Teatro Colón, Temporada
lírica 2014: “Requiem” de Oscar Strasnoy, Libreto de Matthew Jocelyn. Basada en “Requiem
for a Nun” de William Faulkner. Obra encargada por el Teatro Colón, estreno
mundial. Reparto: Jennifer Holloway (Temple Drake), Siphiwe Mc Kenzie (Nancy
Manigoe), James Johnson (Gavin Stevens), Brett Polegato (Gowan Stevens),
Cristian De Marco (Gobernador), Santiago Burgi (Pete), Damian Ramirez
(Carcelero), Mario De Salvo (El Juez), Matías Romig (Bucky Stevens), Orquesta y
Coro Estables del Teatro Colón. Director de Orquesta: Christian Baldini,
Director de Coro: Miguel Martínez. Escenografía: Anick La Bissonierè – Eric
Oliver Lacroix. Vestuario: Aníbal Lápiz. Iluminación: Enrique Bordolini. Regie:
Matthew Jocelyn. 10/06/14. (Cantada en Ingles y Agregados en Latín).
Contundente. Así de
sencillo. Y si quiere agregarle otros calificativos, podemos agregarle franca,
sin concesiones. Ese es el resultado de “Requiem”, la ópera que Oscar Strasnoy
compuso por encargo del Teatro Colón, con un libreto de Matthew Jocelyn,
también “regisseur” del espectáculo, basado en “Requiem for a Nun” (Requiem
para una Monja) del norteamericano William Faulkner. Es cierto que el relato de
Faulkner es muy especial. La historia de una mujer abandonada por su novio
alcoholizado, raptada y sometida durante seis semanas en un burdel de Memphis,
rescatada y luego casada con ese hombre que la ha abandonado. Ocho años después
de aquel suceso, su criada, una ex trabajadora del burdel y compañera de Temple
durante su cautiverio, espera su
ejecución ya que ha dado muerte a uno de los niños de la pareja, porque su
ahora patrona iba a huir con su cuñado, el que muere asesinado en el burdel
trágico cuando están a punto de hacerlo, y , con ellos,el bebé que sería asesinado,
dejando a esposo y a otro hijo abandonados . El móvil de dicha tragedia era
sostener la unidad de esa familia. Como se ve un tema cerradísimo en el que no
faltan encuentros, acusaciones, un Tío del esposo y del amante que es defensor de
la criada y trata por todos los medios de salvarla de la pena capital,
recurriendo a encuentros que esclarezcan las cosas y en realidad las complican
mas. No faltan un Gobernador que lejos de tener acabado conocimiento de la
situación, no logra entender en absoluto las explicaciones cuando Temple y su
Tío Político le intentan justificar el
porque del pedido de clemencia. Los hechos acaecidos en torno a la muerte de
Red, el amante. Un Juez que anuncia la consabida sentencia a la pena capital.
Un coro dispuesto como en tragedia griega el que alterna comentarios de
situaciones con fragmentos en latín del ordinario de la misa de difuntos, y un
final para diferentes interpretaciones a veinticuatro horas antes de la
aplicación de la sentencia, donde siguen
agotando instancias o, resignadamente, se encuentra en esta ejecución un escape
que dé el “descanso eterno” a tanto sufrir. La falsía, la pacatería, las
cerradas tradiciones del interior de Estados Unidos de sesenta años atrás. Todo
entra en esta adaptación de Jocelyn sobre el libro de Faulkner y Strasnoy logra
un producto musical contundente,
fundamentalmente en el segundo acto, ya que en el primero por trazar la
identidad de los personajes, la acción se ve un poco retrasada y se hace
difícil de sobrellevar ante un tema tan “pesado” (hasta psicólogos
profesionales así lo reconocen). La línea musical siempre está al servicio de
la acción y del teatro y el final sereno deja al espectador pensando y
repensando sobre todo lo visto y escuchado. Sin dudas se está ante un trabajo
de admirable concreción, impactante en lo teatral y magnífico en lo musical. Y
mas allá de un libreto en otra lengua, de lo mas contundente que se haya
producido en el Teatro Lírico Argentino,
configurando un logro para el Colón , el haber recibido esta obra como
producto de su encargo. Junto a los realizadores del trabajo, sumaron su aporte
un notable conjunto de colaboradores como Anick La Bissonière y Eric Oliver Lacroix, responsables de una
noble y práctica realización escénica que permitió darle ritmo y acción a la
puesta y dos grandes creadores nacionales como Enrique Bordolini, esta vez en
el rol de iluminador, cumplido de manera magnífica con las cosas en su justo
punto y Aníbal Lápiz , en su primer trabajo “Post Oswald” con un vestuario con
un nivel al que siempre nos tiene acostumbrados. En el foso, Christian Baldini,
joven director argentino residente en Estados Unidos, realizó una concertación
sólida y admirable, manteniendo la tensión y acentuando el clima de cerrazón que
la obra transmite. En cambio Miguel Martínez llegó con lo justo con el Coro
estable, el que llamativamente actuaba en esa tribuna de tragedia griega con
las partituras en mano, evidenciando dificultades en la memorización de los
textos. En lo vocal, Jennifer Holloway es una mezzo de carácter y de gran
belleza física. Su Temple, estuvo magníficamente trazada, muy buena actriz,
buena presencia y un sólido registro vocal. Siphiwe Mc Kenzie en el rol de
Nancy, la niñera sentenciada, hizo lo suyo con convicción, buena voz, gran
coloratura. Tiene pocos minutos en escena, pero los pocos son muy bravos y los
sobrelleva de manera magnífica. James Johnson como Gavin, el Tío-Abogado,
también tiene voz magnífica y actuación notable. Brett Polegato como Gowan, el
marido engañado, trazo un perfil adecuado para su criatura, un personaje que
mas allá de su alcoholismo, trata de descubrir atormentadamente cual es la
verdad de todo el asunto. Santiago Burgi como Pete, el cuñado- amante, realizó
una composición magnífica, tanto en lo actoral como en lo vocal y un saludo
desde aquí a los otros tres co-primarios, Cristian De Marco, eficaz como el
gobernador, Mario De Salvo en el rol del Juez y Damián Ramírez que caracterizó
estupendamente al típico carcelero norteamericano. Acertadísima resultó la
tierna intervención de Matías Romig, como Bucky el hijo sobreviviente de la
pareja. Gratísima sorpresa es Este trabajo que eleva a la
creación nacional.
Donato Decina
No hay comentarios:
Publicar un comentario