Obertura y Danzas polovtsianas de “El príncipe Igor”
(Alexander Borodin), Concierto para contrabajo y orquesta en Fa sostenido menor
Op. 3 (Serguei Kusevitzki), Concerto grosso (José María Castro), Rapsodia
española (Maurice Ravel). Fuera de programa: Czarda (Vittorio Monti).
Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Director: Guillermo
Scarabino. Contrabajo: Javier Dragún.
Teatro Colón, 25 de abril de 2003
El programa del cuarto concierto de la OFBA resultó muy
atractivo; de hecho, mucho más que el resultado general.
Scarabino es uno de nuestro directores más solventes y con
mayor excelencia técnicA. Pero es también demasiado parco en la faz expresiva.
Tampoco es demasiado imaginativo. Es por eso que descuella en la obras del
siglo XX, donde no se le pide, en general, una expansión que no posee o no
quiere dar.
Los
fragmentos de la ópera de Borodin resultaron un tanto decepcionantes debido a
la falta de colorido –gravísimo pecado en las danzas- y a un exagerado volumen
de la orquesta, que en ningún momento bajó del mezzo-forte. No salieron mucho
mejor las cosas en el Concierto de Kusevitzki (lánguido y edulcorado post
romanticismo ruso) donde las largas frases melódicas fueron desaprovechadas por
el director. Javier Dragún (solista de la fila de la OFBA) demostró gran
destreza técnica y notable musicalidad. Como bis ofreció impecablemente la
celebérrima “Czarda” de Monti en una buena transcripción.
El
“Concerto grosso” de José María Castro es una de las mejores obras de nuestro
acervo musical y fue el punto más alto de la noche. Aquí, como en Ravel, Scarabino demostró su valía como director. La
Orquesta rindió de forma impecable y, por momentos, casi virtuosística (“Preludio
a la noche”)
ROBERTO LUIS BLANCO VILLALBA
Foto: Gentileza Arnaldo Colombaroli
Foto: Gentileza Arnaldo Colombaroli
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