Mozarteum Argentino: Actuación de la West Eastern Divan
Orchestra, Director: Daniel Baremboim. Programa: Wolfang Amadeus Mozart:
Obertura de la Opera “Las Bodas de Fígaro”, Ayal Adler: “Resonating Sounds”
(estreno mundial), Kareem Roustom: “Ramal” (estreno mundial). Maurice Ravel:
“Rapsodia Española”, “Alborada del Gracioso”, “Pavana para una Infanta
Difunta”, “Bolero”. Teatro Colón, 13/08/14.
En el marco de esta
visita y por fuera del Festival que lleva el nombre de su protagonista, no
podía faltar la actuación dentro del ciclo del Mozarteum Argentino. No puede
dejar de asociarse en Ntro. Medio el que al mencionar Daniel Barenboim, no se
relacione inmediatamente su nombre y mencionar Mozarteum Argentino. Sabido es
que, fundamentalmente, merced a la
acción de la recientemente desaparecida Sra. Jeanette Arata de Erize, Daniel
Barenboim regresara al país en 1980, después de 20 años de ausencia de Ntro.
medio, en medio de una polémica visita de la Orquesta de París, de la que era
titular, por razones extramusicales que no es necesario recordar en esta nota,
y que luego, por la acción de Ella, y también su mediación, se concretaron a
partir de 1989 y hasta 2010 sus visitas posteriores, a tal punto, que en la Conferencia de Prensa de
presentación de Este evento, el propio Barenboim definió al Mozarteum y a la
familia Erize como “Mi familia musical en la Argentina”. Pues bien, en esta
actuación, Barenboim eligió para la ocasión y para los dos ciclos de la entidad
organizadora, ofrecer el programa que la orquesta brindará en el marco de los
conciertos “Proms” de la B.B.C., en el Royal Albert Hall de Londres, en fecha
próxima. Imposible obviar que dentro de las circunstancias que oportunamente expuse
en mi artículo sobre la Conferencia de Prensa en este Blog, la programación
dedicada a los conciertos en ambas puntas del programa es un saludo y una
gratitud a España y, fundamentalmente, a
la región de Andalucía (por otra parte magníficamente representada aquí por el
Dr. Felipe González Márquez, ex Presidente del Consejo de Ministros de España,
durante el taller de reflexión), que fuera hasta el año pasado sede desde su
creación de las residencias de la Orquesta, ya que desde Este año y por dos temporadas
mas, de acuerdo a lo dicho a viva voz por el Director, pasará a ser Orquesta
“En Residencia” del Teatro Colón. Enlazar la Obertura de “Las Bodas de Fígaro”,
obra de ambientación “Andaluza”, con las Obras de corte español de Ravel, quién
junto con Debussy fuera quién mejor expresara musicalmente a la región (honrosa
excepción de Albeniz, al menos para mí) y en el centro dos estrenos por encargo
de la Orquesta, uno a un compositor Israelí y otro a un compositor Sirio
(Cuanto le deben España y, fundamentalmente,
Andalucía a ambas culturas), conformando un interesante “collage”
musical, al que Barenboim se encargó de completar sus matices, decidiendo
invertir el orden de interpretación de las mismas, primero la Israelí y luego
la Siria, por razones que luego enunciaré , dando entonces una solidez a la
programación que, desde ya, mucho se agradece.
Pocas veces se
escuchó la Obertura de “Bodas”, vertida con tanta chispa y energía. Con sonido
vital, fresco. Son pocos minutos pero los suficientes como para encender al
público, que todavía se acomodaba en las butacas de la sala. Listos entonces
para la audición de la nueva música.
En primer lugar se
escuchó “Resonating Sounds” de Ayal Adler, compositor Israelí nacido en 1968 y
formado allí en la célebre academia Rubin. La obra se divide en dos movimientos
interpretados sin solución de continuidad. En su exposición se escucha una serie de
resonancias, timbres, pasos del “tutti” a fragmentos por secciones y del forte,
con mucha exposición de percusión, a
zonas mas calmas. De cualquier forma, daba la sensación de ser una obra con
muchas ideas en busca de alguien que las ordene, justamente por la carencia del
compositor de idea de ordenamiento. Un estreno que al menos por aquí, pasó sin
pena ni gloria.
Luego fue el turno de
“Ramal” de Kareen Roustom, compositor nacido en 1971 en Siria, escribió muchas
bandas sonoras de films, por las cuales fue nominado a un “Emmy” y encargos
varios de Orquestas como la de Filadelfia. Irónicamente, Barenboim manifestó a
viva voz que no lo busquen en la sala, porque ya se hallaba en Europa y que el
público había recibido la noche del primer ciclo la obra con entusiasmo, el que
se repitió en esta ocasión, demostrando
el acierto de haber cambiado el orden de la interpretación. Es una obra que
cuenta con centro tonal, variaciones que se entrelazan y constante tensión,
propia de partituras de películas de acción, centro de la producción del autor.
Para un público, como el del Mozarteum, reacio a los cambios y tendencias, la
página fue un bálsamo que remedió a la obra anterior.
La segunda parte,
íntegramente consagrada a Ravel, mostró un trabajo interesantísimo del Director, en lo que a efectos tímbricos,
sonoridades, matices y manejo del color se refiere. “Rapsodia Española”, tuvo
gloriosa intervención de cuerdas y vientos. Estos últimos tuvieron particular
destaque en “Alborada del Gracioso” y, fundamentalmente “Pavana para una Infanta Difunta”, en la que difiero con
Barenboim en el “Tempi” elegido, el que, a mi juicio, debió haber sido un poco
mas lento. El cierre nos deparó una sorpresa ya que dio el punto de partida a
la variación inicial de “Bolero”, abandonó el podio y con mecánica precisión
cada sector hizo la intervención que correspondía. Al entrar los violines, capitaneados
por Michael, su hijo, Concertino de la Orquesta durante todo el Concierto,
abandonó el escenario mismo (el radio pasillo colonero lo ubicó en los
pasillos de los palcos platea) y la
Orquesta continuó sola hasta el final.
Una gran ovación coronó la noche, con un solo bis, a modo de doble mimo.
“El Firulete”, la tradicional milonga de Mariano Mores en arreglo de José
“Pepe” Carli, su amigo, a quién fue el primero de los mimos, receptor de los
aplausos del público, por ser respetuoso de la esencia de la Orquesta Mores y
hacerle a un mismo tiempo, un guiño a la “Vieja Guardia”, ya que los interpretes fueron solo, vientos,
metales (sobre todo tuba) y timbal. El
segundo de los mimos, al Colón y a Buenos Aires toda, por ser por los próximos
dos años sus anfitriones, con un poco de Ntra. Música.
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