sábado, 11 de mayo de 2013

FARSA POBRE, FANÉ Y DESCANGAYADA


Don Francisco y los enmascarados. Farsa histórica en udos actos de Pablo Massa. Santiago Bürgi (Don Francisco), Eugenia Fuente (Doña Mariquita), Pablo Pollitzer (Manolillo), Enzo Romano (Bernardino y Fray Cayetano), Esteban Manzano (Juanita), Sergio Carlevaris (Bernardino), Soledad Molina, Margarita Pollini, Matías Tomasetto y Juan Feico (Diputados). Coro y Orquesta de la Compañía de las Luces. Director: Marcelo Birman. Dirctor de escena: Pablo Maritano. Escenografía: Andrea Mercado. Vestuario: María Emilia Tambutti. Iluminación: Betina Robles.
Centro de Experimentación del Teatro Colón, 9 de abril de 2013

                El CETC nos tiene acostumbrados a una altísima calidad en cuanto a propuestas y ejecuciones y quizás sea el ciclo del Colón con más alto y parejo nivel. Por eso es que me sorprendió de muy mala manera esta muy berreta propuesta.
            Pablo Massa –del que no tengo ningún dato; tampoco figuran en el programa y no se lo encuentra en Google- escribió una ópera buffa napolitana donde no aparece nada que pueda llamar la atención del oyente. La música es del siglo XVIII con bastante influencia de Cimarosa, sin niguna melodía interesante, sin partes virtuosas para los cantantes, con una muy pobre escritura orquestal, sin imaginación, repitiendo fórmulas vacías y carente de los contrastes que constituían la médula del género.
            El libreto, por otra parte, es de una mediocridad supina, plagado de rimas forzadas y con muy poca –o nada- de gracia. El resultado final es el de una mala estudiantina bastante bien servida.
            Por otro lado, no era el ámbito para presentarla. Su falta de calidad y la ausencia de propuesta la ubican entre ciertos productos under cuya consagración puede llegar a ser presentarse en la Scala. Es un espectáculo digno del desaparecido Café Mozart o de esos pequeños sucuchos que pulularon entre los sesentas y los noventas. En realidad, parece obra de un grupo de aventajados aficionados.
            Les Luthiers o las viejas jugarretas de Miguel Ángel Rondano (recuerdo especialmente “Tristón y Risolda, o la argolla del nibelungo”) hacían esto mismo parodiando y recreando con cierto sentido creativo. Claro está, escribían música significativamente menor y lo sabían. Lo hacían para divertir y divertirse. En este caso la cosa no pasa por allí. Esto está escrito en serio. Y escribir en serio un producto muerto sobre fórmulas muertas de un género muerto no sólo no aporta nada sino que es una verdadera estupidez. Como es una estupidez la aseveración del ¿compositor? De que “la música es contemporánea, en el más lato y estricto sentido de la palabra, porque fue escrita en 2004. Pero el lenguaje es del siglo XVIII y es adrede anacrónica para nuestra época, y también demodé y anacrónica para la supuesta época de composición que es contemporánea a los supuestos hechos”. Les pido que vuelvan a leer el párrafo y vean que no dice ni propone nada (hecho bastante común entre algunos periodistas y políticos “apolíticos” de nuestra fauna -¿formará parte de los signos de estos tiempos?).
            Rescato a los cantantes que tuvieron un buen desempeño (espléndido Pollitzer –como siempre-, muy bien Bürgi y esta vez no convincente la Fuente).
            Daniel Birman no puso nada de sí para imprimirle cierta agilidad a la orquesta, cuyos violines sonaron,  al menos, destemplados.
            La puesta de Maritano exhibió muy pocas ideas y se plegó al resultado final de una estudiantina.
            Atroces las dos solistas del coro (Molina y Pollini) con unos sonidos tan fijos que parecía que en cualquier momento iban a levantar vuelo.
            Desafortunado, malo, sin ideas, pobre y berreta es el saldo de esta farsa a la que me dicen que debo tomar como producto de una broma de jóvenes. No jorobemos. Nadie es joven cuando pasó los treinta –y algunos hace un buen rato-. Son un grupo de snobs soberbios y, obviamente, con algo de poder ya que en la sala había colegas que no suelen ir al CETC –llega a aparecer una nota en alguno de los grandes diarios, donde no se le da bolilla a este ciclo y entonces me cerraría la idea de que “esto” vino impuesto “desde arriba”-. Esperemos que se levante la puntería para el resto del ciclo y que este tipo de anti-propuestas no se repitan.
                                               Roberto Luis Blanco Villalba

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