Mozarteum Argentino, Función N° 2 del Segundo Ciclo de
Conciertos. Actuación de La Orchestre Symphonique de Montreal, Director: Kent
Nagano. Solísta: Andrew Wan (Violín). Programa: Berlioz: Obertura “El
Corsario”. Ravel: “Tzigane”, para Violín y Orquesta. Stravinsky: Suite de “El
Pajaro de Fuego” (Versión 1919). Rimsky - Korsakov: “Scheherazade”, Suite
Sinfónica. Teatro Colón (30/04/13).
Cuando se conoció la programación de Esta temporada por parte
del Mozarteum Argentino y se anunció la presentación de la Symphonique de
Montreal con Kent Nagano en el podio, se vislumbró desde un principio que iba a
ser uno de los grandes acontecimientos del año. Visto en eventos, en funciones
de opera, ya sea en Dvd’s o en la Televisión por cable, el Conductor
impresionaba por su técnica y el sonido que emanaban las formaciones que El
dirigía. Aún mas, teniendo este cronista
fresco en la memoria el sonido de la Deutsches Symphonie de Berlín, de la que
Nagano es titular honorario, en su visita del año pasado para Nuova Harmonía,
cabe preguntarme cuanto hubo de Ashkenazy, pero mas, cuanto había también del
sonido Nagano en esa refinadísima 5ta. de Mahler oída el año pasado. El reto
era escucharlo en vivo y en la sala del Colón. Fui con la expectativa de
concurrir a una de esas grandes noches que no vivía desde el 2010 con las
presentaciones de Daniel Barenboim y Zubin Mehta en la sala. Afortunadamente tenía razón, no me
equivoqué.
Sín duda era el nombre que faltaba de los grandes Directores
actuales para presentarse en la sala de la calle Libertad, Nagano es un
Director que permanece concentrado en sus gestos. Que no será vistoso o fogoso
a la vista del público que se da cita en el auditorio, pero que en el resultado
final uno quedará asombrado por su refinamiento, precisión, seguridad, y una
increíble sapiencia para extraer de cada obra hasta el fondo a través de un
concienzudo estudio del estilo de cada una de las que integraron el programa
dándoles, fundamentalmente, vida. Pocas veces se ha escuchado un Berlioz, ya
sea la abordada obertura “El Corsario” o cualquiera de sus obras, con tanta
justeza de tiempos, riqueza de matices, equilibrio y elegancia en la
interpretación. “Tzigane” de Ravel, es una obra que requiere un solista que
guste y se empape en el estilo “Gitano”, ya que ese es el gen que la inspiró.
Nagano confió para ello en Andrew Wan, joven violinista de ascendencia
oriental, formado en Estados Unidos y Concertino de la agrupación visitante
desde el año 2008. Ha recibido en préstamo un Bergonzi de 1744, que sonó en el
Colón de una manera impecable, límpia, transparente. En resumen, una muy buena
técnica, tal vez faltándole un poquito mas para un sonido “Gitano”, aunque esto
de ninguna manera empaña su actuación. El público recibió muy bien la
interpretación y hasta pedía un bis, pero sín saber que quedaba mas Wan para la
segunda parte. El tramo inicial se cerró con una bienvenida suite de “El Pajaro
de Fuego” en su versión original de 1919, rica en orquestación y que al menos a
mi gusto, a la interpretación ofrecida, solo la supera la que en la misma sala
brindara Lorín Maazel en su histórica actuación del Sabado 21 de Setiembre de 1985 al frente de la
Filarmónica de Viena. Aquí Nagano mostró toda la paleta de color, matices y
planos sonoros que la partitura ofrece, sacándole un sonido, homogéneo, pulcro, refinado al máximo, brillante y no
estridente que capturó de inmediato la atención del auditorio al que cautivó de
manera definitiva, haciéndolo estallar en una justiciera y justificada ovación,
la primera que la noche tendría.
La Segunda parte
quedó reservada para “Scheherazade” de Nikolai Rimsky-Korsakov, obra de
brillante orquestación que requiere de un conjunto casi virtuoso para su
interpretación. Aquí se ha escuchado hasta a las mismísimas orquestas rusas
y a directores de la misma nacionalidad,
derrapando en las versiones por los motivos que fueren. Aquí hubo virtuosismo.
Con Andrew Wan, ahora en su rol de Concertino, sentado como
corresponde en el primer atril, Nagano comenzó a desandar el camino y logró en
su versión incluirle todos los aspectos que he elogiado ampliamente en mis
párrafos anteriores y que serían reiterativos mencionar. Prefiero, para no abrumar,
elogiar la perfecta intervención de Wan como solista que la cerró con un
extenso y brillante arco final y a cada
uno de los solistas intervinientes en la obra que también hicieron lo suyo de
manera precisa y efectiva. Entre todos contribuyeron para que Nagano
construyera una versión maravillosa, rica en matices y colores, que electrizó a
los concurrentes y que obligaron al Director a retribuir con generosísimos tres
bises que dieron lugar a mucha más tela para cortar.
Veamos. Pocas veces se ha escuchado una versión tan pulcra,
justa y efectiva de la Obertura de “Guillermo Tell” de Rossini. Esta misma
agrupación la hizo con Charles Dutoit en su anterior visita. Más aún, el mismo
Riccardo Muti la abordo con la Filarmónica de la “Scala” milanesa. Ninguno de
los dos llegó a la cima interpretativa de Nagano con el plus de un solista de
Cello que hizo su parte de manera magistral, asistido de igual forma por sus
compañeros al final de la misma, demostrando la calidad de la sección. Una
“Farándula” de “La Arlesiana” de Bizet que hizo vibrar a la concurrencia tato o
más que la Philarmonique de Radio France hace tres años y esto es porque Nagano
es mucho más director que Myung Wung Chung, el encargado de aquella versión. Y
el cierre de los bises, a esta altura ya abundantemente generosos, lo tuvimos
con las variaciones finales del Bolero de Ravel desde la altura del ataque de
la sección de primeros violines llevando el tema inicial. Aquí el tema fue que, desde mi humilde
óptica, faltó un poquito más de brillo, pero a esa altura de la velada sería
injusto pedir más, y lo más exacto es
dejar el crédito abierto para que lo hagan en una, ojalá, próxima visita de
manera completa.
No se puede pedir
más. Fui a buscar excelencia. La Encontré. ¿Qué les parece?
DONATO DECINA
Foto: Gemtileza Arnaldo Colombaroli
Foto: Gemtileza Arnaldo Colombaroli
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