acción de la recientemente desaparecida Sra. Jeanette Arata de Erize, Daniel Barenboim regresara al país en 1980, después de 20 años de ausencia de Ntro. medio, en medio de una polémica visita de la Orquesta de París, de la que era titular, por razones extramusicales que no es necesario recordar en esta nota, y que luego, por la acción de Ella, y también su mediación, se concretaron a partir de 1989 y hasta 2010 sus visitas posteriores, a tal punto,  que en la Conferencia de Prensa de presentación de Este evento, el propio Barenboim definió al Mozarteum y a la familia Erize como “Mi familia musical en la Argentina”. Pues bien, en esta actuación, Barenboim eligió para la ocasión y para los dos ciclos de la entidad organizadora, ofrecer el programa que la orquesta brindará en el marco de los conciertos “Proms” de la B.B.C., en el Royal Albert Hall de Londres, en fecha próxima. Imposible obviar que dentro de las circunstancias que oportunamente expuse en mi artículo sobre la Conferencia de Prensa en este Blog, la programación dedicada a los conciertos en ambas puntas del programa es un saludo y una gratitud a España y,  fundamentalmente, a la región de Andalucía (por otra parte magníficamente representada aquí por el Dr. Felipe González Márquez, ex Presidente del Consejo de Ministros de España, durante el taller de reflexión), que fuera hasta el año pasado sede desde su creación de las residencias de la Orquesta,  ya que desde Este año y por dos temporadas mas, de acuerdo a lo dicho a viva voz por el Director, pasará a ser Orquesta “En Residencia” del Teatro Colón. Enlazar la Obertura de “Las Bodas de Fígaro”, obra de ambientación “Andaluza”, con las Obras de corte español de Ravel, quién junto con Debussy fuera quién mejor expresara musicalmente a la región (honrosa excepción de Albeniz, al menos para mí) y en el centro dos estrenos por encargo de la Orquesta, uno a un compositor Israelí y otro a un compositor Sirio (Cuanto le deben España y, fundamentalmente,  Andalucía a ambas culturas), conformando un interesante “collage” musical, al que Barenboim se encargó de completar sus matices, decidiendo invertir el orden de interpretación de las mismas, primero la Israelí y luego la Siria, por razones que luego enunciaré , dando entonces una solidez a la programación que, desde ya, mucho se agradece.

  Pocas veces se escuchó la Obertura de “Bodas”, vertida con tanta chispa y energía. Con sonido vital, fresco. Son pocos minutos pero los suficientes como para encender al público, que todavía se acomodaba en las butacas de la sala. Listos entonces para la audición de la nueva música.

  En primer lugar se escuchó “Resonating Sounds” de Ayal Adler, compositor Israelí nacido en 1968 y formado allí en la célebre academia Rubin. La obra se divide en dos movimientos interpretados sin solución de continuidad.  En su exposición se escucha una serie de resonancias, timbres, pasos del “tutti” a fragmentos por secciones y del forte, con mucha exposición de percusión,  a zonas mas calmas. De cualquier forma, daba la sensación de ser una obra con muchas ideas en busca de alguien que las ordene, justamente por la carencia del compositor de idea de ordenamiento. Un estreno que al menos por aquí, pasó sin pena ni gloria.

  Luego fue el turno de “Ramal” de Kareen Roustom, compositor nacido en 1971 en Siria, escribió muchas bandas sonoras de films, por las cuales fue nominado a un “Emmy” y encargos varios de Orquestas como la de Filadelfia. Irónicamente, Barenboim manifestó a viva voz que no lo busquen en la sala, porque ya se hallaba en Europa y que el público había recibido la noche del primer ciclo la obra con entusiasmo, el que se repitió en esta ocasión,  demostrando el acierto de haber cambiado el orden de la interpretación. Es una obra que cuenta con centro tonal, variaciones que se entrelazan y constante tensión, propia de partituras de películas de acción, centro de la producción del autor. Para un público, como el del Mozarteum, reacio a los cambios y tendencias, la página fue un bálsamo que remedió a la obra anterior.
  La segunda parte, íntegramente consagrada a Ravel, mostró un trabajo interesantísimo  del Director, en lo que a efectos tímbricos, sonoridades, matices y manejo del color se refiere. “Rapsodia Española”, tuvo gloriosa intervención de cuerdas y vientos. Estos últimos tuvieron particular destaque en “Alborada del Gracioso” y, fundamentalmente “Pavana para una  Infanta Difunta”, en la que difiero con Barenboim en el “Tempi” elegido, el que, a mi juicio, debió haber sido un poco mas lento. El cierre nos deparó una sorpresa ya que dio el punto de partida a la variación inicial de “Bolero”, abandonó el podio y con mecánica precisión cada sector hizo la intervención que correspondía. Al entrar los violines, capitaneados por Michael, su hijo, Concertino de la Orquesta durante todo el Concierto, abandonó el escenario mismo (el radio pasillo colonero lo ubicó en los pasillos  de los palcos platea) y la Orquesta continuó sola hasta el final.  Una gran ovación coronó la noche, con un solo bis, a modo de doble mimo. “El Firulete”, la tradicional milonga de Mariano Mores en arreglo de José “Pepe” Carli, su amigo, a quién fue el primero de los mimos, receptor de los aplausos del público, por ser respetuoso de la esencia de la Orquesta Mores y hacerle a un mismo tiempo, un guiño a la “Vieja Guardia”,  ya que los interpretes fueron solo, vientos, metales (sobre todo tuba) y timbal.   El segundo de los mimos, al Colón y a Buenos Aires toda, por ser por los próximos dos años sus anfitriones, con un poco de Ntra. Música.

Donato Decina

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