Luego de una gira por
cinco ciudades de la provincia de Santa Cruz, la Sinfónica Nacional retomo sus
presentaciones en la Capital Federal con una nueva incursión en el Antiguo
Recinto de Operaciones de la Bolsa Porteña. La paradoja quiso que luego de una
incursión “Patagónica”, el director invitado haya sido Facundo Agudín, Titular
de la Sinfónica “Patagonia”, de la Universidad Nacional de Río Negro y que
junto a la Sinfónica de Neuquén, son las dos Orquestas mas australes de Ntro. País, ya que la del Festival de Ushuaia solo se
reúne una vez al año para dicho evento.
Muy interesante
resultó la conformación del programa. Mendelsohn – Wagner y, ¡por fin!, la interpretación de “Epopeya”
de Juan Carlos Zorzi, injustamente relegada del Concierto del 17 de octubre del
año pasado (Ver crítica de esa noche en la sección de crónicas anteriores).
La primera parte fue
íntegramente dedicada a “La Primera Noche de Walpurgis”, recordado episodio de
“Fausto” de Goëthe, al que Mendelsohn
tomó para convertirlo en una magnífica obra musical, la que requiere un
importante orgánico orquestal, una buena masa coral y tres buenas voces
solistas (Mezzosoprano, Tenor y Barítono). Afortunadamente Agudín contó con
todos estos elementos importantes: solventes intervenciones de Alejandra
Malvino, Ricardo González Dorrego y Alejandro Meerapfel, quien llevó con
eficacia la parte solista mas exigente. Párrafo aparte, la una vez mas
descollante participación del Coro Polifónico Nacional de Ciegos “Carlos Roberto
Larímbe”, al que Osvaldo Manzanelli preparó brillantemente para una actuación
magnífica. Genera admiración la entrega de estos interpretes, los que
sobreponiéndose a esa tremenda dificultad física que es la ceguera, hacen su
labor con tanta enjundia, tanto amor propio, llevados por un estupendo guía que
es Manzanelli, para un resultado brillante en todo sentido. Y Agudín amalgamó a
todos estos elementos a los que le sumó una Orquesta magníficamente ajustada, a
la que no le afectó la irregular acústica del recinto y el resultado fue una
interpretación rica en matices, con muy buen “tempi”, descollante labor de las
cuerdas y buena respuesta del resto , con lo que se obtuvo una versión muy intensa.
Al comenzar la
segunda parte, el Director hizo una serie de acotaciones sobre “Epopeya” de
Juan Carlos Zorzi, con la que se inició
la segunda parte, con el fin de ilustrar a los asistentes acerca de lo que se
escucharía. Quien esto escribe tuvo el privilegio de ser involuntario
espectador de un instante de la composición de la misma, la que terminaría
aportando mucho material para el desarrollo musical del final del primer acto
de “Antígona Vélez”. Y conociendo el pensamiento de Zorzi, en ambos casos la
música es un llamado a la unión de los argentinos. Agudín evidenció empaparse
en la obra y todos estos antecedentes descriptos precedentemente, para lograr
una versión superadora de la deel estreno, la que fue dirigida por el propio
compositor. Hubo matices, conocimiento del lenguaje musical, ajuste intensidad,
para que los asistentes premiaran con una sostenida salva de aplausos el
trabajo , y requirieran la presencia en varias oportunidades de Agudín para el
saludo.
El cierre vino de la
mano de Wagner y la parte final del monólogo de ·Wotan” de “La Walkyria”.
Orquestalmente fue ofrecido de manera magistral. Con mucho “Vuelo”
interpretativo, empaste y magnífico sonido. Y Alejandro Meerapfel, tuvo trabajo
a destajo y resultado descollante, con buen caudal, grato timbre y total
entrega interprtetativa, la que se vio reflejada en una compenetración tal, que
mientras la Orquesta se hallaba en los últimos pasajes musicales, al interprete
se lo veía reconcentrado, tardando un largo instante en “desengancharse” del
personaje. Magnífica sesión y una
formidable entrega de todos los interpretes.
DONATO DECINA
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