Deutsche Welle 8/11/2013
Es uno de los Otelos de nuestro tiempo. Este fin de semana, el tenor argentino se sube al escenario de la Deutsche Oper de Berlín para encarnar de nuevo este personaje. Pero Cura reivindica que es más que un tenor.
La relación del tenor José Cura (Rosario, Argentina, 1962) con el personaje de Otelo ha sido larga y fecunda. Carismático y vehemente sobre el escenario, el cantante ha indagado durante años en la personalidad del moro de Venecia. En julio de 2013, Cura abordó la ópera desde otra perspectiva, la del director de escena: el inquieto tenor llevó a cabo su concepción escénica del drama de Verdi en el Teatro Colón de Buenos Aires. Es una más de las facetas de José Cura, que se encuentra algo cansado de no poder desprenderse de su etiqueta de tenor y de que no se lo tome en serio en otros ámbitos, como la dirección de orquesta y la composición.
Deutsche Welle: ¿Cómo ha evolucionado su visión de Otelo en los más de 15 años que lleva encarnando el personaje?
José Cura: Nunca se llegan a conocer todos los entresijos de una obra maestra. Por eso, porque seguimos investigando y revolviendo, sigue vigente y nos emociona.
Como en todas las relaciones largas, habrá tenido sus más y sus menos con Otelo. ¿Algún momento especialmente crítico?
Cuando decidí bajarme del carro del Otelo héroe para abrazar al Otelo “pobre tipo” y tratar de consolarlo, intentando entender las razones de sus actos. Fue allá por el 2001 y desde entonces no paré. Incluso escribí una novela breve al respecto que espero publicar un día.
Dados sus orígenes argentinos y la proverbial afición de sus compatriotas al psicoanálisis, ¿cuánto diván necesitaría Otelo? ¿Y Yago?
Mucho. “Yo no soy lo que soy”, dice Yago, proponiendo una posible identificación suya con Satán. Para decirlo como Freud, visto que me habla de loqueros: Yago sería el “ello” de Otelo que, triunfando sobre su débil “superyo”, logra que el incierto “yo” del Moro arda en su propio fuego.
¿Qué intérpretes de Otelo admira?
Todos. Cada uno me enseñó algo. Es lo bueno de heredar tanta riqueza. Pero en eso del Otelo “antihéroe”, viajo bastante solo en el mundo de la ópera. El público tiene idealizado al personaje por su increíble música. Además, está asociado con la nobleza artística de cantantes legendarios. Cuesta mucho desmitificar a Otelo para comprenderlo.
Hoy día encontramos de todo en las producciones operísticas, desde puestas en escena tradicionales hasta conceptuales. ¿Cuáles prefiere usted?
Las hechas con inteligencia. No sabe lo rara que es esta cualidad… Por lo demás, gustos son gustos.
Tiene usted una muy sólida preparación musical y ha compuesto y dirigido, pero parece que no se lo acaba de tomar en serio en esas otras facetas musicales. ¿Le pesa demasiado la etiqueta de tenor?
Más de lo que quisiera. Le estoy agradecido, porque, de otro modo, usted, por ejemplo, no me estaría entrevistando. Pero hay una tradición demasiado larga que vincula la etiqueta de “tenor” con un cierto tipo de fauna. Eso ha terminado por crear un arquetipo de idiota que es muy difícil de desterrar. Actualmente hay ilustres ejemplos de grandes tenores intelectuales, que están lentamente terminando con la nefasta fama que tenemos, pero queda mucho por hacer y los prejuicios no ayudan…
¿Cómo se ve profesionalmente dentro de diez años?
Un director de orquesta famoso me dijo no hace mucho, después de escuchar mi versión de la Segunda Sinfonía de Rachmaninov, que, si no fuera por la etiqueta de tenor de la que hablábamos antes, sería un director de orquesta afirmado y reconocido… ¿Cómo me veo? Si el cartelito de tenor no me rompe el cuello, me veo dirigiendo tanto escena como orquesta, relegando el canto a las ocasiones justas.
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