sábado, 26 de marzo de 2016

MUSICALMENTE CERCENADA Y VISUALMENTE SIN IDEAS


Teatro Colón, Temporada 2016: “Beatrix Cenci”, Opera en dos actos y catorce escenas. Música: Alberto Ginastera. Libreto de William Shand, basado en las “Crónicas Italianas” de Stendal , “Los Cenci” de Percy Shelley y aportes de Alberto Girri. Interpretes: Mónica Ferraacani (Beatrix Cenci), Víctor Torres (Conde Francesco Cenci), Alejandra Malvino (Lucrezia), María Florencia Machado (Bernardo), Gustavo López Manzitti (Orsino), Mario de Salvo (Andrea), Alejandro Spies (Giacomo), Sebastián Sorrarain-Ivan Maier-Víctor Castells (Tres Invitados), Alejandro Escaño Manzano (Olimpio), Ernesto Donegana (Marzio). Coro Estable del Teatro Colón, Director: Miguel Martínez. Escenografía y Vestuario: Oria Puppo, Iluminación: David Seldes, Proyecciones: Maxi Vecco. Dirección de Escena: Alejandro Tantanian. Orquesta Estable del Teatro Colón, Dirección Musical: Guillermo Scarabino. Función del 18 de Marzo de 2016.

    Y la lírica volvió a la sala de la calle Libertad. Pero de forma inexplicable, al igual que la puesta del doble programa Dallapícola, “Beatrix Cenci”, con la que se pretendió iniciar la serie de homenajes a Alberto Ginastera al cumplirse el centenario de su nacimiento, ha quedado afuera de los títulos de abono que integran la presente temporada. Se aumentan los títulos, pero el abono sigue integrado por siete. ¿Por qué?.

  También resultó inexplicable el cercenamiento hecho sobre la partitura. El largo monólogo de la protagonista  quedó reducido a las frases del final. Dio la impresión que por supresión o producto de la muy floja labor escénica del Regísta,  de la que mas adelante me referiré, también el rol del Conde Francesco quedó muy desdibujado.

    Sin lugar a dudas uno de los pilares mas sólidos de la representación fue la labor de la Orquesta Estable, dirigida de manera magnífica por Guillermo Scarabino. Labor sin fisuras para una escritura musical contundente, que no da respiro alguno. Pocas veces se la ha escuchado a la Estable en los últimos tiempos de una manera tan homogénea. Y en el plano Vocal, Mónica Ferracani, después de haberla estrenado hace veinticuatro años, volvió a darle vida a Beatrix, solo que esta Ferracani, mas experimentada y con sólidos recursos vocales y actorales, termina imponiéndose, logrando una actuación sobresaliente. Junto a Ella, Alejandra Malvino en el rol de Lucrezia (Madrastra de la protagonista), tuvo una lucida actuación, reflejando las atribulaciones por las que su personaje pasa en escena. Gustavo López Manzitti fue un muy eficaz Orsino, al que la marcación actoral no pudo resolverle momentos de mucha intensidad, como el de la fuga de su personaje previo al desenlace de la obra. Bienvenido sea el debut de Alejandro Spies como Giacomo, uno de los hermanos de Beatrix. Al fin el Colón reparó en El para la sala mayor. Su voz corrió por toda la sala, su dicción fue clara y estupenda. Su actuación otro tanto. Que sea el punto de partida para mas y muy buenas intervenciones suyas. María Florencia Machado, tuvo correcta participación en el rol de Bernardo, de la misma manera que Ivan Maier, Sebastian Sorrarain y Víctor Castells como los invitados al la fiesta. Flojas en cambio las actuaciones de los actores Alejandro Escaño Manzano como Olimpio y Ernesto Donegana como Marzio, que no impactaron como los asesinos pagados de Francesco. Me reservé para el final a Víctor Torres como el siniestro Conde Cenci. No fue su actuación mas lograda. Es mas, no entiendo el porque de aceptar un rol que de ninguna manera está a tono con su voz. Súmesele una caracterización un tanto “light”, aligerada en dramatismo,  y la ecuación no cierra por ningún lado. Y acertar a medias, es perder mucho de lo que la obra pide para su rol.  El Coro Estable cumplió una penosa labor. Desajustado, sin preparación acorde al compromiso, lo que llevó a que el final sea cantado partitura en mano cuando ya llevaban al menos un mes de la vuelta al trabajo y otros veinte días desde el final de “Parsifal” el año pasado hasta fin del mismo año. Se extraña y mucho la “Línea Burian”. Nunca mas se lo volvió a escuchar así.

    Visualmente, la puesta de Tantanian no cierra por ningún lado. Sobrecarga de sexo, a tal punto que el exceso de hombres desnudos paseando su virilidad por el escenario termina agrediendo al espectador. Situaciones de orgía desenfrenada, cuando lo que debía reflejarse era la corrupción, perversión y el sadismo de un padre con su hija y su segunda esposa y la complicidad de las autoridades de la época que conociendo el trasfondo, se hacían los distraídos. Para la época en que está situada la acción (El ml quinientos del pasado milenio), las Orgías Romanas eran cosa de un pasado ya por ese entonces remoto. También el usar de marco, el patio de Ntro. Palacio de Tribunales, en una época que por vestimentas usadas puede situarse entre los años treinta y cuarenta de la pasada centuria, quitó mucho de intimidad, e impidió graficar la atmósfera opresiva que la obra plantea. Además el dejar, deliberadamente o no,  un espacio abierto en ambos lados entre boca de escenario y escenografía propiamente dicha, distrajo aún mas a los espectadores,  por lo que me hace pensar en que si no ha sido mas un reflejo de pensamientos personales que el ceñirse a la historia, lo que plasmó en escena.

