VERDADERAMENTE
ESPECTACULAR
Orquesta Filarmónica de Buenos Aires: Director: Roberto
Minczuk. Solista: Joshua Bell (Violín). Programa: Camille Saint-Saëns:
Concierto Para Violín y Orquesta Nº 3, Op. 61. Serguei Rachmaninoff: Sinfonía
Nº 1en Re menor, Op. 13. Teatro Colón, 02 de Setiembre de 2016.
Un queridísimo amigo
no solo personal, sino del Opera Club mismo, suelta para noches como la vivida
un inefable latiguillo: “Quedaron los duendes flotando en el aire”. Creo que
sin ningún lugar a dudas eso es lo que aconteció para este concierto de la
Filarmónica. Primero, porque sorprendió muy gratamente el Director Invitado,
Roberto Minczuk oriundo de Brasil, pero con estudios avanzados y vasta carrera
desarrollada en el hemisferio norte (Fundamentalmente Estados Unidos y
Alemania), de lo que se destaca el haber
sido cornista de la Filarmónica de Nueva York y de la Gewandhaus de Leipzig en
tiempos de Kurt Masur, para luego seguir estudios de Dirección Orquestal con
Eleazar de Carvalho y John Neschling en Brasil, y volver nuevamente a Estados
Unidos y ser designado como Director Asociado de la Filarmónica de Nueva York.
No cabe dudas de que ha hecho honor a semejantes antecedentes, Los aplausos que
los propios instrumentistas de la Orquesta le tributaron luego de la
interpretación de la Sinfonía de Rachmaninoff (de la misma manera que lo
hicieran con Joshua Bell luego del Concierto de Saint-Saëns), son testimonio
concluyente del respeto que consiguió de la agrupación y del nivel
interpretativo que el conjunto evidenció
en toda la velada.
Es interesante el
preguntarse si esta particular sinfonía del gran creador Ruso debe o no
integrar los atriles. Enfoco esta cuestión ya que si el año pasado le cupo esa
pregunta a la versión ofrecida de la Décima de Mahler, de igual forma debería
hacerse lo mismo con esta obra. Objeto de un estreno polémico, al que muchos años después se le reconoció que
gran parte de la responsabilidad de ese fracaso le cupo nada menos que a
Alexander Glazunov, quien asumió la concertación en una de sus noches poco
felices (los testimonios dicen que estaba alcoholizado), la partitura original
fue virtualmente “cajoneada”, su autor viviendo en Estados Unidos, y solo un
año después de su fallecimiento, fue recuperada a partir de las partes de
Orquesta que se hallaron en la biblioteca del
Conservatorio de la entonces Leningrado (Hoy nuevamente San Petesburgo)
y del escrito para dos pianos para ser
reconstruida a partir de esos materiales. ¿Será todo original?, ¿alguien habrá
“metido mano”?. Sea como fuere, la versión fue estupenda, con pleno sonido, momentos de estupendo
lirismo y un ajuste orquestal de primera. Minczuk mostró sobrado oficio,
comunicatividad con la orquesta y logró un empaste estupendo, lo que hizo que
se disfrutara de la versión del primer al último compás.
El Concierto comenzó
con el verdadero “plato fuerte” que fue la nueva presentación de Joshua Bell
entre Nosotros, para una imponente versión del Concierto Nº 3 de Saint-Saëns.
La belleza y la pureza de su sonido, su técnica impecable, el extraer hasta el
último detalle de escritura y el magnífico acompañamiento que recibió de
Minczuk y la Orquesta, hizo de Esta una versión sencillamente memorable que
perdurará por muchísimo tiempo entre los que tuvimos la fortuna de hallarnos
presentes en la sala, al igual que quienes lo sintonizaron por Radio, o lo
vieron por el “Streaming” del Teatro. Fue una magnífica demostración de
talento, que tuvo correlato en el bis ofrecido, unas variaciones sobre “Yankee
doo-doo” hechas a su medida y atacadas sin anuncio, por lo que nos quedaremos
con las ganas de saber sin son de su autoría o de algún otro compositor.
Donato Decina
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