sábado, 4 de mayo de 2013

NAGANO Y LA SYMPHONIQUE DE MONTREAL REVIVIERON EL COLON DE LAS GRANDES NOCHES


Mozarteum Argentino, Función N° 2 del Segundo Ciclo de Conciertos. Actuación de La Orchestre Symphonique de Montreal, Director: Kent Nagano. Solísta: Andrew Wan (Violín). Programa: Berlioz: Obertura “El Corsario”. Ravel: “Tzigane”, para Violín y Orquesta. Stravinsky: Suite de “El Pajaro de Fuego” (Versión 1919). Rimsky - Korsakov: “Scheherazade”, Suite Sinfónica. Teatro Colón (30/04/13).

Cuando se conoció la programación de Esta temporada por parte del Mozarteum Argentino y se anunció la presentación de la Symphonique de Montreal con Kent Nagano en el podio, se vislumbró desde un principio que iba a ser uno de los grandes acontecimientos del año. Visto en eventos, en funciones de opera, ya sea en Dvd’s o en la Televisión por cable, el Conductor impresionaba por su técnica y el sonido que emanaban las formaciones que El dirigía. Aún mas, teniendo este  cronista fresco en la memoria el sonido de la Deutsches Symphonie de Berlín, de la que Nagano es titular honorario, en su visita del año pasado para Nuova Harmonía, cabe preguntarme cuanto hubo de Ashkenazy, pero mas, cuanto había también del sonido Nagano en esa refinadísima 5ta. de Mahler oída el año pasado. El reto era escucharlo en vivo y en la sala del Colón. Fui con la expectativa de concurrir a una de esas grandes noches que no vivía desde el 2010 con las presentaciones de Daniel Barenboim y Zubin Mehta en  la sala. Afortunadamente tenía razón, no me equivoqué.

Sín duda era el nombre que faltaba de los grandes Directores actuales para presentarse en la sala de la calle Libertad, Nagano es un Director que permanece concentrado en sus gestos. Que no será vistoso o fogoso a la vista del público que se da cita en el auditorio, pero que en el resultado final uno quedará asombrado por su refinamiento, precisión, seguridad, y una increíble sapiencia para extraer de cada obra hasta el fondo a través de un concienzudo estudio del estilo de cada una de las que integraron el programa dándoles, fundamentalmente, vida. Pocas veces se ha escuchado un Berlioz, ya sea la abordada obertura “El Corsario” o cualquiera de sus obras, con tanta justeza de tiempos, riqueza de matices, equilibrio y elegancia en la interpretación. “Tzigane” de Ravel, es una obra que requiere un solista que guste y se empape en el estilo “Gitano”, ya que ese es el gen que la inspiró. Nagano confió para ello en Andrew Wan, joven violinista de ascendencia oriental, formado en Estados Unidos y Concertino de la agrupación visitante desde el año 2008. Ha recibido en préstamo un Bergonzi de 1744, que sonó en el Colón de una manera impecable, límpia, transparente. En resumen, una muy buena técnica, tal vez faltándole un poquito mas para un sonido “Gitano”, aunque esto de ninguna manera empaña su actuación. El público recibió muy bien la interpretación y hasta pedía un bis, pero sín saber que quedaba mas Wan para la segunda parte. El tramo inicial se cerró con una bienvenida suite de “El Pajaro de Fuego” en su versión original de 1919, rica en orquestación y que al menos a mi gusto,  a la interpretación ofrecida,  solo la supera la que en la misma sala brindara Lorín Maazel en su histórica actuación del  Sabado 21 de Setiembre de 1985 al frente de la Filarmónica de Viena. Aquí Nagano mostró toda la paleta de color, matices y planos sonoros que la partitura ofrece, sacándole un sonido, homogéneo,  pulcro, refinado al máximo, brillante y no estridente que capturó de inmediato la atención del auditorio al que cautivó de manera definitiva, haciéndolo estallar en una justiciera y justificada ovación, la primera que la noche tendría.


     La Segunda parte quedó reservada para “Scheherazade” de Nikolai Rimsky-Korsakov, obra de brillante orquestación que requiere de un conjunto casi virtuoso para su interpretación. Aquí se ha escuchado hasta a las mismísimas orquestas rusas y  a directores de la misma nacionalidad, derrapando en las versiones por los motivos que fueren. Aquí hubo virtuosismo.

Con Andrew Wan, ahora en su rol de Concertino, sentado como corresponde en el primer atril, Nagano comenzó a desandar el camino y logró en su versión incluirle todos los aspectos que he elogiado ampliamente en mis párrafos anteriores y que serían reiterativos mencionar. Prefiero, para no abrumar, elogiar la perfecta intervención de Wan como solista que la cerró con un extenso y brillante  arco final y a cada uno de los solistas intervinientes en la obra que también hicieron lo suyo de manera precisa y efectiva. Entre todos contribuyeron para que Nagano construyera una versión maravillosa, rica en matices y colores, que electrizó a los concurrentes y que obligaron al Director a retribuir con generosísimos tres bises que dieron lugar a mucha más tela para cortar.
Veamos. Pocas veces se ha escuchado una versión tan pulcra, justa y efectiva de la Obertura de “Guillermo Tell” de Rossini. Esta misma agrupación la hizo con Charles Dutoit en su anterior visita. Más aún, el mismo Riccardo Muti la abordo con la Filarmónica de la “Scala” milanesa. Ninguno de los dos llegó a la cima interpretativa de Nagano con el plus de un solista de Cello que hizo su parte de manera magistral, asistido de igual forma por sus compañeros al final de la misma, demostrando la calidad de la sección. Una “Farándula” de “La Arlesiana” de Bizet que hizo vibrar a la concurrencia tato o más que la Philarmonique de Radio France hace tres años y esto es porque Nagano es mucho más director que Myung Wung Chung, el encargado de aquella versión. Y el cierre de los bises, a esta altura ya abundantemente generosos, lo tuvimos con las variaciones finales del Bolero de Ravel desde la altura del ataque de la sección de primeros violines llevando el tema inicial.  Aquí el tema fue que, desde mi humilde óptica, faltó un poquito más de brillo, pero a esa altura de la velada sería injusto pedir  más, y lo más exacto es dejar el crédito abierto para que lo hagan en una, ojalá, próxima visita de manera completa.

    No se puede pedir más. Fui a buscar excelencia. La Encontré. ¿Qué les parece?

                                                                                                      DONATO DECINA 
Foto: Gemtileza Arnaldo Colombaroli 

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