lunes, 16 de junio de 2014

CONTUNDENTE




Teatro Colón, Temporada lírica 2014: “Requiem” de Oscar Strasnoy,  Libreto de Matthew Jocelyn. Basada en “Requiem for a Nun” de William Faulkner. Obra encargada por el Teatro Colón, estreno mundial. Reparto: Jennifer Holloway (Temple Drake), Siphiwe Mc Kenzie (Nancy Manigoe), James Johnson (Gavin Stevens), Brett Polegato (Gowan Stevens), Cristian De Marco (Gobernador), Santiago Burgi (Pete), Damian Ramirez (Carcelero), Mario De Salvo (El Juez), Matías Romig (Bucky Stevens), Orquesta y Coro Estables del Teatro Colón. Director de Orquesta: Christian Baldini, Director de Coro: Miguel Martínez. Escenografía: Anick La Bissonierè – Eric Oliver Lacroix. Vestuario: Aníbal Lápiz. Iluminación: Enrique Bordolini. Regie: Matthew Jocelyn. 10/06/14. (Cantada en Ingles y Agregados en Latín).

  Contundente. Así de sencillo. Y si quiere agregarle otros calificativos, podemos agregarle franca, sin concesiones. Ese es el resultado de “Requiem”, la ópera que Oscar Strasnoy compuso por encargo del Teatro Colón, con un libreto de Matthew Jocelyn, también “regisseur” del espectáculo, basado en “Requiem for a Nun” (Requiem para una Monja) del norteamericano William Faulkner. Es cierto que el relato de Faulkner es muy especial. La historia de una mujer abandonada por su novio alcoholizado, raptada y sometida durante seis semanas en un burdel de Memphis, rescatada y luego casada con ese hombre que la ha abandonado. Ocho años después de aquel suceso, su criada, una ex trabajadora del burdel y compañera de Temple durante su cautiverio,  espera su ejecución ya que ha dado muerte a uno de los niños de la pareja, porque su ahora patrona iba a huir con su cuñado, el que muere asesinado en el burdel trágico cuando están  a punto de hacerlo,  y , con ellos,el bebé que sería asesinado, dejando a esposo y a otro hijo abandonados . El móvil de dicha tragedia era sostener la unidad de esa familia. Como se ve un tema cerradísimo en el que no faltan encuentros, acusaciones, un Tío del esposo y del amante que es defensor de la criada y trata por todos los medios de salvarla de la pena capital, recurriendo a encuentros que esclarezcan las cosas y en realidad las complican mas. No faltan un Gobernador que lejos de tener acabado conocimiento de la situación, no logra entender en absoluto las explicaciones cuando Temple y su Tío Político le  intentan justificar el porque del pedido de clemencia. Los hechos acaecidos en torno a la muerte de Red, el amante. Un Juez que anuncia la consabida sentencia a la pena capital. Un coro dispuesto como en tragedia griega el que alterna comentarios de situaciones con fragmentos en latín del ordinario de la misa de difuntos, y un final para diferentes interpretaciones a veinticuatro horas antes de la aplicación de la sentencia,  donde siguen agotando instancias o, resignadamente, se encuentra en esta ejecución un escape que dé el “descanso eterno” a tanto sufrir. La falsía, la pacatería, las cerradas tradiciones del interior de Estados Unidos de sesenta años atrás. Todo entra en esta adaptación de Jocelyn sobre el libro de Faulkner y Strasnoy logra un producto  musical contundente, fundamentalmente en el segundo acto, ya que en el primero por trazar la identidad de los personajes, la acción se ve un poco retrasada y se hace difícil de sobrellevar ante un tema tan “pesado” (hasta psicólogos profesionales así lo reconocen). La línea musical siempre está al servicio de la acción y del teatro y el final sereno deja al espectador pensando y repensando sobre todo lo visto y escuchado. Sin dudas se está ante un trabajo de admirable concreción, impactante en lo teatral y magnífico en lo musical. Y mas allá de un libreto en otra lengua, de lo mas contundente que se haya producido en el Teatro Lírico Argentino,  configurando un logro para el Colón , el haber recibido esta obra como producto de su encargo. Junto a los realizadores del trabajo, sumaron su aporte un notable conjunto de colaboradores como Anick La Bissonière y  Eric Oliver Lacroix, responsables de una noble y práctica realización escénica que permitió darle ritmo y acción a la puesta y dos grandes creadores nacionales como Enrique Bordolini, esta vez en el rol de iluminador, cumplido de manera magnífica con las cosas en su justo punto y Aníbal Lápiz , en su primer trabajo “Post Oswald” con un vestuario con un nivel al que siempre nos tiene acostumbrados. En el foso, Christian Baldini, joven director argentino residente en Estados Unidos, realizó una concertación sólida y admirable, manteniendo la tensión y acentuando el clima de cerrazón que la obra transmite. En cambio Miguel Martínez llegó con lo justo con el Coro estable, el que llamativamente actuaba en esa tribuna de tragedia griega con las partituras en mano, evidenciando dificultades en la memorización de los textos. En lo vocal, Jennifer Holloway es una mezzo de carácter y de gran belleza física. Su Temple, estuvo magníficamente trazada, muy buena actriz, buena presencia y un sólido registro vocal. Siphiwe Mc Kenzie en el rol de Nancy, la niñera sentenciada, hizo lo suyo con convicción, buena voz, gran coloratura. Tiene pocos minutos en escena, pero los pocos son muy bravos y los sobrelleva de manera magnífica. James Johnson como Gavin, el Tío-Abogado, también tiene voz magnífica y actuación notable. Brett Polegato como Gowan, el marido engañado, trazo un perfil adecuado para su criatura, un personaje que mas allá de su alcoholismo, trata de descubrir atormentadamente cual es la verdad de todo el asunto. Santiago Burgi como Pete, el cuñado- amante, realizó una composición magnífica, tanto en lo actoral como en lo vocal y un saludo desde aquí a los otros tres co-primarios, Cristian De Marco, eficaz como el gobernador, Mario De Salvo en el rol del Juez y Damián Ramírez que caracterizó estupendamente al típico carcelero norteamericano. Acertadísima resultó la tierna intervención de Matías Romig, como Bucky el hijo sobreviviente de la pareja. Gratísima sorpresa es Este trabajo que eleva a la creación nacional.


Donato Decina

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