miércoles, 29 de octubre de 2014

EL COLON CUMPLE. RICHARD STRAUSS DIGNIFICA.



Elektra”: Opera en un acto. Música de Richard Strauss, con libreto de Hugo Von Hofmannsthal,  basado en la pieza teatral de su autoría, inspirada en la tragedia de Sófocles. Interpretes: Linda Watson (Elektra), Iris Vermillion (Clitenmestra), Manuela Uhl (Crisótemis), Hernán Iturralde (Orestes), Enrique Folger (Egisto), Cristian de Marco (Preceptor de Orestes), Marisu Pavón (Confidente/Doncella), Daniela Tabernig (Portadora del Manto), Eduardo Bosio (Sirviente Joven), Victor Castells (Sirviente Viejo), Janice Baird (Celadora), Alejandra Malvino; Alicia Cecotti; Virginia Correa Dupuy; Vanesa Tomas (Doncellas), Carla Paz Andrade; Costanza Castillo; Cecilia Jakubowicz; Celina Torres; Laura Domínguez, Verónica Cano (Sirvientas). Coro Estable del Teatro Colón, Director: Miguel Martínez, Orquesta Estable del Teatro Colón, Dirección: Roberto Paternostro, Director de Escena, Diseño de Escenografía y Diseño de Iluminación: Pedro Pablo García Caffi, Diseño de Vestuario: Alejandra Espector. Teatro Colón, 28/10/14.

  Llamará la atención el título de este comentario, proveniente de un slogan político de la década del cuarenta del pasado siglo, pero es lo que espontáneamente me surge,  luego de haber presenciado el estreno de esta nueva producción de “Elektra” de Richard Strauss en el Teatro Colón, que honra al título, que honra a la sala,  y que reemplaza dignamente a la ya célebre puesta del inolvidable Roberto Oswald, que se ofreció en las dos últimas ocasiones en que el título Straussiano  subió a escena en la sala de la calle Libertad.   Sabido es que al anunciarse la temporada de este año, Pedro Pablo García Caffi manifestó su decisión de hacerse cargo de la nueva puesta, ante la renuncia a hacerlo de Marcelo Lombardero.  Las realizaciones anteriores del Director General, nos mostraron escena austera, correctísima iluminación, excelencia en la marcación actoral a los cantantes. Pues bien, una vez mas plasmó en el escenario todos estos aspectos recién mencionados, para una puesta casi de época (solo la celadora y el Joven Criado exhiben vestimentas actuales aparentando ser “domadores”),  a la que se agrega una muy buena realización de vestuario concebida por Alejandra Espector, y la sensación de que hay un mayor “refinamiento” en el trabajo en general. Evidentemente el  mayor tiempo de preparación con el que ha contado, y el haber comenzado los ensayos desde el vamos sobre el escenario, a diferencia de otras puestas que ingresan a la sala solo un par de semanas antes, pudo haber obrado en su favor. Tal vez la única mención polémica,  sea la resolución del final, donde el hacha que la protagonista guardaba para consumar su venganza, sea la que acelere el desenlace. En esa escena despojada, se hace mucho mas evidente el trabajo dramático de Elektra, presente en el escenario prácticamente en todo momento, con un despliegue de recursos actorales y vocales verdaderamente sobresalientes. Linda Watson (de ella hablamos) es una digna continuadora de la tradición de grandes “Elektras” y digo sin temor a equivocarme, que de persistir en esa línea en las restantes funciones (lo doy por hecho), se hablará por mucho tiempo de su actuación, como hacemos al rememorar a muchas de las protagonistas anteriores. En la misma línea, Iris Vermillion como Clitenmestra, se bate con Watson en un descomunal duelo vocal-actoral, hasta alcanzar una altura solo comparable con Leonie Rysanek en el mismo rol. Su caracterización y consustanciación con el personaje son únicas. Y Manuela Uhl, a quien conociéramos como maravillosa protagonista de “La Mujer Sin Sombra”, aporta una visión “fresca” de Crisotemis, que hace creíble su ruego de “Querer vivir la vida” y no acompañar a su hermana ante el ruego de ayuda de Esta para la consumación de la venganza. Hernán Iturralde traza un Orestes verdaderamente de fuste, encontrándoselo a nivel de las demás protagonistas y con un desempeño actoral digno del mayor elogio. Y otro tanto le cabe a Enrique Folger, con el mejor canto que Yo haya escuchado en vivo para un  Egisto. En la línea que crónica tras crónica vengo señalando, una vez mas la Dirección de Estudios ha acertado en la elección de todos los roles coprimarios,  a quienes les doy mis sinceras felicitaciones por la labor que desempeñaron. Correcto en las breves intervenciones el Coro Estable, preparado por Miguel Martínez.  En cuanto a Roberto Paternostro y su concertación, tuvo mayor eficacia que en “Falstaff”, aunque con la consabida Dirección de “trazo grueso”, que en muchos pasajes y en los momentos finales se notó. Llamó la atención que no fueran mas rotundos los compases finales que cierran la obra, justamente cuando su tendencia es ir del “forte” al “fortíssimo”, pero igualmente el balance final es mas que aceptable.


  Ha sido, sin duda una realización que hace honor a este título, que la mas de las veces ha tenido resultados de excelencia, y esta, se inscribe en la misma línea.

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