domingo, 4 de septiembre de 2016

VERDADERAMENTE ESPECTACULAR


Orquesta Filarmónica de Buenos Aires: Director: Roberto Minczuk. Solista: Joshua Bell (Violín). Programa: Camille Saint-Saëns: Concierto Para Violín y Orquesta Nº 3, Op. 61. Serguei Rachmaninoff: Sinfonía Nº 1en Re menor, Op. 13. Teatro Colón, 02 de Setiembre de 2016.

  Un queridísimo amigo no solo personal, sino del Opera Club mismo, suelta para noches como la vivida un inefable latiguillo: “Quedaron los duendes flotando en el aire”. Creo que sin ningún lugar a dudas eso es lo que aconteció para este concierto de la Filarmónica. Primero, porque sorprendió muy gratamente el Director Invitado, Roberto Minczuk oriundo de Brasil, pero con estudios avanzados y vasta carrera desarrollada en el hemisferio norte (Fundamentalmente Estados Unidos y Alemania), de lo que se destaca  el haber sido cornista de la Filarmónica de Nueva York y de la Gewandhaus de Leipzig en tiempos de Kurt Masur, para luego seguir estudios de Dirección Orquestal con Eleazar de Carvalho y John Neschling en Brasil, y volver nuevamente a Estados Unidos y ser designado como Director Asociado de la Filarmónica de Nueva York. No cabe dudas de que ha hecho honor a semejantes antecedentes, Los aplausos que los propios instrumentistas de la Orquesta le tributaron luego de la interpretación de la Sinfonía de Rachmaninoff (de la misma manera que lo hicieran con Joshua Bell luego del Concierto de Saint-Saëns), son testimonio concluyente del respeto que consiguió de la agrupación y del nivel interpretativo que el conjunto evidenció  en toda la velada.

  Es interesante el preguntarse si esta particular sinfonía del gran creador Ruso debe o no integrar los atriles. Enfoco esta cuestión ya que si el año pasado le cupo esa pregunta a la versión ofrecida de la Décima de Mahler, de igual forma debería hacerse lo mismo con esta obra. Objeto de un estreno polémico, al  que muchos años después se le reconoció que gran parte de la responsabilidad de ese fracaso le cupo nada menos que a Alexander Glazunov, quien asumió la concertación en una de sus noches poco felices (los testimonios dicen que estaba alcoholizado), la partitura original fue virtualmente “cajoneada”, su autor viviendo en Estados Unidos, y solo un año después de su fallecimiento, fue recuperada a partir de las partes de Orquesta que se hallaron en la biblioteca del  Conservatorio de la entonces Leningrado (Hoy nuevamente San Petesburgo) y  del escrito para dos pianos para ser reconstruida a partir de esos materiales. ¿Será todo original?, ¿alguien habrá “metido mano”?. Sea como fuere, la versión fue estupenda,  con pleno sonido, momentos de estupendo lirismo y un ajuste orquestal de primera. Minczuk mostró sobrado oficio, comunicatividad con la orquesta y logró un empaste estupendo, lo que hizo que se disfrutara de la versión del primer al último compás.

  El Concierto comenzó con el verdadero “plato fuerte” que fue la nueva presentación de Joshua Bell entre Nosotros, para una imponente versión del Concierto Nº 3 de Saint-Saëns. La belleza y la pureza de su sonido, su técnica impecable, el extraer hasta el último detalle de escritura y el magnífico acompañamiento que recibió de Minczuk y la Orquesta, hizo de Esta una versión sencillamente memorable que perdurará por muchísimo tiempo entre los que tuvimos la fortuna de hallarnos presentes en la sala, al igual que quienes lo sintonizaron por Radio, o lo vieron por el “Streaming” del Teatro. Fue una magnífica demostración de talento, que tuvo correlato en el bis ofrecido, unas variaciones sobre “Yankee doo-doo” hechas a su medida y atacadas sin anuncio, por lo que nos quedaremos con las ganas de saber sin son de su autoría o de algún otro compositor.


Donato Decina  

No hay comentarios:

Publicar un comentario