viernes, 8 de noviembre de 2013

APRESURADO,CAMBIANTE Y SIN EMBARGO, PLENO DE CALIDAD




Concierto a cargo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Francisco Rettig. Programa: Jean Sibelius: Sinfonía Nº 2 en Re mayor Op. 43; Serguei Prokofieff: Extractos de las Suites Nºs. 1 y 2, de la música para el Ballet “Romeo y Julieta”. Georges Enesco: Rapsodia Rumana Nº 1 en La mayor Op. 11. Teatro Colón 31/10/13.

  La semana pasada se informó a los medios que se debía adelantar al 31 de Octubre el concierto de cierre de abono de la Filarmónica, sin especificar las causas. Al momento de escribir esta crónica y con la grilla de programación de noviembre en mi mano, no hay actividad pautada desde el 16 del ese mes hasta el 1 de Diciembre, fecha de estreno de la producción de La Fura dels Baus de “Un Ballo in Maschera” de Verdi. Si como se presume, el despliegue de la puesta no permite que el Teatro realice otras actividades en el ínterin en la sala principal, ¿ignoraban acaso las autoridades que el concierto era imposible de realizar en la fecha programada? .  Y si es así, ¿por qué comprometer al Maestro Diemecke para esa fecha y con otra programación pautada, salvo la segunda de Sibelius que fue lo único que quedó en pie?. Con la decisión de sala cerrada, se cae la posibilidad de hacer la programación originalmente prevista, ya que Diemecke es hoy por hoy director de agenda “completa” y para rehacerlo, hubo que salir a buscar conductor que acepte y aquí otra perlita. Francisco Rettig, un probado y buen conductor chileno, debió dirigir en esta fecha por dos semanas consecutivas como invitado a la Sinfónica Nacional en el Auditorio de Belgrano. Los padecimientos crónicos de la primera orquesta del país en materia presupuestaria, hicieron que debiera informársele a Rettig que su actuación se caía. Por lo tanto, disponía de fecha libre y el Colón lo encontró. Y aquí tenemos que el Directo que, vaya paradoja, dirigió conciertos tantas veces en el Colón, pero con la Sinfónica (recordar el estreno de “Turangalila” de Mesiaen y la Segunda de Mahler en los ciclos de la lamentablemente desaparecida Asociación Wagneriana y que con la Filarmónica hizo desde el foso acompañamiento de ballet, se encontró de manera impensada con el debut en el ciclo de la Filarmónica en el Colón, mientras la Sinfónica también reprogramaba su actividad. Rettig salió ganando, la Sinfónica…….

  Vamos a la programación, en la gacetilla se informaba obras de Enesco, Prokofieff y Sibelius, en ese orden. Al llegar a la sala y observar el programa de mano, la conformación definitiva fue.¡ Sibelius!, en primera parte. Y en segunda parte:¡ Prokofieff, primero! ¡Enesco, cierre!.  Sin dudas, un absoluto desatino. Semejante monumento universal de la música relegado a un comienzo de programa, para que después viniera una selección a los ponchazos de Prokofieff, que debió haber sido el centro y una obra de muchísima menor calidad que el resto, puesta de cierre y fondo de programa, ¿era necesario?. El currículum actualizado de Rettig dice que hoy es el titular de la Sinfónica de la Radio y Televisión de Rumania y en su formación, recibió enseñanzas de Sergiu Celibidache, ¿casualidad?. 48 horas después de su actuación, al cierre de estas líneas, se presenta la Sinfónica Nacional de ese país en el cierre de Nuova Harmonía. No hay rumanos en la programación a ofrecerse,  ¿habrá querido arrojar el guante?.

  A pesar de estas disquisiciones hubo música. Afortunadamente muy buena música. Porque entre tantos desatinos, la heroína de la noche fue la propia Filarmónica. Que cerró su ciclo brillantemente, y de esta manera, completó el que a mi juicio fue su mejor abono desde la reapertura del Teatro Colón, porque logró en sus últimas actuaciones lo que siempre se le exigió: brillar, aún sin Diemecke en el podio. Y lo hizo, tanto con Pavel Kogan como con Francisco Rettig. Pocas veces se ha escuchado una segunda de Sibelius, tan nítida, cantada y sentida, como la de esta ocasión, merito de ambos, Rettig y orquesta. El cierre fue una cumbre pocas veces vista. Aún cuando los “tempi” del conductor chileno fueron un poco mas lentos de lo habitual, la profundidad interpretativa fue superlativa y llegó muy hondo al público que despacho una justiciera ovación.  Sin dudas era el fondo de la noche.

  En la segunda parte, tuvimos una selección absurda por los números elegidos y el orden de interpretación dispuesto de las  Suiters 1ª y 2ª de “Romeo y Julieta” de Prokofieff. Se escucharon: “Montescos y Capuletos”, “La pequeña Julieta”, “Danza de las antillanas”, “Mascarada”, “Romeo en la tumba de Julieta” y “Muerte de Teobaldo”. Por lo tanto nos quedamos, sin la “Escena del balcón” sin “La despedida de los amantes”, que es cuando  Romeo va al exilio y Prokofieff regala una fragmento orquestal impresionante y , colofón, luego de la escena de cierre donde mueren los protagonistas, vamos a la “Muerte de Teobaldo (y de Mercucio también), para ganar el aplauso fácil. O sea, es como decir, hacemos “La  Traviata”, pero dejamos el brindis al final,  después que Violeta se murió. Saque cada cuál sus conclusiones y, de ser posible, me dejan un comentario en el link de debajo de esta crónica, me gustaría leerlos.

  Lo dicho, para el cierre, la Rapsodia de Enesco, obra simpática, muy folklórica, colorida, encarada a “tempi” vertiginoso, con una Filarmónica concentrada y atenta a las indicaciones de Rettig, que marcaba con gestos a lo Celibidache (el mas maduro se entiende. El anciano debía sentarse en una especie de atalaya, porque sus huesos no le respondían). Final de color para una noche que vino mal barajada. Una orquesta que está, a Dios gracias, en la buena senda y a encarar el año próximo con Richard Strauss hasta en la sopa, mucho Diemecke y algunas cosas mas que encontraremos en el camino. En Marzo los reencontraremos, ¿No les parece que es demasiado tiempo?



DONATO DECINA

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