    Por lo tanto, el balance que me corresponde hacer de acuerdo a lo que vi, es el de una obra que ha sido ofrecida de manera cercenada en lo musical y pobrísima de ideas en lo visual. Los aciertos vocales y el desempeño de la orquesta, no alcanzan a compensar un resultado aceptable. Es de esperar que el resto de la programación de las obras de Ntro. Máximo compositor, sean ofrecidas  en mejor forma, como también se salde la deuda de reponer “Don Rodrigo”. La memoria de Alberto Ginastera lo merece.


Donato Decina

viernes, 11 de marzo de 2016

PLENITUD SOLO EN GRAGEAS





LENITUD SOLOEN GRAGEASTeatro Colón: Ciclo de Seis sinfonías de Piotr I. Tchaickovsky, a cargo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Director: Enrique Arturo Diemecke. Sesiones Presenciadas: Nº 1: Sinfonía Nº 1 “Sueños de Invierno” en Sol menor Op. 13, Obertura “1812” (01/03/16). Nº2: Sinfonía Nº 2 en Do menor Op. 17 “Ucrania” (“Pequeña Rusia”), Sinfonía Nº 3 “Polaca” en Re mayor, Op. 29. (02/03/16). Nº 4: “Francesca da Rimini” (Fantasía Sinfónica), Op. 32, Sinfonía Nº 5 en Mi menor Op. 64 (04/03/16).

  Realizar las Sinfonías de Tchaickovsky es todo un  desafío en si mismo. Hacerlo de corrido en cinco días también. Pero algunos detalles puntuales tienen, al menos, aristas cuestionables. Bienvenido sea que luego de treinta y tres años, la Filarmónica en su actual estado la encare. La integral anterior a cargo de Yuri Simonov, se realizó a razón de dos sinfonías por semana,  intercalando una del primer período con una de la trilogía final, además de incluir la sinfonía “Manfredo” y la Serenata para Cuerdas, que debieron ser acometidas por Pedro Ignacio Calderón (Por entonces titular de la agrupación en su segundo período al frente de la misma), ya que el conductor ruso debió volver de emergencia a Moscú por un llamado del Teatro Bolshoi. En esta oportunidad, “Manfredo” quedó inexplicablemente afuera, las sinfonías se desarrollaron de manera correlativa y se incorporaron obras orquestales con un orden en algunos casos cuestionable (Por ejemplo, cerrar con la Obertura-Fantasía “Romeo y Julieta” tras interpretar la “Patética” en el cierre del abono, al que por hacerse mientras estábamos al aire cerrando el ciclo Zarzuela, me fue imposible concurrir). También resultó cuestionable la decisión del Director Mexicano de efectuar cortes en el primer y tercer movimientos de la sinfonía Nº 3, de la misma forma que en la versión ofrecida de “Francesca da Rimini”, la que fue atribuída a Yevgeni Svetlanov (Diemecke dixit), algo que el Director Ruso precisamente no hizo al interpretarla en su primera visita a la Argentina, traído en 1989 por “Harmonía”. Entonces, aclarado esto, me cabe decir que de las tres sesiones por mí presenciadas, las dos primeras tuvieron desarrollo sumamente irregular. Con un conjunto que no rayó en la excelencia a la que nos tiene acostumbrados, para responder a la expectativa creada en la interpretación de la trilogía inicial de sinfonías. Faltaron mayor profundidad y mayores matices en todas. Solo momentos de excelencia por parte de algún instrumento solista y algún pasaje de conjunto mejor subrayado por el Director. La única interpretación absolutamente rescatable de los dos primeros conciertos fue la Obertura “1812” que cerró la primera noche. Ajuste, percusión maravillosamente controlada y magnífico sonido del conjunto. Hasta el sonido grabado de los cañonazos fue expuesto con justeza.

  De la sesión restante a la que asistí, lamento mucho la versión cercenada de “Francesca da Rimini”. El vuelo interpretativo demostrado por el conjunto y la brevedad del programa ofrecido, hacen mas inexplicable aún la inclusión de la versión con cortes. El resarcimiento a todo lo anteriormente expuesto fue la electrizante y arrolladora versión de la Sinfonía Nº 5, que valió por todo el ciclo. Homogeneidad del sonido y homogeneidad del discurso orquestal, matices, sentimientos, maravillosas intervenciones solistas, vuelo, que provocaron una solida construcción que rayó a gran altura, arrancando una intensa ovación que llevó a los interpretes a bisar la Coda final, tan lograda como la sinfonía toda.

  Lástima que solo fueron grageas. Orquesta y Director demostraron en el último concierto al que asistí que pueden brindar mucho mas.

Donato Decina