sábado, 28 de septiembre de 2013

GLUZMAN, DIEMECKE Y LA FILARMONICA BRINDARON UNA MUY BUENA VELADA



Orquesta Filarmónica de Buenos Aires: Director: Enrique Arturo Diemecke. Solista: Vadim Gluzman (Violín). Programa: Serguei Prokofieff: Concierto N° 2 para Violín y Orquesta en Sol Menor Op. 63.  Richard Strauss: Aus Italien (Fantasía Sinfónica en cuatro movimientos) Op.16. Teatro Colón (26/09/13).

  Desde su anterior visita, en la que la impresión que causó fue inmejorable, todos nos preguntamos cuando retornaría el violinista Vadim Gluzman. Pues bien, finalmente ayer retornó al escenario del Colón para ofrecer una imponente versión del segundo de los conciertos para violín y orquesta de Serguei Prokofieff. Sin dudas, la obra  es la más difundida de los dos y Gluzman la abordó de manera admirable. Las intrincadas cadencias, el ritmo, la técnica, el sonido limpio que va surgiendo de su Stradivarius y la complicidad permanente con Diemecke hasta en los mínimos gestos. Todo estuvo allí y lo hizo con una facilidad tan asombrosa que uno se pregunta si es real o es una máquina. Y vaya si es real. En el segundo movimiento se escuchó decididamente “cantar” tanto a la Orquesta como al Instrumento. Mérito de ambos intérpretes que hicieron trabajo de equipo como pocas veces se ha escuchado, lamentablemente, en los últimos tiempos y el tercero tuvo un remate contundente. Tras tres salidas a escena, Gluzman retribuyó los aplausos con una muy buena versión de la sarabanda de la partita N° 2 de Johann Sebastian Bach, que incluso logró mantener (¡por fin!) en silencio por algunos segundos al auditorio después de la culminación.

  La segunda parte se conformó con “Aus Italien” (Desde Italia) de Richard Strauss, de la que Diemecke explicó a viva voz en la sala que no estaba  confirmado pero que podría haberse tratado la de ayer la primera interpretación en vivo en Ntro. medio de la obra. La misma es un ensayo de juventud en cuatro movimientos en las que el compositor vertió   en el pentagrama las vivencias de un viaje por la península. Desde los compases iniciales, que se inspiran en la luminosidad del día en la campiña italiana, pasando por las ruinas romanas (un extenso fragmento que es como una larga descripción), para ir luego a las playas de Sorrento, en donde una magnífica orquestación logra plasmar el espíritu de la playa, el bamboleo de las olas y hasta la ruptura de la ola, y cerrar con variaciones sobre “Funiculí Funiculá”, que le valieron una acción legal de Luigi Denza por plagio, hasta la aclaración de que el por entonces joven compositor  creyó  que se trataba de una melodía popular y no una “canzonetta”. Diemecke realizó un trabajo cercano a la perfección. Fue muy buena la idea de la programación, más allá que la obra no pasa de ensayo de juventud, pero que nos muestra ya una aproximación de todo lo que vendría después y de las notables influencias que ejercieron sobre El, Wagner, Brahms y Mendelsohn, que por momentos uno tenía la sensación de que andaban revoloteando por la sala. Magnífica noche, para ir redondeando de a poco una muy buena temporada.


DONATO DECINA

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