viernes, 28 de junio de 2013

Una Segunda Opiniòn

UN MUY CORRECTO ESTRENO MOZARTIANO

"Il sogno di Scipione" K. 126. Azione teatrale en un acto de Wolfgang Amadeus Mozart sobre un libro de Pietro Metastasio.
Constancia: Selene Lara - Emilio: Alejo Ruiz - Fortuna: Patricia Villanova - Licenza: Flavia Memmo - Publio: Pablo Urban - Scipione: Gabriel García - Coro y Orquesta Lírica Lado B. Director: Camilo Santostefano. Director de escena: Germán Ivancic. Diseño y realización visual: Cecilia Magno. Diseño de Iluminación: Cristian Domini.
Lírica Lado B. Teatro Hasta Trilce, 22 de junio de 2013





            “Somnium Scipiones”, sexta parte de la hoy incompleta “De re publica” de Cicerón es un fascinante ensayo acerca de la política, la historia y la ética del funcionario público. Se basa en “El mito (la narración) de Er” que concluye “La República” de Platón y que durante varios siglos marcó la idea de una visión cosmogónica, política y religiosa. Es en él donde, en Occidente, aparece la idea del premio y el castigo a una conducta durante la vida.
            Lo que en Platón es una visión casi escatológica (en realidad Er no muere) en Cicerón es simplemente onírica, aunque en ambas se trata de la ascención del alma hacia otra dimensión en la que tiene comunicación con los espíritus de los muertos, que le hacen ver la necesidad de una vida estoica y de fuertes convicciones éticas; además de plantear una concepción del universo que será tomada durante mucho tiempo como una verdad irrefutable. El mismo Dante basa en esta concepción la distribución de los círculos en su “Divina Commedia”.
            Como podrá suponerse, es prácticamente imposible armar una pieza teatral a partir de este tema. Sin embargo el prolífico Pietro Metastasio logró dar forma a un inconsistente y estático libreto que serviría para la glorificación de algún soberano o figura pública. Fue escrito en 1735 y se estrenó ese mismo año, con música de Luca Antonio Predieri, en ocasión del cumpleaños del emperador Carlos VI. A partir de allí, varios fueron los músicos que utilizaron este texto para cumplir con alguna ocasión festiva.
            Mozart compuso “Il sogno di Scipione” en 1771 (a los quince años) para homenajear a su protector , el príncipe-arzobispo de Salzburgo Segismund von Schrattenbach. Su muerte hizo que esta “azione teatrale” se presentara (en realidad sólo tres números) durante las fiestas (en 1772) de la asunción al trono episcopal de Hyeronimus Collodrero, quien sería luego su archienemigo. En realidad esta calificación tenía que ver más con la paranoia e hipocondría de Mozart (hipocondría que lo llevaría a su prematura muerte al envenenarse con grandes cantidades de remedios que contenían antimonio) que con la actitud burocrátrica de Collodrero.
  
          Este “Sogno” (su K. 126) es, a mi juicio, su mejor obra lírica hasta “Il re pastore” (tres años posterior). Se ubica entre “Ascanio in Alba” y “Lucio Silla” y es una excusa para presentar diez espléndidas y arduas arias sin ninguna relación dramática entre ellas, salvo la muy endeble que le otorgan los recitativos. Prácticamente todas estas arias deben figurar entre lo mejor del primer Mozart y alguna, incluso, de toda su producción.
            No es una obra fácil de hacer. Necesita seis cantantes de primer nivel y una orquesta si no virtuosa, al menos, muy segura. Además, si se la escenifica, debe contar con un director de escena sumamente imaginativo.
            Lírica Lado B se enfrentó con el mayor desafío de su corta pero importante trayectoria y salió airosa de la prueba. El resultado resultó entre bueno y digno. Tengo que confesar que esperaba más pero que la realidad indica que más, en las condiciones económicas en las que se desenvuelve el grupo, es muy difícil de conseguir.
            Camilo Santostefano, como siempre, dirigió con buen conocimiento de estilo, imaginación y cuidado de los detalles y la orquesta le respondió de manera, en general, correcta aunque con algunas imprecisiones en la afinación de las cuerdas. El coro sencillamente estupendo.
            En cuanto al plano vocal, las mujeres resultaron muy superiores a los hombres. Excelentes Selene Lara y Patricia Villanova, que se mostraron segurísimas al sortear las enormes dificultades de sus partes. Bellas voces manejadas con gran habilidad y una musicalidad sin fisuras caracterizaron a ambas. Algo por debajo pero solvente la Licenza de Flavia Memmo (de una impactante postura física).
            Ante la calidad del trabajo de las sopranos, los tres tenores resultaron algo desvaídos. En general buenos pero discretos Alejo Ruiz y Pablo Urban y decepcionante el protagonista de Gabriel García. Más allá de un excelente agudo de cabeza, su voz sonó poco timbrada (vale esto también para los otros dos) y su canto bastante elemental, con una afinación errática y una evidente inseguridad rítmica.
            Las puestas en escena renovadoras e imaginativas suelen ser una de las marcas distintivas de la compañía. En este caso debutaba Germán Ivancic. Partiendo de una muy original idea logró dar algo de vida a una obra que no la tiene. La concepción del cielo como una especie de geriático-depósito de almas viejas pudo haber sido utilizada de diversas maneras, incluso como un marco casi pesadillesco, pero se limitó a repetir algunas fórmulas sin lograr crear climas salvo en el muy fuerte final del sueño, espléndidamente logrado.
            Muy sugestiva la iluminación de Cristian Domini y excelentes la escenografía y el vestuario de Cecilia Magno.
            Un párrafo aparte merece el actor Hernán Crida (un doppelgänger de Scipione) de una plasticidad y una resistencia rayanas casi en lo perfecto.
            Una vez más agradecido a Lírica Lado B por la fuerte entrada de aire fresco en el repertorio operístico de Buenos Aires, aunque debe cuidar el encuentro con obras tan exigentes.

                                      Roberto Luis Blanco Villalba

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