Concierto de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos
Aires, Director: Enrique Arturo Diemecke. Solista: Nadia Salerno-Sonnenberg
(Violín). Programa: Leonard Bernstein (1918-1990): Obertura de “Candide”;
Samuel Barber (1910-1981): Concierto para Violín y Orquesta, Op.14; Aaron
Copland (1900-1990): “Appalachian Spring”; George Gershwin (1898-1937): “Un
Americano en París”. Teatro Colón (19/06/14).
Si nos atenemos a la
ubicación geográfica del lugar de nacimiento de todos los compositores
programados en Este concierto, lo correcto sería decir que estamos ante un
programa “Estadounidense” y no “Norteamericano”. América del Norte, según los
manuales de Escuela Primaria de antes (y espero y deseo que los de ahora
también) y los libros de geografía de la secundaria (ídem en mi pensamiento
para este caso), señalan que América del Norte se compone por los territorios
de tres países a saber: México (tierra natal del conductor titular de la
Filarmónica y de Este concierto), Estados Unidos de Norte América y Canadá.
Desde Estados Unidos lamentablemente ha partido la visión en que América son
solamente ellos y de ahí las deformaciones que todos conocemos, Latinoamérica,
Centroamericano y todos los ítems que
quiera Ud. sumarle. Para mí existe una sola y válida visión, y es que fue un
concierto de música de compositores Estadounidenses. Hecha la aclaración.
No cabe duda alguna
que en el armado del programa de Esta velada, pesó el gusto del Director. Y
entonces nos encontramos con obras absolutamente “Tonales”, escritas sí, por
notables compositores e instrumentadores, que han dejado huella y enseñanza en
su país. Pero también existen otros mas actuales, cuya sola inclusión podría
haber brindado al oyente un panorama mas acabado de la creación musical
Estadounidense. Contemporáneo de los seleccionados (y gran ausente) fue Charles Ives. Con solo
decir “La Pregunta Sin Respuesta” o alguna de sus Sinfonías, ya cae de maduro
preguntar porque estuvo ausente. Más aquí en el tiempo, hablar de John
Corigliano, o el irreverente provocador
John Cage y ni pensar en Morton Feldman, es hablar de un lenguaje musical actual, pero por ahora solo debemos
conformarnos con la selección ofrecida. Es evidente que Enrique Arturo Diemecke
se siente mas a sus anchas en esa franja musical, aún cuando en el concierto
anterior, Gerardo Gandini sonó magnífico y recordar la última visita de
Mauricio Kagel, en donde el conductor mexicano mostró su capacidad. También en
argentinos actuales como Esteban Benzecry. Esperemos que en otras
oportunidades, todas las variantes y épocas estén representadas.
La noche arrancó con
una buena versión de la Obertura de “Candide” de Leonard Bernstein, en un
“tempi” un poco mas lento de lo habitual, pero con todo el espíritu del
compositor presente, ese que también encontramos en “West Side Story” y que
hace que sean sus dos creaciones mas acabadas y reconocidas popularmente en
todo el mundo. La orquesta funcionó a pleno y los aplausos premiaron la labor.
Luego fue el turno de Samuel Barber y su concierto para Violín y Orquesta el
que permitió una vez mas entre Nosotros el lucimiento de Nadia
Salerno-Sonnenberg. Esta gran violinista Italo-Estadounidense, se mostró con
gran desenvoltura, buen sonido, notable técnica y con un plus que aquí la
mostró aun mejor que en sus presentaciones anteriores y es que estuvo cómoda y
enchufadísima desde el principio, como deleitada por el sonido que emanaba de
la Orquesta a partir de las indicaciones del Director y entonces se entiende el
porque de las miradas cómplices con el Concertino, las razones para acentuar el
clima del segundo movimiento con unos notables “Pianissimi” que eran apenas
perceptibles y atacar aguerrida y por momentos con gestos absolutamente
“Atléticos”, el difícil inicio del último movimiento. En un concierto de
escritura absolutamente post-romantica, era esperable lo que se escuchó, con un
Diemecke realizando un acompañamiento formidable y una solista excepcional,
coronada por la ovación merecidamente recibida, como premio a la faena.
Ya en la segunda
parte, se escuchó una excelente versión de “Appalachian Spring” de Aarón
Copland. Música para Ballet que tiene reminiscencias de otras producciones
suyas como “Rodeo”, “El Salón México” o la Sinfonía Nº 3 (A propósito ¿para cuando?,
si esa es obra suya Arturo). Los momentos de cálido lirismo, resaltados por
Diemecke, contribuyeron a la belleza de la versión que mostró a un conjunto
orquestal muy solido, en un tranquilo final en el que por fin el Director logró
su objetivo de hacer permanecer al público un instante en silencio antes de los
aplausos a modo de no destruir el clima logrado, y que en particular en la presente temporada
ha logrado, de la mano de su titular, convincentes presentaciones, coronadas
por una formidable y muy transparente versión de “Un Americano en París” de
George Gershwin, en donde sin resignar el carácter “Jazzistico” de la obra,
hubo un sonido que permitió apreciar algunas partes instrumentales que pocas
veces se escucharon de manera tan nítida y cristalina y una coda magistral con
un “Tutti” que lentamente se extinguía dando paso a una cerrada ovación como
premio a la labor de toda la noche.
La mácula de la noche
estuvo dada, una vez mas, por la asistencia de público absolutamente ignorante,
que va al Colón como atracción turística y que se hace notar en los aplausos
fuera de lugar durante la interpretación de las obras. Hay formas y formas de
generar público. Es evidente que la conducción del Colón “erró el vizcachazo”
con su política de entradas de alto valor monetario. Existen otras políticas
como la ya probada de “Entradas de ultimo minuto”, que por lo menos no
recuperan todo el valor pero garantizan mas y mejor publico. ¿Y si los turistas
van a visitas guiadas o a funciones matutinas solo para ellos y dejamos al o
público (sea Argentino o extranjero), que disfrute como se debe de los
espectáculos que conforman los abonos?.
Donato Decina
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