“Colon Contemporáneo”: Concierto dedicado a Salvatore Sciarrino.
Orquesta Estable del Teatro Colón, Director: Tito Ceccherini (Italia),
Solistas: Francesco Dillon (Violoncello) y Salvatore Sciarrino (Recitante).
Programa: “Variaciones “ (1977) de Salvatore Sciarrino, Suite de “El Mandarín
Maravilloso” de Bela Bartok (1924). “La
Muerte de Borromini” (1988) de Salvatore Sciarrino (1/11/2013).
Finalmente Salvatore Sciarrino llegó a la Argentina y al Colón. Más allá
de la justificada expectativa creada por su bienvenida presencia en nuestro
medio y de las efusivas adhesiones que su música ha generado, sobre todo en los
ámbitos de la experimentación, llamó mucho la atención que la sala se
encontrara a poco menos de la mitad de su capacidad. Es indudable que fue un
acierto rotundo traerlo y programarlo, pero es hora de reflexionar cuando se
dice que autores destacados en la experimentación deben ser programados en la
sala principal. Si Sciarrino apenas tuvo público para un poco menos de la mitad
de la sala, los otros por sí solos no resisten el salto a mayor categoría, y
ese es el saldo inapelable. Para variar, la primera fila contaba con la
presencia de turistas brasileños, que evidentemente fueron al Colón para
conocerlo. Al término de la primera obra, la desbandada y retirada fue notoria.
Celebramos con beneplácito el convenio de venta de localidades con la U.B.A..
¿Por qué no se hizo lo mismo con los conservatorios de la Ciudad, de la que
depende también el Colón?. Hubiéramos tenido el marco que Sciarrino merecía y
hubieran accedido a una programación que este ciclo tiene, que a los jóvenes
les gusta y que no se realiza con frecuencia en el Teatro.
Otro punto a destacar, es el pésimo
comentario encontrado, sin firma, en el programa de mano. Básico. Casi sacado
de Wikipedia, sólo para describir generalidades del proceso creativo del
compositor invitado. Impropio de “Colón Contemporáneo” que si algo lo
caracteriza es por la riqueza de su información. La programación tampoco es
contemporánea. “Variaciones” es de 1977. “La Muerte de Borromini” es de 1988 y,
entre medio, la música elegida de “El Mandarín Maravilloso”, a modo de enlace es de 1924. Nos quedamos con
las ganas de escuchar al Sciarrino
actual. Tal vez en otra oportunidad.
La Dirección del concierto fue encomendada a Tito Ceccherini, conductor
italiano de cuarenta años de edad, que condujo a la Estable de manera
formidable, logrando de ella un rendimiento superlativo, colocándola en su mejor actuación en la
presente temporada. Es enérgico, tiene enjundia. La interpretación de “El
Mandarín Maravilloso” de Bela Bartok fue sencillamente gloriosa, con primeros
atriles de la formación enchufadisimos
en lo suyo y extrajo a la partitura
hasta el último detalle.
En “Variaciones”, se contó con
Francesco Dillon como violoncello solista. Tiene una trayectoria destacada en
este repertorio, a la que hizo honor con una técnica magnífica. La riqueza de
sonido que extrajo a su instrumento es increíble. La obra se basa en la baja
sonoridad y van apareciendo en ella sonidos de la naturaleza que se intercalan
con el del instrumento solista. Ruidos de viento, golpes de efecto como los de
una ventana o una puerta que se cierra con el viento, tormenta y el sonido base
de la cuerda como sostén y las sonoridades mas o menos intensas del
violoncello. Muy bien recibida por el público.
Para el final, Sciarrino en el escenario y “La Muerte de Borromini”; el
diario, casi un testamento, de las últimas horas de vida de un arquitecto hasta
su suicidio. Obra “cerrada” de atmósfera misteriosa. Percibimos el latir, el
pulso y hasta la respiración del protagonista en la orquestación. La riquísima
paleta de sonido y Sciarrino que hace la narración de la historia de manera tan
baja, como bajo es el sonido de la orquesta, dándole más vida. Otra experiencia
formidable.
Es justificada la reacción del público. En mi memoria atesoro recuerdos
de estrenos contemporáneos a la fecha en que Sciarrino creó estas composiciones
ofrecidas. Está a años luz de lo que en esas épocas se estrenaba por aquí. Por
trazar un paralelismo a modo de ejemplo, en ese tiempo lo encontramos a una
altura cercana al Ligeti de aquel entonces y no exagero. Sea nuevamente
bienvenido Sciarrino, sólo que la próxima quiero que sea para conocer su sonido
actual.
DONATO DECINA
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