Orquesta Sinfónica Nacional, Director: Pedro Ignacio
Calderón. Programa: Rodion Shchedrin:
Música para el Ballet “Carmen”, basada en la música Original de la Opera
homónima de Georges Bizet, para Orquesta de Cuerdas y Percusión. Dimitri
Shostakovich: Sinfonía Nº 10 en Mi menor Op. 93. Auditorio de Belgrano, 31/10/14.
Un muy acertado
comentario de Daniel Varacalli Costas para el, ahora sí, muy buen programa de
mano que el Ministerio de Cultura imprime para estos conciertos de la Sinfónica
Nacional, explicita que el primer contacto que Prosper Merimee tuvo con la
cultura gitana, fue el poema : “Los Gitanos” de Alexander Pushkin. Ahí
sobrevino la inspiración para la novela “Carmen”, la que termina moviendo a
Georges Bizet a componer su mayor éxito musical, y, a su vez, motivando a la
gran Maia Plissetskaya a solicitarle a Aram Khatchaturian, armar para el Ballet
una obra basada en el personaje central
de la opera. Al no tener éxito en el intento, convenció a su esposo, el también
compositor Rodion Shchedrin para la
realización del trabajo y a Alberto Alonso, coreógrafo cubano ( hermano de la
no menos célebre Alicia, bailarina como Maia, a quienes aún en etapa de
declinación, este cronista tuvo el privilegio de verlas sobre un escenario), la
realización de la coreografía. Como se vé la unión de dos disciplinadas
bailarinas, familiares (artistas ellos también) y la potencia emblemática del
lado oriental del mundo y su principal país asistido, en plena guerra fría. La obra vio la luz, el arreglo tiene aristas
como la inclusión de la “Farandole” de “La Arlesiana” e inclusión de música del
propio Shchedrin, y ambas divas a su modo, la incorporaron a sus respectivos repertorios.
Otros bailarines como Alexander Godunov la interpretaron de igual forma. Pero
no está completa la historia, si no
decimos que la Ministra de Cultura Rusa de esa época, la consideró no solo una
burla a la opera de Bizet, sino que contenía una fuerte carga erótica, inaceptable
para el régimen. Y aquí el eslabón que faltaba, la intervención de Dimitri
Shostakovich, quien logró revertir la medida y que este ballet, siguiera su
camino por el mundo. Si se tiene en cuenta que la obra de fondo fue la Sinfonía
Nº 10 del gran compositor, surgida luego de la muerte de Stalin, cuestionador
de “Lady Machbeth de Mtensk” y la Sinfonía Nº 4, es claro que el programa se
armó en dos obras rusas que, cada una a
su modo, expresaron temas de inmediata relación con la censura. Sin decirlo, la
sinfónica continuó, de alguna manera,
con la línea trazada en los programas de “Música Prohibida”, que mostraron los
trabajos de compositores perseguidos por el Nazismo.
En “Carmen”,
encontramos una sección de cuerdas muy afiatada y una percusión con pleno
equilibrio. Calderón condujo a la fuerza instrumental con mano maestra, recordándonos de alguna forma, la pericia con
la que condujo aquellas recordadas funciones en donde la Orquesta fue el
soporte instrumental del “Ballet Argentino”, durante la plenitud artística de
Julio Bocca. Si bien, Shchedrin, no ha sido una luminaria de “Alto Vuelo”, debe
reconocérsele lo ingenioso de la adaptación, la buena instrumentación donde la
cuerda sostiene la tensión del discurso y la percusión acentúa los detalles. Todo
estuvo delicadamente expuesto y la interpretación muy bien recibida.
La “Decima” por su
parte, fue objeto de una interpretación muy eficiente. Obra de atmósfera densa,
tuvo en el Calderón de hoy día un interprete que la aborda a “tempi” un poco
mas lento de lo usual, pero que le trae hoy a sus ochenta años mas beneficios, ya que le permite tener un mayor control sobre
la muy importante masa orquestal que la partitura dispone sobre el escenario.
Faena memorable para todos los instrumentistas de viento de la Nacional, con
pasajes resaltados de manera justa. Un muy buen equilibrio en los bronces
(fundamentalmente los cornos en el célebre tema del anagrama, con cada nota del
mismo que forma las iniciales del compositor en alemán). Buen desempeño de percusión
y un notable trabajo de cuerdas. Calderón logró del conjunto un muy buen
desempeño y tuvo ingenio para formular el muy buen programa propuesto.
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