viernes, 24 de abril de 2015

  Luego de una gira por cinco ciudades de la provincia de Santa Cruz, la Sinfónica Nacional retomo sus presentaciones en la Capital Federal con una nueva incursión en el Antiguo Recinto de Operaciones de la Bolsa Porteña. La paradoja quiso que luego de una incursión “Patagónica”, el director invitado haya sido Facundo Agudín, Titular de la Sinfónica “Patagonia”, de la Universidad Nacional de Río Negro y que junto a la Sinfónica de Neuquén, son las dos Orquestas mas australes de Ntro. País,  ya que la del Festival de Ushuaia solo se reúne una vez al año para dicho evento.

  Muy interesante resultó la conformación del programa. Mendelsohn – Wagner  y, ¡por fin!, la interpretación de “Epopeya” de Juan Carlos Zorzi, injustamente relegada del Concierto del 17 de octubre del año pasado (Ver crítica de esa noche en la sección de crónicas anteriores).

  La primera parte fue íntegramente dedicada a “La Primera Noche de Walpurgis”, recordado episodio de “Fausto” de Goëthe,  al que Mendelsohn tomó para convertirlo en una magnífica obra musical, la que requiere un importante orgánico orquestal, una buena masa coral y tres buenas voces solistas (Mezzosoprano, Tenor y Barítono). Afortunadamente Agudín contó con todos estos elementos importantes: solventes intervenciones de Alejandra Malvino, Ricardo González Dorrego y Alejandro Meerapfel, quien llevó con eficacia la parte solista mas exigente. Párrafo aparte, la una vez mas descollante participación del Coro Polifónico Nacional de Ciegos “Carlos Roberto Larímbe”, al que Osvaldo Manzanelli preparó brillantemente para una actuación magnífica. Genera admiración la entrega de estos interpretes, los que sobreponiéndose a esa tremenda dificultad física que es la ceguera, hacen su labor con tanta enjundia, tanto amor propio, llevados por un estupendo guía que es Manzanelli, para un resultado brillante en todo sentido. Y Agudín amalgamó a todos estos elementos a los que le sumó una Orquesta magníficamente ajustada, a la que no le afectó la irregular acústica del recinto y el resultado fue una interpretación rica en matices, con muy buen “tempi”, descollante labor de las cuerdas y buena respuesta del resto , con lo que se obtuvo una versión  muy intensa.

  Al comenzar la segunda parte, el Director hizo una serie de acotaciones sobre “Epopeya” de Juan Carlos Zorzi,  con la que se inició la segunda parte, con el fin de ilustrar a los asistentes acerca de lo que se escucharía. Quien esto escribe tuvo el privilegio de ser involuntario espectador de un instante de la composición de la misma, la que terminaría aportando mucho material para el desarrollo musical del final del primer acto de “Antígona Vélez”. Y conociendo el pensamiento de Zorzi, en ambos casos la música es un llamado a la unión de los argentinos. Agudín evidenció empaparse en la obra y todos estos antecedentes descriptos precedentemente, para lograr una versión superadora de la deel estreno, la que fue dirigida por el propio compositor. Hubo matices, conocimiento del lenguaje musical, ajuste intensidad, para que los asistentes premiaran con una sostenida salva de aplausos el trabajo , y requirieran la presencia en varias oportunidades de Agudín para el saludo.

  El cierre vino de la mano de Wagner y la parte final del monólogo de ·Wotan” de “La Walkyria”. Orquestalmente fue ofrecido de manera magistral. Con mucho “Vuelo” interpretativo, empaste y magnífico sonido. Y Alejandro Meerapfel, tuvo trabajo a destajo y resultado descollante, con buen caudal, grato timbre y total entrega interprtetativa, la que se vio reflejada en una compenetración tal, que mientras la Orquesta se hallaba en los últimos pasajes musicales, al interprete se lo veía reconcentrado, tardando un largo instante en “desengancharse” del personaje.  Magnífica sesión y una formidable entrega de todos los interpretes.

                                                                          DONATO DECINA

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